Esta localidad, situada a 78 kilómetros de Huesca, se encuentra a 921 metros sobre el nivel del mar y en su censo más reciente aparecen 140 habitantes registrados. De su historia, que se remonta al siglo XII, en la actualidad se conservan numerosos monumentos. Su topografía destaca por el carácter entramado y defensivo de sus calles. Los restos de calzada romana, las ruinas de la Iglesia de Santa Juliana y un puente de peregrinos son algunos de los monumentos que recuerdan su paso por la ruta jacobea. Su patrimonio histórico se completa con otros vestigios, como las ermitas románicas de la Virgen y San Bartolomé. Este lugar es conocida en el Camino de Santiago como "el de las cien reliquias", por todas las que conserva en una arqueta de plata, en el altar mayor de San Miguel, y cuya antigüedad se remonta a los primeros tiempos de la cristiandad. Su economía se apoya en el turismo. Castiello de Jaca está dotada con instalaciones destinadas a la práctica de diversos deportes y actividades de aventura. Sus fiestas mayores tienen lugar el 29 de septiembre, el día de San Miguel Arcángel. El primer domingo de junio, con motivo de la exposición de las Santas Reliquias, se celebran las fiestas menores.
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Personaje
Literato
Italiano nacido en 1478, cursó estudios en Milán y tomó parte en la batalla de Garigliano (1503). Un año más tarde pasó al servicio del duque de Urbino Guidobaldo de Montefeltro hasta 1513. En 1520 inicia su carrera eclesiástica tras la muerte de su mujer, llegando a ser nuncio papal en la corte de Carlos V. Como escritor, escribió el muy divulgado manual de vida caballeresca y amorosa "El Cortegiano", traducido al castellano por Boscán, redactado siguiendo el modelo de Cicerón en "De oratore" y publicado en Venecia en 1528. Este escrito tendrá gran influencia en la introducción del pensamiento y modo de vida renacentista en la corte española, al disertar sobre las virtudes que han de adornar al caballero y sobre el ideal platónico amoroso.
Personaje
Pintor
De oficio pintor y miembro de la orden de los jesuitas, Giuseppe Castiglione se trasladó a China en 1715, donde comenzó a ejercer su profesión al servicio de la corte. Trabajó para los emperadores Kangxi, Yongzheng y Qianlong. Junto con otros pintores procedentes de Europa, fue el encargado de introducir los principios de la pintura occidental. Castiglione, por su parte, importó del Viejo Continente el estilo naturalista, además de otros conceptos pictóricos como el claroscuro o el estudio de la anatomía humana. Una de sus obras más importantes es "Pacífico mensaje de primavera", donde por primera vez muestra la imagen del emperador desde una perspectiva mucho más cercana, que nada tenía que ver con las normas convencionales que imperaban en este género. También son dignos de mención los rollos en los que el jesuita recoge la imagen del emperador a lo largo de sus distintos viajes, cacerías y ceremonias.
obra
El Castigo de Amán y la Serpiente de bronce son las historias que recogen las pechinas situadas en la pared del Juicio Final, frente a Judith y Holofernes y David y Goliat. Los especialistas consideran a las primeras como realizadas en último lugar, fechándolas en 1511, interesándose Miguel Ángel en toda la serie por el movimiento y el dramatismo del momento, sin perjuicio del color.La escena que contemplamos está inspirada en el texto bíblico de Esther. Mardoqueo tuvo un sueño en el que se le mostró de forma simbólica el peligro y la liberación que iba a pasar el pueblo judío. Mardoqueo descubrió al rey Asuero por medio de la bella Esther una conspiración de los eunucos patrocinada por Amán, el primer ministro. Amán se propuso exterminar a los judíos y logró un decreto del rey para obtener su objetivo pero Mardoqueo, valiéndose una vez más de Esther, consiguió cambiar la opinión de Asuero y fue el ministro Amán el condenado al patíbulo. Miguel Ángel recoge en la pechina tres momentos de la historia: a la derecha el rey Asuero mandando venir a Mardoqueo para ofrecerle una recompensa; a la izquierda el consejo celebrado por el rey para castigar a Amán, y en el centro el castigo de Amán, clavado en una cruz aunque en la Biblia se habla de su ahorcamiento. Algunos especialistas consideran que esta escena tiene una alusión directa a las intrigas cortesanas que se daban a menudo en la corte pontificia.Lo más significativo del conjunto es el escorzado movimiento de las figuras, especialmente Amán y Asuero en su lecho, destacando la potente anatomía de las figuras desnudas inspiradas en las estatuas clásicas, aludiéndose al grupo helenístico del Laoconte. La tensión y el dramatismo de cada uno de los momentos también ha sido sabiamente interpretado por Buonarroti, demostrando que su maestría no se limita exclusivamente al dibujo sino que se acompaña con la armoniosa distribución de la luz y el color en el espacio para crear efectos dramáticos, reforzados por las expresiones y gestos de sus figuras. La unión de las tres escenas a través de elementos arquitectónicos recuerda al Quattrocento, concretamente a Masaccio de quien Miguel Ángel aprendió más que con su verdadero maestro, Ghirlandaio.
