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Los temas favoritos de Vincent en el verano de 1885 serán las casas de campo que rodean Nuenen y la actividad de los campesinos, uniéndolos en esta composición al mostrarnos a una campesina cavando junto a su casa. La mujer se afana en su dura labor, contrastando su oscura silueta con la claridad de las pajas del techo de la cabaña y el cielo encapotado. La sintonía con los paisajes de la Escuela de La Haya es total, apareciendo un inusitado interés de Van Gogh por el color, elemento que se convertirá en su tarjeta de presentación tras su viaje a París y el contacto con los impresionistas.
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La escuela que se formó en La Haya a mediados del siglo XIX buscó su inspiración en los paisajes realistas del Barroco Holandés, con maestros como Jacob van Ruisdael o Jan van Goyen. Durante su estancia en la ciudad holandesa, Van Gogh pudo admirar esos trabajos por los que él sintió especial admiración, mostrándose en la mayor parte de sus paisajes una importante influencia barroca como en esta escena que contemplamos. Sin embargo, Vincent aporta elementos modernos como la luz y el color, inspirados en las obras impresionistas que conocía a través de su hermano Theo, sin olvidar su dependencia del gran Delacroix. De esta manera, nos encontramos ante un joven pintor que enlaza la tradición y la modernidad para convertirse posteriormente en uno de los grandes maestros contemporáneos. La pincelada aplicada por Vincent es rápida, abandonando el interés por la línea para atraerle la forma, el "gesto" como comentaba Delacroix.
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Las vistas de la campiña holandesa serán un interesante motivo de inspiración para Van Gogh en sus primeros años. Durante la estancia en Drente en el otoño de 1883 se interesa por presentar sus típicas casas de campo acompañadas de su inseparable turbera. Es una manera de mostrar la realidad sin tapujos ni idealizaciones, enlazando con el realismo de Millet. Vincent emplea una gama cromática oscura, animada por el color del cielo que sirve de contraste. La pincelada es rápida y abocetada, apreciándose los empastes en algunas zonas del lienzo con claridad. De esta manera observamos la fuerza interior del artista en sus deseo de reivindicar la triste situación de los campesinos y mineros con los que convive, huyendo de idealismos y romanticismos para acercarse a la más absoluta crítica.
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En sus sucesivos trabajos, Constable perseguirá un claro objetivo: crear una pintura natural. Para ello realizará numerosos dibujos, bocetos y acuarelas tomados directamente del natural que posteriormente servirán de base para los lienzos enviados a la exposición anual de la Royal Academy. Incluso estos bocetos servirán en ocasiones para sus obras finales. En esta casa de campo podemos apreciar ese naturalismo que identifica la obra del maestro británico, interesado por captar la luz y la atmósfera de cada momento, prefiriendo los cielos tormentosos pero no carentes de luz -un crítico escribió sobre este asunto: "echo de menos un paraguas cuando me coloco ante un chaparrón de Constable"-. Las rápidas pinceladas con las que se conforma la composición nos indica la habilidad del maestro para trabajar al aire libre -se trata de uno de los pioneros en esta técnica- anticipando así al impresionismo. Sin embargo, Constable no duda en incorporar algún elemento pintoresco como el perrillo que observamos en primer plano para de esta forma agradar a los espectadores del momento.
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Si bien los primeros paisajes de Klimt fueron realizados en formato vertical -véase Después de la lluvia- el resto de las composiciones de esta temática están pintados en un formato cuadrado, en sintonía con los trabajos de la etapa madura de Monet. Todos estos paisajes fueron realizados durante el verano, como un ejercicio de entretenimiento y relax ante la presión que sufría el artista con los plazos de entrega en sus obras figurativas. Por esta razón, todos ellos tienen un lenguaje similar, interesándose por vistas de bosques y prados, recordando a las obras de Van Gogh.A esta casa de campo se accede a través de los árboles del primer plano, quedando entre ambos espacios una zona ocupada por un luminoso prado repleto de flores de tonalidades amarillas y malvas. La casa es la única referencia formal de un conjunto caracterizado por el decorativismo y casi la abstracción. El color es aplicado de manera rápida y contundente, recordando al puntillismo e incluso a los mosaicos de Ravena que tanto interesaron al pintor, creando una curiosa sensación de puzzle en el que se ensamblan las diversas piezas que configuran la escena. La fórmula de trabajo es similar al Prado con amapolas o el Manzano I.
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Van Gogh buscó en los días iniciales del verano la inspiración en los alrededores de Arles, interesándose por los trigales o las casas de campo provenzales como ésta que contemplamos. Un sendero se dirige hacia una cancela abierta en la zona de la derecha mientras que un campesino avanza hacia la casa que observamos al fondo. Las tonalidades amarillas dominan la composición, contrastando con los azules del cielo, los verdes de los árboles o el rojo de las amapolas. El efecto atmosférico obtenido, mostrando la luz del atardecer, es una herencia del Impresionismo, conocido por Van Gogh en París gracias a su estrecho contacto con Pissarro. La pincelada es tremendamente variada, creando los diversos elementos con ella; así en el trigal es más suelta y empastada mientras que en las flores se organiza a base de pequeños puntitos o en los edificios observamos las líneas sabiamente trazadas. Vincent está en el camino de su estilo personal, elaborando las diferentes influencias a su antojo para obtener magníficos resultados.
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Durante su estancia en Arles, Vincent apenas se relacionará con sus habitantes, quienes le consideraban un personaje extraño y algo chiflado. Así que el pintor se dedicará a realizar paisajes de los alrededores, aunque a él le atraiga más el retrato. Surge de esta manera una amplia serie de imágenes protagonizadas por los prados o los árboles en flor, recogiendo en ellas la alegría y el colorido primaveral. En esta escena que contemplamos, Vincent ha captado a la perfección la luz mediterránea, fuerte y clara, resaltando las tonalidades verdes del trigal o las amarillas del tejado de la casa. El cielo azulado expresa el estado de ánimo del artista, aplicando las pinceladas con serenidad o cierta violencia, especialmente en las nubes a través de trazos arremolinados. La influencia del Impresionismo continúa presente al recoger las luces tomadas directamente del natural, en un afán de mostrar al espectador la naturaleza en su más absoluto realismo.
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<p>El arzobispo gestiona sustituir a los canónigos de Roncesvalles por la orden benedictina de Baviera (Alemania), con sede en la Archiabadía de Santa Otilia, será con toda probabilidad la encargada de atender y gestionar en un futuro próximo la Real Colegiata de Roncesvalles-Orreaga y las parroquias de los pueblos que dependen de ella. Esta es al menos la pretensión del arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Francisco Pérez</p>