Se trata de uno de los pórticos que decoran el Parque Municipal de la ciudad. El Pórtico de Stadtpark fue levantado entre 1903-1907por Friedrich Ohmann y formó parte del proyecto de regulación del caudal del río Wien.
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Personaje
Religioso
Político
Fue nombrado Cardenal y ejerció gran influencia como político sobre la monarquía. Inició su trayectoria política como virrey de Sicilia. Gracias a su actuación y otras condiciones favorables, logró la paz en la isla. Estos méritos le valieron su regreso a España, donde fue elegido arzobispo y cardenal de Toledo. Esta situación privilegiada en el estamento de la Iglesia le sirvió para acercarse a la monarquía y convertirse en consejero de Estado con Carlos II en el trono. Portocarrero fue uno de los personajes que más influencia ejercieron sobre el monarca. De hecho, le convenció para que legara a favor de José Fernando de Baviera en un primer momento. Posteriormente cambiaron sus intereses y convenció al rey para que favoreciese en su testamento al duque de Anjou (nieto de Luis XIV). Cuando el duque accedió al trono bajo el nombre de Felipe V, nombró a Portocarrero su primer ministro. El cardenal, a pesar de que ya había llevado las riendas del país como regente como María de Neoburgo, no pudo controlar los problemas económicos por lo que tuvo que pedir ayuda al francés Orry. Debido a esta elección tuvo que enfrentarse a los nobles españoles que se sintieron recelos de que recurriese a un extranjero. Para evitar mayores problemas se decidió enviarle a Toledo para que se hiciera cargo de la diócesis de la ciudad. Enojado con el rey por tomar esta decisión, prestó su apoyo a los austriacos en la Guerra de Sucesión. Pero cuando los galos se apoderaron de Toledo, volvió a jurar su lealtad al rey Felipe. A pesar de su cambio de actitud, fue condenado a abandonar sus cargos públicos y tuvo que pagar una multa.
Personaje
Militar
Encomendado por José de Gálvez dirigir una expedición de colonización de la Alta California, emprendió la misión con fray Junípero Serra en 1769. El doble objetivo era continuar la labor de las misiones jesuíticas y asegurar la dominación española frente a las penetraciones inglesas y rusas que descendían desde el norte. Junto a Serra, fundó San Diego (1769) y San Carlos de Monterrey (1770), exploró el litoral pacífico y descubrió la bahía de San Francisco.
lugar
El origen de esta villa se remonta a tiempos de los romanos, época en que era conocida como Pons Minei, Portus Minei o Paso del Miño.Ya en el siglo IX y X vuelve a aparecer citado como locum Portomarinai. En el año 1120 Pedro Peregrino ordenó la construcción de un puente de 150 metros para salvar el caudal del Miño. A partir de esta construcción se desarrolló el núcleo de población, con sus hospitales y hasta una leprosería. En el margen izquierdo del río se encontraba el monasterio templario de Santa Cruz de Loyo. El puente fue destruido tras las batallas mantenidas entre doña Urraca y su ex marido Alfonso el Batallador. En 1962 el destino quiso que esta villa jacobea quedara enterrada bajo las aguas del embalse de Belesar, del Miño, perdiéndose todos los monumentos que fueron testigos del tiempo de los peregrinos medievales. De esta circunstancia sólo se libraron algunos monumentos, que habían sido trasladados piedra a piedra hasta su ubicación actual. Castroviejo describe de esta forma la vieja villa: "Cuando el embalse baja se ven alucinantemente las casas del viejo pueblo, los muñones de las antiguas cepas, el roto arco implorante de un puente romano..."
