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La ermita de San Sebastián se levantó sobre una mezquita, construida en 1218. En este enclave tuvo lugar la entrega de las llaves de Granada el 2 de enero de 1492, por parte de Boabdil a los Reyes Católicos, celebrándose aquí la primera misa en la ciudad, tras los ocho siglos de dominación musulmana. La ermita fue posteriormente dedicada al culto de san Sebastián, pero conserva su estructura original. Se trata de una rabita o morabito, lugares a los que se retiraban personas de gran religiosidad para dedicarse a la meditación y a la oración, rechazando el contacto con el mundo exterior. El edificio presenta una planta casi cuadrada, construido con argamasa, abriéndose en cada uno de sus cuatro lados un hueco, aunque sólo uno sirve de acceso al templo: un arco de herradura enmarcado por un alfiz. El espacio interior se cubre con una cúpula de media naranja, realizada en ladrillo y apoyada en cuatro trompas. En 1615 se decoró con pinturas de estilo mudéjar, que fueron retiradas en una restauración realizada en 1933. Se cierra el edificio con un tejado a cuatro aguas, con una espadaña que alberga la campana. A mediados del siglo XIX la ermita pasó a manos del Ayuntamiento, siendo arrendada a unos particulares que la convirtieron en taberna. El 31 de junio de 1931 fue declarada Monumento Histórico Artístico. En la actualidad, pertenece a la parroquia de San José de Calasanz, siendo lugar de misa los domingos y festivos.
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En la calle Santa Ana encontramos una ermita bajo la misma advocación. Situada en el corazón de Carcabuey, destaca por conservar en su interior la imagen de la virgen de la Aurora, de escuela granadina del barroco.
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Se desconoce el momento de la fundación de esta ermita, una de las más populares de Estepa, apuntándose a su origen en época medieval, mientras la villa estaba en manos de la Orden de Santiago. Sin embargo, no aparece mencionada en ninguno de los testamentos del siglo XVI, por lo que este dato hace pensar en una fundación posterior. La tradición dice que en este lugar existió un pequeño oratorio dedicado a san José, lo que explicaría la existencia de un altar en la ermita. Al templo se accede por un cancel de madera ejecutado en 1800 por un carpintero local. Presenta la ermita una sola y sencilla nave, cubierta por bóveda de cañón rebajado, con arcos formeros -con curiosos pinjantes, del siglo XVIII- y lunetos. El presbiterio que cierra la ermita se cubre con bóveda de arista. Recientemente se han abierto dos capillas a la nave. El Retablo Mayor es modesto, realizado en madera tallada en la segunda mitad del siglo XVIII. Al exterior la ermita presenta una única portada con una inscripción en el dintel, coronándose la fachada con una espadaña realizada en 1797, posiblemente la fecha de construcción del edificio.
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A partir del s. XVI, en Alcaudete se edifican multitud de ermitas. Ejemplos de una arquitectura popular, en ellas se celebraban fiestas de contenido folklórico. Ubicadas en las afueras de Alcaudete, en las proximidades de los caminos o donde existía una concentración de cortijos o huertas, fueron patrocinadas por familias pudientes o por hermandades. La ermita de Santa Catalina (Siglo XVI), fue modificada al construirse el cementerio en el s. XIX, llegando hasta nosotros el espacio de la capilla mayor, que está decorada con pinturas al fresco con escenas del juicio final, probablemente del Renacimiento.
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En la ladera sureste del cerro del Castillo -que preside la villa de Aguilar de Campoo- se alza, majestuosa, la ermita de Santa Cecilia, edificio prototípico del románico en la zona. Presenta una planta cuadrada irregular, con tres naves separadas por arquerías apuntadas y cubierta la central por bóveda de crucería. Entre la nave principal y la cabecera se halla la esbelta y elegante torre; consta de tres pisos, abriéndose en los dos superiores amplios ventanales. La portada se abre en el muro sur, cubierta por un tejadillo. Consta de cuatro arquivoltas de medio punto constituidas por medias cañas y baquetones. Una vez en el interior sobresalen sus capiteles historiados, entre los que destaca el dedicado a la Matanza de los Inocentes.
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Al dejar Castiello de Jaca y tomar la dirección hacia el valle de Garcipollera, el peregrino se encuentra con las ruinas románicas de la ermita de Santa Juliana. Este templo, de una sola nave y sin cubiertas, tiene su puerta de acceso en el muro sur. Sobre su dintel presenta un adorno en zig-zag.
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Próxima a la localidad de Berdún, la Ermita de Santa Lucía fue la parroquia de una aldea ya desaparecida. De estilo románico, en la actualidad sólo se conservan sus ruinas.