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La catedral de Florencia se inició en los últimos años del siglo XIII. En 1334 dio comienzo la obra del campanille que se encargó a Giotto. Es erróneo considerar a los artistas medievales excesivamente especializados en determinados campos artísticos. El caso de Giotto es un ejemplo, pero no el único. Fue pintor, probablemente escultor y también maestro de obras. El Campanile florentino, y puede que incluso la capilla Scrovegni de Padua que él mismo decoró, lo confirman. El campanille fue comenzado por el maestro Giotto en 1334; Andrea Pisano continuó con la construcción, alterando algunos conceptos de su antecesor, pero fue Francesco Talenti quine lo concluyó en 1359. Alcanza los 87 metros de altura, llegándose hasta su piso superior tras haber subido 414 escalones, que nos permiten observar una espectacular imagen de la ciudad. La decoración presenta tracerías caladas y coronamientos mientras que en la zona inferior son bajorrelieves, copias de los originales realizados por Andrea della Robbia y Andrea Pisano.
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Aunque todas las obras de Brunelleschi son muy significativas, hay una que destaca entre todas ellas, que es la cúpula de Santa María de Fiore, catedral de Florencia. De ella escribió Alberti que era "amplia como para cubrir con su sombra todo el pueblo toscano" y en ella se puede decir que toma forma ese deseo de asimilar la imagen de Florencia a la de la antigua Roma, pues se busca un paralelismo con la cúpula del Panteón. Brunelleschi se enfrentó en esa obra al reto que supone trabajar sobre algo ya hecho. No sólo existía ya el campanile de Giotto, verdadero emblema del orgullo ciudadano, sino que de la catedral, en la que había trabajado Arnolfo di Cambio, tan sólo quedaba por hacer la cúpula, de la que incluso las medidas estaban ya dadas. Después del concurso celebrado en 1418 para adjudicar el proyecto de la nueva cúpula, ésta fue encargada a Ghiberti y a Brunelleschi. Los mismos artífices volvieron a concursar en 1436 para la realización de la linterna, pero en ambos casos el triunfador fue Brunelleschi pues, incluso en la obra de la cúpula, en la que no le quedó más remedio que compartir funciones con Ghiberti, logró con sus ausencias dejar clara la falta de preparación técnica de éste para ocuparse en solitario de las obras y, de hecho, se sabe que en 1423 Brunelleschi era llamado "inventor y gobernador de la cúpula mayor". La consideración y el nuevo el papel del arquitecto en una obra fue también consolidado por Brunelleschi, pues todo estuvo bajo su dirección -se enfrentó incluso a una huelga- abriendo el camino del arquitecto-tracista, cuya consideración intelectual le aleja del artesano que trabaja con las manos. En 1436 se acabó la cúpula y fue bendecida oficialmente por el papa Eugenio IV, pero la linterna, diseñada también por Brunelleschi, no se acabó hasta 1464. El conjunto es emblemático del primer Renacimiento, con su cúpula doble para que la exterior, "más magnífica y henchida", según palabras atribuidas a Brunelleschi, se convierta en ese referente urbano que fue desde su creación. La linterna, en la que confluyen los nervios de la cúpula, se muestra así como una suerte de punto de fuga -acentuado por el bicromatismo- y sobre todo como el nexo entre esa arquitectura creada por el hombre y la ciudad e, incluso, la bóveda celeste. Sin un precedente inmediato que pudiera servirle, Brunelleschi concibe una gran cúpula de 42 m. de diámetro, compuesta de una bóveda semiesférica comprendida en otra de sección apuntada, entrabada por las cadenas de piedra que como costillas enlazan el remate con los ángulos del tambor octogonal, que sirven para neutralizar los empujes, a la vez que prestan al conjunto un perfil apuntado, en armonía con las formas góticas del resto del duomo y del campanile.