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A principios del siglo XV, la catedral de Florencia aún no se había terminado y aprecía imposible que alguien fuera capaz de hacerlo porque las técnicas del momento no permitían levantar una cúpula de las dimensiones que ésta debería tener. Por eso, cuando Brunelleschi inventó las máquinas y un nuevo sistema que permitiría que la cúpula se sujetara a sí misma durante el proceso de construcción sin necesidad de utilizar cimbras de madera, su hazaña pareció prodigiosa. La cúpula de Santa Maria dei Fiore, que evoca directamente la del panteón, es una construcción verdaderamente espacial, no hay en ella ningún elemento tomado de la arquitectura clásica.
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El interior de la cúpula construida por Brunelleschi se decora con unos excelentes frescos de Giorgio Vasari. El asunto elegido para tan importante lugar no es otro que el Juicio Final. A través de estratos de nubes nos presenta una Gloria de santos presididos por Cristo, sin olvidar las referencias a los condenados y los elegidos. Federico Zuccari continuará la labor de Vasari al fallecer éste.
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La última parte de la Catedral florentina fue la fachada principal, ejecutada sobre un proyecto de Emilio de Fabris entre los años 1871 y 1887. Siguiendo un estilo neogótico que recuerda al Campanille y las portadas laterales catedralicias, esta fachada honra a la Virgen. Por esta razón, la figura de María en el trono, empuñando un cetro florido, se sitúa sobre la puerta principal. Los mosaicos tienen un carácter histórico y nacional; sobre la puerta central se representa a Cristo en el trono, entre la Virgen y san Juan Bautista, acompañados de santos florentinos; en la derecha encontramos a artesanos, humanistas y mercaderes florentinos rindiendo homenaje a la Fe; y en la izquierda se representa la Caridad entre los fundadores de las obras pías florentinas.
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Tras el Campanille, en la fachada lateral sur de la catedral florentina se abre la puerta de los Canónigos, estructura gótica en cuya decoración participaron Lorenzo di Giovanni d'Ambrogio y Piero di Giovanni Tedesco en el año 1397. En el tímpano se representa a la Virgen con el Niño adorada por dos ángeles. En el tondo superior se ha situado a Cristo acompañado también de ámngeles.
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Nicolò Barabino será el encargado de realizar los dibujos del programa iconográfico de la portada de la Catedral de Florencia, realziada entre 1871 y 1887 por Emilio de Fabris siguiendo el estilo de Arnolfo di Cambio. Sobre la puerta central se representa a Cristo en el trono, entre la Virgen María y san Juan Bautista, con santos florentinos a su alrededor.
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En el siglo XVI no gustaba el diseño realizado por Arnolfo di Cambio y Francesco Talenti para la fachada de la catedral florentina por lo que el gran duque Francisco I decidió derribar en 1588 todo lo que se había construido hasta el momento. Se convocó un concurso para la ejecución de la obra pero no se eligió ninguno de los diseños presentados. La fachada quedaría así sin concluir hasta que entre 1881 y 1888 Emilio de Fabris realizó una obra cargada de polémica. Tomando como punto de partida los motivos planteados por Arnolfo en el siglo XIV, De Fabris obtuvo como resultado una fachada cargada de academicismo, rozando casi el pastiche. Las puertas de bronce también son del siglo XIX, realizadas por Cassioli en 1899 -derecha- y Passaglia entre 1897 y 1903 -centro e izquierda-.