contexto
El panorama arquitectónico luso del siglo XVI, aparece dominado por el gótico manuelino, cuya frondosa decoración, en ocasiones, se ordena simétricamente en torno a un hipotético vástago central, a modo de los candelíeri, o permite que entre su exhaustivo desarrollo se incorporen algunos episodios del repertorio decorativo italiano. Esto es, de todos modos, muy limitado siempre, dominando los componentes propios de lo manuelino que, en clara resonancia de las empresas coloniales portuguesas, desarrolla una compleja amalgama de motivos marinos (fauna y flora) y marítimos (redes, sogueado o motivo funicular, instrumentos de navegación, etc.). De todo ello, ya en pleno siglo XVI, es un buen ejemplo el claustro del monasterio de los jerónimos de Belem. La actividad de los arquitectos Diego de Torralva (1500-1566) y Filippo Terzi (1520-1597), ya en el último tercio del quinientos, proporciona algunos ejemplos clasicistas, como el claustro "dos felipes" en Tomar, rotundo en este sentido, o la lisboeta iglesia de San Vicente de Fora que Terzi construye a partir de 1582. Estos y algún ejemplo más, son episodios clasicistas que no concretizan un desarrollo arquitectónico coherente en tal sentido. No existe tampoco una fundamentación o elaboración teórica válida y, en general, el interés por la tratadística es escaso en Portugal. La excepción, lógicamente, es Francisco de Holanda (1517-1584), pintor y miniaturista que, en contacto directo con los círculos de vanguardia en Roma, donde residió largo tiempo, escribió los "Dialogos em Roma" (1538) y "Dialogos da pintura antiga" (1548), en los que alardea de haber sido el primero que, en la Península Ibérica, "escribiese de pintura a imitación de los antiguos". Incorporando numerosos dibujos y proyectos, en 1549, escribe también "Da fabrica que feleçe a Qidade de Lisboa". Su aportación teórica tampoco tendrá consecuencias importantes para las artes figurativas lusas, de significación y alcance meramente locales. La interesantísima experiencia urbanística que, en la Lisboa del siglo XVI, supuso la concreción del Barrio Alto de San Roque, considerado en su momento como "una ciudad que se basta a sí misma", quedará reducida a la pura labor de parcelación de terrenos y trazado de la red viaria, dominados por criterios de regularidad, al no encontrar una respuesta arquitectónica adecuada. Esta sí se dará en Goa (India), base portuguesa del comercio asiático, donde será trasplantada la experiencia urbanística metropolitana que, hasta su abandono en el siglo XIX, estuvo en funcionamiento como organismo urbano válido.
contexto
El largo reinado de Dionís I (1279-1325) representa el apogeo de la casa portuguesa de Borgoña. Su política de reforzamiento regio, común a otros reinos, y el ascenso de las burguesías comerciales atlánticas condujeron al enfrentamiento del rey con el alto clero portugués, secularmente poderoso, y con la alta nobleza. Para consolidar su autoridad, Dionís I llevó a cabo una serie de encuestas (Inquiriçoes) con el fin de conocer mejor el funcionamiento del aparato administrativo y delimitar sus derechos frente a la nobleza. También logró imponer la autoridad real como última instancia de apelación y reforzar la jurisdicción real respecto al alto clero en el Concordato de 1289. Para ejecutar esta política autoritaria contó con el apoyo del estado llano y de la incipiente burguesía, beneficiarias de una eficaz política económica de protección e impulso de las ferias, la minería, la agricultura y el comercio en el Atlántico. Los mercaderes portugueses se asentaron en Flandes, Francia e Inglaterra. En política exterior, Dionís I afianzó la independencia portuguesa respecto a Castilla logrando el nombramiento de un maestre portugués de la Orden de Santiago, fundando una universidad propia en Lisboa ajena a la tutela de Salamanca y creando una orden portuguesa, la Orden de Cristo, tras la disolución del Temple (1314). Desde 1295 intervino en la crisis castellana apoyando a Jaime II de Aragón y los infantes de la Cerda, pero quedó al margen tras lograr de María de Molina la resolución al conflicto fronterizo de los Algarves en el tratado de Alcañices (1297). Desde 1321 el heredero Alfonso se sublevó al frente de parte de la nobleza, lo que dividió al reino hasta la muerte de Dionís I en 1325. Alfonso IV (1325-1357) consolidó la política autoritaria de su padre fortaleciendo la justicia como germen de las futuras instituciones judiciales (Juizes da fora, corregedores, desembargadores do Paço, etc.). En el exterior apoyó las intrigas nobiliarias de don Juan Manuel, cuya hija casó con el heredero Pedro para contrarrestar la política antiseñorial de Alfonso XI. Superada esta crisis en 1338, Alfonso IV fue un eficaz colaborador de Alfonso XI durante la campaña del Salado (1340), en la que participó personalmente. Después tuvo que hacer frente a una compleja lucha contra las facciones nobiliarias, especialmente desde 1345, cuando se repitió lo ocurrido en 1321. En esta fecha, su hijo Pedro se rebeló con respaldo del linaje castellano de los Castro, provocando una nueva guerra civil que sólo terminó al morir Alfonso IV (1357).
