General mercenario a las órdenes del rey persa Darío III, que se enfrentó a Alejandro Magno en su conquista de Asia. Una de sus campañas más importantes fue la ofensiva naval en el año 333 a.C. contra las naves del puerto de Tiro; sin embargo, la ofensiva persa fracasó y, un año después, los ejércitos macedonios dominaban ya todos los mares.
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MEMORANDUM DE LA ORNITOLOGÍA DE YUCATÁN El género Accipitres, incluyendo águila, halcones, gallinazas, etcétera, es muy numeroso, y de éste fueron obtenidas 3 ó 4 variedades. Una de ellas, un magnífico halcón recordando en sus marcas al azor (Falco Atricapillus), diferenciándose, como siempre, en su forma, en el pico, en el color de sus ojos (marrón oscuro), en no tener la línea blanca sobre los ojos, ni la franja de la cola. El primer especimen fue matado en Uxmal, pero luego consiguieron muchos más y dos fueron traídos a casa. Otra especie nueva y preciosa es un halcón de un aire muy noble en la forma de su pico y cabeza, y en sus hábitos; del cual se obtuvieron dos especímenes en Chichén Itzá; al macho le habían disparado sobre el cenote durante una pesada lluvia. Sólo se vio este par. Otra de las especies no está descrita, o, si es así, la descripción es imperfecta, bajo el nombre de buharro mezclado de Latham (La Busc Mixté Noire. Voy d'Azara, vol. III, n.? 20). Es un gran halcón negro, la hembra se consiguió en Punta Francesa y el macho en la isla de Cozumel, donde también se encontró un nido, pero fue destruido junto a los huevos debido a la obligación del Dr. Cabot de derribar el árbol. Más tarde consiguió un huevo de un nido existente entre Dzilam y las Bocas de Dzilam. Otro magnífico halcón se parece mucho al Pequeño Caporal de Audubon, y que pertenece a la misma división de los halcones de ocio de Europa. Es un halcón audaz y se le suele encontrar alrededor de las ruinas y en los campanarios de las iglesias. Es abundante en Yucatán, aunque sólo conseguimos un especimen que fue matado desde lo alto de la cruz que está encima de la portada de la hacienda del cenote (Mucuyché), cuando viajábamos a Uxmal. Parece que no había ninguna descripción publicada de este halcón. Todavía obtuvimos otro halcón que no parece haber sido descrito, pero, como tenía el plumaje inmaduro, debía ser la cría de algún pájaro conocido. Además de éstos, entre las especies tenemos un ejemplar de halcón riente (Falco Cachinnans de Lin). Es conocido por los nativos como Cos, y fue muerto en Chichén Itzá cerca del Castillo, y disecado. Otro ejemplar del mismo pájaro fue obtenido en el camino de Nohcacab a Uxmal, después de nuestra primera enfermedad. Estos pájaros abundan por todo Yucatán. Del género Strix sólo se vieron tres variedades; y de ella fueron conservadas dos, las cuales creemos que no han sido descritas. La primera, una pequeña lechuza de unas seis pulgadas y media de largo, de un color tostado, y más claro en el pecho, fue muerta cerca de Mérida. La segunda es de alrededor de seis pulgadas de largo, de color marrón en el dorso y más claro en el pecho, llamada por los nativos tiquim thohca. Hemos visto algunos ejemplares de ambas lechuzas. La tercera variedad fue capturada en uno de los edificios en ruinas y conservada por poco tiempo, porque escapó. De algún modo se parecía al Strix Aluco de Europa. Más tarde otra fue muerta en Sabacché, pero estaba tan maltrecha que no pudo ser disecada. Del género Corvus fueron obtenidas tres especies, dos de las cuales no parecen estar descritas. La primera es un precioso grajo con la cabeza y el abdomen negros; el dorso, las alas y la cola de un bello color azul. El pico del macho es amarillo y el de la hembra negro, y tienen las patas amarillas. Fue visto y muerto por primera vez cerca de Sisal en el camino hacia Mérida, y posteriormente varios ejemplares más fueron obtenidos en diferentes partes del país, ya que son abundantes por todo Yucatán. La otra especie fue vista por primera vez en Uxmal, donde una hembra fue muerta, y poco después dos machos. Son de un marrón oscuro en la cabeza, cuello, dorso y cola; el abdomen blanco, el pico del macho negro y el de la hembra amarillo, su tráquea tiene una formación muy peculiar, en la que hay una especie de saco o bolsa membranosa que sale frente a la misma y a la mitad de su longitud, la cual está íntimamente conectada con la piel del cuello; a esta formación, junto lo musculoso de la laringe, puede atribuírsele su excesivamente fuerte y desagradable grito. El otro grajo es el Corvus Peruvianus o grajo del Perú (Shaw, Vol. VIII, Lámina 27). Este hermosísimo pájaro se encuentra con abundancia en casi todas partes de Yucatán, que es probablemente su país nativo, ya que en Perú se le menciona como raro. Del género Psittacus se consiguieron cuatro especies, tres de las cuales ya habían sido descritas, y quizás también la cuarta; pero como nuestro ejemplar no es bueno, no es fácil de averiguar positivamente si ha sido descrito o no. Uno, el Psittacus Albifrons (Ind. Orn., Vol. I, p. 119), cotorro de corona blanca (Shaw, vol. VIII., p. 519), es muy abundante por todo Yucatán. Es un hermoso pájaro, coloreado de verde, azul, rojo, blanco y amarillo. Otro, que se supone sea el Psittacus Guianensis (Gen. Lil., vol. I, p. 323), el loro verde de Guayana (Gen. Syn., I, 231), no es tan abundante como el anterior, pero todavía numeroso. Conseguimos nuestros ejemplares en Ticul, y algunos fueron muertos cerca de Iturbide. La tercera especie no fue vista en estado salvaje, el único ejemplar que obtuvimos le había sido regalado vivo al Dr. Cabot, por el padre Carrillo, de Ticul. Es el Psittacus Macao (Ind. Orn., vol. I, p. 82), el guacamayo rojo o azul (Gen. Syn., I, 199). Del género Ramphastos conseguimos un ejemplar, el tucán de pecho amarillo (Gen. Syn., vol. I., p. 326), Ramphastos Tucanus (Ind. Orn., vol., I, p. 136). Este ejemplar no coincide con la descripción de Latham, pero es el mismo que describe Mr. Edwards, de la colección viva de Lord Spencer. Nosotros lo conseguimos en Uxmal, el día en que el Dr. Cabot bajó a la hacienda a operar la pierna de un indio. Poco después pudimos ver dos o tres especies diferentes en Macobá, pero el Dr. Cabot no consiguió matar ninguna de ellas. Del género Momotus conseguimos dos especies: la primera, el Momot común de cabeza azul del Brasil; es bastante corriente en Yucatán, pero no tanto como el otro, del cual es dudoso que haya sido descrito. Es de la misma longitud que el de cabeza azul, pero la cola es más larga en proporción al cuerpo. Las marcas del plumaje son muy diferentes a las de los pájaros brasileños; tiene una raya negra, que se extiende desde el cuello hasta la mitad del pecho, bordeada a cada lado de un azul claro; una ancha línea azul claro, casi blanca, se extiende sobre los ojos desde la base del pico hasta la parte de atrás de la cabeza. Su color general es una especie de bayo verdoso; las plumas del ala y las de la cola de verde claro, con puntos negros; las dos plumas centrales de la cola, mucho más largas que las de los pájaros brasileños, teniendo el cañón de la pluma desnudo en mayor grado, y la punta de la pluma es verde pálido brillante y negro. Del género Crotophaga obtuvimos una especie; el Ani menor (Crotophagi Ani. Ind. Orn., vol., I, p. 448). Éstos eran muy abundantes en todo el país. Del género Oriolus, incluyendo bajo esta denominación el Icterus y Cassicus, conseguimos cinco especies, una de las cuales suponemos que era nueva, tres dudosas, y una conocida. El macho de la nueva especie era de nueve pulgadas y media de largo; la cabeza, el cuello, las mejillas, el pecho, el vientre, la rabadilla, las plumas terciarias, y casi todo el largo de las plumas exteriores de la cola y la parte inferior de la tercera, y ocasionalmente una raya sobre la cuarta, son de un brillante amarillo cromo; la cara, garganta, plumas primarias y secundarias, el dorso, de cuatro y a veces seis plumas en la cola, son negras, y las patas azuladas; el pico, negro, excepto la base de la mandíbula inferior, que es azulada, y canta finamente. Las hembras son de ocho pulgadas y siete octavos de largo, sus marcas son como las del macho, pero no tan brillantes y de un castaño iridiscente. Una de las dudosas se acerca mucho a la descripción que Lahtam hace del pájaro Bonana menor (Oriolus Xanthornus. Ind. Orn., vol., I, p. 181), pero es un Icterus y difiere en algunos detalles del plumaje. Otro de los dudosos se parece mucho a la oropéndola negra, y otro es semejante al Cassican negro, pero es más pequeño. La especie conocida es la oropéndola de Santo Domingo (Oriolis Dominicensis. Ind. Orn., volumen I, p. 182). Conseguimos dos ejemplares de este pájaro, siendo los únicos que vimos. Del género Cuculus, incluyendo el Polophilus, obtuvimos dos especies. Una se parecía algo al pájaro descrito por Lahtam como el cuco jaspeado (Polophilus Variegatus); el otro es el cuco de Cayena (Cuculus Cayanus. Ind. Orn., vol., I, p. 221). Ambos eran muy abundantes en todo el país. Del género Picus conseguimos tres especies, dos de las