obra
No lejos de Kalhu (Nimrud), en el pequeño enclave de Imgur Enlil, donde existía una residencia veraniega y un templo dedicado a Mamu, se encontraron diferentes fragmentos del revestimiento broncíneo del gran portal del templo (otros autores piensan que pertenecieron a un palacio de Salmanasar III). En tales planchas de revestimiento, cuyos relieves se consiguieron martilleando las láminas de bronce, se recordaban gráficamente, a modo de crónica visual, los principales acontecimientos bélicos de los primeros nueve años del reinado de Salmanasar III (854-824).
contexto
Castigo que se hizo en los de Chololla por su traición Así que, al día siguiente por la mañana, muy alegres, pensando que tenían bien entablado su juego, hicieron venir a muchos para llevar el hato, y otros con hamacas para llevar a los españoles, como en andas, creyendo cogerlos en ellas. Vinieron asimismo gran cantidad de hombres armados, de los más valientes, para matar al que se rebullese; y los sacerdotes sacrificaron a su Quezalcouatlh diez niños de tres años, cinco de ellos hembras, costumbre que tenían al comenzar alguna guerra. Los capitanes se pusieron disimuladamente en las cuatro puertas del patio y aposento de los españoles, con algunos que traían armas. Cortés, muy silenciosamente, avisó muy de mañana a los de Tlaxcallan y Cempoallan y los demás amigos. Hizo estar a caballo a los suyos, y dijo a los demás españoles que meneasen las manos en sintiendo una escopeta, pues les iba en ello la vida; y como vio que los del pueblo iban llegando, mandó que llamasen a su cámara a los capitanes y señores, que se quería despedir de ellos. Vinieron muchos, pero no dejó entrar mas que hasta treinta, que le parecieron, por lo que antes había visto, ser los principales, y les dijo que siempre les había dicho verdad, y que ellos a él mentira, aun habiéndoselo rogado y avisado; y que porque le rogaron, aunque con dañada intención, que no entrasen los de Tlaxcallan en su pueblo, lo había hecho con gusto, y aun también había mandado a los de su compañía que no les hiciesen mal ninguno, y a pesar de que no le habían dado de comer, como era de razón, no había consentido que los suyos les cogiesen ni siquiera una gallina, y que en pago de aquellas buenas obras tenían acordado de matarle con todos los suyos. Y ya que dentro de casa no podían, allá fuera en el camino en los malos pasos por donde le querían guiar, ayudándose de los treinta mil hombres de las guarniciones de Moctezuma, que estaban a dos leguas. Pues por esta maldad, dijo, moriréis todos; y en señal de traidores, se asolará la ciudad, hasta no quedar ni recuerdo; y pues ya lo sabía, no tenían por qué negarle la verdad. Ellos se sorprendieron terriblemente: mirábanse unos a otros, más encendidos que las brasas, y decían: "Éste es como nuestros dioses, que todo lo sabe; no hay por qué negárselo". Y, así, confesaron luego que era verdad delante de los embajadores, que estaban también