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Personaje Militar Político
Hijo de Juan de Gante y miembro de la casa de Lancaster, destacó como soldado en campañas exteriores. En 1399 las Cámaras le proclamaron rey, sustituyendo al depuesto Ricardo II y sancionando una usurpación que medio siglo más tarde daría lugar a la guerra de las Dos Rosas. Durante su mandato combatió y derrotó a los reformadores evangélicos de Wycliffe, quienes habían planteado una fuerte oposición a su gobierno.
Personaje Militar Político
Hijo de Enrique III, durante su adolescencia su madre asumió la regencia del Reino. La cuestión de las investiduras le enfrentó en continuas ocasiones al papa Gregorio VII, quien le excomulgó en 1076. Obtuvo el perdón mostrando sumisión al Papa al arrodillarse en la nieve en el castillo de Canossa. En 1080 se enfrento de nuevo al Pontífice, a quien logró destronar y hacer huir, tras ser nuevamente excomulgado. En 1090 emprendió la invasión de Italia. Murió en 1106 en la mayor indigencia, perseguido encarnizadamente por su hijo Enrique V, quien se rebeló contra él y lo hizo encarcelar.
Personaje Militar Político
La figura de Enrique IV representa como pocos la ambigüedad política existente en la Francia del Renacimiento. Declarado hugonote, su conversión al catolicismo le permitirá ocupar el trono francés para poner fin a los conflictos religiosos que asolaban el país desde mediados del siglo XVI. Hijo de Antonio de Borbón y Juana de Albret de Navarra, fue uno de los principales líderes hugonotes que asediaban a la monarquía francesa de los últimos Valois. Para frenar la iniciativa protestante, se ofreció a Enrique la mano de Margarita de Valois - la famosa reina Margot - en matrimonio, enlace que no cumplirá sus objetivos. Tras el fallecimiento de Enrique III y merced a su testamento, Enrique IV fue proclamado rey gracias a su conversión al catolicismo - presuntamente pronunció la famosa frase "París bien vale una misa" -. Este gesto recibió el total apoyo del pontífice Sixto IV lo que no agradó en España ya que Felipe II deseaba que el trono francés fuera ocupado por su hija Isabel Clara Eugenia, miembro de la desaparecida dinastía Valois. Consolidado el poder en Francia, Enrique firmó la paz de Vervins con España (1598) renunciando Felipe II a entrometerse en los asuntos franceses y reconociendo la legitimidad del monarca. Para solucionar el problema religioso promulgó el edicto de Nantes por el que concedía libertad religiosa a los hugonotes, con limitadas restricciones. Desde ese momento, su objetivo fundamental será el desarrollo de la actividad agrícola, la industria y el comercio, produciéndose un espectacular crecimiento que llevará a la colonización del Canadá. Una vez recuperada su posición económica en Europa, Enrique se volcó en el "Gran Proyecto" que tenía como fin desarrollar una alianza de la monarquía francesa con los enemigos de los Habsburgo, tanto los de Madrid como los de Viena. Esta iniciativa provocó su muerte ya que fue asesinado en 1610 por un súbdito, Ravaillac, contrario a este grandioso proyecto.