cuales sean posiblemente nuevas. Una de ellas se parece mucho al pequeño pájaro carpintero de Europa (Picus Minor). El otro recuerda a la descripción que Lahtam hace del carpintero brasileño (Picus Braziliensis). La especie conocida es el carpintero rayado (Picus Lineatus. Ind. Orn., vol., I, p. 226). Del género Certhia obtuvimos dos especies, y de una de ellas no encontramos descripción alguna, aunque el Dr. Cabot tenía la impresión de haber visto ejemplares de éstos en algunas vitrinas de Europa. Tiene tres pulgadas y siete octavos de longitud; la parte superior de la cabeza, cuello y dorso de marrón oscuro, cada pluma tiene una marca clara en el centro de un color ante y en forma de pera, las plumas primarias, secundarias y terciarias y las de la cola, de color pardo; el pico es de una pulgada y tres octavos a lo largo del centro, y una pulgada y cinco octavos por los bordes, curvo en toda su longitud y de color cuerno. Estos pájaros no eran numerosos. La otra especie es la Nectárida de abdomen amarillo (Nectarinia Flaveola, Vieill., Ois. Dor. Certh., lám. 51, p. 102). Eran bastante abundantes en Cozumel, donde se capturaron dos ejemplares. No vimos estas aves en ninguna otra parte del país. Del género Trochilus conseguimos dos o tres especies, una de las cuales no estaba descrita; otra es probablemente la cría de la anterior, y sólo una de ellas estaba descrita. El macho de la especie no documentada tiene cuatro pulgadas de longitud; el pico de seis octavos de pulgada, amarillento, terminado en negro; la parte superior de la cabeza y el dorso son de un color verde mate; la garganta por la parte superior del pecho, de un color verde esmeralda brillante, formando escamas, de un brillo metálico; la parte inferior del pecho, abdomen y la cola, de un color pardo o bayo; las plumas de la cola orladas y con puntas negras; las primarias de un marrón oscuro con algunos reflejos purpurinos. Las cuatro plumas centrales de la cola tienen reflejos verdosos. La hembra es menos brillante, carece de los reflejos esmeralda en la garganta, siendo toda su parte inferior de color bayo; el macho tiene algo de blanco en los muslos. La especie conocida es el colibrí de Ourissia (Trochilus Maugeri. Lesson.). Del género Turdus capturamos dos especies que creímos nuevas. Una se parece mucho al Mirlo de Paraguay, o Calandria, según lo describe Viellot, pero carece de blanco en las alas. El otro es bastante parecido al Tordus Plumbeus, como lo describe el mismo autor. El primero es muy común en todo Yucatán, pero el segundo es bastante raro. Del género Loxia obtuvimos cuatro especies, tres de las cuales no tenían el plumaje maduro, y no pudieron ser clasificadas con certeza. La otra no parece haber sido descrita, aunque hay algunas descripciones que se le acercan. El macho es de unas diez pulgadas de largo; la cabeza y la barba, extendiéndose por los lados del cuello, son de color negro, y también la parte superior del pecho. Las mejillas de un gris acero muy oscuro; desde el pico sobre el ojo hasta la parte posterior de la cabeza se extiende una línea blanca; la parte posterior de la cabeza, las plumas secundarias y el borde exterior de las primarias de un amarillo oliva, como también la cola; el cañón de las plumas es negro; parte de la barba y garganta es de un blanco puro; el pecho, el abdomen y los muslos son de color ceniciento; el ano y la parte inferior de las plumas de la cola, de color bayo claro; la hembra tiene unas nueve pulgadas de largo, siendo de un color marrón ceniciento oscuro en lugar de oliva; las otras marcas se parecen mucho a las del macho, pero no tan brillantes. Son muy comunes por todo Yucatán, y se dice que son muy destructivos con los campos cultivados y jardines, los indios los llaman tsapin. Del género Emberiza conseguimos un ejemplar de plumaje inmaduro; probablemente de la Calandria Pintada. Del género Pipra capturamos uno: el manakil azul y amarillo, que no es común en Yucatán. Del género Tanagra obtuvimos dos especies, una de las cuales es la Tanagra de cresta roja de Latham. Sólo vimos una pareja. El otro creemos que no ha sido descrito. El ejemplar era un macho de seis pulgadas y cuarto de largo, con el pico abultado y fuertemente dentado; hacia la mitad de la mandíbula superior, seis octavos de pulgada a lo largo del pico, la parte superior de la cabeza, las alas y la cola son de color frambuesa intenso, acercándose al castaño; el dorso es ceniciento teñido de rojo; la barba y la garganta, de color rosa; el pecho y el abdomen, color ceniza claro; el ano y las plumas de la cola, de color rojo claro. Del género Fringilla capturamos una especie, que creemos ha sido descrita por Latham como el Pinzón ceniciento (Fringilla Cinerea); eran muy comunes en la zona de Mérida a finales de mayo. Del género Lanius obtuvimos tres especies, todas ellas descritas, y son el Pega Reborda de Cayena (L. Cayanus. Ind. Orn., vol., I, p. 80), la Pega Reborda rojizo (L. Rubiginosus), y la Pega Reborda de cabeza gris (Tanagra Guianensis. Ind. Orn., vol., I, p. 427), más adecuadamente, el Lanius G. Este pájaro canta bastante bien, y es común en Yucatán. Las otras especies eran más raras, especialmente la segunda. Del género Muscicapa conseguimos cinco especies, cuatro de las cuales han sido descritas. El ejemplar de la quinta era un macho, de unas seis pulgadas y media de largo; el pico, de una pulgada a lo largo del centro, era fuerte y ancho; en la parte superior de la cabeza y la nuca eran de color negro; también las alas eran negras, y la cola muy oscura, de un marrón pizarroso; el pecho, el abdomen, las mejillas y la barba, de un ceniza claro; la garganta y la parte superior del pecho, de color rosa brillante; y las patas negras. Éste era el único ejemplar que vimos en el país. Las otras especies eran de Muscicapa Coronata (Cazador de moscas y de cabeza redonda. Shaw, vol. V, lám. 13). Es muy común por todo Yucatán. El Muscicapa Sulphuratus no es raro; el del M. Barbata es bastante común; y el M. Ferox, muy frecuente. Del género Sylvia obtuvimos una de plumaje joven, y por esto no estamos seguros de si es nuevo o no. Del género Caprimulgus conseguimos una especie, pero en tal mal estado que no pudimos hacer nada. Del género Columba capturamos dos especies, una de las cuales tenía el plumaje tan imperfecto, que no pudimos dar sus características. La otra se parecía mucho a la Paloma azul (Columba Caerulea. Ind. Orn., vol. II, p. 601). Ambas, comunes en Yucatán. Del género Meleagris conseguimos una especie (Meleagris Ocellata), el pavo moteado, Cuv. Este magnífico pájaro es común en todo Yucatán. Del género Penélope obtuvimos dos especies; una es el Guan con cresta (P. Crestata. Ind. Orn., vol. II, p. 619). Son denominados kosh por los nativos; el único ejemplar que vimos se lo dio al Dr. Cabot el hermano del padrecito de Ticul, y aún estaba vivo en noviembre de 1842. La otra especie es el Penélope, o Phasianus Paragua (Ind. Orn., vol. II, p. 632). Son comunes en todas partes de Yucatán, donde son conocidos como chachalacha, por el ruido que hacen completamente asombroso, y los indios también lo llaman bach. Tienen una interesante distribución de la tráquea, que pasa por debajo de la superficie externa de los músculos, entre éstas y la piel, en un gran vuelta baja hasta el pubis, y luego pasa al otro lado subiendo hasta entrar al tórax. Del género Crax capturamos dos especies: el Guaco rojo (Crax Rubra. Lin., vol. I, p. 270), y el C. Globicera (Guaco Globoso). Se encuentra por todo el país y son llamados kambool por los nativos. Del género Tinamus conseguimos una especie el Tinamou jaspeado (T. Variegatus). Son bastante comunes en Yucatán, donde los nativos les llaman perdices. En muchos casos los tienen domesticados y son muy prácticos para destruir escorpiones, etc. Del género Ortyx obtuvimos una especie, que en cuanto a su plumaje y tamaño no ha sido descrita, pero tiene las mismas señales, costumbres, etc., que nuestra codorniz o perdiz. Es más pequeña; la garganta del macho es negro azabache y la mayoría de las marcas son diferentes, aunque tiene un aspecto general parecido al Ortyx o Perdix Virginianus. Son muy numerosas en todo Yucatán. Del género Cancroma capturamos una especie, el Pico de Bote Ceniciento, que fue muerto en el cenote de Chichén. Del género Jacana también capturamos una especie, la Jacana mutante (Parra o Jacana Variabilis. Ind. Orn., vol. I, p. 763). Muerto en Uxmal en una de las pequeñas aguadas, y fue el único ejemplar que vimos en el país. Del género Gallinula, el Dr. Cabot consiguió dos especies, la Cayena Gallinula (G. Cayanensis. Ind. Orn., vol. II, p. 767) y la Gallinula de abdomen negro (G. Ruficollis. Ind. Orn., vol. II, página 767). Del Abadejo de pico largo sólo vimos un ejemplar. El quetzal de cabeza violeta era más común, y capturamos varios en diferentes lugares. Además de los pájaros enumerados más arriba, la lista siguiente comprende aquéllos que conseguimos en Yucatán, y que también se han encontrado en los Estados Unidos, y han sido bien descritos por diferentes naturalistas.
