En 1608 Felipe III le designó gobernador de Jamaica, caracterizándose su gobierno por importantes dosis de autoritarismo, lo que le conducirá a anular el papel del Cabildo. En su juicio de residencia será acusado de nepotismo, cohecho y contrabando.
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Personaje
Militar
Político
Ingresó a los 21 años en el ejército, formándose en la Península Ibérica, regresando a América nueve años después, acompañando a la expedición con motivo de la independencia norteamericana dirigida por Victorino de Navia. Tras la toma de Pensacola en 1781 fue ascendido a teniente coronel. La acusación de traición por parte de algunos compañeros le llevó a tierras norteamericanas, donde se empapó de los nuevos aires independentitas. Se traslada en 1785 a Inglaterra para conseguir apoyos hacia su causa, sin obtener resultados positivos, lo que le encaminó a realizar un viaje por Europa. En 1789 vuelve a Londres y tres años más tarde se traslada al París revolucionario en busca de ayuda, participando activamente en la Revolución hasta 1798, momento en el que regresa a Estados Unidos. En 1806 intenta desembarcar en Ocumare pero la expedición se resuelve en fracaso, refugiándose en la isla de Granada. Desde allí pasa a Barbados, firmando un acuerdo comercial con Inglaterra a cambio del necesario apoyo, por lo que en 1806 toma la ciudad de Coro. La escasa colaboración popular le obligó a huir de la ciudad, regresando a Inglaterra para dedicarse a extender sus ideas independentistas a través de la prensa. La revolución en Caracas durante 1810 le permite regresar a su patria para participar en la Declaración de Independencia y en la redacción de la Constitución. La negativa marcha de la guerra motiva su nombramiento en 1812 como generalísimo con todos los poderes, pero no consigue reponerse de las derrotas sufridas y opta por la firma de la capitulación de San Mateo. Esta actitud provocará que de nuevo sea acusado de traidor por un grupo de oficiales entre los que está Bolívar, siendo entregado a los realistas. Condenado a prisión, será recluido en San Fernando (Cádiz) donde fallece en 1816.
Personaje
Una de las primeras mujeres españolas que se instalaron en el Río de la Plata siguiendo el destino militar de su marido, Sebastián Hurtado, con plaza en el Fuerte de Sancti Spiritus. En las encarnizadas luchas con los indios, cuenta la tradición oral -por no decir casi la leyenda- que el Cacique Mangora se enamoró de ella y trató de raptarla, pero murió de un arcabuzazo. Entonces su hermano Siripo quiso vengarse y la raptó. Sebastián Hurtado fue capturado al tratar de salvarla y al fin los dos fueron ejecutados.
Personaje
Literato
Luchó en la guerra de 1970 y tras diversos trabajos, optó por el periodismo fundando el semanario Les Grimaces junto a Paul Hervein y Alfred Capus. Sus obras se caracterizan por satirizar a la burguesía, e incluir un fuerte contenido social con un estilo naturalista. Entre sus obras teatrales destacan: Los negocios son los negocios (1903) y El hogar (1908) y de sus novelas: El jardín de los suplicios (1899) y Diario de una camarera (1900).
obra
Al igual que en Tu que no puedes, Goya vuelve a hacer referencia a las pesadas cargas que tiene que soportar el pueblo, manteniendo a la nobleza ociosa y al clero. Las figuras han tomado evidentes referencias animalísticas, convirtiéndose en borricos y aves rapaces.
Personaje
Político
Permaneció en el reinado durante trece años. Apoyó a los vascones en la lucha contra Leovigildo. En consecuencia, se inició una guerra propiciada por el monarca visigodo, al pensar que la actitud de Miro podía perjudicar la unidad territorial. En el año 579 el rey suevo, para molestar de nuevo a Leovigildo, secundó la rebelión de Hermenegildo. Sin embargo, no pudo hacer frente al visigodo y se rindió. A su muerte, su hijo Eborico ocupó el trono.
Personaje
Literato
Compartía con Juan Valera su oposición a las teorías que establecían una rígida división de los géneros literarios. En sus composiciones, Miró emplea escenas que luego enlaza, al tiempo que se aprovecha de los recursos que evocan los sentidos. A esa técnica literaria se le ha denominado fragmentarismo, estilo que se ha ligado al cubismo. Obras como "El humo dormido" son un ejemplo de ello. Además a él se deben otras novelas como "Figuras de la Pasión del Señor", "Libro de Sigüenza" o "El obispo leproso". Este último provocó tal escándalo que le impidió ingresar en la Real Academia de la Lengua.