Personaje Militar Político
Hijo de Juan II de Castilla y de María de Aragón, antes de acceder al trono ya intervino en la convulsa política castellana de la época, junto a su favorito Juan Pacheco. En 1440 casa con Blanca de Navarra, separándose de ella en 1443 por impotencia. Un año más tarde accede al trono. Casa de nuevo en 1455 con Juana de Portugal, para asegurar la cooperación entre ambos reinos. Su mandato transcurre sin grandes alteraciones hasta 1462. En este año, se renuevan los hostigamientos contra el reino nazarí de Granada, se intenta reconciliar con los Grandes de España huidos a Aragón y acepta el trono de Cataluña, ofrecido por los mismos catalanes, descontentos con Juan II de Aragón. Precisamente la cuestión catalana provoca, a partir de 1463, la caída en desgracia de los nobles más cercanos al rey (Juan Pacheco, Alfonso de Fonseca) por la pérdida de confianza en el Consejo, y el ascenso de nuevas figuras, como los Mendoza o Beltrán de la Cueva. Entre 1463 y 1468, los nobles desafectos emprenden una campaña contra el Enrique IV y elaboran el Manifiesto de Burgos (1464), en el que se critican aspectos diversos de la gestión del monarca, se incluyen las protestas de las ciudades y se critica la sucesión al trono en la persona de Juana, su hija, considerada fruto del adulterio de la reina Juana con Beltrán de la Cueva. La presión de los nobles obliga al rey a ceder y a reconocer como heredero a su hermano Alfonso, estableciéndose una comisión encargada de analizar la crisis y emitir un dictamen que procure la pacificación de Castilla. Este dictamen, la sentencia de Medina del Campo (1465), de signo desfavorable a los intereses de Enrique IV, empuja a éste a combatir a los sublevados, quienes responderán proclamando rey a Alfonso (farsa de Ávila). Los combates se prolongarán durante tres años, hasta la muerte de Alfonso (1468). La cuestión sucesoria aun no quedará resuelta. Los partidarios de Alfonso prestarán ahora su apoyo a la hermana del rey, Isabel, en contra de Juana la Beltraneja, hija del monarca. Isabel será reconocida como heredera mediante el tratado de los Toros de Guisando; sin embargo, la defensa de la causa monárquica de ésta hace que sus aliados partan de su lado y pasen a defender la candidatura de Juana, su antigua enemiga. Los tratados de Alcaçovas, 1479, dejarán a Isabel como única pretendiente al trono y reina de Castilla, por la muerte de su padre en 1474.
obra
Este lienzo formaba parte de la serie encargada a Rubens por la reina madre de Francia, María de Medicis, para decorar el salón principal del Palacio del Luxemburgo en París. Con esa serie se pretendía exaltar y glorificar la vida y la regencia de la soberana.El matrimonio de Enrique IV de Francia y María de Medicis formaba parte de los habituales enlaces de Estado, en los que los contrayentes no se conocían. María era hija del gran duque de Toscana y tenía 25 años mientras que Enrique, divorciado sin hijos de Margarita de Valois, esperaba una unión fecunda y más lucrativa que la anterior. Sería la riqueza de la dote y no la belleza de la joven lo que animó al monarca francés a contraer matrimonio.Esta escena es la cuarta del ciclo y en ella Rubens imagina un primer encuentro entre los futuros esposos a través del arte. Enrique IV recibe el retrato de su prometida de manos de Himeneo -dios del matrimonio, en la izquierda- y Cupido -dios del amor, en la derecha-. Galia, la personificación de Francia, ataviada con un casco emplumado y un vestido adornado con flores de lis, aconseja adecuadamente al monarca mientras que en la zona superior de la composición se halla la pareja olímpica, Júpiter y Juno, acompañados cada uno por sus símbolos: el águila con los rayos del dios y el carro y los pavos reales de la diosa. La presencia de los dioses es una referencia a los "alter ego" divinos de Enrique y María, simbolizando la armonía conyugal.Las figuras se ubican ante un fondo de paisaje en el que observamos una columna de humo como referencia a la reciente guerra de Saboya, hecho por el que el monarca aparece con armadura y portando el cetro y la banda de general. Con su casco y escudo juegan dos amorcillos a sus pies. El objetivo del matrimonio será convertir a un monarca belicoso en un rey amante de la paz, lo que provocará la prosperidad y el desarrollo de las artes en el reino, en la línea que se aprecia en las escenas de la Regencia. La política defendida por la propia María estaría vinculada con esta filosofía que defendía la paz y potenciaba la diplomacia por vía matrimonial. No en balde, este ciclo estuvo finalizado con motivo del enlace de la princesa Enriqueta María con el futuro Carlos I de Inglaterra. La Educación de María de Medicis y el Triunfo de María de Medicis en Juliers también forman parte de la serie.
