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En el testamento de don Alonso de Pimentel, tercer conde de Benavente, se hace referencia al inicio de la construcción del castillo de Puebla de Sanabria, a mediados del siglo XV, tomando como base las ruinas de una fortaleza anterior. Los trabajos estuvieron durante décadas interrumpidos, reanudándose en 1480 y finalizando en 1510. En este recién construido castillo se alojaron la reina Juana de Castilla y Felipe el Hermoso en el año 1506. La fortaleza sufrió continuos deterioros durante el siglo XVII, debido a su implicación en las guerras contra Portugal. No en balde, las defensas de la villa estaban tan deterioradas que en 1710 cae en manos portuguesas, permaneciendo hasta 1716. La Guerra de la Independencia confirma su deterioro. Será en 1887 cuando el castillo pase a depender del Ayuntamiento, siendo destinado a diversos usos, desde gallinero a cárcel municipal. Afortunadamente, en el siglo XX se inició un proceso de rehabilitación y restauración del edificio para ser destinado a biblioteca, sala de exposiciones y sede de la escuela-taller. Asentado sobre un escarpe del río Tera, la fortaleza presenta planta cuadrada, protegido el recinto amurallado por gruesos cubos de planta circular, semicircular o cuadrada. La entrada se flanquea por dos de estos cubos. Para entrar en el recinto se recorre un zaguán de doble codo. En el patio interior se halla la torre del Homenaje llamada "El Macho" exenta y con planta cuadrada, a la que se accedía por un puente levadizo. Los pisos interiores de la torre se cubren con bóvedas de cañón.
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Esta construcción domina desde las alturas la localidad de Cabra, especialmente el barrio de la Villa y la plaza Vieja. La fortaleza, rodeada de edificios adosados, ha pasado por distintos avatares. Fue levantada por los musulmanes sobre construcciones anteriores, aprovechando cimientos romanos, y reformada de nuevo época cristiana. La Torre del Homenaje, su estructura más característica, con más de 20 m de altura, fue vuelta a levantar en 1515. Los condes de Cabra convirtieron el castillo en su residencia a partir del siglo XVI, pasando a ser en la centuria siguiente convento de franciscanos capuchinos. Más tarde se convirtió en colegio de Escolapias. El castillo era la estructura principal y más importante del sistema defensivo de Cabra, compuesto por murallas salpicadas por torres. El espacio que ocupa es grande, destacando un patio de armas capaz de albergar varios miles de soldados. De su pasado como monasterio ha quedado un claustro con bellas arquerías de estilo mudéjar, así como una iglesia, en la que se conserva una obra de Valdés Leal, La Visión de San Francisco, de 1672.
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El de los duques de Feria es, más que un castillo, un palacio señorial. El promotor de la construcción fue don Lorenzo Suárez de Figueroa, en el año 1437, finalizándose las obras seis años después. Consta de un recinto amurallado en el que se reparten nueve torres. La del Homenaje se ubica en la zona opuesta a la fachada y presenta planta circular, de 12 metros de diámetro y 29 de altura. En la puerta de acceso hallamos un arco geminado de herradura -signo de la procedencia mudéjar de sus autores- decorado con los escudos de los primeros señores. Será en el siglo XVI cuando se realicen algunas transformaciones, ya que el primitivo condado de Feria fue elevado a la categoría de ducado. Se reforma el viejo castillo gracias a añadidos delante y detrás, otorgando un aire renacentista a la construcción. En el interior se levanta un patio, diseñado por Juan de Herrera. Tiene planta cuadrada, con 16 metros por lado y dos pisos de galerías de arcos de medio punto. En el interior del edificio se conservan hermosos artesonados como los de la Capilla y la Sala Dorada. El castillo-palacio fue convertido en Parador Nacional en 1968, si bien se han respetado la disposición original en la mayor parte de la construcción.
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Los marqueses de Villafranca construyeron este castillo a comienzos del siglo XVI, siendo utilizado como residencia señorial hasta finales del siglo XVIII. Durante la Guerra de la Independencia fue incendiado por las tropas francesas, alojándose en una de sus alas las cárceles de la villa. En los últimos años del siglo XIX el marqués de Peñarramiro financió las obras de reconstrucción, utilizándose por los miembros de su familia en la actualidad. Se trata de una fortaleza con planta cuadrangular y torres de defensa circulares en las cuatro esquinas. El espacio se estructura alrededor de un patio, sobre el que se han levantado cuatro imponentes alas. Actualmente sólo está cubierto un tercio del conjunto del edificio.
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Dominando la ciudad de Ponferrada, en la parte antigua, está situado el Castillo. Los templarios cuando llegaron se encontraron con una pequeña fortaleza, construida sobre un poblado romano y que anteriormente fue castro. Lo ampliaron y lo convirtieron en una gran fortaleza. Cuando éstos desaparecen en el año 1312, el Castillo cambia continuamente de dueño. Termina siendo propiedad de los Reyes Católicos, si bien es vendido posteriormente al Marqués de Villafranca en el año 1558. De todos ellos han quedado huellas. En el año 1924 es declarado Monumento Histórico-Artístico. Hoy esta fortaleza, símbolo de Ponferrada y El Bierzo, está en proceso de restauración, para que los turistas y peregrinos puedan disfrutar de su magnificencia.
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El Castell dels Tres Dragons es el edificio que acogía el restaurante de la Exposición Universal de Barcelona de 1888. Se trata de la obra con la que Doménech se desvincula de la tradición académica, suponiendo el inicio del Modernismo catalán. La libertad de empleo de materiales como el hierro o el ladrillo, enlazando con la ideología del movimiento modernista inglés; el gusto decorativo por la artesanía, especialmente la cerámica; y la relación con el mundo medieval -influido por Morris o Viollet-le-Duc- son notas evidentes de la modernidad del edificio. El amplio espacio interior está solucionado con una estructura metálica, en sintonía con la Bolsa de Amsterdam de Berlage. El tratamiento de texturas en la construcción nos habla de cierto sentido expresionista del autor.