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MEMORIAL 10 Excelentísimo señor. El capitán Pedro Fernández de Quirós, digo que a los siete días del mes de marzo pasado llegué a la ciudad de los Reyes y que a los tres días andados, por no poder antes, presenté a vuestra excelencia una cédula emanada del Consejo de Estado en que Su Majestad manda que yo salga desde puerto del Callao con dos navíos bien aviados a descubrir la parte incógnita del sur , para lo cual vuestra excelencia fue servido hacerme merced de admitirme y mandar que yo señalase dos navíos que más a propósito fuesen, y que habiendo precedido algunos gastos de tiempo fueron hechas diligencias por las cuales yo nombré un navío llamado San Pedro, cuyo dueño se dice Sebastián de Goite y Figueroa, por ser navío muy acomodado para el tal descubrimiento, y por mandado de vuestra excelencia sea visto y aprobado por personas práticas y sólo hace (...). Y para el otro que verse está suplico a vuestra excelencia muy humildemente se sirva de mandar que hoy miércoles veintisiete de abril el general don José de Ulloa, persona de ciencia y experiencia, y más la mía; se han visto dos los navíos que están surtos en el dicho puerto y de ellos se escoja y elija aquel navío que le pareciere ser más propio, no reparando en que (...) además de ciento y cincuenta o doscientas cuando no lo haya de cien toneladas, y me sea luego entregado juntamente con el dicho navío San Pedro y más la lancha que trajo la gente perdió, para que con toda breveza vaya luego dando orden en mi despacho que espero que sea para el día de San Francisco, o que no pase de todo octubre, que es la ocasión eficaz para dar las velas todo puesto y seguir la derrota oestsudueste, para lo cual es prestísimo, con la misma voluntad que ofrecí a Su Majestad. Y digo más, señor excelentísimo, que las memorias de todo lo que le ofrezco de apresto para el dicho mi viaje, como vuestra excelencia me tiene mandado penderle estar cierto de los navíos que tengo de llevar y de los mismos navíos y obras y aderezos, y de llevarse el número de la gente que en ellos ha de ir, y de la gente, los bastimentos y lo demás para un año en que se cifran memorias, y que es muy fácil lo (?) cause a este punto para con certeza medir y decir. Y digo más, señor excelentísimo, que es muy necesario que vuestra excelencia se sirva de señalar las pagas adelantadas que han de haber los marineros y oficiales y que yo pueda admitir los muchos y buenos que se me ofrecen, y salvando siempre su mejor parecer de vuestra excelencia, paréceme que por ser el viaje tan dudoso y largo y para tanto cuanto tienen menester por venirse y otras cosas (?) vuestro, que será bueno un año de pagar adelantado del mesmo sueldo que Su Majestad paga en este vuestro a los que le sirven en sus naos, y que les corran su sueldo y raciones desde el día que se alisten, y que les vaya corriendo lo mismo como es uso y costumbre hasta se acabar el viaje. Y más también, excelentísimo, es menester una bodega y casa grande para lo que fuere percibiendo y dando para los navíos y menesteres y para hacer las velas y lo demás. Y más también, el crédito para el gasto de mulas de y para Lima y a otras artes que se pueden ofrecer para ello, Señor, no tengo fuerzas ni crédito aquí de un solo real, y por estas faltas pueden faltar como faltan muy buenos efectos. Y más también, señor excelentísimo, paréceme ser muy conveniente e importante todo lo que vuestra excelencia se sirva demandar que de las barras de plata que su majestad al presente tiene en este puerto en el galeón jesús María, que ahora viene de Arica, se quede aquí en el Callao la parte que vuestra excelencia ha de mandar y a estar en el dicho mi despacho, y muy conforme a lo que su majestad manda en su cédula. Y más también, señor excelentísimo, he menester un instrumento para con él observar la variación dela aguja en el transcurso de mi viaje, como su majestad me lo manda, y otros instrumentos que son forzosos para usar dellos, y estos tales se han de hacer en Lima. Y digo más, que vuestra excelencia ayer, y estando presente el secretario de gobierno, me mandó que yo me resolviese en la tocante a navío y aprestos, para lo cual digo a su majestad excelentísima que siempre he estado y estoy resuelto y muy derecho para hacer todo cuanto su majestad me tiene ordenado y manda, y que si vuestra excelencia se sirve de darme los dos navíos que más a vuestro propósito fuesen, y la lancha y la casa para su despacho y comodidad mía, y lo demás que a vuestra excelencia suplico en esta memoria, que luego al ahora trataré con pasos prestos de laborar lo que hasta aquí no he podido, por todas faltas, y que pediré todas las otras cosas tocantes a mi avío y las que más se ofreciesen y son forzosas, y que en todo me remito a lo que vuestra excelencia ordenare y mandare, y que cumplo en esto con todas obligaciones debidas a mi parte, y que estoy muy cierto que vuestra excelencia se a de servir de hacerme las mercedes que espero como de príncipe que sabe muy bien cuanto mi demanda vale para con Dios y con las gentes, y para aumento de la corona de su majestad y de su servicio, y justo en cuyo nombre solicito y pido y acuerdo a vuestra excelencia que los medios justos que voy buscando en (?) con el estado se dice ser el item que más importa, para haber un buen suceso en las cosas que se intentan y pretenden. A vuestra excelencia suplico muy encarecidamente la respuesta determinada de cuanto digo, y tan en forma cuanto en todo me conviene para escrebirlo así a su majestad, o irle yo a dar la cuenta de todo, o de golpe ir a tantas miserias cuantas hacen años que paso sin poder pasando, y sufriendo tantas acabar de armarme en caso tan importante como traigo a mi cuidado. Y más también, acuerdo a vuestra excelencia que se dice aquí en el Callao, en público, que Alonso Serra Tomé ha dado quinientos ducados porque le largase su navío, que no tengo cosa que más el nombre, por ser mi caudal principal que la verdad y llaneza con que parto y que su santidad y su majestad fíen de mí muy grandes cosas, y que yo deseo bien acertar y servir, y que ya que no gana mi vida en estos tratos, que no pierda mi honra sin deber nada. Pedro Fernández de Quirós
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MEMORIAL 11 Excmo. señor. El capitán Pedro Fernández de Quirós, que por mandato de su majestad voy a descubrir la parte incógnita del sur, digo que para poner en ejecución su real mandato, los días pasados supliqué a vuestra excelencia, por un memorial, se pudiese mandar la lista de la gente necesaria para tripular los dos navíos de que estoy hecho cargo, así para irlos aprestando aquí en el puerto a donde están, como para hacer con ellos el dicho descubrimiento, y espero en la forma que el contador usa tener en los asientos que hace con los marineros, artilleros y grumetes, pajes y oficiales de la armada que su majestad aquí tiene; y más también, por el peligro a que los dos navíos están, a falta de estar desiertos y por no perder más tiempo. Y así más suplico a vuestra excelencia se sirviese mandar me fuesen dados de los negros que su majestad aquí tiene, para grumetes en el número que he pedido. Y así más digo, excelentísimo señor, que el día de la Asención pasado, el secretario Juan Cabrera de Ureta me dió el dicho memorial con dos decretos de vuestra excelencia y parece ser que dieron el teniente de capitán general don Lope de Ulloa y tesorero don Juan Manuel de Anaya; para lo cual digo, excelentísimo señor, que en lo que toca a los negros que por grumetes pido, los navíos no se pueden servir sin ellos, y que mandando vuestra excelencia, me sean dados cuatro para cada navío, o sean negros o blancos, para que luego acudan al servicio dellos y o estar enviados en lo tocante a este part(?). Y en cuanto al parecer que dieron el teniente de capitán general don Lope de Ulloa y el Tesorero don Juan Manuel de Anaya, a lo que se le ha de dar ahí de sueldo como de paga adelantada a la gente que tengo de llevar en mi compañía, digo señor que es muy justo lo que dicen y así lo he pedido a vuestra excelencia, que desde aquel día que se alistasen les vaya corriendo su sueldo y raciones hasta llegar a España, y que se le de al tiempo de la embarcación, un año de paga adelantada del mismo sueldo que sumajestad paga en su armada deste puesto, y mas lo que hubieren servido hasta aquel día. En cuanto a lo que vuestra excelencia manda por su último decreto, que se aliste la gente de mar a zarpar, para mi mucha merced, yendo que toca al no haberles de correr sueldo hasta el día de la partida o algunos antes. Yo no sé, señor excelentísimo, quien haya que sirva sin que le paguen su trabajo, (...) ni yo sé qué dinero bien debido que el del servicio personal. Vuestra Excelencia se haría de haber por bien que la gente que tengo alistada, que no es del armada del rey, se le haga su plaza buena como a los que les están sirviendo, pues ellos han de servir, y advierto a vuestra excelencia que todos los he menester ahí para con ellos despacharme aquí, como para hacer el descubrimiento a que voy, y que siendo de otro modo se pone mi viaje a peligro porque siendo como la gente, pobre, se irán a buscar su vida y así al tiempo de mi partida o no hallaré marineros o será fuerza llevar gente inútil o por fuerza y con el pro se sirve el rey como lo manda y desea y yo pretendo. También advierto a vuestra excelencia que los marineros que están en las naos del reino querían obligar a hacer las obras que no sean de sus navíos que ellos están obligados y que gente forzada no obedecerá a oficiales ajenos, ni se hará lo que se debe con la orden tan debida. Y en lo tocante a la lista que vuestra excelencia ordena al contador la haga estando yo presente, ayer noche