contexto
El nuevo Papa tomó el nombre de Gregorio VII. Pocos personajes han sido tan controvertidos en la historia de la Iglesia. Sus partidarios (acérrimos) y sus rivales (acérrimos también), sólo paracen estar de acuerdo en su escasa prestancia física (bajo, ventrudo y cuellicorto, según testimonio de un contemporáneo)... Demasiado trivial coincidencia para formarse un juicio objetivo del personaje. Los autores más simpatizantes con los proyectos gregorianos han insistido en la justicia y la paz como ideas clave en todas las declaraciones del pontífice. Han hablado, incluso, de unas posiciones moderadas en los comienzos de su reinado que pronto quedaron desbordadas por actitudes rígidamente teocráticas. En sus dos cartas a Herman de Metz, Hildebrando hablaba de la unidad de los actos humanos, tanto espirituales como temporales y la convicción de que era responsabilidad universal del Papado la salvación del genero humano. Para ello se hacia necesaria una jurisdicción tanto sobre laicos como sobre clérigos proveniente del titular de la sede romana y en virtud del Primado de Pedro. Para ello contó con un ejercito de legados que actuaron en los distintos reinos acelerando el proceso de centralización eclesiástica romanista. Algunos, como el francés Hugo de Die, más duros aún que el propio Pontífice. Las actuaciones papales ante monarcas como Felipe I de Francia (conocido simoníaco), Guillermo de Inglaterra o Alfonso VI de Castilla y León, palidecen ante el duro enfrentamiento sostenido contra el monarca alemán Enrique IV. En los primeros momentos, el propósito papal era el de mantener buenas relaciones con el soberano. Fueron posibles ya que éste, en los albores de su mayoría de edad, se vio comprometido en la represión de un vasto movimiento de rebelión en Sajonia. A partir de 1074 la situación cambió con motivo del sínodo cuaresmal en que el Papa reiteró las viejas condenas contra la simonía y dio una nueva interpretación a las prerrogativas pontificias: las elecciones canónicas no serian en el futuro ratificadas por la aprobación de los príncipes. Unos meses mas tarde, Gregorio VII elaboraba los famosos "Dictatus Papae". Las 27 breves disposiciones recogidas en este texto constituían, posiblemente, un índice de materias a desarrollar o bien un simple resumen de tesis ya conocidas. Fue tal vez la inoportunidad de su elaboración lo que le cargó de polémica. Roma, por si sola (y, consiguientemente, los titulares de su sede) representaba la sede universalidad de la Iglesia. La comunión con Roma, tanto por parte de clérigos como de laicos, constituía la condición sine qua non para la pertenencia a la Iglesia. Su infalibilidad era, ante todo, la infalibilidad de los Papas dotados de plenos poderes. Ninguna jurisdicción eclesiástica podría interponerse ante el poder pontificio que gozaba de autoridad para sustituir obispos, dividir diócesis o crear otras nuevas y enviar legados cuya autoridad sería superior a la de cualquier obispo o metropolitano. Cara a los poderes laicos, los "Dictatus Papae" reconocían a los Pontífices poder de destronamiento contra los príncipes injustos, emperadores incluidos. Jamás se había compendiado de forma tan concisa y tajante el principio de autoridad romana. A partir de ahora, las diferencias entre Papa y emperador se iban a hacer insalvables. Reformadores y antirreformadores unirían a sus depurados argumentos canónicos el fuego de la polémica y el panfleto. El detonante para el desencadenamiento de las hostilidades se produjo con motivo de la disputa para cubrir en 1075 el obispado de Milán. Frente al candidato romano Atón, el monarca alemán elevó el subdiácono Teobaldo. Las protestas papales sirvieron de poco: un sínodo de obispos simoniacos reunido por Enrique IV en Worms repudió la actuación de Gregorio VII. El monarca alemán envió una insultante carta al "falso monje" Hildebrando exhortándole en su final (desciende, maldito por todos los siglos) a abdicar. La replica pontificia fue fulminante e inédita en la historia de la Iglesia: la excomunión de Enrique IV y el consiguiente levantamiento del juramento de fidelidad a sus súbditos. Los príncipes alemanes vieron en ello una magnifica oportunidad para debilitar a su soberano que, acosado, optó por acudir al Papa en busca de