allí. Fuera de esto apartó a cuatro o cinco por sí, para que no los oyesen aquellos mexicanos, y contaron todo el hecho de la traición desde su principio, y entonces dijo a los embajadores cómo los de Chololla le querían matar, inducidos por ellos, de parte de Moctezuma; mas que no lo creía, porque Moctezuma era su amigo y gran señor, y los grandes señores no solían mentir ni hacer traiciones, y que quería castigar a aquellos bellacos traidores y fementidos. Pero que ellos no temiesen, que eran inviolables, como personas públicas y enviados de rey, a quien tenían que servir, y no enojar; y que era tal y tan bueno, que no mandaría tan fea e infame cosa. Todo esto lo decía por no descompadrear con él hasta verse dentro de México. Mandó matar a algunos de aquellos capitanes, y los demás los dejó atados. Hizo disparar la escopeta, que era la señal, y arremetieron con gran ímpetu y enojo todos los españoles y sus amigos a los del pueblo. Hicieron conforme al apuro en que estaban, y en dos horas mataron más de seis mil. Mandó Cortés que no matasen niños ni mujeres. Pelearon cinco horas, porque, como los del pueblo estaban armados y las calles con barreras, tuvieron defensa. Quemaron todas las casas y torres que hacían resistencia. Echaron fuera toda la vecindad; quedaron teñidos en sangre. No pisaban más que cuerpos muertos. Se subieron a la torre mayor, que tiene ciento veinte gradas, hasta veinte caballeros, con muchos sacerdotes del mismo templo; los cuales con flechas y cantos hicieron mucho daño. Fueron requeridos, pero no se rindieron, y así, se quemaron con el fuego que les prendieron, quejándose de sus dioses cuán mal lo hacían en no ayudarlos ni defendiendo su ciudad y santuario. Se saqueó la ciudad. Los nuestros tomaron el despojo de oro, plata y pluma, y los indios amigos mucha ropa y sal, que era lo que más deseaban, y destruyeron cuanto les fue posible, hasta que Cortés mandó que cesasen. Aquellos capitanes que estaban presos, viendo la destrucción y matanza de su ciudad, vecinos y parientes, rogaron con muchas lágrimas a Cortés que soltase a alguno de ellos, para ver qué habían hecho sus dioses de la gente menuda; y que perdonase a los que quedaban vivos, para volverse a sus casas, pues no tenían tanta culpa de su daño como Moctezuma, que los sobornó. Él soltó a dos, y al siguiente día estaba la ciudad que no parecía que faltaba hombre; y luego, a ruegos de los de Tlaxcallan, que tomaron por intercesores, los perdonó a todos y soltó los presos, y dijo que otro semejante castigo y daño haría donde le mostrasen mala voluntad y le mintiesen y urdiesen aquellas traiciones; de que no poco miedo les quedó a todos. Hizo amigos a los de Chololla con los de Tlaxcallan, como ya en tiempo pasado solían ser, sino que Moctezuma y los otros reyes antes que él los habían enemistado con dádivas y palabras y aun por miedo. Los de la ciudad, como había muerto su general, crearon otro con licencia de Cortés.