la hicimos con acuerdo de dar a vuestra excelencia esta cuenta y de que yo solicitase, como suplico a vuestra excelencia, que mande al contador le haga sus plazas buenas y se le den sus raciones. Por todo lo cual a vuestra excelencia suplico cuan encarecidamente puedo y me es posible se sirva dar orden y mandar como pueda dar pasos acertados, en tanto cuanto tengo que hacer, que es mucho y poco el tiempo, y no permita vuestra excelencia que me sea perturbado lo que Dios para esta su obra va juntando, y pues que su majestad les puede alargar su mano real, la deja larga a vuestra excelencia, y vuestra excelencia es el patrón de esta ejecución; vuestra excelencia se sirva que sea cual yo la espero, y así estará siempre obligado a servir y confesaré esta verdad y rendido a todo lo que vuestra excelencia ordenare y mandare. Juan Ochoa está muy pobre y es muy necesario para ayudar a mi despacho; sírvase vuestra excelencia de haber por bien que haga oficio de maestre en cuanto sea presto uno que ha de ir y espero que me dicen el hombre como conviene. Y más también, es necesario que vuestra excelencia ordene y mande a quien ha de ir, dando la madera o el avanzo cerrado y lo demás que es forzoso para dar principio a las obras de los dos navíos y de la lancha. Los marineros que tengo alistados son por todos treinta y tres; sin los oficiales y artilleros, siete, pajes, dos, los diez y siete no son de naos del rey. Vuestra Excelencia vea que han de ser ciento y treinta personas que mucho número que falta y los oficiales ninguno dellos es de la armada . Pedro Fernández de Quirós
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MEMORIAL 12 Excelentísimo señor. El capitán Pedro Fernández de Quirós, que por mandado de su majestad voy a descubrir la parte incógnita del sur, digo que los días pasados vuestra excelencia me mandó que diese, como di, memoria de las cosas necesarias y forzosas para el apresto y despacho de dos navíos y una lancha que vuestra excelencia me hace merced de dar, para hacer este viaje, y que vuestra excelencia fue servido, por su decreto, mandar al almirante Juan Colmenero de Andrada que mandase al proveedor general que fuese luego entregando las cosas que le fuesen pedidas para este fin, y que el proveedor general ha respondido que los maestres diesen fianzas de lo que habían de recebir, o si no que vuestra excelencia le mandase que sin estas le fuesen entregando todas las otras cosas pedidas dándoles el recibo dellas para su descargo, para lo cual digo, señor excelentísimo, que su majestad manda por su cédula real que me sea entregado todo lo necesario de avío y lo demás para cumplir su voluntad con mucha presteza, sin obligar a mi ni a los maestres a dar ningunas fianzas, ni yo le viniera a servir si fiándolo más de mi me obligara en lo menos, ni parece que esto fuera proporcionado a su grandeza ni a la mucha satisfacción que en todo de mi siente, ni cabe en el amor y verdad conque le sirvo. Y más que su majestad en otra cédula que tengo, manda que yo dando la vuelta al mundo le vaya a dar cuenta de lo que hubiere descubierto y hecho en todo el discurso de mi viaje y porque los dichos maestres no hayan quien los fíen por no haber de dar la vuelta a este puerto. Y su majestad manda que yo haga este viaje sin ninguna contradicción y no parece justo que a falta de las fianzas se deje de conseguir lo mucho más que vale lo que tal descubrimiento se le verá de ganar para las dos majestades de cielo y tierra. A vuestra excelencia (...) atento a todo lo dicho y a lo mucho más que puedo decir; en razón de esto sea servido mandar de una vez al dicho proveedor general que vaya luego dando a los maestres de los dichos navíos todo lo que les fuesen pidiendo, porque a esta falta están las obras paradas y sin el tiempo perdido, se va perdiendo más tiempo que cuanto más alargare será mayor la costa a la hacienda real, y demás de otros peligros. Y más también que vaya mandando hacer y juntando todas las cosas que tengo pedidas en el memorial general, de que no he visto los decretos y las cosas son muchas, y en que se funda el conseguir mi viaje y el tiempo es poco, y yo aquí daré a la solicitud de todo y lo haré sin ellos, mandándomelo vuestra excelencia. Y no digo esto sin causa ni hallo gusto en las personas a quienes incumbe mi despacho. Y juntamente suplico a vuestra excelencia se sirva de admitir y nombrar como suplicado tengo, a Juan de Iturbe, por veedor y contador, para que haya desde luego la razón y buena cuenta, que deseo dar a su majestad. Muy desconsolado estoy, señor excelentísimo, así porque vuestra excelencia no me hace merced de escrebir al comisario general de San Francisco en razón de los frailes legos, pues son tan necesarios así para servir los sacerdotes, como para curar los enfermos, como para que proponga en comodidad si hay algunos religiosos que quieran ir (en) este viaje para quedarse con los indios adonde hubiere mejor ocasión para allí les predicar y doctrinar pues demás de ser este un hecho famoso de muchos españoles, se va luego haciendo el bien de que se seguirá mayor gloria de Dios y no pequeña a vuestra excelencia. Y si vuestra excelencia quiere de que vaya algún maestre, yo lo asesoro, pues a muchos mayores servícios les di yo muy obligado, por tantas mercedes cuantas vuestra excelencia me hace. La brevedad suplico a vuestra excelencia, que se sirve mandar señal se acuda a todo puerto lo que está por hacer, de tal manera que no me sea necesario cansar a vuestra excelencia, y me remito a la memoria que a vuestra excelencia tengo presentada, y aviso a vuestra excelencia que sé muy bien seguir ciertos pasos cuando me guían, y esto digo porque de muchas cosas que vio o no tengo luz. Luis Váez de Torres pide resolución para prendarse o buscar su remedio. Lo que sé decir que es hombre muy importante Pedro Fernández de Quirós. Es muy necesario que sepa yo los religiosos que han de ir, por muchas causas, y más por la autoridad de esta empresa. Después que hablé a vuestra excelencia, me dijo el almirante general Juan Colmenero de Andrada, de que me quería(n) quitar toda la gente que de la inglesa (¿iglesia?) tengo alistada con orden y licencia que vuestra excelencia se tiene dada (en) este negocio, sobre que yo puedo decir mucho, que por ahora escuso, y lo diré si vuestra excelencia fue tan dello solo acuerdo, que para Panamá me llevaron más de veinte hombres, habiendo tantos otros sobrados y que alcanzo muchos lances de que no doy cuenta a vuestra excelencia por no disgustar aquí, en tanto debe servir y a pocos destos dragos en verdad que podremos dejarlos, más que es la vida, y muerto no soy bueno para lo que su majestad de mí quiere. Muy acosado ando con ser de su majestad tan favorecido y hacer de mi parte la que debo y esto con muchas veras, y quisiera mucho que a vuestra excelencia le constase desta verdad. Tengo mucha necesidad de ir a Lima a dar orden en los instrumentos y mucha priesa al proveedor general y a lo demás. . Pedro de Verreteaga es oficial de arcabuceros y quiere irse de viaje y por ser tan importante para esta, y más por ser cerrajero y herrero, vuestra excelencia lo tendrá (?) por bien. Si vuestra excelencia me da quien cobre, dejaré todos los papeles más importantes al descubrimiento y otros avisos que pueden ser útiles a la república, y juntamente el tratado de cómo se ha de navegar bien y por qué se navega mal, y esto no lo había yo de rogar tanto. Pedro Fernández de Quirós
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MEMORIAL 13 Excelentísimo señor. Lo que de nuevo se ofrece que avisar, vuestra Excelencia, que dice su majestad en su cédula que yo le pedí un navío, y que manda se me den dos y que sean a mi satisfacción y que vayan bien artillados, para lo cual digo, excelentísimo señor, que aunque no fuera por más que por lo que toca a lo vano (?), pude elegir dos los mayores por llevar maestre de campo o sargento mayor y capitanes de infantes, y los demás oficiales de guerra, y con esto gastará su majestad doblada y más hacienda, y que no lo he hecho por muchas causas, y porque las razones me guían, y que para los dos que escogí pedí a vuestra excelencia diez y seis piezas de artillería, que he andado muy corto pues un patax del mar del norte, a donde yo tengo, si Dios lo quiere, de aportar, las lleva el solo, y de más porte las piezas, por lo cual suplico a vuestra excelencia sea servido manar me sean dados otros cuatro medios acres (sic) con los cuales se cumplirá el número de las veinte piezas que pedí para anillar los dos navíos, lancha y arcas, ya que vuestra excelencia manda que no haya fundición de los ocho falcones que pedí, tan necesarios pues pende en lances forzosos defender las banderas y los navíos del rey, del tener fuerzas para esto y acuerdo a vuestra excelencia, cuya persona que otra cosa dicen se han de quedar aquí y que yo tengo de dar la cuenta y que deseo sea buena. Y más señor, que dice su majestad que vuestra excelencia mande se me dé el rescate conforme a las órdenes generales suyas para semejantes descubrimientos, para lo cual digo que vuestra excelencia puede servirse mandar me sea dada la cantidad, creciéndola tanto cuanto este descubrimiento y camino (son) mayor que los que se hicieron por las costas de esta América, y más también porque puede ser llegue a parte que con el rescate para su majestad, cosas de crecidos precios, lo que sin rescate no haré, y me parece que el muy puesto en razón conque sea su valor del rescate veinte mil pesos, y también por la autoridad del rey, pues para dar en su nombre no hacen quinientos, porque vuestra excelencia manda conque contentar un cacique, cuanto y más tantos otros o otras personas de más ser que podría hallar. Y más también por si fuera fuerza el quedarme, enviar