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contexto
Todas las contradicciones que la República había mantenido solapadas bajo el incesante enriquecimiento y poder durante la época de las grandes conquistas, comenzaron ahora a surgir en medio de una violencia que, durante casi un siglo, marcarán la historia del mundo romano y decidirán la muerte del régimen republicano. Lo curioso es que los romanos tenían conciencia de los fallos de un sistema político que era incapaz de responder a las necesidades de la nueva sociedad. Los progresos logrados en la formación intelectual permitieron que el siglo de Cicerón reflexionase larga y profundamente sobre los problemas políticos, sociales y económicos que afligían a la Península Itálica. Si sabemos más de estos años que de ningún otro período de la historia de Roma se debe en gran parte al propio Marco Tulio Cicerón y sus obras de historia política, filosofía, retórica y sobre todo su voluminosa correspondencia, que supera las 900 cartas y constituyen un legado histórico sumamente valioso. También Apiano y posteriormente Salustio proporcionan una abundante y valiosa documentación. Pero esta riqueza de material tiene sus riesgos: la multitud de detalles a veces es abrumadora y los testigos contemporáneos a los acontecimientos que relatan no siempre consiguen escapar a la interpretación de los mismos. La compleja situación de Roma en esta época no es sino el conjunto de las repercusiones que la etapa anterior generó en su propio seno pero que afectan y ponen en juego tanto al propio cuerpo cívico-social como a las propias bases institucionales.Haciendo un repaso de los elementos político-sociales que desencadenaron la crisis a partir de la época de los Gracos conviene tener en cuenta una serie de factores esenciales. En primer lugar, el proceso de expansión ultramarina tuvo como consecuencia un enorme desarrollo económico, del que se beneficiaron principalmente los senadores y los caballeros de las 18 centurias ecuestres. Sin embargo, la nobilitas constituía un numero limitado al que sólo se incorporaban los que habían desempeñado alguna magistratura. Esta era la vía para una promoción social a las altas esferas. Pero la nobilitas, que disponía gracias a sus clientelas hereditarias de una influencia sobre las asambleas electorales, intentó -y en gran parte lo logró- reservarse el monopolio de las magistraturas. Así, esta nobilitas se convirtió en una oligarquía que se resistía a que los caballeros entrasen en la carrera de los honores, a no ser que les ayudasen a conservar su preeminencia y se asociasen a sus grupos. En segundo lugar, la nueva explotación racional del suelo, asociada a la venta de los productos y trabajada por esclavos, repercutió en la crisis del pequeño y mediano campesinado, sobre los que tradicionalmente se habían asentado los cimientos de un Estado en el que la condición de ciudadanos, propietarios de tierras y la de soldados habían ido indisolublemente unidas. Puesto que para ser soldado legionario era preciso ser adsiduus (propietario de tierras) y el número de propietarios se iba reduciendo progresivamente, se recurrió a medidas tales como rebajar el censo exigido para poder servir en las legiones o bien prolongar la permanencia del soldado en la milicia, solución sumamente impopular que llegó a ocasionar motines. La tercera solución, sería aumentar el numero de propietarios, lo que exigía disponer de más tierras para repartir y en este caso exigiendo que el Estado redistribuyese las tierras ya existentes del ager publicus. Pero tal solución chocaba con los intereses de la aristocracia senatorial y el sector más reaccionario se opuso radicalmente a esta tercera alternativa. Por último, otro factor importante es el hecho de que Roma siguiera sobreviviendo como ciudad-estado obligada a ejercer su dominio sobre una Italia que había sido un elemento esencial en las conquistas de Roma, que había suministrado tropas al ejército romano y que, en consecuencia, exigía compartir con Roma los privilegios obtenidos. También en Italia las guerras habían llevado a una crítica situación al campesinado y esta quiebra económica provocó una emigración masiva a los centros urbanos, principalmente a Roma, pretendiendo obtener la ciudadanía. Pero la clase política romana no pareció dispuesta a compartir sus privilegios ni a asimilar a los italianos dentro del cuerpo cívico romano y mucho menos a hacer de Italia el eje del imperio mediterráneo. A propósito de los comicios por tribus, conviene recordar que el reparto de las tribus viciaba el sistema democrático de éstos. En el 220 a.C. se decidió inscribir a los libertos y obreros agrícolas en las cuatro tribus urbanas, donde aparece igualmente inscrita la plebs romana. Así, del total de 35 tribus, sólo las 4 urbanas tienen un componente popular, mientras que las otras 31 estaban controladas por la aristocracia. Esta