contexto
Llamado el Cruel como su homónimo castellano, Pedro I (1357-1367) realizó una política de pacificación interior y fomento de la economía (protección al comercio, construcción naval y acuñación de moneda). En el interior tuvo que ceder ante los concejos en las Cortes de Elvas (1361), aunque extendió y reformó la administración de justicia. Optó por la alianza con Pedro I de Castilla e Inglaterra, situación que se mantuvo hasta 1366. Como su predecesor, Fernando I (1367-1383) tuvo que afrontar la difícil posición internacional derivada de la doble configuración de la economía portuguesa: la nobleza terrateniente quería la alianza con Castilla y las burguesías urbanas atlánticas necesitaban la amistad inglesa para garantizar la seguridad de su comercio. En 1369 fue derrotado por Castilla y obligado a reconocer a los Trastámara en el tratado de Alcoutim (1371). Poco después buscó el apoyo de Inglaterra, lo que provocó una guerra con la nobleza procastellana que arruinó la eficaz gestión económica de Pedro I. Entre 1373 y 1382 siguió oscilando entre la alianza mercantil con Inglaterra y la necesidad de evitar la hegemonía castellana promovida desde el interior por la alta nobleza. Fernando I mantuvo e impulsó la agricultura y el comercio marítimo portugueses. Tras Aljubarrota, Juan de Avis (1385-1433) afianzó la alianza con Inglaterra al casar con Felipa de Lancaster, hija de Juan de Gante. Los enfrentamientos con Castilla no cesaron hasta la paz de Ayllón (1411), por la que Juan I logró consolidar su dinastía y comenzar el siglo XV libre de la hegemonía castellana. La solidez exterior respondía a la estabilidad interior de una dinastía nueva firmemente apoyada por sectores mercantiles burgueses, juristas universitarios y una nobleza segundona de nuevo cuño. Así, la revolución burguesa de 1383-85 acabó configurando un sistema muy similar al trastamarista creado en Castilla. A la estabilidad interior correspondió la trascendente expansión atlántica de Portugal, consecuencia de la fachada marítima del país, la paz con Castilla (salvo en 1448-49, 1474-77 y 1481-84), la necesidad de liberar tensiones nobiliarias y sociales internas, las innovaciones tecnológicas, la búsqueda de una alternativa mercantil para la burguesía y territorial para la nobleza frente al sur peninsular bloqueado por Castilla y la conjunción de la idea de conquista-cruzada peninsular y el espíritu mercantil de origen hanseático (desarrollo de las "feitorias" -factorias~, sistema de explotación mercantil inspirado en la Hansa germánica). Juan I supo aunar esta empresa bajo la órbita de la nueva monarquía mercantil portuguesa surgida de la revolución de 1383-1385, inaugurando una expansión portuguesa que fue punta de lanza de una Europa decidida a romper el cerco de intermediarios y rivales insalvables que encarecían o bloqueaban el intercambio con India, China y los mercados distribuidores indochinos. La exitosa conquista de Ceuta (1415) abrió la carrera expansiva de Portugal en tres direcciones: el Mediterráneo frente a castellanos, catalanes e italianos; Marruecos, objetivo de la alta nobleza; y el Atlántico, objetivo de las burguesías urbanas y parte de la nobleza. Esta primera etapa expansiva supuso la ocupación portuguesa de Madeira (1418-1420) y de las Azores (1427-1432), el paso del Cabo Bogador (1434) y los fracasos en los intentos sobre las islas Canarias.