aquí aviso por casos que se puedan ofrecer, tener con quien rescatar para sustentarme, pues, todo esto es dudoso y no puedo decir cierto. Y más suplico a vuestra excelencia sea servido admitir y dar su título a Luis Váez de Torres, de capitán y piloto del segundo navío, porque mi voluntad no me pide otro ni lo hay que me contente, y que la gente lo pide por la satisfacción que del tienen. Y advierto a vuestra excelencia que para saberla que la mía no es buena para tres, que semejantes empresas piden grandes hombres y muy práticos, humildes y virtuosos y sufridores de trabajar, y más que sean mis amigos, y esto señor me conviene si vuestra excelencia desea que yo acierte. Sírvase vuestra excelencia me sean dadas mil raciones como a cabo, que son ocho cada día, y cuatro botijas de vino cada mes, porque los que se van dando son como si fuera maestre, y tengo mucho que suplir y no con qué, mande vuestra excelencia que no se me den las que se me dan. Y más también, Juan de Iturbe, que vuestra excelencia nombró por veedor y contador, es ya necesario para que vaya haciendo los consumos de lo que se me va entregando y lo que se me ha de entregar; sírvase vuestra excelencia mandarle que venga a ejercer su oficio para que yo les dé (?) de aquí buena razón y mejor cuenta, y advierto a vuestra excelencia que vuela el tiempo y que tengo mucho que hacer y que su majestad no me obliga aquí a esto y que es mucho dello por mejor servir a vuestra excelencia y el tiempo doy por testigo. Pedro Fernández de Quirós
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MEMORIAL 14 Excelentísimo señor. La memoria general de números y cantidades de todos los géneros necesarios para mi despacho, que a vuestra excelencia presenté los días pasados, vuestra excelencia fue servido de remitirla al almirante general Juan Colmenares de Andrada, que la tiene determinada sin yo asistir a esto, y cortó della lo que le pareció ser justo, y también me parece a mí que lo es mucho. Aviso a vuestra excelencia que no la puedo haber a las manos para haber qué cosas dellas están a cuenta o las otras sobre que tengo de replicar; y más también, de cómo el tiempo está cerca y va volando y que vuestra excelencia me tiene mandado por auto que declare ante Pedro de Torres, como tengo declarado lo que en él contenía, y con protesto de dar a vuestra excelencia cuenta del estado en que mi despacho está y adelante estuviere, y para todo me pareció muy debido avisar a vuestra excelencia lo siguiente: Los bastimentos que pedía vuestra excelencia para este mi viaje que es dudoso, los unos, señor, son de más duración que los otros y todos convienen para la salud y conservación de la gente que ha de ir en mi compañía, y no pareciera acierto que sus vidas y la mía fuesen fiadas de solo ocho géneros que se dan a los navíos que navegan en esta costa con muchos puertos, y sabidos, a sotavento y amigos. Vuestra excelencia fue servido concederme bastimentos para un año y las raciones de bizcocho, hecha la cuenta por el contador de las armadas valen mil y sesenta y nueve quintales. Los novecientos he pedido y los sesenta y nueve, mandándolo vuestra excelencia, quiero convertir en bizcocho blanco para los religiosos enfermos y otras personas, y los cien quintales que restan, juntamente con la carne y pescado, de nueve meses que dejo de llevar, vale todo más de dos mil y quinientos pesos, el proveedor general los convirtiese en los otros géneros pedidos, a que se me responde que no se usa andar en esta mar, y yo digo desto que voy a andar todos los mares y que no soy usado en regalos y que los que acaso prueba me hacen, aunque me saben bien muy notable daño, y si vuestra excelencia les pide de hacerme esta merced fuere servido mandar se me den más de aquellos o otros géneros, también los recebiré como síndico que voy siendo de los frailes de San Francisco y enfermo en nombre de Juan de Dios. Su valor de la mitad de los garbanzos quisiera que se convirtiera en arroz y frejoles y otras cosas de más duración, que no ellos. Y tengo mandados hacer bien barriles para agua, por ser cosa muy necesaria y no llevar pipas, y las botijas ser género quebradizo. Y más tambien tengo mandado hacer las herramientas y servicios de cobre y hierro, por ser cosas todas esenciales, forzosas y duraderas. Diego de Espina ha dicho a los oficiales que sólo han de hacer en esto, aquello que él ordenare y así se cumple como si vuestra excelencia lo mandara. Esto y por esto, señor, muy deseoso de saber si su majestad por alguna contra cédula le ha mandado que sea mi tasador y por su modo tan contrario. Y con mucho más deseo estoy que vuestra excelencia mande que vaya conmigo (en) este viaje para que allí vea si han de ser cincuenta los barriles que dice o cuatro las barrenas y lo demás que cuenta, sin informarse de mi (...) y ando este mi viaje por los otros que por estas costas se hacen, o si sabía él que yo tenía intención de suplicar a vuestra excelencia fuese servido prestarme de la hacienda del rey aquella cantidad de dinero que valiesen las cosas (que) todas fueron probadas y a mi entender forzosas por no salir de aquí sin ellas, y más vería como allí, padeciendo se sirve al rey y no en el Callao paseando. Vuestra excelencia se sirva, pues, le suplico segunda vez, mandarle que no me gobierne, que soy de mayor edad y me envía su majestad sin tutor, o deme vuestra excelencia licencia que yo se lo ruegue, y si esto que hace es por dar a entenderse, irán ministro y mirador de la hacienda real. También quisiera yo que se entendiera a cuanto aquí lo he sido y voy cortando la mitad de gastos, o si no corramos los dos a porfía y veremos cual sirve mejor al rey, si él aquí en el reino da dinero o yo que le sirvo de balde; y también quisiera que vuestra excelencia estuviese cierto que es mi ánimo despacharme sin ofensa ajena, aunque sufro muchas en daño de mi despacho. Todas las cosas pedidas así para el gasto común, como las otras de respecto (?), yo señor no las pido para venderlas aquí en Lima ni allá a donde fuere, sino para mejor prevenir y asegurar lo que manda su majestad, y aunque encarga diciendo que vaya tan bien despachado como el necesario para tan larga navegación, y por esta razón estoy muy deseoso de saber si es delito pedir tan corto, mandando su majestad se me dé tan largo, o si es mayor delito de lo poco cortarme tanto. Las obras de carpintería que en los navíos se han hecho y van haciendo excusa, señor, las causas porque ya no están acabadas, y advierto a vuestra excelencia que si los navíos fueran mayores, que mayores habían de ser las obras dellos, porque los galivos (sic) y formas de todos los desta mar son sólo para bolinar y no para grandes golfos; y más también, por ser fábricas de hombres pobres que demás de no les ser necesario, no los pueden fortalecer tanto cuanto este mi viaje pide, por haber de ser tan ancho y de tan largos y arrogantes golfos a donde será bien forzoso que tengan costado para sufrir velas y seguridad de mar al través, y fuerzas para resistir tantos golpes de mar que le amenazan, y lo demás para llegar a dar a su majestad la cuenta que dice estar esperando, y así, señor, que el estado presente de los navíos es muy bueno y sin lo que falta en ellos no se puede salir del puerto. Sírvase vuestra excelencia mandar que no se reserven oficiales, y al proveedor general que muy aprisa compre y me entregue todo lo que falta, que es mucho para que aquello pueda salir del Callao principios o, cuando mucho, mediados octubre, y deste modo se ahorrará gastos que causan las dilaciones y todo llegará a buen tiempo. Advierto a vuestra excelencia que me dicen que pida los pájaros que van volando y que me hacen pleitear la mayor y menor cosa, como si esto no fuera lo más aborrecido de mí o su majestad me enviará acá a pleitear. Empero, señor, y me consuelo que tanto pleitearemos que nos (...) venceremos. Las palomas, conejos, cabritos, con todo lo demás que pedí de plantas y semillas, pesado estoy y el gasto general de todo el despacho es muy gran servicio del rey, porque poblado aquella tierra no haya después en ella quien pueda decir esto es mío, y su majestad podrá decir que todo es suyo, y lo que dijere confesará por tal quien lo recibiere. Supuesto, pues, señor excelentísimo, que estoy muy cierto que vuestra excelencia sabe que la compañía que su majestad fuese servido de hacer conmigo exponiendo todo el gasto y yo mi cuidado e industria o mi vida, y que si los provechos, si los hubiere, sean para su majestad, y que por esta razón y por otras muchas, vuestra excelencia se ha de servir de no dejarme salir del puerto sin que vaya tan bién despachado y contento cuanto vuestra excelencia misma lo quiere y conviene al todo desta mi obra y para que yo no pueda con razón decir que me costó tan caro la salida desta Lima dulce y agria como la llegada a ella, y por estas y otras muchas razones más quiero con firmeza esperar en la generosidad de vuestra excelencia, a donde se cifra todo, que no tener las menudencias en que conmigo se repara, que parecen ofensas hechas así ala grandeza y liberalidad de su majestad en mi despacho, como a las mercedes que vuestra excelencia manda y hace a esta causa, pues no hay duda quedada, lo mucho se ha de dar, lo poco siendo todo necesario. Vuestra excelencia me perdona porque yo no se fingir ni adular, sino tratar verdad y pedir justicia muy apriesa, que son ya diez y ocho de septiembre y a veintitrés el equinoccio otoñal y para esta parte bernal (sic). Pedro Fernández de Quirós. Y a esta va con presupuesto de decirle que el salario que se me debía y no lo pedía, que lo convirtiesen en géneros, tan necesarios llevarlos, o me diesen los mismos de su hacienda, pues no quería dármelos de la del rey que lo mandaría a mi satisfacción.