Personaje
Escultor
Pintor
Joan Miró comienza sus estudios sobre pintura en la Escuela de la Bellas Artes de la Lonja (1907), en la Escuela de Arte Francesc Galí (1912) y en el Círculo de San Lucas. Tras realizar su primera muestra individual en las Galerías Dalmau (1918) de tinte fauvista y cubista, marcha a París en 1919. Allí conoce a Tzara y Max Jacob y asiste a eventos dadaístas. En 1921 se estrena como pintor en París, exponiendo en solitario en la Galerie La Licorne. Al año siguiente, ingresa en el "Grupo de la rue Blomet" junto a André Masson, Artaud y otros. Más tarde, durante un viaje a Montroig, comienza a pintar unas obras que se alejan de su primera etapa donde los elementos se reducen a signos en un ambiente real e imaginario. De este periodo destacan obras como La masía (1923), La tierra arada (1923), El cazador (1923-24).En 1925 se introduce en el mundo surrealista parisino, interviene en sus actos y exhibe obras con ellos. Tres años más tarde, viaja a los Países Bajos de cuya estancia recuerda en Interiores holandeses al mismo tiempo que es nombrado por Dalí, Gasch y Montanyà en su Manifest Groc.En los primeros años de la década de los 30, sufre una grave crisis creativa que le lleva a abandonar la pintura por el dibujo y el collage, comenzando la serie de las llamadas "construcciones" realizadas en tres dimensiones. En 1937 participa con sus obras en el pabellón de la República Española en la Exposición Universal de París.En los años cuarenta, Miró vuelve a España como consecuencia de la invasión nacionalsocialista en Francia, instalándose en Palma de Mallorca. Allí continúa la serie ya iniciada en Verangeville, Las Constelaciones, en donde consigue huir de la realidad y encontrar la libertad en las combinaciones que le sugieren el cielo y las estrellas. A mediados de esta década y hasta bien entrada la otra, inicia una fuerte relación con el ceramista catalán Lloréns Artigas, de cuyo trabajo en común saldrán obras tan conocidas como el Mural del Sol y la Luna para la sede de la UNESCO en París. Pero no será hasta los años 60 cuando la cerámica ocupe todo su tiempo; afición que será suplantada por la escultura a finales de los 60 y comienzos de los 70.
contexto
En 1914 Chirico había dicho: para que una obra de arte sea verdaderamente inmortal debe salir de los confines de lo humano, abandonar el buen sentido y la lógica, y así acercarse al sueño y a la mentalidad infantil. Casi todos los surrealistas se decidieron por el sueño; sin embargo, Miró se acercó a la mentalidad infantil, porque ése es el territorio del juego. El juego es una auténtica manifestación del inconsciente y, a través de él, se pueden burlar los límites de la razón. El mundo de Miró es el del niño antes del adulto, antes de la educación que reprime y censura; el mundo antes de la historia, en el séptimo día de la creación, como escribió Moreno Galván. Un mundo que tenía puntos de contacto con el de Klee, al que descubrió en París, en una pequeña galería: "Klee me hizo sentir que en toda expresión plástica había algo más que la pintura-pintura, que era menester ir más lejos para alcanzar zonas más conmovedoras y profundas". Los dos se encuentran escarbando debajo de la cáscara de la realidad para encontrar una realidad más pura.Joan Miró (1893-1983) era un catalán que había pasado por el fauvismo y el cubismo, y que fue a París en 1920. Allí conoció a André Masson, vecino suyo en el taller de la rue Blomet, y con él entró en el círculo de los poetas que pronto serían surrealistas: Leiris, Desnos, Artaud...; un círculo que le interesaba mucho más que el de los pintores. "En contacto con los poetas surrealistas comprendí una cosa, y eso es precisamente lo que cuenta para mí del surrealismo: la necesidad de trascender la pintura", escribió más tarde, mientras opinaba que los pintores eran gente preocupada sólo por su oficio. Ya antes, en 1917, fue eso lo que le atrajo de Picabia y Apollinaire, a los que conoció a través de "391", en Barcelona, que la pintura no consistía solamente en problemas plásticos. Con los poetas, y pronto con Breton, da un giró radical a su pintura; abandona el catálogo minucioso y preciso de seres y objetos que por entonces constituía su universo (La masía, 1922, Nueva York, colección particular) para ir a la búsqueda de lo esencial, depurando cada vez más su vocabulario formal. Desde ahí, por un proceso de desaprendizaje, como le ha llamado José Hierro, pasa de un dibujo previo complejo -y realista- a una reducción de formas y líneas sencillas (El cazador, 1923-4, Barcelona, Fundación Miró; La siesta, 1925, París, Centro Pompidou); pasa de las figuras a los ideogramas y los signos; de un trazo sabio, adulto y serio a otro ingenuo, infantil y lúdico. El cuadro entonces no es fruto de una escritura automática, sino de esta estudiada simplificación, aunque él hablara de las alucinaciones que le producía el hambre cuando pintaba El carnaval de Arlequín, en 1924 (Buffalo, Albright-Knox Gallety).Presente en la primera exposición surrealista, había hecho otra unos meses antes en la galería Pierre, presentada por Péret, que fue un acontecimiento. Miró es el primero que pone imágenes al surrealismo, el primero en encontrar un vocabulario