institución había quedado, por tanto, prácticamente incapacitada para acometer iniciativas independientes. Sin embargo, las leges tabellariae de fines del siglo III a.C. y comienzos del siglo II a.C. hicieron preceptivo el voto secreto -por escrito- cuando las asambleas populares procedían a la elección de cargos o magistraturas y, en consecuencia, la aristocracia senatorial vio sensiblemente mermadas sus posibilidades de influir y/o controlar a los votantes, incrementándose, en contrapartida, la independencia de las asambleas del pueblo y la capacidad de actuación de los tribunos de la plebe. Durante este período de la historia de Roma se produjo la división entre optimates y populares. Los programas y métodos de los Gracos dieron forma a esta división que se irá desarrollando y definiendo a lo largo de todo el siglo. Pero al hablar de optimates y populares hablamos de grupos ideológicos, no de partidos políticos organizados. En Roma la política se hacía desde arriba, por tanto los populares eran líderes políticos que contaban con seguidores o simpatizantes pero no con un partido. Un líder popular era el político que utilizaba y defendía los poderes de las asambleas populares y el cargo del tribuno del pueblo como contrapeso a la autoridad del Senado o el que preconizaba medidas que afectaban positivamente al pueblo: reparto de tierra, reparto de trigo, etc. Pero por otra parte esta división fue a veces ficticia, puesto que en el comportamiento de los populares hubo mucho de ambigüedad y de oportunismo, mientras que entre los optimates con frecuencia se produjeron divergencias y disensiones y pocas veces constituyeron un bloque de opinión compacto.
termino
acepcion
Obra labrada sobre martillo chapas metálicas, de modo que en una de sus caras resulten figuras de relieve. Se retoca con el cincel.
Personaje Arquitecto
Uno de los arquitectos más importantes del último cuarto del siglo XIX fue Repullés, autor de la Bolsa de Comercio y de las reformas interiores de la iglesia de San Jerónimo de Madrid. En 1896 fue nombrado académico de número de la Real de San Fernando, sucediendo en el puesto a Jareño. En sus obras se pone de manifiesto el estilo ecléctico de la arquitectura española decimonónica.
fuente
Gemelo del Renown, era un veterano de la I Guerra Mundial que entró en servicio en 1916. También igual que el Renown, y que el infortunado Hood, era un crucero de batalla deficiente en cuanto a protección horizontal, lo que significaba que, en caso de un ataque aéreo, sólo podía confiar en la suerte. Junto con el Prince of Wales, resultó hundido el 10 de diciembre de 1941 en el curso de sucesivos ataques aéreos japonenes.
lugar
A la Edad de Hierro debemos remontarnos para conocer datos históricos de Requena. La villa fue ocupada posteriormente por los romanos y después por los musulmanes. En el último periodo califal se ha ce referencia a Rakka'na -la fuerte, la segura-, la población fortificada que marcaba la divisoria entre los reinos de Valencia y Toledo. Codiciada por su estratégica posición entre la meseta y el litoral, la villa fue tomada en una fecha desconocida por Jaime I. Sin embargo, Requena formó parte del reino de Castilla gracias a un acuerdo firmado entre el monarca valenciano y Alfonso X el Sabio. El rey concedió la carta puebla en 1257 y la concesión de Puerto Seco y Almojarifazgo siete años después. De esta manera, la villa se convirtió en aduana, lo que permitió desarrollar una importante actividad comercial, contando con una feria anual y un mercado semanal. Lo estratégico de la plaza hizo que fuera deseada por los aragoneses, llegando a ocuparla entre 1370 y 1374. El marqués de Villena también intentó hacerse con su propiedad en 1467. Los años de tensión que se vivieron durante la Edad Media finalizaron con los Reyes Católicos, ya que la función defensiva de la población pasaba a un segundo plano. Las actividades comerciales se incrementaron, si bien la expulsión de los moriscos (1609) afectaría negativamente a la economía. Durante el siglo XVIII, Requena vive una nueva etapa de explosión económica, gracias a la ampliación de los regadíos y el desarrollo de la industria de la seda, contando con más de 800 telares. La población también aumentó, casi triplicándose en menos de cien años. La consecuencia directa de este crecimiento demográfico será la expansión urbana a los alrededores de la primitiva villa. Durante el siglo XIX se producen importantes hechos en la historia de la población. Sus vecinos se sumaron a Isabel II en la defensa de la plaza contra los carlistas, consiguiendo el título de Muy Noble, Leal y Fidelísima Ciudad de Requena. En junio de 1851 la ciudad se incorporaba al territorio de Valencia. El futuro de Requena apuesta por el turismo basado en la potenciación simultánea de la cultura, del deporte, de la viticultura y de la gastronomía, al tiempo que se intensifica la defensa del medio ambiente.