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MEMORIAL 15 Pedro Fernández de Quirós, cabo de los navíos del descubrimiento que con licencia de Su Santidad y mandado de Su Majestad he de ir a hacer a la parte austral incógnita, digo que para que haya mejor efecto mi intento, me parece muy conveniente y necesario que de aquellas partes, llevándome Dios a ellas, traiga a éstas o lleve a las de España algunos naturales suyos, a fin de que vean nuestros usos pulíticos y nuestros tractos amorosos y se aficionen a ellos, y aprendan nuestra lengua y (se) sirvan della cuando se vuelvan a sus tierras, por ser ésta la mayor de todas las faltas para se acabar con ellos todo cuanto Su Santidad y Su Magd. fundan y esperan de aquel tal descubrimiento, y juntamente el justo modo les pueda dar armas de machetes, hachas, cuchillos y otras, y todas las cosas de hierro, y lo demás que en este caso o en otro puede ser o está vedado; y más también en el rescate de cosas de menos o más valor si acaso los tuvieren. Por lo cual a Vuestra Merced suplico sea servido darme por escrito el orden que tengo en esto, de seguir y de guardar, para que Dios nuestro Señor no se ofenda de mi ida a aquellas partes y se consiga lo deseado con seguridad de mi conciencia y recibir en esto una muy gran merced. P.° Fernándes de Quirós MEMORIAL 16 Pedro Fernández de Quirós, digo, que gobernando el Pirú el marqués de Cañete, el año de 1595, fui por capitán y piloto mayor del viaje que por mandado de vuestra majestad hizo el adelantado Alvaro de Mendaña por la población de las islas Salomón, que no tuvo efecto, por lo que el dicho adelantado murió en otras islas que nuevamente descubrió, por lo cual, y por otros sucesos que hubo, la poca gente que allí quedó llevé a la ciudad de Manila, en Filipinas, el año de 96, y allí en nombre de vuestra majestad, me ofrecí a don Luis de Velasco, virrey que a la sazón gobernaba aquellos reynos, de que dándome un navío con gente volvería a la parte austral incógnita, a ver si en ella había tierra, y que el dicho virrey con carta suya me remitió a vuestra majestad, y viniendo a España el año de 98 y 99, arribé a Cartagena con el general don Luis Fajardo y estuve dos inviernos en La Habana. El de 1600 salí con el general don Francisco Coloma y entré en Sevilla con solos seis pesos de caudal, y con ánimo de acertar en caso tan importante fui a Roma en hábito de peregrino, y llegado que fui a ella, el embajador de vuestra majestad, don Antonio de Cardona y Córdoba, duque de Sesa y Baena, me recogió en su casa más tiempo de diez y ocho meses y me hizo todo favor y amparo, y mandó no diese paso, como no di, sin orden suya, y como persona tan celosa de Dios y del servicio de vuestra majestad y del bien público, con gran diligencia y muy despacio, examinó la causa principal y particulares porque fui a Roma, y habiendo bien entendido el calor della, la comunicó con el padre Clavio y otros insignes mathemáticos, a todos los cuales pareció que mi petición merecía ser admitida; y por ésta y otras razones la comunicó con Su Santidad de Clemente octavo, el cual pontífice aprobó mi pedimento y deseos y me concedió seis breves de gracias espirituales y otros favores a la causa, para que más bien constase su voluntad para con ella. Y en conformidad de todo lo dicho, y con parecer del mismo sumo pontífice, el duque de Sesa, el año de 602 me despachó de todo lo necesario y me dió carta para vuestra majestad, con capítulo en ella que decía su santidad que vuestra majestad debía abrazar y emprender este caso, y juntamente cuanto podía importar un breve y un muy buen despacho para proseguir mi intento, aunque no fuera por más que por la salvación de una sola alma de las de aquellas partes. La cual carta presenté a vuestra majestad en El Escorial por junio del dicho año, y vuestra majestad, por principio de julio siguiente, fue servido de mandar que yo fuese en la primera flota, y para que el virrey que gobernase el Perú, sin excusa ni dilación, me diese dos navíos y todo el despacho dellos, para ir y hacer aquel descubrimiento. Y para este fin salí de Valladolid y de Aranjuez por abril y mayo de 603, con cuatro cédulas de vuestra majestad emanadas del Consejo de Estado, y con dos cartas del Conde de Lemus y Andrade, Presidente del Consejo de las Indias, y otra carta del condestable de Castilla, otra del duque de Sesa, otra de don Juan de Idiáguez, Comendador Mayor de León, y otra de la Condesa de Monterrey, diciéndome todas estas personas, y tan graves ministros de vuestra majestad, que en obra tan grandiosa y encaminada a tantos bienes, querían tener su parte. Llegué, señor, a Cádiz, de a donde salí día de San Pedro del mismo año de 603, y navegando la Tierra Firme, una fragata en que yo iba varó de noche y se perdió en una bajos e isla que se dice de Aves, y de allí llevé cuarenta y dos personas al puerto (?) de Caracas, y volví socorro de bizcocho y bastimentos a otras cuarenta y tres personas que habían quedado en la dicha isla de Aves, y luego me fui a Caracas donde estuve ocho meses esperando el pasaje que tuve para Cartagena, y entré en Panamá por agosto de 1604, donde hallé que la nao capitana de vuestra majestad, venida del Perú, salía como salió el segundo día de aquel puerto, para el puerto del Callao de Lima, y por falta de dinero, y porque la Audiencia no me dió el que le pedí, diciendo que la cédula de vuestra majestad (que le mostré) no hablaba con aquella casa, me quedé en Panamá y me hallé cuando el alto de la casa del hospital de aquel pueblo se fue al suelo con más de sesenta personas, de las cuales murieron ocho o diez, y otras muchas quedaron muy lastimadas, y yo lo quedé tanto que estuve cinco meses en una cama sin tener un solo peso de qué valerme. Y finalmente salí de Panamá y entré en Lima, a principios de marzo de 605, y luego incontinenti presenté las cédulas de vuestra majestad al virrey el conde de Monterrey, el cual por sus muchas enfermedades y por otras causas me despachó ya tarde, que se pudo juzgar la jornada por de muy pocas esperanzas de buen suceso. Y así salí del Callao a veintiuno de diciembre del referido año de 605 y navegué la vuelta del Oessudueste hasta subir altura de veintiseis grados de la parte meridional (85), en el cual paraje hallé rigor de vientos nortes y contrastes, y el invierno muy cerca, con poca provisión de agua, yo enfermo en cama, y tuve aviso que había en la nao personas que se querían alzar con ella (86), y con éstas y otras muchas dificultades se fue navegando y se descubrieron veintitrés islas, las doce de ellas pobladas de diversas gentes, y juntamente más tres grandes partes de tierras que se entendía ser todas una, y hay sospechas de ser tierra firme, y una grande bahía y un puerto dentro en ella, del cual puerto salí con los tres navíos con ánimo de ver una grande y alta sierra, que está a la parte del sueste y volviendo arribar al dicho puerto, por viento contrario, la nave almirante y zabra dieron fondo, según se pudo juzgar, y por falta de valor, o por poco amor, y estar yo enfermo en cama, desgarró (sic) la nao capitana, a cuya causa y por otras muchas que me obligaron, aporté al puerto de Acapulco, a donde entregué la nao con todo lo que en ella había a los oficiales reales de aquel puerto, y con esto quedó sabido el viaje de aquellas tierras a las de la Nueva España, y entré en esta Corte a nueve de octubre de 607. Los motivos porque fui movido a tratar de este caso y todo lo referido aquí, tengo escrito muy particularmente, y todo lo uno y lo otro mostraré probado desde su principio hasta el presente, y a boca diré lo que falta antes y después, y juntamente haré un mapa universal, lo que hasta aquí no he podido, en el cual pondré en sus distancias y alturas, y con sus nombres escritos, a todas las islas y tierras que Dios fue servido mostrarme, y allí se puede ver con mucha claridad la grandeza de toda la parte que del sur está por descubrir, y sobre todo lo dicho se pueden hacer largos discursos, a todo lo cual me remito. A juicio vengo y audiencia pido de todo cuanto obligado estoy, y a dar la cuenta que luego ofrezco, y muy entera satisfacción en todas casos y cosas que se me manden y se me pidan, y sea, señor, aviso que de no se me hacer esta merced, será para mi y para la causa un muy notable agravio, pues de no ser esprimida cuando la ofrecí la vez primera, ha perdido de lo mucho más que pudo ganar, y yo en ella a mil por ciento, advirtiendo que yo me daré a entender muy facilísimo. Jueces pido, señor, sabios y rectos, y que tengan paciencia para oirme, voluntad de entendimiento, amor a esta demanda de tanto mayor cuantía, y dolor de saber cuántas y cuán fructuosas obras para otros pude haber hecho en tantos años perdidos, midiéndolos a proporción de las que hice en tan pocos meses que me duró el poder obrar, y cuántos de estos años he gastado en hacer creer esta verdad, y que ni ahora soy creído, ni sé cuándo lo seré, ni qué modo y orden tenga para negociar sin ser molesto, no perdiendo esta demanda por mi cortedad a otra causa. Si la desorden de tan pocos españoles que han entrado en las Indias bastó a consumir tantos millones de naturales suyos y traerlos a un tan corto número, como al presente tienen. Digo, señor, que siendo como son hoy tan pocos los indios, y los españoles tantos, y la codicia doblada, y el tratamiento el mismo que siempre ha sido, que es muy fácil de entender y aún de esperar cuán presto del todo se acabarán aquellas gentes si no las remedia Dios. Sabido que las Indias Occidentales han venido a una tan notable baja de sus muchos naturales y que al presente