En verano de 1888 Renoir está trabajando en Argenteuil y Bougival, empezando a superar las tensiones que la había supuesto el llamado periodo seco. Paulatinamente empieza a trabajar con mayor libertad en el paisaje y las figuras como bien podemos apreciar en la Pequeña espigadora. La figura no goza del dibujismo de trabajos anteriores -véase las Grandes bañistas o La trenza- sino que parece envuelta en un halo atmosférico que difumina los contornos. Mientras, el paisaje del fondo recibe el potente foco de la luz natural, enlazando así con las teorías impresionistas. Las tonalidades son aplicadas de manera rápida y empastada, empleando cortos toques de pincel, como si se tratara de comas con las que se organiza la composición a modo de puzzle. Los colores anaranjados, verdes y amarillos dominan un conjunto cargado de armonía y felicidad, características que definen el estilo de Renoir en sus últimos años.
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En 1505 Durero realizó tanto el Gran Caballo como el Pequeño Caballo. Si en el caso anterior, el animal desbordaba los límites razonables de la estampa y se convertía en la viva imagen del poderío físico, en este caso el caballo se adecua perfectamente al marco. Está puesto en relación por un lado con el hombre, el caballero con armadura tras él, y con la equilibrada arquitectura con bóveda de cañón rescatada por el renacimiento de las construcciones romanas. El caballo sirve como nexo de unión y como un estadio más en los niveles de proporciones.En este caballo destacan la belleza de su estampa, la raza y la nobleza, así como el sometimiento a su dueño, con una pata elevada en una bella pose de exhibición. Sería exactamente la antítesis del Gran Caballo que hemos comentado anteriormente.
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El mundo bretón será representado en toda su amplitud por Gauguin; desde la religiosidad con La visión tras el sermón a las danzas con El baile de las niñas bretonas. En este caso encontramos una imagen más popular protagonizada por un joven pastor que contempla su rebaño - precisamente el gran ausente de la obra -. Junto a él, una mujer ataviada con su tradicional gorro recoge leña en una postura escorzada, contrastando con el equilibrio del muchacho. El bello paisaje bretón completa la composición, paisaje obtenido a través de planos paralelos en diferentes tonalidades, que alternan verdes y marrones. Las líneas horizontales de los árboles cortan claramente la disposición horizontal del conjunto, creando un entramado de líneas que organizan la escena. Es destacable el rostro de máscara del joven pastor, introduciendo Gauguin en su pintura importantes novedades como la búsqueda de lo primitivo. Su paleta se ha hecho más triste, pudiendo reflejar el estado de ánimo del artista.
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El políptico nos presenta en la tabla central a la Virgen con Niño, flanqueada por Santo Domingo a la izquierda y Santa Ines a la derecha. Sobre la arquivolta del arco de medio punto que cobija a la Virgen, se sitúan los siete profetas: de izquierda a derecha, Daniel, Moises, Isaías, David en el centro con corona, Abraham, Jacob y Jeremias. La imagen de la Virgen con Niño tiene un tratamiento más monumental que las imágenes laterales. Su fuerte acento decorativo por el tratamiento de los colores y las lineas sinuosas y doradas, como el brazo arqueado de la Virgen donde reposa el Niño de pequeño tamaño, y el fondo dorado, señalan la inspiración bizantina de esta tabla. Sin embargo, habría que señalar que el tratamiento de las carnaciones sombreadas en el rostro y manos de la Virgen y el Niño, manifiestan un interés por conseguir cierto volumen en las figuras, cierte relación emocional indicada entre los dos, Madre e Hijo, con el gesto anecdótico de Jesús tirando del paño blanco que cubre el cuello de la Virgen; todo esto nos habla de los intentos de cierta renovación pictórica de la que es participe Duccio de Boninsegna y que le acerca al maestro Giotto.
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El formato cuadrado será el favorito de Klimt ya que le "permite sugerir el tema en una atmósfera de paz. El cuadro cuadrado se convierte, pues, en un todo universal" en palabras de propio pintor. Este formato será habitual entre los paisajes, pintados todos ellos durante los veranos que el maestro pasó en compañía de las hermanas Flöge, en su casita junto al lago Atter. Estas imágenes de la naturaleza están realizadas a "plein-air" siguiendo la filosofía de los impresionistas, aunque a diferencia de Monet o Renoir, Klimt no se interesa por efectos atmosféricos o lumínicos sino por representar la naturaleza tal y como se presentaba ante sus ojos. El encuadre fotográfico que parecen tener se debe al empleo de un visor, por lo que los perales se adueñan de la composición, en una especie de horror vacui que nos impide ver el cielo y casi anula la perspectiva tradicional, creando una singular sensación de bidimensionalidad en sintonía con la estampa japonesa. La técnica empleada por el maestro austriaco se sitúa en torno al puntillismo de Seurat o Signac, aplicando los colores a base de rápidos y pequeños toques que dominan buena parte del espacio, aunque en la zona de la hierba y los árboles utilice una pincelada más fluida.
Personaje
Científico
Estudió en el Colegio Naval Militar de San Fernando en Cádiz. Trabajó en la Escuela de Ampliación de Estudios de la Armada impartiendo clases de matemáticas. En 1885 comienza a trabajar en un ambicioso proyecto que revolucionaría el mundo de la navegación submarina. Su objetivo era diseñar un submarino con propulsión eléctrica. Tres años después era botado y puesto a prueba. A pesar de que no se presentó ningún problema en su funcionamiento, la Marina desautorizó su desarrollo. Además de éste, a él se deben otros inventos entre los cuales cabe destacar: un acumulador eléctrico, un proyector luminoso y un varadero de torpedos. Destacó también por sus conocimientos de geografía y astronomía. Creó una fábrica de acumuladores eléctricos en Madrid y se encargó de la instalación de las primeras centrales eléctricas.