contexto
En esencia, se condenan en el Concilio de Elvira con mayor gravedad la idolatría y todos los aspectos relacionados con prácticas de culto pagano. Pero la misma dura condena de ser arrojados fuera de la Iglesia por estas razones se aplica a los cómicos que, después de bautizarse, volvieran a ejercer su oficio. También alcanza la condena a las mujeres que se casaran con cómicos y comediantes, aunque a éstas se les aplica una pena menor. Resulta curioso que el oficio de cómico fuera considerado más grave que el de ejercer el lenocinio o prostitución y que éste último se equiparara al del clérigo que no expulsara de su casa a una mujer adúltera. La fornicación es considerada como un delito grave que conlleva varios años de separación de la Iglesia. Pero la sanción se reduce considerablemente si los fornicadores se casan posteriormente. Con cinco años de excomunión se castiga a los padres que casan a sus hijas con herejes o judíos. Pero, sorprendentemente, idéntica pena se aplica también a la matrona que "encendida por el furor, flagelase a su esclava con tal intensidad que muriera entre dolores en el término de tres días", en el caso de que no hubiera pretendido matarla intencionadamente. De haberla matado con alevosía, la condena se eleva a siete años de separación. Pena muchísimo más leve que la impuesta a las vírgenes que violasen su voto una sola vez. Del conjunto de todas las disposiciones se pueden sacar una serie de conclusiones, entre las que destacaremos algunas que consideramos especialmente relevantes. Así, por ejemplo, la necesidad de diferenciarse de los judíos. Varios cánones condenan el matrimonio con éstos, el hecho de que los judíos bendijeran las cosechas de los cristianos e incluso comer con ellos. Sin duda, el deseo de no ser confundidos con ellos -cosa que en esta época debía suceder con frecuencia- explica este antisemitismo, al tiempo que estos testimonios evidencian la existencia en Hispania de comunidades judías con cierta pujanza. También se atestigua la desigualdad entre el hombre y la mujer ante un mismo pecado. Mientras el adulterio de la mujer conlleva su expulsión de la casa, el del marido no tiene consecuencias. Es más, si la mujer abandona al marido adúltero, no tiene derecho a divorciarse. Derecho en términos religiosos, claro está, porque el divorcio sí existía en términos jurídicos. El hombre separado de su mujer puede volver a casarse con otra, mientras que la mujer separada no podrá hacerlo hasta enviudar. El aborto también conlleva una severa sanción: la excomunión hasta el momento de la muerte. Otra de las conclusiones que podríamos sacar es la que prohíbe todo tipo de espectáculos o prácticas tradicionales del mundo romano de carácter lúdico. Se condena, según vimos, a los cómicos y comediantes y a todo aquel que trate con ellos. Esta condena la reitera Cipriano de Cartago y de su explicación se desprende que el simple hecho de que se disfrazaran de mujer e imitaran actitudes femeninas, bastaba como prueba para considerar impúdico este arte. Tal vez en el fondo latiera cierta sospecha de homosexualidad. También se castigan los espectáculos de los aurigas por la violencia que conllevan y hasta el juego de dados, que supone un año de excomunión. En esencia, hay un deseo de desmarcarse del contexto pagano en el que viven, incluso una lucha por defender su fe, sus prácticas, sus actitudes particulares frente a los demás. Tal vez fue esa tenacidad la que preservó al cristianismo de ser asimilado por el sistema romano tradicional, al contrario de lo que les sucedió a otras religiones orientales como el mitraísmo, el culto a Cibeles, los seguidores de Serapis, etc. El sincretismo religioso romano pocas veces rechazó una religión nueva; sencillamente la incorporaba, pasando los nuevos dioses a engrosar el panteón romano. No es extraño que el emperador Severo tuviera un altar particular en el que compartían el culto Mitra, Abraham, Jesús y Apolo, entre otros. Así, el peligro mayor para el cristianismo era ser absorbido por el sistema religioso romano. Desde las instancias eclesiásticas se toman todo tipo de disposiciones para preservar a la comunidad cristiana de actitudes que pudiesen implicar un relajamiento de su acendrado monoteísmo. A tal fin no basta separarlos del culto a los dioses romanos, sino del contacto e incluso del trato con determinados sectores, ya fuesen paganos, judíos o de cualquier otra religión. Esta determinación de intentar constituir a las comunidades cristianas en grupos separados del conjunto de la población propició el que sus contemporáneos viesen en ellos a los componentes de una secta oscurantista y en más de una ocasión manifestó su hostilidad contra la misma, pero al mismo tiempo logró que el cristianismo se mantuviese firmemente anclado a la creencia en un dios que excluía y combatía la existencia de todos los demás.
lugar
De Don Francisco Delgado, vecino más ilustre de esta localidad, se cuenta que fue el artífice del cambio de nombre de la Villa de Pún a la Castildelgado actual. Actualmente no cuenta con albergue, ni conserva vestigios significativos de antiguas construcciones dedicadas a la atención de peregrinos, pero en numerosos documentos medievales se hace referencia a la existencia de un monasterio y hospital dedicado a la figura de Santiago. Su monumento más destacado es la iglesia de San Pedro. Poco más de dos kilómetros lo separan del siguiente destino. El camino se desvía del paralelismo con la carretera y lo acercará a Viloria de Rioja.