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En la torre denominada del Santo Cristo se encuentra el oratorio del castillo de Javier. Es un espacio angosto de formato alargado decorado todo su perímetro por pinturas. En las paredes encontramos un total de ocho esqueletos gesticulantes, algunos de los cuales portan filacterias con textos. Los esqueletos, muy verosímiles, destacan por su color ocre claro del oscuro y uniforme fondo.

De época musulmana conservamos dos torres de planta cuadrada construidas con recios sillares que constituyen el núcleo fundamental de la fortaleza, rodeada de una potente muralla con cubos cuadrados, algunos de los cuales han sido derruidos con el paso del tiempo.

El castillo de Jódar se funda en época prerromana, tal y como atestiguan las inscripciones encontradas en uno de sus sillares, por lo que se considera el más antiguo de toda Andalucía. De época musulmana conservamos dos torres de planta cuadrada construidas con recios sillares que constituyen el núcleo fundamental de la fortaleza, rodeada de una potente muralla con cubos cuadrados, algunos de los cuales han sido derruidos con el paso del tiempo. En la actualidad, el castillo acoge un Museo de Arqueología y Artes y Costumbres Populares, desarrollándose cada verano numerosas actividades culturales. En 1229 el Castillo fue conquistado por Fernando III el Santo, preludiando la toma de Jaén. En 1272 Alfonso X otorgó a Jódar el título de villa.

Se sitúa cerca del puente que atraviesa el río Murasaki. En principio, se trató de una fortaleza (1569), hasta que se hizo cargo de ella el señor feudal Tadaoki Hosokawa, quien construyó el castillo en 1602. Fue reconstruido tras la II Guerra Mundial (1963) y, actualmente, funciona como museo, en cuyo interior hay un teatro de alta tecnología que representa la historia de la región mediante películas y animaciones. El castillo presenta un estilo arquitectónico de influencia china. En los alrededores del palacio, podemos encontrar un gran jardín, de estilo japonés, y el museo conmemorativo de Matsumoto Seicho, famoso escritor del país asiático.

El castillo de la Coracera, en S. Martín de Valdeiglesias (Madrid) fue construido en el siglo XV, por orden del condestable de Castilla Alvaro de Luna. Presenta una planta casi cuadrada, flanqueada por cubos y una torre del homenaje con saeteras. Su primer uso fue militar, aunque luego fue utilizado como residencia para monterías. En él se alojaron Juan II, Enrique IV e Isabel la Católica, después de ser proclamada reina de Castilla en la venta de Tablada, lugar cercano a los Toros de Guisando. A la muerte de D. Alvaro de Luna, el castillo pasa a su hija, casada con el duque del Infantado. Perteneció a esta familia hasta el siglo XVII cuando, durante el reinado de Felipe III, pasó a manos del marqués de Sieteiglesias. Abandonado a comienzos del XVIII, fue cuartel de las tropas francesas, periodo durante el cual sufrió numerosos destrozos: la torre del Homenaje fue agrietada, se derrumbaron las coronaciones de los torreones y su muralla fue rebajada dos metros.

El monumento más importante de la villa madrileña de San Martín de Valdeiglesias es su castillo, llamado de la Coracera. Construido sobre los cimientos de una obra de época islámica, fue retocado en el siglo XII en estilo románico, sufriendo posteriores reformas en los siglos XIV y XV por orden de don Álvaro de Luna. En este castillo residió la reina Isabel cuando fue proclamada heredera de la corona tras el Pacto de los Toros de Guisando. Posteriormente la fortaleza pasó a manos de don Pedro Chacón, mayordomo de los Reyes Católicos, y al duque del Infantado, para pasar al marquesado de Siete Iglesias antes de convertirse en realengo. Presenta una planta casi cuadrada rodeada por cuatro torres, tres de ellas circulares y la del Homenaje con planta pentagonal, cada una de ellas rematada por almenas. En el paño oriental se ubica la puerta de acceso, protegida por la Torre del Homenaje, realizada en forma de medio punto con dovelas de granito. El conjunto es rodeado por una barbacana de cuatro metros de altura, dejando entre ésta y la fortificación un paso de ronda de cinco metros de ancho.

La crisis económica que sufrió Nottinghamshire en 1817 motivó que el padre de Bonington se trasladara con toda su familia a Calais. Allí el joven Richard aprendió a trabajar en la acuarela e inició su formación artística que le llevó a París. En 1825 se trasladó a Londres donde conoció a Delacroix. A su regreso a París ambos artistas compartieron estudio y realizaron un viaje en el que tomaron bocetos de los lugares que más llamaron su atención. Durante la estancia con el barón Charles Rivet surgió esta bella imagen de la Ile de France, donde presenta sus características habituales: amplios celajes, colores suaves, abocetamiento y grades dosis de romanticismo, sin renunciar a cierto naturalismo. La influencia de los paisajistas holandeses del Barroco se manifiesta en estas obras donde podemos observar cierto aspecto de acuarela que indica la formación de Bonington. Corot se vio influido por este trabajo y repitió el motivo pictórico en una obra de 1840.

Sólo se conserva la llamada "Torre del Caracol", edificación del siglo XVI. Este edificio es parte del actual Parador Nacional de Turismo.