surrealista, pero absolutamente personal. A partir de 1925 empieza a cubrir el fondo de algunas de sus telas con un solo color, aplicado con pinceles o con trapos -dejando una superficie irregular-, y sobre ese espacio pictórico, no ilusionista, que no debe nada a la perspectiva tradicional y todo a la pintura, deja que floten formas y líneas que sólo pertenecen a su mundo: "Empiezo a pintar y a medida que lo hago, la pintura empieza a afirmarse o a sugerirse por la acción de mi pincel. Mientras trabajo la forma se convierte en signo de una mujer o de un pájaro. El primer estadio es libre, subconsciente" (aunque no el segundo, que siempre sometía a la razón). Desde entonces permaneció ligado al surrealismo, pero en una postura independiente, sin ser un surrealista modelo ni firmar manifiestos, al margen de las polémicas, porque no era hombre de cafés y discusiones, como él mismo decía, y no le atraía el pequeño mundo que rodeaba a Breton.El contacto con los poetas es el fermento más fértil durante toda su vida -"no hago ninguna diferencia entre pintura y poesía", decía -, y entre 1925 y 1927 hace cuadros-poema, como L'Addition (París, Centro Pompidou), basado de manera muy libre en un texto de Jarry, en los que se entrega al puro placer de ocupar el espacio: colorear, trazar o escribir, como en Ceci est la couleur de mes rêves (Madrid, CARS). Pero la literatura para Miró, lo mismo que para Ernst, no es algo a copiar o a reproducir en el cuadro; con ella construye sus propios poemas, y aunque ilustre textos ajenos a lo largo de toda su vida, no es un mero ilustrador; entre sus cuadros y las palabras de Paul Eluard o de Leiris hay un contacto muy estrecho; pertenecen al mismo mundo, hablan el mismo idioma.Lo mismo que Ernst, Miró hace del acto de pintar una actividad surrealista: "Cuando me coloco delante de un lienzo no sé nunca lo que voy a hacer; y yo soy el primer sorprendido de ver lo que sale". Y en otro lugar decía: "Cuando empiezo una tela, obedezco a un impulso físico, a la necesidad de lanzarme; es como una descarga física...", que le fatigaba y le dejaba exhausto. Dispuesto a asesinar la pintura en 1930, construyó objetos poéticos con materiales de desecho, destapando asociaciones imprevistas, irónicas y cargadas con una enorme capacidad de sugestión, como el Personaje, de 1931 (Barcelona, Fundación Miró), hecho con una percha, un paraguas, unas flores y fuertemente sexuado, como el Supermacho de Jarry. Otras veces estos objetos le servían de base para posteriores esculturas, fundiéndolos en bronce (muchos años después, en los sesenta). Utilizó procedimientos cercanos a los de otros surrealistas: a veces, en los años tinta, se inspiraba en collages casuales o en objetos mecánicos reproducidos en revistas, como La reina Luisa de Prusia (1929, Barcelona, Fundación Miró), basada en una bomba de agua que vio en un periódico. Inquieto como Ernst, experimentó siempre con técnicas diversas: escultura, cerámica, tejidos, litografía, escenografía...Breton, consciente de que Miró pasaba por ser el más surrealista de todos ellos, le reprochaba la falta de química del intelecto que encontraba en André Masson, y Aragon hablaba de sus armonías imbéciles. Sin embargo, el mundo de Miró es más complejo de lo que los surrealistas pensaron, como el mundo de los niños es más complejo de lo que habitualmente se piensa. La pureza infantil a la que Miró se remite es pureza en sentido químico, para el bien pero también para el mal. Y sólo desde ahí se puede explicar la vertiente oscura, violenta, cruel, aterradora, que determinados aspectos como el sexo toman en la obra de Miró. Mujeres con sexos hipertrofiados, amenazadores, de los últimos años treinta o esculturas de grandes diosas prehistóricas de un culto a la fertilidad, parientes de la Venus de Willendorf.Miró participó en la decoración del pabellón de la República española en París en 1937 con El segador, una pintura de gran tamaño realizada sobre un panel de celotex y hoy perdida. Ya en los años inmediatamente anteriores a la guerra civil su pintura se volvió salvaje tanto en los colores y la forma de aplicarlos como en las formas, los temas e incluso los soportes (utilizó la masonita); en muchas de estas pinturas salvajes, entre 1934 y 1936, Miró se muestra muy próximo a la fauna pétrea y escultórica del Picasso surrealista. Durante la Segunda Guerra Mundial, y bajo la sugestión de la música, empezó a pintar en Francia la serie de Las constelaciones, que acabó en España. Instalado en Mallorca desde 1940, en el exilio interior, Miró fue ignorado mucho tiempo por su país, pero sirvió de modelo y de excitador a su vez de la vanguardia que intentaba resucitar en España después de 1939 y su ejemplo para los catalanes y en concreto para Tápies fue decisivo. Pero ya antes sus pinturas del sueño, como las ha denominado Dupin, entre 1925 y 1927, fueron un punto de referencia obligado para los jóvenes españoles de la Escuela de París.Miró -como Julio González y Giacometti- es imposible de clasificar dentro del marco estrecho de un movimiento artístico. Los tres aparecen como personalidades fundamentales en las primeras vanguardias, pero su sombra llega a las segundas y allí juegan un papel de primera fila.