Busqueda de contenidos

monumento
Junto con las pirámides del Sol y de la Luna, el Templo de Quetzalcoatl es uno de los edificios más impresionantes de la gran Teotihuacan. Situado en el interior de la Ciudadela, esta estructura fue excavada y reconstruida por M. Gamio, Reygadas y Marquina entre 1917 y 1920. Se trata de un recinto cuadrado de cuatrocientos metros de lado, rodeada por plataformas de 32 y 65 metros de ancho. Sobre ellas, en los lados N, S y O se levantan cuatro estructuras piramidales. Las del lado O presentan escalinatas abiertas hacia la Calzada de los Muertos. El Templo o Pirámide de Quetzalcoatl es el más relevante de Teotihuacan en cuanto a su arquitectura escultórica. Cada uno de los paramentos en que se divide el cuerpo piramidal está compuesto por un amplio tablero vertical limitado por grandes fajas o cornisas. En el interior de éstas fueron construidos relieves emergentes, más bien esculturas. De un talud inferior surgen preciosos relieves. Taludes y tableros son recorridos por ondulantes serpientes, con amplios y esquematizados crótalos, acompañadas de conchas, caracolas y elementos acuáticos, combinando el naturalismo con la abstracción. Sobre este fondo emergen cabezas de serpiente o dragón, que surgen de una especie de flor abierta. También sobresalen cabezas representando a una divinidad, que tanto puede ser Tlaloc -dios de lo acuático-, como el dios del maíz. Esta indefinición es debida a que, si por un lado estas figuras presentan los típicos grandes ojos circulares de Tlaloc, por otro los rostros parecen aproximarse a la forma de una mazorca de maíz. Según J. Alcina, si la identificación de Tlaloc parece evidente, la asignada tradicionalmente a Quetzalcoatl parece más dudosa, señalando que son muchos los investigadores que apuntan que este dios sólo se define iconográficamente a partir de la época tolteca, por tanto posterior a Teotihuacan.
monumento
Uno de los monumentos más impresionantes de la antigüedad, sorprende tanto por su fastuosidad y grandiosidad como por la inmensa obra de ingeniería que hubo de hacerse para trasladarlo de lugar y montarlo en su ubicación actual. El templo de Ramsés II en Abu Simbel era uno de los monumentos de Nubia amenazados por la construcción de la gran presa de Assuán -como el de Isis en Philae, o el de Debod, regalado a España-, por lo que el gobierno egipcio y la UNESCO se pusieron manos a la obra para buscarle una ubicación más segura. Excavado en la roca, como su compañero, el templo de Hathor y Nefertari, fue seccionado en bloques y vuelto a montar a 210 m de su lugar original, a salvo de las aguas. El templo estaba dedicado al dios Ra Hor Akhti, dios del sol del amanecer. Su fachada presenta a Ramsés II con la doble corona del Alto y del Bajo Egipto, en forma de cuatro colosos guardianes, con familiares suyos a sus piernas. Un largo pasillo central sujetado por estatuas de grandes dimensiones atraviesa varias salas hasta llegar al "sancta sanctorum", al fondo del templo, en el que aparecen cuatro figuras: el dios Ptah de Menfis, Amón-Ra de Tebas, Ra-Horakhty de Heliópolis y el propio Ramsés II. En permanente oscuridad, las figuras sólo se iluminan dos veces al año (21 de febrero, aniversario del nacimiento de Ramsés II, y 22 de octubre, día de su coronación), por acción de la luz solar que penetra hasta el fondo del templo. En su gran sala fueron tallados relieves con escenas bélicas, especialmente de la batalla de Qadesh contra los hititas y luchas contra sirios, libios y nubios.