están tan cerca de ser arruinados ellos y ellas; se ve luego el cómo Dios nuestro señor (aunque por medio de un instrumento tan mínimo cuanto yo soy) va mostrando a vuestra majestad otras nuevas Indias Australes de no menores esperanzas, si bien se considera el lugar que en el globo tiene la disposición de las tierras vistas, tan agradables y tan sanas y fértiles, y de tan gran comodidad para lo que se pretende, y tan pobladas de tantas y tan varias y dispares gentes, y muchas dellas tan hermosas, todas tan racionales y de tanto aparejo para recibir la divina luz del santo evangelio y todos los otros bienes que a ellos y a nosotros están a cuenta, y juntamente para venir con mucha presteza a la obediencia de vuestra majestad. Y si se considera las noticias que los indios en razón de tierras han dado, y las declaraciones que en materia de riquezas han hecho, y de los discursos que acerca de esto hice y ahora se pueden hacer, hallarse ha que aquellas tierras que vide, parece que, por el sueste, van corriendo hacia la otra parte del sur y estrecho de Magallanes, y por el poniente y sudueste se van continuando hasta juntarse otras veces, por lo cual promete ser muy grande su longitud y latitud. Considérese más, que las islas que vide pobladas de tan buenas gentes, que están seiscientas y setecientas leguas más al levante de la tierra de que se trata, y Juntamente la falta que sus moradores tiene de embarcaciones capaces, y del corte de navegación, y sus instrumentos para poder engolfarse, hallarse ha que sólo pueden navegar por el tino de uno, dos o tres días, por la cual razón se debe creer que la otra tierra se va extendiendo hacia aquella parte del levante y del sueste, y está de aquellas gentes muy cerca, o si no, que hay islas que van eslabonando a vista unas de otras, hasta llegar a ella o muy cerca. Y digo más, que para ser esto así como lo digo, bastaba sólo haberse visto allí un hombre tan engolfado, y tan apartado de todas tierras sabidas, y que nunca se han hallado islas pobladas que no sean muy cerca de tierra firme. Y si esto es así, como lo está prometiendo, digo que ha de ser como otro Nuevo Mundo, tan grande, y promete ser mayor, y poblado de mucho mejores gentes que lo es el de la América, y de buena razón ; muy rico así por las dichas noticias, como por la plata y tantas conchas de nácar como en tantas partes se han visto (en) éste y los otros dos viajes, y por la disposición de la tierra, y por caer en paralelos del Pirú y clima de Potosí. Y cuando esto así no sea, digo que si se considera que tan altas y redobladas serranías no las suelen tener pequeñas tierras, y que de aquel río Jordán, por su grandeza, se puede juzgar que su nacimiento le tiene más de sesenta leguas de a donde entra en el mar, y que la parte o monte de a donde mana es fuerza que también tenga su cuerpo y vertientes a otras partes. Por todo lo cual y por las largas costas que van corriendo levante y poniente de la bahía de San Phelipe y Santiago, como se dice en su lugar, con cordilleras de sierras al sur y al leste y al oeste, es fuerza que sea una gran tierra y muy digna de verse, y ser sabido todo lo contenido en ella, aventurando para tanto prometido uno, dos o tres más, a donde están gastados tantos en cosas que ni son ni hay esperanzas de que sean muchas ni grandes, pues ya son buscar y catar, dadas en lo que es tan sabido y disfrutado, y va siendo cada vez menos. Aviso que entre sus mayores bienes de estas tierras descubiertas, que es muy grande la descarga que puede dar a los reinos del Pirú y la Nueva España, de tantas gentes sobradas y desacomodadas como tiene, y lo que esto suena y promete y asegura desde luego. Y si se considera el cómo las voces que tan a ciegas dió Colón, y su porfía, aunque no ha sido tanta como la mía, ni tan grandes sus trabajos como yo lo mostraré. Hallarse ha haber dado a España tantos millones de oro y tantos millones de bienes, y que los mismos con luz clara promete el caso de que se trata y que no es para desechar. Y pues, señor, si por grandeza ¿cuál mayor que poblar un Nuevo Mundo? Si por riquezas ¿cuáles más que las que promete estando por desnatar? Si por fama y gloria, ¿cuál más eterna? Si por el beneficio público, ¿cuál más universal y de más bienes? Si por ocupar gente baldía, ¿cuál aparejo mejor? Si por ocasión, ¿cuál más propia? Pues fui, y vide y vine y sé y quiero, y vuestra majestad, tan poderoso señor, si para Dios cuyo es todo y por cuyo amor se debe gastar y aventurar lo que el mismo tiene dado y ha de dar, ¿cuál mayor y más lucido servicio que traer a un tan copioso número de criaturas al conocimiento de su creador? Defienda Dios esta causa de la envidia y de la ignorancia y más cosas contrarias, y defienda vuestra majestad la parte de ella, pues es tan grande y tan propia de tantos y tan declarados enemigos suyos y míos, porque la amo, quiero y sirvo, y reciba vuestra majestad como rey y señor tan benigno, la duración de la voluntad deste vasallo en la conquista de tantas ajenas cuantas en ellas han concurrido, y estime vuestra majestad el muy continuo y muy necesario sufrimiento pues a éste, después de Dios, se debe lo descubierto y lo que promete, y espero de riquezas para el cielo y para la tierra, y acepte vuestra majestad de mi fe y de mi lealtad y amor con amor el resto de toda la vida que ofrezco, con el mismo celo que siempre tuve del remedio de aquellas tantas almas que allí vide y allí están clamando y pidiendo a Dios la parte de sus grandes misericordias, y a vuestra majestad diciendo: hasta cuando, señor, protector nuestro, han de durar tanto nuestros males y tanto nuestros daños! Oigalas vuestra majestad, por quien es, que ya es tiempo y les corre sus derechos a 1607 años, y oiga vuestra majestad a mí, que en nombre de todas ellas y en nombre de su redentor y nuestro, y de todos los otros bienes cifrados en esta causa, y en nombre de vuestra majestad, por lo que le importa y con toda humildad tan debida de mi parte suplico a vuestra majestad sea servido de recibir este presente, siquiera al paso que fue estimada y celebrada la nueva de la toma de la isla de Terrenate y el puerto de Monterrey, descubierto en la contracosta de California. Atendiendo, señor, que esta mi ofrenda es el primero descubrimiento de grandes tierras, que por mandado de vuestra majestad las he buscado y hallado, cuya felice memoria de vuestra majestad, por el apellido de Austria le di por nombre la Austrialia del Espíritu Santo, porque en su mismo día tomé la posesión della y lo que puede sonar un Nuevo Mundo en los oídos de amigos y enemigos en los tiempos presentes y venideros, advirtiendo a vuestra majestad cuanto el rey pasado, padre de vuestra majestad, que sea en gloria, estimó la población de las islas Felipinas por haber sido en su tiempo, con ser descubiertas antes por la parte del Oriente. Y pues el mismo Dios estimó tanto aquel sólo maravedí llevado de una casa al templo, estime vuestra majestad por quien es, este thesoro traído desde allá del emisferio inferior y partes casi antípodas destas, a ofrecer en las reales manos de vuestra majestad, comprado desde su principio por suma verdad, suma diligencia y suma porfía de doce años y medio de continuos pleitos, y por veinte mil leguas de caminos rectos, siempre penando y por muy notables peligros de la vida, sin los ordinarios, y por sumas miserias y pesares y otros millares de costosos precios, y advierto, señor, que su debido valor de esta gran causa está sólo en que vuestra majestad la mire con dulces y piadosos ojos, y todo su bien cifrado en que vuestra majestad sea servido inclinar su real grandeza a ella, que para mí será merced muy singular, y para vuestra majestad, corona y palma. Lo que pretendo, señor, es que vuestra majestad sea servido darme cédulas muy claras, muy cumplidas y muy fuertes, y con muy grandes penas a ministros que las cumplan, para ir en esta primera flota al Perú para que aquellas tierras descubiertas sean, como pueden ser, pobladas desde la ciudad de los Reyes, y de la ciudad de México, y se acabe de descubrir lo que falta; advirtiendo que para su población y conservación tienen de presente las más principales y necesarias cinco cosas, a saber: grandeza de tierra, abundancia de comidas, mucha sanidad, mucha comodidad y mucha gente, a las cuales cosas suceden luego la industria y cata de minas de plata y oro, perlas y otras riquezas, algunas dellas vistas y de otras hay noticia, todas las cuales cosas no se pueden buscar sin lo referido. Adviértase también que para la mayor parte, los indios de tierras fértiles son muy poco industriosos y que sólo atienden a pasar la vida con el menos trabajo que pueden, y que viven sin aquellos cuidados que tenemos las gentes de nuestra Europa; y también se advierta que de España no han de ir para el dicho efecto más de sólo doce religiosos descalzos de la orden de San Francisco, y otros doce varones maestros de artes y ciencias y experiencias y toda satisfacción, para ordenar y encaminar las cosas a los altos fines que deseo y mostraré; pues (si) esto se ha de hacer andando el tiempo, hágalo vuestra majestad de presente, que ésta parece muy buena ocasión. Lo segundo, que aunque andando tiempos, aquellas tierras se extendiesen tanto que para su gobierno tuviesen necesidad de dos virreyes, nueve audiencias y tantos otros ministros reales y de justicia y guerra, como al presente tiene la América, vuestra majestad no les dé salario alguno (!), no gaste en todo este caso más dinero que sólo en el primero viaje, para la población y, cuando mucho, el segundo, para el socorro. Lo tercero, el