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obra
Durante la estancia de Constable en Hampstead sentirá una especial admiración por los efectos atmosféricos y la luz, añadiendo a sus bocetos notas al dorso como en esta ocasión: "13 de octubre de 1821 ... cuatro a cinco de la tarde ... viento del noreste". La vista está realizada desde un punto elevado, apreciándose al fondo los edificios -posiblemente la casa conocida como Salt Box- y en primer plano el lago de Branch Hill. Las pinceladas son rápidas y empastadas, como corresponde a un boceto. Sin embargo, este tipo de imágenes son más admiradas por los especialistas que los cuadros definitivos, al mostrar el maestro su admiración hacia efectos lumínicos y atmosféricos que serán una clara referencia para el impresionismo.
contexto
A la escuela de L. Cornelius corresponden los santuarios en terrazas que en época del Tabularium también se construían para la Fortuna de Praeneste, el Hércules de Tibur y el Júpiter de Anxur. Los tres conjuntos acabados de citar son los ejemplos más llamativos de una serie reunida y estudiada hace años por Delbrück en un libro, hoy clásico, cuyo título es el mismo que el utilizado para encabezar este apartado: "Hellenistische Bauten in Latium". En todos ellos el templo pierde la autarquía que poseía en la arquitectura griega y se incorpora a grandes conjuntos en los que las terrazas, los pórticos, las plazas adquieren un auge comparable al de los santuarios helenísticos de Kos, de Pérgamo y de Lindos, entre otros muchos hoy en día peor conservados. En el santuario de la Fortuna Primigenia, en Praeneste, recibía culto desde tiempo inmemorial una diosa-madre itálica muy venerada por las gentes. Cicerón (De div. 2,85) recuerda que Fortuna tenía en el regazo a dos niños lactantes: "Iuppiter puer cum lunone", imagen adorada por las madres con la más estricta compostura (castissime colitur a matribus). En el santuario había un oráculo que hacía sus vaticinios por sorteo (sortes Praenestinae), un juego de azar muy del gusto de los italianos, los inventores de la lotería. A Cicerón le parecía irrisorio que el encargado de sacar las bolas fuese un niño. En el 82 a. C. el santuario y toda Praeneste quedaron brutalmente arrasados por la despiadada cólera de Sila y hubieron de ser reconstruidos con posterioridad. Treinta años más tarde, el conjunto debía de encontrarse en el estado en que hoy lo vemos en las reconstrucciones en el papel, posibles merced a otra destrucción debida a los bombardeos de la última guerra. Cuatro terrazas artificiales escalonan en Praeneste la ladera sur del monte Ginestro. Accesos laterales en rampa, dos de ellos cubiertos, alternan con las escaleras que en el centro axial del conjunto enlazan los planos de las terrazas. Un muro de contención de aparejo poligonal sostiene la más baja de ellas. Las rampas conducen a la terraza de los hemiciclos, donde se alzaba un altar y se hundía un pozo rodeado de vistoso brocal. El alto ático de la columnata dórica actúa de cortina de las cámaras de substracción de la terraza inmediata, cubiertas de bóvedas de medio cañón, decoradas con casetones de fábrica (opus caementicium). Tanto en los tramos rectos como en los curvos se percibe la fruición con que el constructor jugaba con las posibilidades que el nuevo medio le ofrecía. La firmeza inquebrantable de la sillería se convertía, gracias a la argamasa, en plasticidad de soportes y cubiertas. Construcciones subalternas, que en otro tiempo y lugar se hubieran ocultado o disimulado, se exhiben sin rebozo como creaciones arquitectónicas no menos nobles que el templo mismo, equiparables a éste en dignidad. Como un pulmón que se dilata, la terraza superior se ahonda y convierte en una plaza porticada como preparación a la cávea, enmarcada por un pórtico semicircular, que forma la parte abierta del coronamiento. Estas cáveas itálicas eran muy corrientes en época republicana, bien fuese en conexión con edificios públicos de carácter civil, como en los comitia de Roma, Cosa y Paestum, bien en relación con templos. Donde en otros lugares se alza el templo, se encontraba en Praeneste un templete circular como baldaquino de la estatua de culto. Esta original solución indica que los soldados de Sila repobladores de la nueva Praeneste convirtieron el santuario de Fortuna en un monumento a su victoria. Una estatua de mármol gris oriental, muy parecida a la Nike de Samotracia y de escuela rodia como ella, así lo sugiere en el museo local, instalado en el Palazzo Colonna-Barberini. La fachada cóncava de este palacio del siglo XVII y su escalinata de acceso se respetan y repiten las formas que antaño tuvieron la cávea y el pórtico semicirculares del monumento silano. Este y los demás santuarios laciales de la época no eran resultado de un proceso evolutivo derivado del pasado etrusco-itálico, sino fruto de la misma inventiva que en otros campos -el retrato romano y la pintura mural- estaba dándolos tan espléndidos.