perdón. En el castillo de Canossa, una imponente fortaleza de los Apeninos, tuvo lugar la reconciliación. El abad Hugo de Cluny y la condesa Matilde de Toscana, ferviente aliada del Papa, actuaron como mediadores. Gregorio VII levantó la excomunión al monarca alemán pero de inmediato surgió el equivoco: ¿se le perdonaba como cristiano solamente o también como rey? Los grandes feudatarios alemanes se pensaron aún desligados del juramento de fidelidad y eligieron un nuevo rey en la figura de Rodolfo de Suabia. Enrique, sin embargo, contaba aún con partidarios dentro del Imperio y la guerra civil se hizo inevitable. Gregorio VII perdió sodas las bazas políticas ganadas en los meses anteriores al mantener una postura dubitativa entre los dos contendientes. Desde 1080 los acontecimientos se fueron cargando, si cabe, de mayor dramatismo. Gregorio VII procedió (sínodo cuaresmal de marzo) a una nueva excomunión contra Enrique a la que éste respondió con un concilio de obispos antigregorianos de Alemania y Lombardía en Brixen. El arzobispo Guiberto de Ravena fue elegido con el nombre de Clemente III. Rodolfo de Suabia era derrotado y muerto en el Elster y Enrique, sintiéndose fuerte, cayó sobre Italia acompañado de su antipapa que le coronó como emperador en las afueras de Roma. Un gesto de escaso valor ya que pronto hubo de retornar a Alemania a enfrentarse con otro rival -Hermann de Luxemburgo- elevado al poder por la facción política antienriquista. La guerra de panfletos cobró a partir de entonces una extraordinaria virulencia. Los partidarios del monarca alemán acusaron a Gregorio de los peores crímenes (Guido de Ferrara lo tacha de cismático) a la par que ensalzaban los derechos del soberano a quien consideraban (Petrus Crasus y Benzo de Alba) Vicario de Cristo y provisto de todos los derechos para mediatizar la elección de Papa. De la otra parte, gregorianos furibundos como Bonizon de Sutri, Anselmo de Lucca o el cardenal Deusdedit se revolvieron contra las pretensiones imperiales invocando ásperamente la legislación publicada por los Pontífices en los últimos años. El postrer choque entre Enrique IV y Gregorio VII se inició en 1084. Apoyado en un gran ejercito el monarca consiguió entrar esta vez en Roma acompañado de nuevo por el antipapa Clemente III. Gregorio VII refugiado en el castillo de Santangelo recibió el socorro de los normandos del sur de Italia. Roberto Guiscardo logró expulsar a los alemanes de la ciudad... pero se cobró el favor sometiendo a la urbe a un espantoso saqueo. La popularidad del Pontífice entre sus conciudadanos se hundió estrepitosamente por lo que consideró oportuno retirarse a Montecasino y de allí a Salerno desde donde, de manera pertinaz, siguió su particular lucha contra el emperador y su antipapa. El 25 de mayo de 1085 moría Gregorio VII, según la tradición pronunciando una frase inspirada en el Salmo 44,8: "Delexi iustitiam et odivi iniquitatem, propterea morior in exilio". Los últimos tiempos del pontificado de Hildebrando pudieron paracer perniciosos para la causa de la reforma. El triunfador, en apariencia, era su rival el emperador germánico. De hecho la confusión reinó en los meses inmediatos a la muerte de Gregorio VII entre sus partidarios. Su sucesor, Víctor III gobernó sólo seis meses. A su desaparición los cardenales optaron por Eudes de Chatillon, obispo de Ostia que tomó el nombre de Urbano II. En sus manos se garantizó la continuidad de una reforma que, pese a todas las vicisitudes, no estaba ni mucho menos perdida.
Personaje Militar Político
Hijo de Enrique IV, a quien sucedió, casó con Catalina de Valois y se hizo imponer como regente y heredero de la corona de Francia. Invadió Francia y triunfó en la famosa batalla de Agincourt. Defendió los derechos de la familia de su esposa al trono francés.
Personaje Militar Político
Hijo de Enrique IV y último emperador de la dinastía franca, firmó la paz con varios príncipes alemanes y logró victorias en Hungría, Bohemia, Polonia y Flandes. Continuó la política de su padre en contra del Papado por la cuestión de las investiduras, lo que le llevó a invadir Italia en dos ocasiones. En 1111 fue proclamado emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico. Aceptó en 1122 el Concordato de Worms con la Santa Sede.