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MEMORIAL 29 Señor. El Capitán Fernández de Quirós. Vuelvo a mi tema y digo que por la mucha desorden que ha habido en las Indias están hoy tan arruinadas, cuanto yo sé y se sabe sin saberse el paradero que tendrán por no se hallar el remedio, y que en ellas descansa España sus esperanzas. La Austrialia del Espíritu Santo, que V.M. fue servido mandarme la descubriese, su gobierno está sin principio y puede ser regular. De sus naturales no falta uno y todos por instruir, y la tierra por desnatar de todas las riquezas que tiene, que son tres cosas sin precio. Señor, pues tanto importa ver poblada. Recuerdo que en la presteza está la ganancia y que es causa porque se debe echar el resto y podría ser viniese tiempo que obligase a más y no valiese. Dios hizo a V.M. Rey poderoso y le ha dado y da en el Perú tantos millones de oro; gaste V.M. un solo medio por Señor que tanto puede dar y quitar, tan fácil lo uno como lo otro. Yo sin ser el de la obligación forzosa, cuando (a)cometí tal grandeza no la regalé con mis fuerzas, ni con mi bolsa, ni con mis nadas, sino con el poder y providencia de Dios, que no me ha faltado ni ha de faltar en cuanto yo no desdijere. Si V.M. se ha de servir de enviarme a trabajar, recuerdo cuanto tiempo he menester para buscar las piedras mayores y han de ser los fundamentos sobre que se ha de armar aquel tan grande edificio, y otras muchas personas de arte y prácticas todas bien necesarias para que de una vez se levante, porque de muchas ni a la obra ni a V.M. conviene. Si se teme que el dinero hará falta en España, también se deben temer los grandes daños y el costoso y dudoso remedio que puede haber, y considerar que por este tan poco precio se compra no menos que un nuevo mundo, con tantos sus bienes de cielo y tierra, y que ningún más bien gastado. Estime V.M. cosas tan grandes y tan altas que tanta fuerza hacen en su favor, y este esclavo que tantas y tan buenas muestras tiene dado y tanto da y no pide nada para sí y que ha de ladrar y asistir hasta vencer o morir, porque no se puede persuadir que a tal causa y a tal hombre los dejen aquí perder por no gastarse 500 mil ducados por una vez en el Perú, que es lo mismo que en España 62 mil 500.
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MEMORIAL 3 Dos sin ésta son las veces que en nombre de S.M. pedí a V.E. me enviase a descubrir las partes de sudueste y poniente y en ellas he dicho los motivos que tanta fuerza me hacen para no dejar desierto negocio de un bien tan alto y tan general, y aunque en razón desto tengo sabido la determinación de V.E., sírvase V.E. decir. La mía la vendo con lo demás por verdad. Bien creo V.E. creerá cuanto procuro obligar con lo que... y no quisiera negociar con tantos ruegos en caso que entiendo ser muy bregado, salvo si es debida suerte a descubridores comprar sus hechos a puras inportunaciones pues por esta puerta entraron tan singulares varones cuanto lo han sido Cristóbal Colón y Fernando de Magallanes, y si los dos por su constancia han merecido ser perdonados y oídos de justicia, ya se debe a mi porfía, buena acogida y breve despacho, y si por éste a V.E. doy prisa, es por sólo que quisiera ser la persona que tan grande servicio hiciese a Dios. Para principio de paga de mi tan mala vida que no se cuánto durará ni cuándo en estos Reyes habrá quien tanta merced me haga, y por la mucha prisa que para remediar males mayores y lejos es menester y prisa alguna ha de haber y ésta no sé quien me la da pues me traen tan inquieto, suspenso y desanidado que de todo lo que a mi toca estoy olvidado. Duélase V.E. de criaturas tan hermosas como allí vi cierto indicio de las muchas más que debe haber con tan ciertos daños de sus almas que si no saben el camino de su salvación es por falta de quien se los muestre; esta tan grande y tan piadosa obra es muy barata y muy rica y cita a muy grandes envidias, de lo que se ve en estos Reyes, ganado por descubridores porfiados y también lo grande, confianza en Dios de grande y muy buen sujeto, pues la causa es suya y cuanto quiere hacer tanto puede, advirtiendo que sólo pido por premio el nombre de solicitador y buscador de aquellas tan remotas tierras, que dellas se debe de pensar que como estas que pisamos han tributado a España tantos millones de bienes y de oro y han recibido en sí a tantos desacomodados españoles, recono-ciendo el beneficio que de España recibimos que podría muy bien ser que fuese acá tanto y más, pues el que crió éstas crió aquellas, y aquellas si las hay es fuerza en mi opinión ha de ser muy buena, hasta que la vista desengañe. Bien creo que V.E. habrá bien mirado este caso como el mismo lo está pidiendo, pues es el de más consideración por mejor noticia que se ha tratado en esta ni en otras cortes en tiempo pasado ni en presente y si V.E. en lo que tiene propuesto siente duda y fuere servido de satisfacerse en forma, mande V.E. venir a su presencia a todos los pilotos y otras personas que entiendan el arte de navegar y estando juntos yo mostraré desta aprensión los fundamentos y los frutos que promete. Yo pedía V.E . un pequeño navío con gente toda de mar y esto acomodándome a lo que me ha mostrado el tiempo y si ha parecido mucha la costa a esta mi petición, redúzcase a un barco con veinte hombres, advirtiendo bien que para mi ánimo y para tal fin ninguna cosa es poca pues basta ser cosa de la honra de Dios y de... real y salvación de tantas almas y tan grandes aprovechamientos de nuestra nación española, para que todo se me haga fácil. Advierta V.E. que todo cuanto tengo y cuanto valgo y puedo valer ofrezco al caso y que digo que la honra cuando la lleve y no se deje la obra y que yo con el trabajo quedaré pagado y contento y más haré si se me pide que a más se extienden mis deseos. Recuerdo que esto lo han de hacer hombres y que los pasados fueron hombres y que yo soy hombre que todo lo que es propio lo desprecio, por conocer desta empresa su gran precio, porque la amo y la quiero y fíe V.E. de mí que soy testigo de vista y que me tengo bien mirado en lo que digo y que todo me ha parecido convenirme para descargo de mi conciencia, y si todo no bastare y me quedare con tiempo y dinero gastado, que son dos cosas. Otras dos de ganar forzosamente es, a saber, con Dios el precio de mis deseos y conocer el valor de mis pensamientos, y tengo de perder otras dos que son la quietud y el contentamiento en cuanto no me viere ocupado en aquel descubrimiento y ser tan contino. Son efetos de mi buena voluntad que en todo está rendida a la de V.E., la cual Dios muestra como convenga para acertarse en cosa de tanta honra y gloria suya. V.E. me perdone porque yo entiendo que mucho mejor maña me diera a hacer mucho más de lo dicho, que no me doy a ordenar estos mis memoriales.
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MEMORIAL 30 Señor. El Capitán Pedro Fernández de Quirós. Suplico a V.M. sea servido hacerme merced que pues se está viendo cómo se ha de dar principio a una causa tan pía y ta importante como aquí trato, sea leído y bien considerado todo este memorial, con el cual cumplo con lo que debo a mi conciencia y al servicio de V.M. Tiénese por cierto que cuando se descubrieron las Indias del Occidente, había en ellas treinta millones de naturales. Digo, pues, que si el particular interés y la inadvertencia conque se dió principio a obra tan singular, diera lugar a que fuese buscado el modo que se debía para atraer y enseñar aquellas gentes a gozar de los bienes de ambos géneros, y por vía de conveniencia diera cada uno de ellos un solo ducado de feudo, habiendo dado y dando hoy de cuatro a once, sin los demás que por otras vías les quitan, y de muchos se aprovechan del servicio personal de toda la vida, que V.M. tuviera hoy 30 millones de renta, y que gastando los diez en acomodar los pobladores y ministros y en tan gran beneficio espiritual y temporal de los mismos, como se deja entender que daban a V.M. 20 millones cada un año, y éstos, Señor, se han perdido muy de atrás y se perderán adelante sin remedio. No se debe tener por mucho el número referido, pues yo mismo vi escrito en un convento de San Francisco que está en un lugar que se dice Suchimilco, cinco leguas más acá de México, que sólo los frailes de su orden en aquella comarca bautizaron 16 millones, y estos con los que bautizaron todos los otros sacerdotes, y con los que no se bautizaron, y con 14 millones que se dice había en las islas Española, Cuba, Jamaica, Puerto Rico y otras, con todos los del Pirú, de quien (?) se cuenta que cuando Pizarro encontró con el Rey Inca, traía consigo tantas gentes que cubrían los campos de Cajamarca, y que por ser tantos los hacía acarrear tierra de muchas leguas a los hombros para sus jardines y huertas, y juntamente grandes piedras para palacios y fortalezas, y los hacía hacer caminos de 300 y más leguas, de paredes y calzadas, y los ocupaba en otras muy grandes y desnecesarias obras, a fin de sólo divertirlos, y que sólo en la guerra civil de Pizarro y Almagro se consumieron siete millones, que juntados con los indios de Chile, Césares, Paraguay, Tucumán, todas las vertientes de la otra banda del río de la Plata, Santa Cruz de la Sierra, Moxos, Chunchos, Chiriguanos, Andes, Cachapoyas, Quito, Popayán, Nuevo Reino de Granada, Venezuela, llanos y sierras de entre los dos ríos del Orinoco y Marañón, todo el Brasil, Tierra Firme, Nicaragua, Guatemala, Honduras, Campeche, Florida y las tres nuevas provincias de Galicia, Vizcaya y México, y otras muchas, con más todos los indios, que están ocultos, parece que bien podrían ser 60 y muchos más millones dellos, pues sólo las dos partidas es, a saber, los que bautizaron los religiosos franciscanos y los que había en las islas referidas, suman los 30 millones, y debe ser creído el dicho número pues se dice que la China, con ser tantas veces menor provincia que la América tiene hoy vivos 60 millones de hombres. El descubrimiento de estas Indias ha 117 años que se hizo y según el orden natural (dejo el cuidado), aquellos indios habían de ser hoy más de 100 millones Bellos, con que la tierra es capaz para se poder estender y sustentar todos en ella, y por esta razón pudiera bien V.M. tener hoy de renta cada un año, a ducado por hombre, 100 millones de ducados, sin otros muchos que habían de proceder de los quintos de las minas que habían de labrar, y de los grandes derechos del contrato y trajín unos con otros, y de las limosnas de las bulas de la Cruzada a dos, 4, 6, 8 y más reales y pesos. Dejo los grandes diesmos de plantas, sementeras y crías y otros muchos provechos, que todos se dejan ver y palpar, habiéndose buscado un buen modo, y éste le hubo y le hay. Y no parezcan muchos estos millones, pues se dice que el rey de la China tiene hoy de renta cada un año 150, y otros dicen 170, millones de oro, y de que gasta los cien y atesora los demás, con no saberse que tenga aquella su tierra, como tienen las Indias, más de mil leguas de minas de plata, sin el oro, perlas, esmeraldas y todas las otras riquezas que tiene, y las que más pudo tener con la industria, habiendo como hay en la tierra tanto aparejo de todo lo necesario para lo que está apuntado. En aquella América una tierra de 8 o 9 mil leguas de circuito, sin tener vecindad de las naciones que saben inquietar las ajenas y