termino
acepcion
Cargo romano, equivalente a magistrado, que tenía como función inspeccionar las obras públicas, además de ocuparse del mantenimiento y limpieza de los templos, casas y calles de la ciudad. Dentro de esta categoría, existían dos tipos de ediles: los de la clase patricia -Aedilis curilis- y los elegidos por la plebe -Aedilis plebis-. Con el tiempo, surgió un tercer grupo conocido como Ediles Cereales, que eran los encargados de organizar y transportar el trigo.
termino
Personaje Militar Político
El oráculo de Delfos había vaticinado que Layo, el rey de Tebas, moriría a manos de su hijo. Cuando la esposa de Layo, Yocasta, dio a luz, Layo ató al pequeño y le abandonó en una montaña solitaria y abandonada. Transcurrido el tiempo Layo fue asesinado en un cruce de caminos por unos ladrones, según narró el único de los acompañantes que sobrevivió al ataque. La delicada situación que vivía Tebas evitó que el asunto se solucionara rápidamente. La ciudad estaba amenazada por la Esfinge, un terrible monstruo que proponía a los viajeros un enigma que ninguno podía resolver por lo que eran devorados por el horrible ser. Edipo llegó a Tebas procedente de Corinto donde había sido criado por Pólibo, rey de esa ciudad. El oráculo de Delfos había declarado que el destino de Edipo era matar a su padre y casarse con su madre, por lo que había decidido abandonar Corinto para evitar el destino. Al llegar a Tebas se enfrentó a la pregunta de la Esfinge: "¿Qué animal tiene cuatro pies por la mañana, dos a mediodía y tres por la noche?". Edipo respondió que el hombre, acertando la respuesta. La Esfinge se dio muerte y Tebas otorgó a Edipo la corona de la ciudad, casándose con Yocasta, la viuda de Layo, siendo felices. Parecía que el destino había sido vencido pero cuando Edipo intentó descubrir al asesino de Layo encontró la respuesta a todos los enigmas: Edipo había asesinado a su padre en un cruce de caminos sin conocer su identidad. Un viejo pastor había recogido al niño abandonado que fue entregado al rey de Corinto. Cuando Yocasta se enteró de la noticia se ahorcó y Edipo se sacó los ojos.
acepcion
Rey mitológico de Tebas. El oráculo de Delfos había vaticinado que Layo, el rey de Tebas, moriría a manos de su hijo. Cuando la esposa de Layo, Yocasta, dio a luz, Layo ató al pequeño y le abandonó en una montaña solitaria y abandonada. Transcurrido el tiempo Layo fue asesinado en un cruce de caminos por unos ladrones, según narró el único de los acompañantes que sobrevivió al ataque. La delicada situación que vivía Tebas evitó que el asunto se solucionara rápidamente. La ciudad estaba amenazada por la Esfinge, un terrible monstruo que proponía a los viajeros un enigma que ninguno podía resolver por lo que eran devorados por el horrible ser. Edipo llegó a Tebas procedente de Corinto donde había sido criado por Pólibo, rey de esa ciudad. El oráculo de Delfos había declarado que el destino de Edipo era matar a su padre y casarse con su madre, por lo que había decidido abandonar Corinto para evitar el destino. Al llegar a Tebas se enfrentó a la pregunta de la Esfinge: "¿Qué animal tiene cuatro pies por la mañana, dos a mediodía y tres por la noche?". Edipo respondió que el hombre, acertando la respuesta. La Esfinge se dio muerte y Tebas otorgó a Edipo la corona de la ciudad, casándose con Yocasta, la viuda de Layo, siendo felices. Parecía que el destino había sido vencido pero cuando Edipo intentó descubrir al asesino de Layo encontró la respuesta a todos los enigmas: Edipo había asesinado a su padre en un cruce de caminos sin conocer su identidad. Un viejo pastor había recogido al niño abandonado que fue entregado al rey de Corinto. Cuando Yocasta se enteró de la noticia se ahorcó y Edipo se sacó los ojos.
obra
Las complejas relaciones de Ernst con su madre y su padre, al que se refiere en muchos escritos de forma ambigua, parecen latir detrás de su obsesión por los pájaros y los ojos. Las investigaciones psicoanalíticas de Freud y el complejo de Edipo se han puesto en relación con su insistencia en estos últimos. La claridad de la imagen y la precisión en el detalle remite a una pintura realista, mientras las alteraciones de escala hacen pensar más en los collages.
obra
Ingres pintó tres versiones de este mismo tema, prácticamente sin variaciones. Esta es la última versión y se diferencia de las anteriores en la figura de hombre barbado que huye al fondo de la cueva. El mito de Edipo nos habla del joven príncipe sobre el que se profetizó que mataría a su padre y se casaría con su madre. Para eludir este destino, Edipo fue abandonado por sus padres y vagó por el destierro. En cierto momento topó con la Esfinge, que le planteó el famoso enigma -el animal que camina a cuatro patas en su infancia, a dos en su madurez y a tres en su vejez- que sólo Edipo fue capaz de resolver. La esfinge entonces le reveló su destino, que efectivamente cumplió por accidente. De tal modo, parece que la figura masculina del fondo pudiera ser el mismo Edipo maduro, que huye horrorizado ante lo que le espera.