contexto
Requerimiento que los soldados hicieron a Cortés Había dejado Cortés allí en Tlaxcallan, al tiempo que partió a México a verse con Moctezuma, veinte mil pesos de oro, y aún más que, después de sacado y enviado el quinto al Rey con Montejo y Portocarrero, se quedaron sin repartir, con las cortesías que hubo entre él y los compañeros. Dejó también las mantas y cosas de pluma, por no llevar aquel embarazo y carga a donde no era menester, y lo dejó allí por ver cuán amigos y buenos hombres eran aquéllos; y con objeto de que, si en México no le faltase dinero, de enviarlos a Veracruz para repartir entre los españoles que allí quedaban por guarda y pobladores, pues era razón darles parte de lo que tuviesen. Cuando después volvió con la victoria de Narváez, escribió al capitán que enviase por aquella ropa y oro, y lo repartiese entre sus vecinos, a cada uno como merecía. El capitán envió por ello a cincuenta españoles con cinco caballos, los cuales a la vuelta fueron apresados con todo el oro y ropa, y muertos a manos de gente de Culúa, que con la venida y palabras de Pánfilo anduvieron levantados y robando muchos días. Mucho sintió Cortés, cuando lo supo, tanta pérdida de españoles y de oro. Y temiendo no les hubiese ocurrido algún mal semejante o guerra a los españoles de Veracruz, envió allí un mensajero, el cual, cuando volvió, dijo que todos estaban sanos y buenos, y los comarcanos seguros y pacíficos; de lo que gran alegría tuvo Cortés, y aun los demás, que deseaban ir allá y él no les dejaba, por lo cual todos bramaban y murmuraban de él diciendo: "¿Qué piensa Cortés? ¿Qué quiere hacer de nosotros? ¿Por qué nos quiere tener aquí, donde muramos de mala muerte? ¿Qué le merecemos para que no nos deje ir? Estamos descalabrados, tenemos los cuerpos llenos de heridas, podridos, con llagas, sin sangre, sin fuerza, sin vestidos; nos vemos en tierra ajena, pobres, flacos, enfermos, cercados de enemigos, y sin esperanza ninguna de subir de donde caímos. Muy locos y necios seríamos si nos dejásemos meter en otro peligro semejante al pasado. No queremos morir locamente como él, que con la insaciable sed que de gloria y mando tiene, no estima su muerte, cuanto más la nuestra, y no mira que le faltan hombres, artillería, armas y caballos, que hacen la guerra en esta tierra, y que le faltará la comida, que es lo principal. Yerra, y de verdad mucho lo yerra, en confiarse de éstos de Tlaxcallan, gente, como todos los indios son, liviana, mudable, amiga de novedades, y que querrá más a los de Culúa que a los de España; y que si bien ahora disimulan y temporizan con él, en viendo ejército de mexicanos sobre sí, nos entregarán vivos a que nos coman y sacrifiquen; pues es cierto que nunca pega bien ni dura la amistad entre personas de diferente religión, traje y lenguaje". Tras estas quejas, hicieron un requerimiento a Cortés en forma, de parte del Rey y en nombre de todos, que sin poner excusa ni dilación saliese en seguida de allí y se fuese a Veracruz antes de que los enemigos cortasen los caminos, tomasen los puertos, alzasen las vituallas, y se quedasen ellos allí aislados y vendidos; puesto que mucho mejor aparejo podía tener allí para rehacerse si quería volver sobre México, o para embarcarse si fuese necesario. Algo turbado y confuso se halló Cortés con este requerimiento, y por la determinación que tenían comprendió que todo era por sacarlo de allí, y después hacer de él lo que quisiesen; y como esto estaba muy lejos de su propósito, les respondió así:
Personaje Político
Fue uno de los principales consejeros de Alfonso V el Magnánimo. Tuvo una destacada trayectoria política, al encabezar el gobierno de Mallorca y de Cataluña. Se declaró enemigo del patriciado burgués y se hizo partidario de la Busca. Durante 1453 fue nombrado lugarteniente del rey de Cataluña. Desde aquí determinó que los consejeros serían nombrados por orden real y en 1455 fue el autor de la reforma del Consell de Cent.