perturbar buenos intentos; y con esto y conque a sus naturales los hubiera doctrinado en el modo que pudo ser, demás de que todos supieran ser buenos cristianos, estarían tan disciplinados y expertos en todas artes y ciencias, que por si solos se pudieran conservar y defender de toda ofensa y persecución que se intentara contra ellos, lo que no han sabido, ni podido, ni podrán hacer por falta de ojos, manos y corazón cursado, con advertencia que por cualquier vía que se guiare este punto estaba a ellos y al bien y a V.M. muy a cuento. Mucho he dicho y mucho más pudiera decir pues la falta de enseñanza y maestranza y modo de conservar ha sido la causa de acabarse tantos millones cuantos testifican ellos y nosotros, y los desiertos de aquellas sus tan grandes tierras, adonde se ven hoy los pueblos arruinados, sirviendo las casas dellos de nidos de pájaros, telas de araña y cubiertos de yerbas. Esto dejo porque lastima, y digo que sobre lo dicho se haga una regla de tres, del más a más, y sumado se hallará que la ofensa que se hizo a Dios y a V.M. y a ellos, no hay con qué compararla. Bien pudieran estar hoy aquellos reynos tan floridos y colmados como voy representando, y sus naturales mucho más políticos de lo que los pinto, para cuyo trato y gasto fueran menester más ropas y cosas de lo que labra y produce Europa, conque serían tantas y tan crecidas y continuas las armadas y flotas, tan grandes los derechos reales, sin los apuntados arriba, tan buenas las correspondencias y tanto el poder por tierra y mar, que no hubiera nación, por feroz y valiente que fuese, que se atreviera a acometer navío español, habiendo hecho presas de muchos millones de oro y muchos y muy notables y duraderos daños en mar y tierra; ni menos habría quien se atreviese a intentar ni ofender cosa que fuese de España, y podría muy bien ser que viendo V.M. una tan grande grandeza, y tantos bienes y riquezas espirituales y temporales, no sólo V.M. hiciera mucha cuenta de las Indias, sino que por razón de Estado gustase de ir a reparar y asegurar sus tan extendidas provincias en ya gran distancia, y siempre ausencia, ha sido causa de la falta y perdición de tan infinitos bienes y ruinas de venideros. Cuéntase por maravilla las riquezas del rey Creso, y por asombro del mundo un millón y doscientos y cin-cuenta mil hombres que traía Jerjes en su ejército, que comparado a lo que dicen estos capítulos parece que viene a ser lo mismo que es la sombra con el cuerpo. No tan solamente aquellas gentes podrían ser tan buenas para sí como está dicho, sino que con un poco de las sobras de tan gran poder y riquezas, y con el grande aparejo que tienen en una y otra mar, hacer y armar mucho número de naos con que defender y vengar a España y a la provincia y reinos de su corona más lejanos, de tantos sus enemigos de que está cercada y amenazada, esperando ocasión para dar golpe. Y no fuera necesario, pues, con los muchos millones de oro que tenía sobrados de los que habían de dar las Indias, no sólo bastara a defenderse de todos sus enemigos por poderosos que fuesen, sino a ganar al turco y moro lo que tienen, y liberar la Tierra Santa, conque recuerdo que todo lo que es posible a los hombres puede el dinero. Pudieran más aquellas gentes defender la Iglesia de Dios y hacer que con muy grande gloria suya triunfase de todos cuantos rabiosamente persiguen; y no sólo esto, sino crecerla, de tal manera que en toda la redondez de la tierra sabida y por saber, fuera Dios Nuestro Señor conocido, creído, adorado y ser de todas sus criaturas, y todo esto se hiciera mucho mejor siendo guiados, acaudillados y ayudados de los nuestros, o por más propio decir, de Dios, que es tan poderoso para hacer por medio de aquellas gentes mucho más de lo que digo, como lo ha sido y es para hacer cuanto ha hecho, hace y se espera hará por medio de los pocos españoles, a los cuales se les había de seguir muy grande gloria, habiendo sido sus maestros, como a Santiago y a sus discípulos por haber sido de los españoles. España, en tiempos pasados, fueron (como) Indias de Fenicios y romanos y las fuerzas y agravios que sus naturales padecieron fue la causa no ser tan sabios ni práticos como son agora; y adviértase bien este punto y estos otros que se siguen. Los indios Chichimecos de la Nueva España se mostraron tan briosos y valientes que nunca jamás los nuestros con armas de mucha ventaja, y caballos, los pudieron conquistar, a cuya causa se apaciguaron a partido hecho bien a su salvo. Los indios guajiros de las sabanas de Orino del río de la Hacha se defendieron tan vale-rosamente de los nuestros que nunca fue fuerza concederles la paz con la libertad que pidieron. Los indios araucanos o chilenos, por redimir un mal trato, se han de defender y defienden con raros esfuerzos y daño nuestro, como se está experimentando; y lo mesmo se puede decir de los pijaos, cumana, goros y los de Nirgua, que no los pueden pacificar, siendo todos ellos pocos y faltos de armas de fuego y hierro, y de la disciplina militar, y de otras muchas cosas que convienen en estos tiempos de agora para defender y ofender. Quiero decir que son hombres en quienes cupieran bien toda buena disciplina, como saben ser soldados y marineros a su modo, y juntamente escultores, pintores, plateros, escribanos, músicos, ministriles y todos los otros oficios que les mostraron. Y finalmente digo, Señor, que cuando aquellas gentes no fueron hoy más que solos los 30 millones referidos, que se podía hacer muy bien cuanto está dicho, y que fuera tanta la ventaja de los provechos apuntados cuanto hay de menos de dos millones de indios domésticos que hoy viven y no visten ni calzan, a los 30 millones que había cuando su descubrimiento, que habían de gastar como políticos, y aunque no lo fueran sería aquella tan gran cosa como buena. Parece que está bien representado el número de indios que tenía la América y sus islas cuando luego se descubrió, y el grande crecimiento y buen estado que pudieron tener y no tuvieron, y el malo que tienen hoy, y el poco remedio, y que este daño así de atrás como de presente y venidera, en los bienes de almas y cuerpos y pérdidas de dinero, es incontable. Y apretando más este punto digo que si aquellas tierras y gentes fueran descubiertas hoy y hubiera para con ellas el debido amor y cuidado, que más fruto para cielo y tierra se habían de coger en diez años de los venideros, que en todos los 118 pasados, y que con crecidísimas ventajas durarían en cuanto el mundo durara y esto serviría de escarmiento. Señor, es tanto lo que pudo valer cuanto está dicho, aunque fuera la mitad, tercio o cuarto, y tanta la fuerza que me hace toda junta la pérdida de tantos bienes y la ganancia de tantos males, y tanto el cuidado vivo en que vivo, y tanto el temor que tengo de que mi causa, cuya grandeza, bondad y valor conozco, no venga a otro tal paradero, que por esto me atrevo a volver y recordar que las causas bien fundadas son de mucha duración y no fáciles de desbaratar, y que las mal fundadas son muy malas de reformar y que siempre están con peligro de acabar mal. Y es mi tema que si no hay en el fundar muy gran concierto, que será desta lo que fue de todas las otras fundaciones, cuyos pobladores parece que no tuvieron más esperanzas de bienes que en los males que hicieron a tan gran número de gente; y que lo que en la América se ha perdido, se debe y puede ganar (todo por amor y nada por fuerza) en la Austrialia del Espíritu Santo, a quien muy humildemente suplico defienda aquellas sus tan grandes y buenas tierras, guíe las entes dellas, de tal manera que ninguna pierda el camino y en todo acertemos todos para su más honra y gloria y de V.M., y este es el blanco a donde apunto y tiro, ora se crea, ora no se crea. Si bien se mira hallarse hecha, que guardó Dios para que se defendiera a la postre las mejores de las tierras, grandes, fértiles, sanas, con muchas comodidades para la vida humana y pobladas de muchas y muy buenas gentes, y a donde se ha visto oro, plata, perlas, especierías y otras muchas riquezas, como recuerdo que si no son ellas no veo otras que puedan desempeñar a España y durar por el buen modo que se pretende de su gobierno. Advierto, Señor, que cuanto más vale la menor cosa de cuantas están dichas en este y otros papeles, con más las conveniencias que obligan por este medio a la conservación de todas las otras tierras de que V.M. es Señor y un hombre de buena voluntad y que sabe advertir lo que se oye, y desea con el favor de Dios hacer más todo de balde, y a quien se debe el premio de sus servicios y no le pide a trueque de que se haga a Dios un tal servicio, y a aquellas almas los bienes de que carecen, que no los 500 mil ducados que por una vez se han de gastar en el Pirú, a donde sobran tantos millones y hombres, que son los dos géneros conque se puede hacer aquella población que pido, cuyo retorno puede ser luego de tal manera que España respire y se aliente. Gane V.M. tantos mil bienes y dones espirituales y temporales con tan pocos dineros como 500 mil ducados que son en el Pirú 62 mil quinientos, pues en él se estima un ducado que en lo que aquí un real sencillo. Y cuando, Señor, allá faltara dinero, se debía enviar desde aquí, como lo dijo Su Majestad del Rey nuestro Señor, que está en el cielo, que cuando en México faltara plata para proseguir la conversión de Filipinas, enviaría del dinero más parado de España, y que es de advertir que nunca jamás le ha faltado. También advierta V.M. que es obra la mía porque se deben vender las joyas y echar el resto, cuanto y más que con las migajas que sobran se puede hacer aquel grande y señalado servicio de Dios y de V.M.: conversión de infinitas gentes y bienes que no sé cómo lo signifique aquí. Señor, Señor, si Sor grandeza, cuál mayor que poblar un Nuevo Muno? Si por riquezas, cuáles más que las que promete, estando por desnatar en tierra y mar? Si por fama y gloria, cuál más eterna? Si por el beneficio público, cuál más universal ni de más bienes? Si por ocupar la gente sobrada del Pirú, cuál aparejo mejor? Si por ocasión, cuál más propia ni cuál más buena? Pues fui, vi, vine y sé a donde están las tierras que descubrí y pido su población a V.M. que es rey y Señor tan poderoso? Si por Dios, cuyo es todo, y por cuyo amor se debe gastar y asegurar lo que él mismo tiene dado y ha de dar, cuál mayor ni más lucido servicio que atraer un tan copioso número de criaturas al conocimiento de su criador con tan justos medios apuntados y con los que se han de buscar, siempre más justos, estando el pie de la obra? Recuerdo a V.M. cuantas son las armadas y flotas que han ido a las Indias y venido dellas después que estoy en esta Corte, y cuánto es lo que por la tardanza se ha perdido, y cuánto lo que más se puede perder si más se tarda, y que la flota de Tierra Firme está despartida, y cuánto es lo que tengo que aprestar, caminar y hacer, y que ningún tiempo es breve a quien padece y sabe que se pierde la cosa que tanto amo y tan caro me ha costado y ha de costar, y mucho más sabiendo el peligro que corre por enemigos visibles y invisibles. Por todo lo cual suplico a V.M. sea servido hacerme merced de mi despacho y que éste sea medido a la grandeza de tal causa, y con la presteza que piden todas sus necesidades y mis deseos, pues ya es tiempo que yo la reciba, siquiera por lo que a V.M. importa.
