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monumento
Archidona todavía conserva restos del castillo y del recinto amurallado que la rodea, de origen romano. El castillo fue construido en etapa árabe y estaba rodeado por tres cinturones de murallas y un imponente tajo a su espalda.
obra
Este enorme conjunto no es sólo un mausoleo real, sino también un escenario de actividades mágicas y para la celebración del Hebsed (Fiesta de Renovación de la Realeza). El recinto forma un rectángulo de 544,90 m de largo por 277,60 de ancho, todo ello amurallado y con un solo portal de comunicación con el exterior, flanqueado por dos torres de gran potencia. Se compone de varios elementos como: la pirámide escalonada, el templo funerario, el pórtico de acceso y varios patios y mastabas. La obra fue realizada por el arquitecto e ingeniero Imhotep.
monumento
La palabra Intihuantana significa "lugar donde queda atado el Sol", y se trata del barrio sagrado de Pisac. Su situación en lo alto de la montaña es extraordinaria, dominando visualmente gran parte del valle. Estaba organizado siguiendo un esquema bastante rígido, típico del urbanismo incaico, comprendiendo edificios de representación, templos, fortalezas, observatorios, calles, pasajes, túneles y caminos. Ha recibido este nombre porque en la cima se situó el edificio más elegante del recinto; construido en granito sólido de color rosado alrededor de un gran monolito llamado, precisamente, Intihuatana, cuya presencia permite pensar en el lugar como un centro de culto solar importante. En el complejo encontramos el gnomon u observatorio solar; se trataba de un peñón de tamaño medio tallado como un pilar que, al recibir la luz solar, proyectaba una sombra que permitía calcular el tiempo. Las construcciones tienen paredes de tipo sedimentario, es decir, las junturas de piedras pulidas tienen una superficie exterior rectangular. Se cree que este sector fue construido a imagen y semejanza del área sagrada de Cuzco, con espacio para los diferentes dioses. La escasa información hace difícil saber qué tipo de culto se rindió en cada templo. En la parte central del complejo hay un edificio semicircular con una pared recta lateral y puerta principal mirando hacia el sur; por deducción y analogía se establece que éste era el templo del Sol. En las dos paredes laterales de su entrada hay manos pequeñas talladas en piedra y, ya en el interior, encontramos un altar tallado en piedra con protuberancia cónica central, conocido como Intihuatana o "broche de Sol", utilizado para llevar a cabo diferentes ceremonias de culto al dios Sol, para sacrificar animales y para adivinación. Actualmente, aún es posible notar la forma original que debió tener el altar. La finalidad del templo fue la de observatorio de los movimientos solares, ayudado por una serie de clavijas para calcular las proyecciones de la sombra. Al oeste del templo del Sol hay un altar de piedra tallada que representa las tres fases religiosas del mundo andino: el cielo, el mundo terrenal y el subsuelo. Dentro del complejo hay otros templos con paredes de buena calidad, aunque sus funciones específicas aún no han sido descubiertas. Han quedado también restos de fuentes muy bien talladas cuya función habría sido estrictamente religiosa, pues el agua era una deidad especial entre las personas andinas. Unos 20 m. delante de la puerta de entrada al complejo se encuentra una fuente, cuya base está debajo del nivel del piso. Parece ser que sirvió como recipiente de agua, pues en los laterales se observan dos agarraderas que debieron servir para llevar a cabo baños ceremoniales como forma de purificar el cuerpo. Rompe con la armonía arquitectónica una habitación pequeña ubicada en medio del sector, hecha con paredes de tipo pirka que, probablemente, cumplió funciones de aposento para el tarpuntay o sacerdote encargado de servir los templos.
monumento
Son varios los recintos arqueológicos que podemos encontrar en el término municipal de Lucena. El de Morana es un cerro amasetado sobre el río Anzur, en el que ha habido poblamiento desde el Bronce final, y siguió en época ibérica y romana. Este asentamiento, de primera magnitud, requiere su pronta excavación, así como su posterior protección al verse expoliado continuamente. El de la Cueva del Angel es un yacimiento prehistórico de incalculable valor histórico y científico, por los importantes restos encontrados del Paleolítico Medio. Finalmente, el yacimiento romano de los Tejares está compuesto por hornos de una fábrica de cerámica romana.
contexto
Como parece lógico pensar, el primer foco de atención de las restauraciones habría de ser los recintos defensivos. En este sentido, según escribe el Albeldense, Ordoño I circundó con muros y levantó puertas en ciudades abandonadas de antiguo como León, Astorga, Tuy y Amaya. Aunque no todos los cronistas coinciden en ese abandono de ciudades, sí parecen estar de acuerdo en que la restauración se llevó a cabo en mayor o menor medida. De León sabemos que conservaba grandes edificios, como el pretorio, las termas, parte de la red viaria romana, la catedral, el palacio arzobispal, residencias señoriales y un número importante de monasterios e iglesias. Posiblemente algunos de estos edificios serían reaprovechados en un primer momento y se readaptarían, de acuerdo a las necesidades funcionales. Muestra de esta afirmación que acabamos de hacer es la conversión de las termas de León en aulas regias por parte de Ordoño II, según nos relata Sampiro; o la construcción de una iglesia con dos altares en una torre del muro de la ciudad y un suntuoso palacio en un solar, donde había dos torres, obras ambas que efectuaron el conde Munio Fernández y su esposa, Elvira. Fruto de esa misma reutilización debió ser la instalación de las religiosas del monasterio de Santa Cristina, quienes, al volver de tierras cordobesas -donde, al parecer, habían sido llevadas cautivas-, se instalaron en una casa, donde acomodaron el oratorio. Transcurrido algún tiempo, se acometería la empresa de levantar nuevas construcciones, utilizando en su fábrica materiales, especialmente soportes, vanos, etc., de la obra anterior, para pasar, por último, al acabado y aprovisionamiento de los interiores, así como de los objetos muebles. En este sentido, centrándonos ahora en los templos, las descripciones de ajuares litúrgicos con que se dotan las iglesias en la documentación son tremendamente detalladas. El interés con que se enumeran cruces, capsas, candelabros, luminarias, coronas, patenas, cálices, candelabros e, incluso, vestimentas litúrgicas y de adorno, especificando en todos ellos el material con que están hechos, es algo más significativo. Como no lo es menos la expresión que asiduamente se emplea en la dotación "pro luminarie eclessie", es decir, para la iluminación, adorno o embellecimiento del interior, metáfora que, acaso, esconde una referencia al oro o plata con que están realizados. Los datos hasta aquí expuestos, pese a ser una mínima parte de los documentos, son suficientes para hacernos una idea de la importancia de la restauración llevada a cabo en la décima centuria. Pero, detrás de todo ello, se esconde algo que es imprescindible tener en cuenta: cuando los repobladores se instalan en las nuevas tierras, conocen las formas y técnicas constructivas de los edificios allí existentes, las asimilan y yuxtaponen al bagaje cultural que ya traen de sus lugares de procedencia. De este modo, al neovisigotismo de Alfonso II, perfectamente vivo en Asturias, continuado bajo el reinado de Alfonso III, se une la visión directa de las propias formas hispanogodas que prodiga la arquitectura del valle del Duero. Se produce así una actualización del período preislámico, y es en este proceso donde, como ha señalado I. Bango Torviso, se desarrolla el esplendor creativo de nuestra décima centuria que facilitará después la rápida asimilación del románico.