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La catedral de León, donde se conservan los ejemplares más bellos y novedosos en el interior del templo, correspondientes al siglo XIII, desarrolla una notable actividad en la construcción de sepulcros del tipo lucillo, excavados en los muros del claustro, con el fin de no impedir el paso de las procesiones y paseos devocionales de los canónigos y clérigos. Los sepulcros del siglo XIV siguen las pautas de los obrados en el siglo anterior.
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Esteban Jordán actúa de puente entre el manierismo expresivista de Berruguete y más atemperado de Juni y el realismo de Gregorio Fernández. Junto con Anchieta y Arbulo, "este escultor... de su majestad" es uno de los mejores intérpretes del arte de Becerra, aunque nunca abandonó del todo las influencias de Juni ni las de Berruguete. Clave para la formación de su arte fue la intervención en el retablo de Astorga. En el trascoro de la catedral de León (1577) realizado en alabastro, un arco de triunfo coronado por una típica Asunción, evangelistas y profetas, cobija en su estructura una variada decoración con escenas mitológicas, que en parte se deben a Juni. Se abren en él cuatro grandes paneles alusivos a la Vida de la Virgen, estructurados en varios planos y con un acertado sentido de la simetría y el volumen.
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La vidriera de La Cacería, desde un punto de vista formal, corresponde a una segunda etapa en la realización de las vidrieras de la catedral de León que coincide con la actividad entre 1264 y 1279, de un vidriero llamado Pedro Guillermo, y en la que se ha producido una alternativa plástica importante constituyendo una de las obras más complejas e interesantes de toda la serie de la catedral y una de las que presenta más problemas para su interpretación.
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El origen de las vidrieras de la catedral de León, al igual que ocurría con la arquitectura y la escultura, debe rastrearse en la vidriera francesa; un análisis minucioso de los programas y de las técnicas utilizadas durante la segunda mitad del siglo XIII en la sede legionense, remite a los modelos de las catedrales de Reims o Amiens. El grupo más singular de las vidrieras de la catedral de León está constituido por el conjunto realizado entre 1260 y 1300 que se fue enriqueciendo, con un ritmo de trabajo irregular, con magníficos ejemplares realizados en los siglos XV y XVI, para completar un total de 134 ventanales y 3 rosetones. Es el repertorio más importante y significativo del arte español.
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Las treinta y una ventanas que componen el claristorio crean la mayor superficie traslúcida de la catedral, cerrada con vidrieras de los siglos XIII y XV de variada temática. Las ventanas correspondientes al muro del Norte contienen temas del Antiguo Testamento en los que las figuras de los patriarcas, profetas y reyes, dispuestos de dos en dos, enuncian los designios de Dios en el proceso de salvación. El cambio de disposición de algunas escenas dificulta la lectura del texto iconográfico original; es posible que una de sus significaciones fuese la exaltación de la monarquía, en la medida en que un registro contiene una figura real que puede ser la representación del rey Alfonso X, aspecto que aproximaría este conjunto a Saint-Remy de Reims. Los profetas y patriarcas se pueden identificar por las inscripciones, mientras que ropajes y doseles arquitectónicos inducen a fechar algunas de estas vidrieras a fines del siglo XIII y principios del XIV. Sale de este esquema la denominada vidriera de la cacería, situada en el quinto lugar desde el muro de los pies. Los temas que se distribuyen por sus registros (escudo de Castilla y León, alusiones a la gramática, aritmética, dialéctica, una figura real cabalgando y distintos caballeros con escudos en actitud de caza), hacen de esta vidriera algo atípico en el arte religioso medieval. La hipótesis que se baraja, la sitúa en el palacio real de Alfonso X; más tarde, en el siglo XIV, fue reutilizada en la catedral.
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Las vidrieras de las naves laterales fueron realizadas en el curso de las restauraciones de los siglos XIX y XX, excepto las dos rosas que rematan la parte superior de las ventanas. La iconografía de sus medallones centrales se basa en figuras humanas que simbolizan los trabajos -representados por la caza, la hilatura, panadería, etcétera-, los vicios y las virtudes y la alusión a las ciencias y las artes por medio de los elementos constitutivos del trivium y quatrivium. La dispersión de algunas partes y las alteraciones del orden original impiden una lectura iconográfica sistematizada.
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El origen de las vidrieras de la catedral de León, al igual que ocurría con la arquitectura y la escultura, debe rastrearse en la vidriera francesa; un análisis minucioso de los programas y de las técnicas utilizadas durante la segunda mitad del siglo XIII en la sede legionense, remite a los modelos de las catedrales de Reims o Amiens. La dificultad que tal estudio plantea se encuentra en las restauraciones realizadas entre los siglos XIX y XX por Demetrio de los Ríos y Juan Bautista Lázaro. Su intervención, muy positiva para la conservación de las vidrieras, plantea aún hoy muchas dudas sobre la idoneidad de los criterios metodológicos utilizados.
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El origen de las vidrieras de la catedral de León, al igual que ocurría con la arquitectura y la escultura, debe rastrearse en la vidriera francesa; un análisis minucioso de los programas y de las técnicas utilizadas durante la segunda mitad del siglo XIII en la sede legionense, remite a los modelos de las catedrales de Reims o Amiens. El grupo más singular de las vidrieras de la catedral de León está constituido por el conjunto realizado entre 1260 y 1300 que se fue enriqueciendo, con un ritmo de trabajo irregular, con magníficos ejemplares realizados en los siglos XV y XVI, para completar un total de 134 ventanales y 3 rosetones. Es el repertorio más importante y significativo del arte español.
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La planta de León tiene tres naves en los pies, un transepto marcado espacialmente y girola. Para su alzado, en cambio, se ha recurrido a las novedades presentes en Amiens, en lo concerniente al vaciado del triforio que se convierte por ello en una nueva entrada de luz.