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MEMORIAL 31 Señor. El capitán Pedro Fernández de Quirós. Demostrar a V.M. y al mundo cuanto desea y procura la más honra y gloria de Dios Nuestro Señor en la población que V.M. manda que yo vaya a hacer en las tierras que de la parte Austral, por orden de V.M. descubrí, para la predicación del Evangelio y conversión de todos aquellos gentiles naturales dellas. Lo tengo por bastante premio de mis trabajos, yo, Señor, y doy infinitas gracias a Dios pues veo esta grande y pía causa libre de tan grandes riesgos como hasta aquí le vi correr; y las doy a V.M. por esta merced tan alta que acepto con toda la humildad posible, y con ánimo muy de atrás determinado protesto de en prosecución de su fin hacer todo cuanto pudiere por dar la buena cuenta que debo a Dios y a V.M. de la confianza que de mí se hace, y por primero, advertencias siguientes: La cédula de V.M. recibí de mano del secretario Gabriel de Hoa, a 18 de diciembre de 1609, y en ella V.M. manda al Virrey del Pirú que me dé despacho, de cuya forma advierto su confusión y el peligro; y digo que si V.M. manda al Virrey que acuerde conmigo lo que pareciere convenir, con gasto de los 500 mil ducados que pedí, dando al Virrey las libranzas dellos, y distribuídos todos por mi orden, sin que entre en mi poder tan solo un peso, yo haré los tanteos y reparticiones, buscaré los géneros, haré los precios, enviaré las partes donde se puedan comprar, tan buenos como baratos, y ahorraré los fletes con los navíos de mi cargo; en suma, yo buscaré los hombres a propósito, dentro y fuera de Lima, y todo lo demás que toca a mi buen despacho, ajustándome siempre a los dichos 500 mil ducados y creciendo en los géneros una gran suma. Y con esto, demás de los mil hombres concedidos, llevaré las mujeres de los casados, de que no se hace mención, siendo parte tan principal para poblar, y juntamente a sus hijos y criados, y a todos los aventureros, y a más, que de ir bien despachado y del modo que se me manda, es muy poco un millón y será corto mi despacho. Mire V.M. que le doy un gran arbitrio, y que todo lo que pido es en mayor y mejor beneficio desta obra, que yo no puedo guiar m asegurar aquí ni allá cuanto fuera de mi parte, sino es que V.M. se sirva que las cédulas aquí, y el despacho en el Pirú sean a toda mi satisfacción, y que V.M. me dé el título que no puedo excusar, para nombrar los oficiales necesarios, y facultad para disponer las cosas desde aquí y asentar firmemente lo tocante de aquellas partes como conviene a ellos y a V.M. y a las todas personas que allí fueren. Y pues que yo, Señor, no trato de mis provechos ni los apunto, ni quiero a trueque de esta obra sino que se encamine tan lúcidamente como merece, a lo menos lo que para su mayor bien no puedo excusar, no se me niegue. pues a Colón ni a los otros que en semejantes empresas se ocuparon no se (les) negaron, más antes se les dió para ello mucho más de lo que yo pido no para mí sino para servir a V.M., y no merezco menos, y si es menester daré ejemplos, no sólo antiguos sino modernos, e aviso que oficiales nombrados por tercera persona se oponen en puntos con quien gobierna, y pasan más adelante, y que en aquellas tan remotas partes, y aún de cerca, tiene lo dicho grandes peligros, y que estos es bien que desde acá se eviten. Los referidos 500 mil ducados se han de gastar por mayor desta manera: Ciento cincuenta mil para sueldos de marineros y socorros de algunas personas insignes; ciento cincuenta mil para navíos, aparejos y carenas dellos; cien mil para bastimentos de dos años, armas, municiones, resguardo de lonas, brea, estopa, jarcias, cables y otras cosas que no se pueden excusar; cincuenta mil para ornamentos y lo demás necesario al culto divino, y para vestuario de religiosos, y para su melinje, ruan, cordellates, sombreros, calzados y otros géneros forzosos para socorrer soldados, vestir algunos indios y rescate para con todos; y los últimos diez mil para hierro, acero y herramientas, tres géneros bien necesarios para hacer dos grandes naos, y cargados con lo que la tierra tuviere, enviar una a México y la otra a Lima por cuenta de V.M., y para hacer otras embarcaciones que son allí menester para descubrir y trajinar, y para aprestar los navíos que llevaré y los avisos que he de enviar, y si conviene, para descubrir el estrecho de Aman, pues de allí se puede hacer con toda comodidad; y juntamente para fábrica de iglesias, casas, ingenios, muros, cultivar, plantar y sembrar la tierra. En suma, Señor, en hombres buenos, y en acero y hierro está lo más seguro de esta obra y no en los yerros que yo veo. Y si V.M. se sirve que en Sevilla, San Lúcar y Cádiz se compren al crédito de los 500 mil ducados, 6.000 quintales de hierro y los mosquetes y arcabuces necesarios, y de todas las demás cosas apuntadas, y de las otras que yo dije, las cantidades que pareciere convenir, se ahorrara el tercio, medio y doblado, y mucho más que ganan los mercaderes del Pirú, de quienes se ha de comprar con advertencia, que en sabiendo el mucho hierro y los demás géneros menesterosos, que los han de subir a un gran precio, con que llevaré mucho menos; y en lo que sobrare está la vida de causa y hombres. Demás desto se ahorrarán todos los derechos y juntamente los fletes, pues, los galeones de V.M. por lastre lo pueden llevar hasta Puertobello, o darme V.M. un navío y desde Panamá hasta Lima, las naos de armada que allí traen la plata; y con la que en esto se ahorrará podré llevar desde aquí bien acomodadas 150 personas eclesiásticas y seculares, y destas algunas que sean prácticas de la milicia del mar, campaña y montaña indiana. Don García Girón, el capitán Lorenzo Ferrer, el capitán Miguel Pinol y otros de todas letras, convenientes para encaminar el gobierno espiritual y temporal, y otras entendidas y bien expertas en negocios para repartir trabajos, y otras en todas las artes y oficios forzosos a una tan buena república como deseo se asiente allí; y que todos sean conocidos, así por hacer la parte de V.M. más fuerte y segura, como para lo demás referido, cuyos nombres de muchos que se han ofrecido diré si V.M. lo manda, siendo como son para todos menesteres de mucha consideración; para los cuales y para las mujeres e hijos de los casados, y criados de todos, suplico a V.M. se sirva darme licencia, embarcación y sustento hasta Lima en la forma referida; pues así y desde aquí irá guiada esta obra muy conforme a razón. Mire V.M. que en este arbitrio consiste con firmeza su mayor bien desta obra, y su mayor servicio de V.M., o si no dése en esto algún corte de tal modo que después o se me carge el gasto doblado, malo el despacho, salir tarde del puerto y el desacierto por faltas de lo necesario y por sobra de gente desbaratada, con más a todos los daños y pérdidas que de aquí han de nacer, digo, grandísimos e irremediables, porque descargo mi conciencia con la de V.M. y con la de ministros a quienes tocare. V.M., en su real cédula, manda al Virrey del Pirú que me dé despacho, no se ofreciendo de nuevo inconveniente notable, y aunque, Señor, es verdad que el Marqués de Montes Claros, como tan gran Ministro y celoso del servicio de Dios y de V.M., que le dará, creo que debe advertir que no hay inconveniente más notable ni más pernicioso que la tardanza en caso tan importante, con perdición de tantas almas; todavía por lo que se puede ofrecer, pues el demonio no se descuidará allá, como se descuidó aquí, suplico a V.M. eficazmente mande que se quite aquel mal punto, no se ofreciendo inconveniente notable, por ser notable la pena que me da el ver que cuando fui a descubrir las tierras que no sabía se me dió doblado despacho del que yo pedí, claro fortísimo y a toda mi satisfacción, con mi título y con puertas cerradas a todo género de inconvenientes y estorbo, y que agora siendo el mismo hombre (y un poco más) a quien V.M. manda ir a poblar las tierras ya descubiertas, se me da despacho condicional, sin título ni facultad para disponer y ordenar las cosas que han de correr por mi cuenta y con puertas abiertas y francas no a uno sino a muchos inconvenientes, y por esto aventurada la obra, V.M. muy lejos, mi vida gastándose en tantos trabajos vanamente, pudiendo con mucho menos lucir tanto que si fuera de veras ayudado; en quince años ha que porfío, tuviera V.M. diversas hoy, a una o dos ciudades por año, 15 o 20 ciudades plantadas en aquellas tierras y cogidos los frutos de tan grandes y buenas plantas, y las Indias descargadas de la gente sobrada que tiene. Otro sí: suplico a V.M. me dé sobrecédula que diga que contra la brevedad y bondad de mi despacho no valga inconveniente, dificultad ni contradición alguna, y que se declare en ella que se gasten los dichos 500 mil ducados de lo más bien pasado de la caja de la Ciudad de los Reyes, de lo que más a mano estuviere, y de que se haga mención que se me den los dichos mil hombres, muchos casados, con bastimentos, armas, navíos y todo lo demás que pedí y hubiere menester, nombrando la paga de sueldo de la gente de mar y guerra, y cada una de las cosas que han de hacer firme mi despacho vayan de por sí bien expresadas y distintas, para que mejor se entienda y se cumpla la voluntad de V.M., y juntamente que se me deje llevar (fuera de la gente concedida), toda la demás que pudiere, porque de una vez se haga lo que de muchas se hará a grandes costas de hacienda y perdición de grandes bienes, sin que desta vez se gaste más de solo los 500 mil ducados referidos. Toda esta declaración conviene, advirtiéndose que si aquí a los ojos de V.M. me ha sido tan dificultoso, trabajoso y tanto averiguar este despacho, que si no fuere con la firmeza que digo, y aunque vaya, no me ha de costar menos, no solo el todo sino la menor de las partes. Otro sí: una cédula que hable generalmente con todos los ministros de gobierno, justicia y guerra, en tierra y mar, para que ninguno me impida en cosa alguna y para que todos me ayuden en cuanto se puede ofrecer en este gran servicio de Dios y de S.M. con advertencia que en otra semejante cédula que llevé, cuando, fui a descubrir, nunca hallé acá ni allá quien me quisiera ayudar en la menor de las cosas, con ser tan bastante y apretada como se puede ver en ella, y no será menos ahora y diré las causas si V.M. lo manda, salvo don Francisco Duarte. Otro sí: una cédula para que si yo muriese antes que llegue a la Ciudad de los Reyes, o antes que salga de su puerto, o navegando a aquellas tierras, o en ellas, pueda mostrar la persona que hubiese mostrado el tiempo que merece, que con todos mis despachos, escritos y avisos vaya continuando esta obra hasta que V.M. ordene otra cosa, y esto porque no se pierda, pues no es para perder ni para descuidarse con ella, m menos para negárseme esta justa petición. . Otro sí: suplico a V.M. se sirva darme una tal ayuda de costa que baste a desempeñarme de lo mucho que debo, gastado todo en esta causa, y para llegar a la Ciudad de los Reyes con alguna comodidad, porque la pobreza en que algunas veces me he visto (dígalo don Alonso de Sotomayor como me fue en Panamá), tuvo muchas veces esta obra a pique de caerse; y que con tan extremadas miserias y faltas mías, con tan terribles y duraderas contradicciones ajenas, está en pié y en la memoria de V.M., por cuya cuenta corre, debe creerse que tiene grandes misterios. Los fundamentos de este grande edificio es la religión cristiana; y las firmes columnas sobre las que ha de estribar, los ministros de Dios, de vida tan diferente como ejemplar. Aquí está don Juan de Alarcón, que es varón a quien V.M. puede emplear como merece en aquella nueva iglesia de San Pedro bien necesitada de la tal persona para asentar la forma del gobierno della como realmente se debe. No pase por alto este punto, que es mucho lo que abraza y contiene, y juntamente están aquí esperando otros muchos sacerdotes de buen aviso y celo para ir a trabajar en aquella viña del señor. Otro sí: me consta, por habérmelo dicho el provincial de Valencia de los capuchinos de la orden de San Francisco, que su general ofrece veinticuatro de sus religiosos, mandando V.M. se le escriba. Oh, Señor, y cuánto importa que los ministros que han de ir a tal empresa sean tan celosos, desnudos y ejemplares como los vemos! Por esto suplico a V.M., con todo encarecimiento posible, que se dé comisión a la tal persona de esta orden, que busque las otras como convienen, anteponiendo al padre fray Lorenzo de Pons, fray Joseph de Tárraga, fray Lucas de Perptñán, fray Hermenegildo de Monblan, fray Domingo de Higueras, fray Gregorio de Pamplona, fray Alonso de Estrada, fray Agustín de Calatayud, fray Andrés de Zaragoza, todos predicadores; fray Juan Evangelista, fray Pedro de Vargas, fray Buenaventura de Barcelona, fray Severo de Tobar, que ha sido el motor, todos cuatro sacerdotes; fray Vidal, fray Francisco de Vique, fray Pedro de. Granollers, legos, todos naturales destos reinos, de quienes tengo cartas que me han escrito en que muestran bien sus frevorosos deseos y el cuánto ha que duran en ellos. Vuelvo a suplicar a V.M. esta merced por singular pues, si bien se mira, parece que para tal obra guardó Dios tales obreros, muy buena suerte della y de V.M., y muy conforme a mis deseos, y juntamente de que se pida al Nuncio (si puede) dar licencia para administrar los sacramentos, y si no a Su Santidad. Otro sí: suplico a V.M. me concede a fray Bernardino, enfermero del convento de San Francisco desta villa, que está con grande ánimo de ir a servir a Dios en cosas grandes, y juntamente a fray Andrés de Almeyda, para que sean compañeros, y a mi consuelo. Otro sí: seis hermanos de Juan de Dios, y por primeros los hermanos Sebastián e Ignacio, cuyas palabras tengo, para que en aquellas partes vayan luego fundando sus hospitales, curando los naturales y los nuestros. En suma, Señor, los hermanos desta orden, cuya profesión es caridad, servir y sufrir enfermos, son propios para tal obra. Otro sí: pido a V.M. una certificación sumaria de la relación que el capitán Luis Váez de Torres, desde las Filipinas envió a V.M. y al Consejo de Estado, diciendo lo demás que descubrió cuando se apartó de mí, para que ayude su parte. Otro sí: pido las copias de la cédula y sobrecédula de V.M., en virtud de las cuales hice aquel descubrimiento, por haberse quedado el Conde de Monterrey con los originales. Hallarse han en el registro de Estado de marzo de 1603. Otro sí: por la mayor de las mercedes apuntadas, y en pago de mis servicios hechos, y de los que de nuevo ofrezco hacer, suplico a V.M. que lea todos los escritos que van con este y considere bien las cuentas que doy, la grande importancia desta obra, la seguridad que prometen todos los medios que muestro y los avissos y ejemplos que presento por testigos vivos de que es mi intento, de que en todas aquellas partes Dios y V.M. sean servidos de veras, y de veras enseñados y guiadas aquellas gentes a los bienes que ni saben, ni tienen, y de veras endidos y sustentados en paz y justicia, pues de veras para este fin padecí y porfié y de veras he de trabajar y porfiar hasta que no pueda más. Finalmente, es digno de considerar el cómo Dios Nuestro Señor dio al rey don Fernando el Católico las Indias de Occidente, luego que echó a los judíos de España, y cómo ahora que V.M. va echando della a los moriscos, va Dios dando a V.M. toda la parte Austral incógnita, a donde ya se ha visto longitud de más tierras que tienen todos los reyes y príncipes cristianos, turcos y moros de Africa, y no solo esto, sino que prometo doblar y redoblar tierras, gentes, riquezas, comodidades de todas las provincias de que V.M. es señor en aquellas partes y en éstas, y seguridad de todas ellas. Por todos los cuales infinitos bienes de ambos géneros suplico a V.M. muestre a lo claro, en la forma de mi despacho, la grandeza del ánimo de un tan grande Rey y Señor, para la grandeza desta mayor de las empresas que Dios le pone en las manos; y que pues para otras mínimas desde aquí sobran las fuerzas, que no se muestren menos desde aquí para ésta, que si es tan grandiosa es rica, si tanto tiene y tanto conviene es fuerza que se estime en lo que merece y se le debe de tales medios que aseguren los buenos fines que deseo. Goce V.M. de su felicidad sin perder tiempo, pues tiene tanto para gozarla. Ayude V.M. como puede causa y hombre, que un hombre para una gran causa se debe y suele buscar y no se halla, a trueque de grandes precios. Y pues de un hombre V.M. fía lo más, fíe lo menos con la cuenta y razón que ofrezco.
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MEMORIAL 32 Cuentas Cansado de bien largos caminos y trabajos y de lidiar con hombres, al fin con hombres, y con ciertos otros que según lo que me pasó con ellos devióles de parecer que V.M. sólo tiene poder para criarlos a ellos y que a V.M. ni le importa otra cosa más de solo aquello poco que tiene fiado de ellos, y que sólo ellos son los que bien sirven a V.M., llegué a esta Corte volando (?) por mi recurso, y luego que aquí llegué me fue preguntado que quién había de dar las cuentas de la entrega que se me hizo? Respondí, Señor, y respondo, por cierto: jamás las temí ni temo, y para que luego sean vistas las doy en la manera siguiente. Yo pedí a V.M. un pequeño navío y V.M. fue.servido mandar al Virrey del Pirú me diese dos a mi satisfacción, y a su proporción todo el despacho, con gente de guerra y mar, como lo dicen las cédulas. Estos dos navíos escogí medianos, con una lancha acomodándome en cuanto a la necesidad de la obra, o por mejor decir, me concerté con la razón. La gente de guerra y la de mar, que también sirvió de guerra, llevé pagada al mismo sueldo que se da en las armadas del Callao, siendo costumbre para tales descubrimientos darse un cuarto y un tercio de más paga, por manera que en sola esta templanza ahorré dos tanto gasto de la caja, y no por lo otro se debían hacer mejores efectos, más antes y de creer que si los navíos fueran mayores, que sería más la tardanza del despacho, y por cuanto, si lo referido arriba, más la costa y más peligro del viaje, o no salir aquel año y ser en vano lo gastado. Supuesto que del gasto que se hizo en despacharme no quise que entrase en mi poder tan solo un peso, y que los ramos los apreciaron y pagaron los oficiales reales de la Ciudad de los Reyes, y que estos mismos pagaron la gente en propias manos, y que todos los bastimentos y lo demás que se me entregó lo compró y pagó el proveedor general de aquella ciudad, y que las causas de la arribada y autos della tengo en mi poder, y juntamente la relación y la información del descubrimiento y sucesos, y una memoria firmada de los oficiales reales del puerto de Acapulco, a quien(es) hice la entrega del navío y de todo cuanto tenía, y que los otros dos navíos ya Dios los sacó a salvo y avisaron de lo mucho más que descubrieron, y que todo ha sido tan próspero y provechoso como luego se verá. Y demás desto que parece se armaron en el Pirú para socorro de Felipinas, a donde fueron a portar con ochenta hombres, que si de España hubieron de ir, costarían ochenta mil y más ducados, no siendo como son aquellos, soldados y marineros, todo junto. Al tiempo que se dió las pagas me fue forzoso fiar como pie a toda mi gente, haciéndoles primero pagar cuanto debían; y no faltó hombre pagado. Sueldo no lo recibí. Y dicen los chinos que quien en materia de dinero no engaña, que no hay que pedirle más. Oficio no lo vendí, ni cosas mías ni las negué, y sin pedirme acudí y suplí con todo cuanto era mío. Mesa de juego no la puse ni consentí jugar en tierra y mar, y hay quien dice que desto se ríe el diablo. Más, yo pregunto que si el diablo se ríe de quitarle de las uñas los males, daños y escándalos que son los frutos del juego, que sí llorara por todas cuantas ofensas se hacen a Dios jugando días y noches? Plazas vivas ni muertas, de una sola no me valí, ni se hallará de haberme aprovechado de un solo ochavo, ni dádiva de un maravedí, ni de cosa que lo valga, ni que cuando salí de Lima pude comprar un pañuelo, y se hallará que en aquella ciudad se me apuntó darme ciento, y se dijo que doscientos mil pesos porque dejase la empresa. Y también se hallará que de seis quintales de brea de la que se gastó en mi despacho se salaba uno solo, que costaba en la sierra 30 pesos, y así desta manera salía a ciento y ochenta más y menos, y muchas cosas deste modo, con lo que han crecido tanto el gasto, y lo están a mis espaldas. Por ser despachado a 21 de diciembre, que es último día de verano de aquella parte del sur, hallé mal tiempo, y por esto alguna gente temerosa y arrepentida en las primeras borrascas, y ciertos otros inquietos, y conque tuve aviso que había en la nao quien con ellos se quería alzar, y mucho más desto se dijo. En el discurso del viaje me hallé falto de agua, y en esto engañado, el invierno presente, yo muy enfermo y el descubrimiento por hacer. En juntas de pilotos hubo un yerro en razón de longitud de más de seiscientas leguas, que remedié con discursos públicos, y los otros con disimular y no me descuidar. Y nótense bien otros puntos y pregúnteseme la causa, porque teniendo potestad no quise ser juez de mis enemigos, antes ni después, no me creí de ligero, y de los envidiosos e inútiles defendí aquellos en quien conocí valor, y a estos ocupé y sustenté en sus oficios, sin mostrarme parcial ni dejar que fuesen comidos los pequeños de los que se hacían grandes. El cómo me traté, díganlo todos cuantos fueron conmigo, salvo tres veces que por tener por huéspedes a los religiosos y (al) Almirante, se puso mejor y fueron dos los guisados. El bizcocho que se me dió para nueve meses, yo mismo lo recebí y lo embarqué, y por esto lo llevé todo y de ida y vuelta, de día y de noche lo tuve franco a todos cuantos lo querían, habiendo primero mirado de qué modo se gastaba menos. Y nótese bien que siempre fue sano y sobró mucho. En las faltas de agua nos dió Dios por vía de lluvias 800 botijas della tan dulce como sana. Estando sin carne nos proveyó Dios de un cardumen de peces albacoras que acompañó la nao cuarenta días; la gente comió sobradamente de fresco y salado hasta surgir en los puertos de la Navidad y Acapulco. No hubo más enfermo que yo y sólo murió un hombre de casi 80 años, y esto en boca de la California, a donde un viento norte furiosísimo, más de cuatro horas tuvo rendida la nao y a medio combes el agua. Y si bien se considera la historia, se hallaron además destos otros muchos socorros de Dios por aquellos desiertos de mar y por los de tierra, bien necesarios para sacar a luz estos su casa, sin los cuales parece que fuera imposible, ni yo sufrir lo que conmigo se vió luego que me desembarqué y se ha visto aquí. De vuelta de viaje pude llevar la nao a Felipinas y a la Ciudad de los Reyes, y con esto alargar tiempo y crecer pagas y tratar de hacerme rico. Y nótese bien que no lo hice y que la nao le entregué en el puerto de Acapulco, de donde fue con soldados a Manila por cuenta de V. Magd., y se hallará que en lo uno y lo otro se han asentado muchos gastos y que siempre me incliné tan solamente a lo importante del servicio de Dios y de V. Magd. y esto con tantos des... de mí que a mí mismo se hacen increibles. Véase lo que V. Magd. por sus cédulas significó y mandó a sus ministros y lo que su cumplimiento han hecho. Véase lo que V. Magd. me mandó y a lo que me obligué o estaba obligado. Véase como el tiempo y los compañeros lo hicieron siempre conmigo; quiera saberse cuán solo he sido y cuán poca ayuda tuve y cuántos los contrarios y tropezones en toda mi pretensión, y las diligencias justificadas que hice con todas mis faltas. Véase bien cuán lejos es la parte adonde fui y cuánto el amor que della me trajo a esta Corte a pretender tan en duda. Véase bien lo que doy y lo que me darán de trabajos y peligros sobre tantos cuantos tuve en veinte mil leguas de caminos rectos, por tierra y mar, sin las vueltas y los pasos perdidosen los palacios y salas, y a las puertas de consejos y ministros, y cuán penoso y amargo es, y como ni me olvido de los pasados ni ignoro los venideros. Véanse las pagas y socorros de dinero que me dieron en quince años, o los préstitos que me hicieron y luego se verá lo que debo. Véanse los empleos o compañías que hice y saberse han las ganancias que muchos me dicen que he hecho, con pro... de se las dar, sin jamás les pedir lo principal, ni intereses. Véase todo lo dicho, cuanto me puede haber costado de la hacienda en tantas embarcaciones y caminos, con tantos pleitos y tiempo, en tantas posadas caras, y saberse ha cuánto es lo que se me debe, con más lo gastado con la gente que llevé sobrada, y con la pagada, y con otros suplementos que hice, a falta de no hallar cumplimiento a la cédula que V. Magd. me dió para que della me valiese. Véase bien que ya se sabe que trato verdad y guardo fidelidad, lealtad y respetos, y que camino desnudo, y que he mostrado y estoy mostrando parte de celo, y se hallará que de todo junto y tanto bueno hasta ahora no se me ha visto pedir premio ni menos que me vendo para lo mismo que me ofrezco. Instrucciones de lo que había de hacer no se me dieron y por esta tan gran merced y confianza doblé cuidados y se redoblaron trabajos. Siempre entendí ser enviado para ser creído; la verdad que trato más me asegura que los papeles auténticos que tengo. Si yo supiera que tanto valían los papeles que me mandaron que hiciese, yo trajera gran legajo y no me fueran difíciles de adquirir, cuanto más que aquí tengo y ofrezco. todos cuanto papeles se me pidieren, que los hice a importunaciones de amigos. Mande V. Magd. que sean vistos y verse ha la providencia de Dios, y que a ser menos lo dicho destos cuidados, que todo estuviera por hacer, o que lo hecho fuera mucho menos bueno, conque .advierto que yo vendo estos por servicios y que mi ánimo siempre ladra por lo que puedo hacer en tan dispuesta materia. Y también digo que en dejando de ser éste, que ya no seré el que pide un caso tan necesitado de apriesa, apriesa, que basta el tiempo y es mucho lo que se pierde y que jamás se ha de cobrar y se de pagar. Las cosas que hice en aquellas tierras en nombre de la grandeza de V. Magd. son de muy buen vasallo y como de tal deben ser miradas y juzgadas, y no es justo que por altos y bien fundados pensamientos pierda yo tanto, como otros de mi ocupación han ganado, por no tener estos cuidados y por aplicar para sí con muchos cuidados de partes. No quisiera en razón deste y de otros puntos serme fuerza hablar más claro, salvo si todo lo referido y lo que luego dije, y en otros papeles dije, y lo que más puedo decir en los ojos de algunos hombres, fuera mejor al contrario. Lo que tengo que decir en cada punto es tanto cuanto se debe creer de una causa averiguada en cinco tribunales y defendida a la continua de tantos sus enemigos, y algunos bien desalmados, y de un hombre que todo lo cargó a sus hombros por salir con tan intento. En suma digo que si se entiende o se cree que yo hice algunos yerros, o que debo algún dinero, o pena corporal por delito grande o pequeño, o por pérdidas o daños que haya hecho, o que merezco reprensiones por descuidos o negligencias, o que debo en otro cualquier caso o cosas satisfacer como deseo y mi honra por este camino no pierda, ni mi verdad se oscurezca, suplico a V. Magd. eficazmente sea servido mandar al punto se me hagan cargos, se me pidan cuentas, se me den culpas graves o ligeras, y que sea bien entendido el corazón de toda esta causa y juzgada cada cosa de por sí, y no permita V. Magd. que ella y yo seamos a bulto juzgados, ni que se deje de saber cómo procedí y me goberné en todos estos y los otros discursos, y que se me lleve en cuenta alguna parte de la mucha culpa que otros tienen callando nombres. Finalmente digo, Señor, que todo lo referido y escusado doy por descargo y por muy bien empleado, a trueque de poder decir como digo que en aquella parte Australia del Espíritu Santo, en su bahía de San Felipe y Santiago, lo primero se levantó una cruz con mucha solemnidad. Allí, Señor, en nombre de la Santísima Trinidad y de V. Magd. tomé la posesión debajo del estandarte real y así lo dicen los autos que di a V. Magd. en su Consejo de Estado. Allí, Señor, se armó iglesia de Nuestra Señora de Loreto y en ella se dijeron 20 misas y se ganó el jubileo concedido al día de Pentecostés. Allí, Señor, se nombró la ciudad de la Nueva Jerusalén en sitio bien digno de tal nombre y se formó cabildo con más todos los oficiales que se deben a una ciudad cabeza de otras. Allí, Señor, se hizo una solemne procesión el día de Corpus Cristi y el Santísimo Sacramento, siendo su... el estandarte de V. Mgd. paseó y honró aquellas ocultas tierras. Allí, Señor, enarbolé tres banderas de campo y en las de tope mostré las dos columnas al lado de las armas reales de V. Magd., conque puedo decir, en lo que es parte, allí se acabó Plus Ultra, y en lo que es tierras, más adelante y atrás. Allí, Señor, se dió principio a un orden necesarísimo, a tanta distancia de V. Magd. y encaminado a tan altos provechos y ciertos fines, como luego puedo mostrar, puestos los ojos en las ruinas de reinos por descuidados principios o por principios sin orden. De allí traje los dos indios, Pedro y Paulo, que murieron bautizados y muy buenos cristianos, con que estoy contentísimo, y mucho más porque dejo abierto el camino por donde se ha de ir a predicar la fe de Cristo a tan gran número de gentiles. Y por todos los otros bienes que este caso en sí encierra con la duración del mundo. Y porque todo lo hice por mandado y a la buena memoria de V. Magd. y como leal vasallo que soy. Y para que V. Magd. pueda desde luego añadir el título de protector de toda aquella cuarta del globo que ofrezco a V. Magd. con cuanto tiene y con cuanto valiere siempre jamás, cuyo mi premio sólo lo quiero y lo pido que apriesa, apriesa se haga y como se desea aquel tan grande servicio de Dios y de V. Magd., y grande el bien de las almas de aquellas infinitas gentes. De todo lo cual V. Magd. ha de llevar el lauro y la palma, la honra y la gloria, y yo unos trabajos sin número: bastante paga a mi intento. Y con estos pocos párrafos remato todas mis cuentas, aunque no son las del gran Capitán. Y si las personas que me las apuntaren no las tienen por bastantes, yo me hago cargo de todo cuanto se gastó, y réstesele uno de lo otro y pague quien debiere o den a V. Magd. otro tanto. Señor, en estas causas se ve mostrada la voluntad de Dios pues fue servido sacarle a luz con medios casi imposibles. Vese la voluntad de su vicario universal por seis breves que me dió en favor dellas. Vese la voluntad de V. Magd. por cuatro cédulas que de V. Magd. tengo con grandes muestras de los buenos y vivos deseos para con ella. Vense las voluntades de todos los hombres sabios, prudentes y prácticos que della tienen noticia, con asombro de ver cuan tibiamente prosigue, y con grandes lástimas de verla correr tantos riesgos. Y no digo la voluntad de Satanás por desbaratar la mía que de nuevo ofrezco con el mismo y desnudo celo que siempre para ella tuve, por ser deuda que éste sea y nunca falte para una obra tan piadosa cuanto se sabe ser ésta. Y crea V. Magd. de mí que no ignoro lo que se me debe y lo que vale la causa y lo que yo valgo para ella. No permita V. Magd. que esta causa dé primero fin de mí que yo principio a ella. La flota se parte.
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MEMORIAL 33 Señor. El Capitán Pedro Fernández de Quirós. Si por grandeza, cuál mayor que poblar un nuevo mundo de cristianos? Si por riquezas, cuáles más que las que promete, estando por desnatar en tierra y mar? Si por fama y gloria, cuál con más valor ni más eterna? Si por beneficio público, cuál más universal ni de más géneros? Si por gozar una buena ocasión, cuál como ésta que fui y vi y sé a donde están las tierras que descubrí, y pido su cobro a V.M. que es Rey y Señor poderoso? Si por obrero barato, daré firmado de mi nombre, no quiero nada por lo obrado y por obrar, a fin de que la obra se haga menos costosa y toda mi parte se convierta en sus mayores bienes della y de los que en ella hubieren de ir a obrar. Si por celo, puedo afirmar con verdad que para con Dios deseo que allí se cumpla su voluntad santísima, para con V.M. todo cuanto me mandare para con los naturales, que uno sólo no se ofenda en la menor de sus cosas y que todos sean dominados como conviene y amparados en su justicia como se debe, para con los nuestros, que yo y ellos nos ajustemos a la razón, valiéndome para ser así de los medios más propios que el tiempo ha demostrado, o, por mejor decir, Dios los dará. Si por ocupar la gente buena sobrada en el Pirú, cuál aparejo mejor ni parte en que se pueda ganar con ella, ni mayor alivio de aquellos reinos, bien necesario en ellos? Si por tiempo cuál como éste, que parece el de la paz de Octaviano para V.M. que está sin guerra? Si por seguridad de todos los bienes espirituales y temporales que encierra en sí este gran caso, cuál más firme que ganar por la mano en poblarlo? Si por Dios, cuyo es todo y por cuyo amor debe gastar y aventurar haciendas, honras y vidas, cuál mayor ni más lucido servicio que quitar al demonio la adoración que tiene de todas aquellas gentes, y atraer su número tan copioso al conocimiento de su Creador? y si todas juntas, Señor, estuvieran hoy arrodilladas en la presencia real de V.M., representando su perdición, alegando su derecho, pidiendo con lágrimas y por justicia el remedio que V.M. de a otras y recordando lo que sonará en el mundo de presente y de futuro, el sí o no en que está la salvación o condenación de sus almas? Bien creo de la piedad cristiana de V.M., lo mucho que se lastimaría delas y la presteza conque V.M. mandará darme un despacho tan bueno, tan claro y tan firme como lo pido y conviene a necesidades tan vivas y a socorro tan falto; en suma a un servicio de Dios inestimable, y grande de V.M., a quien humildemente suplico no permita ni sufra tan incontables pérdidas y daños irreparables, ni que deje de conseguir la parte que me puede tocar de la ganancia de un alma, cuando más de las que se pueden salvar hasta el día del juicio, ni que desea el más desgraciado hijo de España, no siendo el de menores pensamientos y deseos, ni el que menos he sufrido y porfiado por librar de olvido y llevar a su debido fin esta mayor de las obras que me cupo en suerte comenzar. Dios, por quien es, se sirva dar a sentir su voluntad santísima a V.M. en la propia, pues en la mía no siento mudanza.
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MEMORIAL 34 Señor. El Capitán Pedro Fernández de Quirós. Mucho quisiera V.M. estuviera cierto que las 80 personas eclesiásticas que pedí por piedras fundamentales de esta obra, cuyos nombres van escritos en esa memoria, es sólo para que este servicio de Dios y de V.M. no padezca ni perezca. Suplico a V.M. con todo encarecimiento a mi posible, merezcan aquellas tierras y su importancia dellas, y merezca yo en pago de mis servicios y los que de nuevo ofrezco; vean las gentes que V.M. me las concede en tiempo que parece le puso Dios en favor desta su obra como el de la paz de Otaviano. El Consejo de Indias me da licencia para dos mozos. Vea V.M. si son buenas dos columnas para sustentar aquella cuarta del mundo. También suplico a V.M. sea servido (pues será tan fácil por vía del Embajador de Roma) alcanzar de Su Santidad tres cosas, es a saber, un altar privilegiado en favor de las Animas del Purgatorio, en cada una de las iglesias, conventos y hospitales que se fundaren en todas aquellas partes. La 2.', las gracias que en favor de las ánimas concedió el Pontífice Adriano. La tercera todos los domingos y fiestas de cada un año, jubileo plenísimo irrevocable en todas aquellas partes y a los naturales dellas cuando sean christianos, en el modo que se acostumbra. Vuelvo a suplicar a V.M. reciba esta gran merced con la presteza posible, a mí por la parte que V.M. tendrá en ella, como por lo mucho que conviene al bien desta obra, consuelo de las personas que se hubiesen de emplear en ella, y porque no puedo ir a Roma a suplicarla. Suplico a V.M. que mi persona sea inmediata al Consejo de Estado. También suplico a V.M. se sirva de despacharme de su Real mano e mandar al Consejo de Estado me des-pache como lo hizo cuando fui a descubrir. MEMORIAL 35 Señor. Memoria de las personas que deseo llevar a la Austrialia del Espíritu Santo y se ofrecen. Clérigos Don Mancio de Ureña, canónigo y tesorero de la Santa Sociedad de Astorga y persona de gran virtud y partes; y advierto que importa que vaya allí un gran clérigo. El Dr. Arias de Loyola . Pedro González de Polanco, canónigo de Valpta. y comisario del Santo Oficio.Melchor Anero, graduado en Cánones. Francisco Beltrán, músico, para enseñar canto. El Doctor Jaime Magre. El Capitán Pedro Fernández de Quirós, Francisco de Quirós, su hijo, Lucas de Quirós, su sobrino y María de Guevara, su mujer. Padres de la observancia Fray Gabriel Enríquez, que reside en Guadalajara, ofrece doce religiosos de mucha satisfacción. Fray Francisco Fernández, portero del Convictorio de Alcalá. Fray Bernardino, enfermero de San Francisco, a quien se ha de encargar la hospitalidad, pues la toma a su cargo esta orden y él lo sabe hacer tan bien. Advierto que este beneficio es el que más ha de importar para atraer los naturales. Fray Andrés de Almeyda, para compañero de fray Bernardino y otros fines de consideración. Capuchinos Todos los que V.M. se sirviere concederme, de quienes tengo una o dos cartas. Capitanes Pedro García de Céspedes. Gonzalo de Carvajal. Pedro de Chávez. Miguel Buesso. Bernabé de Espinosa. Justo de Valdés. Capitanes de Mar Lorenzo Ferrer Maldonado. Pero de Origuen. Fernán Pérez de Vargas. Alféreces Juan Bautista Rivera Zambrano. Alonso García Gutiérrez. Don Juan Lariz de Za. Don Manuel de Barros. Manuel González. Pablo de la Peña. Marco Antonio Perezo. Ofrécense de nuevo Jusepe Ruiz de Zaldívar. Pedro de Chayde. Martín Justiniano. Miguel de Valdivieso. Alonso Ortiz de Balbuena. Pedro López Norro. Para pluma, hacienda y otros negocios El Licenciado don Juan Gallo de Mirando. El Dr. Cristóbal Suárez de Figueroa . El Dr. Fajardo de Contreras. Andrés de Isla y Acevedo; fue teniente de pasador (?) general de las galeras de España once años, y otros oficios. Diego Enríquez de Silva. Don Alonso de Villegas. Sebastián de Alvarado. Juan de Almenara. Agustín de Orozco. Don Gómez de Benavides. Tomás Pardo de Aguiar y Moscoso. El Licenciado Miguel Silvera. Pintor Jerónimo de Mora. Matemáticos Julio César Ferrufino. Gabriel de Santa Ana. Médico El Dr. Julio Casia de Sansom. Barbero Mosen Arque. Oficiales Juan Salado y Bartolomé López, maestro de arcabuces, oficio allí bien necesario y... Andrés Pérez, carpintero, sabe hacer todos ingenios y retablos, allí bien necesarios. A. Canteros Vizcaínos. Juan Rodríguez, albañil, con otros tres que tiene; es hombre que sabe trazar casas, ciudades y otras cosas. Hernando de Ocampo, impresor, que allí es fuerza lo haya, pues no es justo que los libros necesarios para doctrinar los indios se esperen de acá y se envíe por ellos. Cuando V.M. mandará buscar la gente que esta movida como parte tan conveniente a tan grande obra, costara cada una dellas mucho dinero en hallarlos, y todos se ofrecen de valde, que parece los mueve Dios para esta su obra.
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MEMORIAL 36 El Capitán Pedro Fernández de Quirós. Digo que el Secretario Pedro de Ledesma me dilo hiciese los apuntamientos siguientes en orden al despacho que S.M. manda me sea dado a mi satisfacción aquí, para que el Virrey del Perú me dé todo lo necesario a las tierras que S.M. manda que yo vaya a poblar. 500 mil ducados que se han de gastar de la caja de la Ciudad de los Reyes, del que más a la mano estuviere, con los cuales 500 mil ducados se cifra el gasto de todas las cosas siguientes. 6 clérigos doctos, 12 clérigos de San Francisco, descalzos o de la observancia, hermanos de Juan de Dios, que serán bien necesarios así para acudir a enfermos como para dar principio a hospitales. Mil hombres, los más que pudieren ser casados y oficiales de todos los oficios menesterosos en tal parte, y algunos mineros. Memorial de comienzos de junio de 1610, a Ledesma, secretario del Rey en el Consejo de Indias. Original en el Archivo General de Indias de Sevilla y copia en la Biblioteca Nacional de Madrid. Navíos aparejados y marinerados, los que fueren menester para llevar esta gente con todos los bastimentos, artillería con versos, mosquetes, arcabuces, pólvora, plomo, cuerdas, hierro de picas, rodelas, botica, médico, cirujanos, barberos. Demás de lo dicho conviene llevar de respeto una buena partida de bizcocho, harina, vino, vinagre, azufre y otros géneros, así para de tornaviaje como para la gente sustentarse en cuanto se siembra, se coge y se busca de comer en la tierra por medio de las cosas del rescate que también se me ha de dar, así para este fin como para contentar a los indios y rescatar con ellos las de valor que tuvieren. Debe advertirse cuanto importa no ir falto de comida, pues ésta no sufre dilación de un día, aunque por fuerza se quite a los indios la que tienen por no escandalizarlos. Iría buena partida de velas, jarcias, brea, sebo, copey, estopa, clavazón, pernos, áncoras, resones y otras cosas para aprestar los navíos que he de llevar y estos quizás por viejos no podrán volver, y ha de ser fuerza hacer otros para enviarlos cargados con las cosas de la tierra y de avisos a Mexico y a Lima, y otros que serán a propósito para descubrir con ellos y trajinar en la tierra y en las islas. Una buena partida de cañamazos y cordellates, otra de Ruan y de camisas para suplir el vestido a soldados, y juntamente sombreros, alpargatas, espadas, cuchillos, machetes, hachas de una mano para abrir caminos cuando marcharen por los montes, y otras cosas que no se pueden excusar, así para aviarlos como para su conservación; lo necesario porque la iglesia y altar estarán con decencia y autoridad y los indios se aficionen. Una calzadura de tafetanes o de guadamecíes, un dosel, un palio, una custodia, ornamentos, campanas y cera labrada, con todo lo demás que se debe al culto divino, y juntamente el vestuario para los religiosos. Una gran partida de hierro y acero porque allí se (debe) labrar y calzar todas las herramientas necesarias a las fábricas, sementeras, plantas, minas, y hanse de llevar hechas algunas para luego servirse dellas. Cuatro instrumentos con sus fogones de hierro y hornos de cobre para sacar agua dulce de la salada, y algunas ollas, calderas, peroles, sartenes, embudos, candiles, hornos de pan y otras piezas de cobre que son allí bien menester, así en tierra como cuando se volviere a navegar. Todas las dichas partidas, así las del despacho principal, como las de respeto y rescate, y pagas de gente, carenas de navíos, aparejos de ellos, con más todas las otras cosas que he de pedir en Lima (que sería largo decirlas) han de costar solamente los 500 mil ducados referidos. Advierto cuanto conviene que los precios sean con mi intervención, los géneros a mi satisfacción y juntamente todo el despacho, sin entrar en mi poder un solo maravedí, porque de otro modo puede ser cueste doblado y que lleve mucho menos de lo que es menester para bien de la obra, y que salga tarde del puerto y que todo lo pague la hacienda y el servicio de S.M., aunque el Virrey del Pirú más se desvele y lo procure. Siendo el despacho en la forma que está dicho y con las fuerzas necesarias para que sin contradicción ni duda alguna ni dilación se cumpla, y juntamente que se me dé cédula de mi titulo de Gobernador y Capitán General, y otra cédula para que ministros de S.M., a donde quiera que llegare, no me impidan y todos me ayuden, y la cédula de los 6 mil ducados de mi ayuda de costa que se me den aquí para desempeñarme y despacharme, y la del hierro que se me ha de dar en Sevilla. Con todo lo cual se suma la mitad que S.M. me hace a mí satisfacción estaré contento. La brevedad, que se acaba la vida.
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MEMORIAL 37 El Capitán Pedro Fernández de Quirós. Suplico a V.M. con todo encarecimiento a mí posible, sea servido de considerar todo cuanto en este Memorial represento y prometo, a fin de que esta obra se encamine y salve de tan grandes males y daños como veo la amenazan, y hoy las tienen las Indias por falta de un buen principio. Señor, este buen principio pido para aquella postrera parte del mundo, con recuerdo de que si en ella se yerra, no queda otra de importancia a donde poder acertar; y que después no vale arrepentimiento sino agora el remedio, y este remedio está en la merced que V.M. hace a ella y a mí, que es mandarme sean dados los despachos a mi satisfacción, para que el Virrey del Pirú me dé lo que fuera menester a la empresa. Advierto a V.M. que la satisfacción que quiero es que esta obra se asegure en sus bienes, y para que sea así, conviene que V.M. se sirva mandar al Virrey gaste mil ducados de la caja de la Ciudad de los Reyes, sin excusa ni dilación, y que me dé mil hombres, los más que pudieren ser casados, y los navíos que bastaren para llevarlos con bastimentos, armas, municiones, respeto, rescates y todo lo demás necesario para un buen despacho, y que cada cosa de por sí vaya en la cédula expresada clara y firme, para que el Virrey entienda bien la voluntad de V.M., conque no exceda el gasto dicho, y también que yo sepa por qué voy y a qué voy; quiero decir que V.M. se sirva de darme el título (que no puedo escusar) y instrucciones de lo que he de hacer, y una cédula que hable generalmente con todos sus Ministros, para que me ayuden y ninguno me impida, ni a las personas que se pueden ofrecer por el camino, y en Lima. Y otra cédula para que si yo muriere pueda nombrar la persona que hubiere mostrado el tiempo que conviene ocupar aquel lugar. Y juntamente que V.M. me conceda las 80 personas eclesiásticas y seculares que pido aquí, de España conocidas y de satisfacción, y aunque no sea por más que porque se usa la estimación que V.M. hace de esta causa y de mi buena voluntad, debe V.M. hacer esta merced a ella y a mí, y también más porque el Japón y otras partes de las Indias se conceden a cuarentena los religiosos y las compañías enteras de soldados para Filipinas, y juntamente por ser tan grande la Parte Austral y tantas sus necesidades, pues carece de todo bien, y por lo caro que ha costado comenzar grandes empresas con poca fuerza y poco orden, que yo ofrezco para ayuda de llevar estas personas, 3 mil ducados de los 6 mil ducados que V.M. me hace merced de costa, y ofreciera los otros 3 mil si no los tuviera menester para pagar parte de mis deudas y aviarme, y con todo lo daré si V.M. se sirve dello. Las personas que pido son como se sigue. El uno es don Marcío de Ureña, Canónigo y Tesorero de la Santa Iglesia de Astorga; 12 religiosos capuchinos españoles de quienes tengo 1 o 2 cartas; son doctos y aunque no lo fueran agora más importará el ejemplo con los naturales que no letras, pero siempre son necesarias letras y virtud. Mucho deseo su ida, así por el fervor que les veo, como por la devoción que tengo a la Orden de San Francisco y por lo que ayudarán a templar los nuestros. Siento movimiento en la Orden de Santo Domingo y fray Bernardino está firme en su buen propósito, y lo mismo fray Andrés de Almeyda. Suplico a V.M. me los conceda que los pido para grandes cosas de hermanos de Juan de Dios. Seis Capitanes de Guerra y Mar, que se ofrecen y 6 Alféreces; 12 personas bien entendidas de negocios para repartir cuidados y trabajos y para con todos asegurar la parte de V.M. Maestros de arcabuces, herreros, canteros, albañiles, carpinteros de lo blanco y de ribera, calafates, aserradores, cordoneros de jarcias, toneleros, botijeros, olleros, fundidores, arquitecto, pintor, escultor, platero, matemático para observar, describir y enseñar, ingeniero, médico, cirujano y boticario, y todos los otros oficios que no se pueden escusar para dar principio a un Nuevo Mundo. Es de advertir que todas estas personas han de entrar en el número de las concedidas y que más costará sacar del Pirú las 10, con estar en duda si las habrá, que llevar de aquí las 80 tan forzosos y importantes como suena, y que éstas irán como se han de llevar soldados y lo serán cuan sean menester. También se debe advertir que no han de hacer más costa del dinero concedido, como lo tengo mostrado por el arbitrio del hierro y por los que abajo se siguen. Recuerdo a V.M. que además del despacho principal es menester llevar de respeto para poder mantener y conservar el caso, una gran partida de bizcocho, harina, vino, azufre, vinagre y otros géneros para sustentar la gente, y para vueltas de viaje; es menester para navíos nuevos y despachar los viejos, una buena partida de velas, jarcias, brea, sebo, estopa, copey y hachotes para faroles. Es menester para aviar soldados, una buena partida de cordellares, cañamasos, ruanes, camisas, sombreros, alpargatas, espadas, cuchillos, hachas de mano y machetes para romper montes y abrir caminos cuando marchen. Es necesario para la Iglesia una imagen del Salvador, otra de la Virgen María, con dosel, un palio, una custodia, cálices, ornamentos, cera labrada, campanas, una colgadura de tafetanes y de guardamecíes, órganos y música, con todo lo demás que se debe al culto divino, su decencia y autoridad, para aficionar a los indios, y juntamente el vestuario para religión. Es necesario una buena partida de vestidos de tafetanes y de ropa de algodón de colores, monteras, calzados, espejos, tijeras, cuchillos, carcabeles, trompas, chaquiras y otras cosas de vidrio, de buena vista, y las demás de rescate para contentar los indios y indias y rescatar con ellos las cosas que tuvieren de valor y sus comidas. Es necesario una gran partida de hierro y acero para labrar y calzar todas las herramientas que se deberá fabricar de todas suertes, sementeras, plantas, minas y llevarse hechas algunas para luego servirse de ellas. Son menester cuatro instrumentos de cobre con sus fogones y hornos de hierro para sacar agua dulce de la salada en la mar, y en la tierra para sacar vino de palmas y para hacerse otros provechos, y juntamente ollas, calderas para azúcar, añil, peroles, sartenes, embudos para hacer aguada, hornos de pan para suplir faltas y a enfermos, y otras piezas de cobre que son bien menester cuando se vuelve a navegar. Es necesario artillería para fuertes, versos para descubrir, mosquetes, arcabuces, pólvora, plomo, cuerdas, hierros de picas, rodelas y otras armas y una buena botica. Advierto a V.M. que comprándose en España las cosas que della van al Pirú y allí se han de comprar para la jornada, y esto al crédito de lo que V.M. mande se gaste, y comprándose en los vales de Trujillo, Santa, Ica, Sierra y otras partes las cosas de la tierra necesarias a mi despacho, apresto y provisión, que se ahorrará a buen juzgar más de 100 mil ducados, y con sólo 15 mil se pueden llevar las personas que pido aquí, conque, parece que la obra irá bien encaminada y asegurada en su principio, medio y fin. Señor, todas las partidas referidas, así las de despacho principal como las de respeto, los navíos, aparejos dellos, paga de gente, con toas las otras cosas que he de llevar de Lima, que sería largo decirlas, no han de costar más de solos 500 mil ducados por una vez, allá y acá, sin que entre en mi poder un solo maravedí, siendo los precios que los vea yo hacer, y los géneros, y todo el despacho a mi satisfacción, y este trabajo yo le quiero armar a trueque de que V.M. sea mejor servido y el Virrey se descuide; y debe creerse de mí que quiero llevar buena gente, buenos navíos, buenos bastimentos, buenas armas, buenas instrucciones, buenos resguardos, salir a tiempo del puerto y dar buena cuenta de mí a Dios y a V.M. en cuanto me tocare. Advierto que cuando fui a descubrir se gastaron 184 mil ducados, con 130 personas, y que agora me ofrezco llevar 1.000 hombres, las familias de los casados y los aventureros (!) con solos los 500 mil ducados referidos. También se debe creer que me duelo tanto de la hacienda de V.M. cuanto lo mostré en que no quise recibir mi sueldo y en que no lo pido agora, y que celo tanto los bienes espirituales y temporales de aquellas gentes, cuanto lo tengo importunado y bien mostrado, pues de mí mismo no me duelo, atrueque de que la obra no padezca y perezca. Por todo lo cual vuelvo a suplicar a V.M. me sirva de concederme la merced que pido, por ser conveniente y forzosa, y me anime en acertar en este grande servicio de Dios y de V.M.
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MEMORIAL 38 Muy Poderoso Señor. El Capitán Pedro Fernández de Quirós. Digo que ha dos meses que vino despachada mi consulta para que se me diesen aquí los despachos a mi satisfacción, para que el Virrey del Pirú me dé lo que fuere menester para proseguir mi empresa, y en todo este tiempo no se me ha dado. También se me conceden 6 mil ducados de ayuda de costa para desempeñarme de lo que debo en esta Corte y así es fuerza que se me libren aquí para pagar y aviarme. Más se me ha concedido el hierro que tengo pedido, moderándome con pequeña partida como 6 mil quintales, para lo mucho que es menester para la población, fábrica de fuertes, navíos, labrar la tierra y minas, considerando al no hacer gran gasto, y tampoco no se me da hasta agora ningún despacho. Pido y suplico a V.M. sea servido de mandar se me dé el despacho conforme al decreto, y mi ayuda de costa para pagar lo mucho que debo y aviarme en esta Corte, y los 6 mil quintales de gierro como lo tengo pedido y justicia Vuestra. MEMORIAL 39 Señor. El Capitán Pedro Fernández de Quirós. Lo que a V.M. ofrezco son reinos por desnatar de sus riquezas y no veo otras que puedan desempeñar a España sino son ellas. Lo que me costaron de descubrir lo sabe Dios y se puede ver en mis escritos, con más lo que dije a palabra; lo que prometo para su mayor bien de ellos son cosas tan claras, tan necesarias, tan factibles y tan provechosas cuanto ellas mismas lo dicen. En suma, Señor, lo que doy es todo cuanto lo que Dios me ha dado. Lo que me queda es lo que siempre tuve: fidelidad, lealtad, tosudez y grandes deseos de servir a V.M. en esta mayor de las empresas. Lo que pido para mí son peligros y son trabajos continuos; lo que me dejan son infinitos cuidados y desvelos de dar buena cuenta de mí en esta y en la otra vida; lo que se me debe es cuanto pude haber ganado si me dejaran obrar, con más el premio (que no pido merecido a proporción de lo que valen mis servicios, a que me remito, y no me vendo a lo que resta). Lo que debo son 39500 ducados gastados (sin lo que es mi hacienda) en suplir y sustentar esta causa de V.M. Lo que me dieron son momentos de muchos géneros; lo que tengo son enemigos secretos y declarados porque defiendo esta justa, pía y perseguida causa; lo que me duele no es lo que padecí sino es lo que se ha perdido y está perdiendo, de gran valor; lo que muestro es todo lo que conviene en España, en las Indias y en la Austrialia, sometiéndome a que vea quitado y añadido lo que pareciere sea justo, si no me dan instrucciones para saber lo que debo y puedo hacer en este caso. Lo que me niegan es lo que se había de buscar a grandes costas, en especial, las personas eclesiásticas y seculares que se ofrecen a ir tan lejos. Lo que no se admite es lo que se había de estimar, saber pedir lo necesario. Lo que V.M. mandó al Consejo de Indias es, Señor, que me dé despachos a mi satisfacción, y sólo quiero que se encamine y... esta obra desde aquí. El que recibí el año pasado fue, Señor, con un punto que le quitó todas las fuerzas; el que de presente me dieron tiene tres menos (y esto tiene misterio): las contradicciones, desvíos y largas todas me dan a entender que primero me alcanzará la muerte que yo pueda alcanzar la merced singular que V.M. me hace. Lo que tengo que decir es cuanto se deja entender; dejo las quejas, mis deseos, mis deseos no tienen fin y lo que me espera de aprestos, navegaciones y obrar parece inacabable, según los casos a que se va; lo que a V.M. pido y suplico en pago de mis servicios y ofrendas es, Señor, que esta obra no se deje en el estado en que está, ni se dilate una hora, ni se yerre en su principio y licencia para decir que si buscara dineros después que la tuve en práctica, que ya los hubiera ganado para poderla rescatar, aunque fuera de limosna, y también más para Dios que tengo derecho a mis trabajos, como los que me contradicen lo tienen a lo que poseen, y que aquellas gentes lo tienen a lo que poseen, y que aquellas gentes lo tienen a la salvación de sus almas. V. Magd., por lo que debe a Dios y a quien es, se sirva despacharme como lo tiene concedido y yo pedido, y que realmente conviene, a pena de que V. Mamd. no ha de ser bien servido en lo propuesto, y porque en todo tiempo han de ser vistas mis justas, advertidas y prevenidas peticiones, y lo que se me negó o concedió en razón de ellas, y las grandes ganancias o pérdidas que desto han de resultar. Diez y seis son los años de mi penar y porfiar porque V. Magd. doble y asegure su Monarquía.