mundo justificado que pido, pues lo hay por ser la parte más digna y más debida y la que más conviene que tenga ésta y semejantes empresas, y el modo que mostraré de tanta autoridad y de tanta utilidad, y de tan fuertes fundamentos para que dure y no se acabe la obra, y que sea la más lustrosa de todas las de los tiempos pasados y presentes de su género. Lo cuarto, que por ser los frutos de esto pueden sacarse tan sabidos y palpables en el servicio de Dios y de vuestra majestad, y bienes públicos, los excuso aquí y digo: la seguridad que tienen de que enemigos los impidan ni inquieten, la obra. Lo quinto, que fray Francisco Pobre, religioso descalzo de la orden de San Francisco, me tiene dado palabra de ir con otros doce religiosos de su orden a aquellas partes, movido del celo que tiene de la conversión de aquellas gentes. El sexto, que con haber tanta razón, no estoy cansado de los trabajos pasados, ni del sufrir y contentar hombres, ni de solicitar ministros, ni estoy temeroso de aquellas tan oscuras ni tormentosas noches, buscando, con tan conocidos peligros, tierras incógnitas; y sea aviso que también amo la seguridad y el descanso, y que me parecen bien las cortes y las populosas ciudades y todo lo demás que de suyo es amable, y que todo lo pospongo por sólo el servicio de Dios. Y para que de esta vez mi intento sea entendido, digo que tengo de seguir esta causa hasta mostrar a vuestra majestad cuánto Dios en aquellas partes ha criado, o morir en la demanda; y más digo, que a vuestra excelencia no le está a cuento que yo deje de las manos esta obra, pues ahora rarece que voy teniendo ojos añadidos a la misma voluntad, y desnudez que tuve siempre, recordando que suelen los príncipes para semejantes hechos buscar hombres y esforzar sus voluntades para el empeño en ellas, y que si yo hubiera de volver a los mismos trabajos, que no fuera por los mayores premios, y que si vuestra majestad no me envía, tengo que pedir mi justicia, y la estimo por tanta como la que a Colón se ha dado, y todo esto lo mostraré. Acuerdo a vuestra majestad que es verdad el cuidado del que muestran las tierras y procura el remedio dellas, y que las cortes bien fundadas son de mucha duración y no son fáciles de desbaratar, y que las mal fundadas son malas de reformar y que siempre están en peligro de acabar mal. Ejemplo en las Indias, de cuyo remedio se ha tratado y trata tantas veces, y del poco que tienen tantos males ya pasados en ellas y cuán tarde se remediarán los venideros. Y más, señor, que bien pudiera yo a ojos cerrados y sin reparo, antes y ahora, caminar por donde todos han caminado y seguir en todos sus pasos; y más, que los vasallos desinteresados, diligentes y leales engrandecen, descansan y aseguran hasta las conciencias a sus príncipes. Y más, señor, que en Roma, que no es patria mía, han sido mis trabajos estimados, y mirados con dulces ojos mis deseos, que lo son de que en esta causa se hagan hechos que sean como las rosas hermosas, olorosas y provechosas; obras, digo, que parezcan bien a Dios y a las gentes; y más, deseo y pretendo que los derechos reales que de aquellas partes vinieren no sean tan invisibles como los que vienen de las Indias. Vuelvo a suplicar a vuestra majestad, con todo encarecimiento posible, sea servido mandar me sean dados con mucha presteza jueces a parte, e que lo sean, que sepan o quieran saber cuanto duele tantos deseos contradichos y detenidos, y tantos cuidados que pican y que lastiman, y tanto esperar tantos tiempos con tan grandes daños míos, y que entiendan cuanto amarga rostros torcidos mucha tibieza y grandes desdenes en pago de tan grandes servicios y de un hecho tan singular cuanto es éste, y que estimen a un tan esforzado amor y tan poco temor de cosas muy dignas de tener los hombres, y otras de aborrecerlas, y que vean (pues se ve) que no soy éngel, ni más de un hombre solo y falto, y que aunque quiero y trabajo no puedo acudir a tanto y tantos, ni suplir en general tan grandes gastos y pesos, cuya gravedad de todo punto (si bien se mira) harán arrodillar las fuerzas de muy sabios y muy ayudados varones. Y en suma, que me pregunten cómo me pude sustentar tantos años, siendo los más de ellos un Job en la pobreza, y no Job en paciencia y más partes, obligado a defender y a sustentar tan grande y tan perseguida causa en tantas partes del mundo y tan lejos; su conclusión sean las gracias a Dios. Esto he entendido, señor, y que de esta demanda yo sé muy bien sus grandezas y todos sus prometidos y mas partes, y cuánto me tiene costado sacarla de la oscuridad en que estaba, y cuánto valgo para el caso, y cuánto me puede costar el conseguirle, y cuánto he rogado y ruego, y cuán barato me vendo, y por cuán subidos precios se compran obras menores; y que también sé las obligaciones todas de los mayores para con ella y para conmigo, que pudiendo con justicia pedir el premio de mis servicios y gastos de hacienda propia, procuro nuevos trabajos para mí y busco por amor muchos bienes para otros. Y si vuestra majestad me da licencia, hablaré claro en razón de lo pasado, pues Dios, vuestra majestad y la causa y yo perdemos mucho de nuestro derecho por solos respetos humanos. Tres son, señor, las mercedes que con toda humildad a vuestra majestad suplico, por primeras y por principales. La una de ellas es, señor, que esta causa bien examinada y bien entendida y bien considerado el todo de ella, y los blancos todos a que tiro con el puerto conocido, puertas que Dios ha dado para entrar sembrando y cogiendo todos sus frutos, y que sean bien advertidas todas y cada una de las partes de este memorial, y que haya junta de mathemáticos, estando yo presente en ella para justificar mi causa y defenderla de cosas que la puedan dañar si estoy ausente, y que yo mismo sea el que haya de leer este memorial. La segunda merced que a vuestra majestad suplico es, señor, que si por deméritos míos o otra causa no he de ser admitido al servicio personal, como esclavo que soy della, que no se deje la obra y se elija una persona cual es muy justo y muy debido y muy necesario que se busque, para proseguir y dar forma a un caso tan santo y tan valeroso, y siendo tal, yo daré luego todas mis relaciones y mis escritos, y mostraré grandes avisos y una orden que sea padre de todos los huérfanos, marido de todas las viudas, remedio de todas las necesidades comunes y, en suma, fortaleza de la justicia y firmeza de la paz; y que por este medio en aquellas partes vengan a ser Dios y vuestra majestad muy servidos, y aquellas tantas gentes libertadas del poder de Satanás, guiadas a los bienes que no tienen y aseguradas de todos los daños que puedan amenazarlas; en especial de que jamás entren en manos de encomenderos ni ninguno dellos sepan cuales le tocan, y por ésta y otras razones, los mismos encomenderos defiendan los naturales y siempre vayan a más y de buena razón nunca a menos. Y más también, el como, a pocos años andados, salgan de la vida brutal que tienen y sean muy políticos en lo divino y en lo humano; y mostraré más otros frutos, todos de mucha honra y gloria y provecho de vuestra majestad, y que por todos estos caminos, a lo menos se atajen muy grandes males y se cojan muy grandes bienes, advirtiendo que esta obra está sin principio alguno y que por esto es fácil de hacer lo dicho, avisando a vuestra majestad que siempre sea el gasto de la hacienda real, pues el particular ha dañado cuanto yo le mostraré, y más mostraré modo como se gaste menos. La tercera merced que eficazmente a vuestra majestad suplico es, señor, un sí o no brevísimo y determi-nadamente, pues justicia pido para ser ajeno o ser mío, y dar a este tan acosado espíritu alguna quietud con otro pasto, porque tanto padecer, sufrir y porfiando guerrear contra tantos casi imposibles, lo mayor es ganar voluntades de hombres, cuyo grado, para que tenga su debido lugar, no se si le dé el de 90, pues, parece pasar los límites de todo padecer voluntariamente. Aviso a vuestra majestad de las muchas y muchas diligencias que el demonio atrás ha hecho, a fin de ver si podría impedir que aquellas sus minas de almas, y lo demás que allí goza con la adoración que tiene y roba a Dios, jamás fuesen descubiertas, y ahora que sabe que todas se pretenden labrar y beneficiar para la iglesia cathólica, de la cual es vuestra majestad defensor, las muchas más diligencias y embustes que ha de hacer una vez y muchas veces porque allí no se vuelva, y sea desposeído de aquellas tantas sus riquezas, ni se gocen los muchos temporales que promete para remedio de España, advirtiendo que es soldado viejo y práctico y muy theórico en todas artes y ciencias, y que ha peleado y disputado con muchos y muy singulares barones sabios y fuertes, y que sabe mucho de su falsa razón de Estado, negando siempre la buena, pues para mí ninguna hay mejor ni más debida que es defender causa y honra de Dios y bienes de sus criaturas. Y pues yo, siendo una hormiga, arrimado a una caña, sin partes, ni artes, ni caudal, sólo fiado de Dios de esta causa, su tan buen estado presente; y Dios nuestro señor no tiene límite en sus todos, y a quien de El fía le ayuda y facilita sus empresas, y para ellas hace de las piedras oro y plata. Anímese vuestra majestad, que mucha plata da Dios en el Perú, y está por venir a España, y hay hombres muy sobrados en todas las Indias, y la empresa es muy digna de la mucha cristiandad, valor y generosidad de vuestra majestad; y pues Dios me libró de tan ancho y largo golfo y me trajo a la presencia de vuestra majestad, no es acaso, ni vuestra majestad me deje ahogar aquí a la orilla, o por mejor decir, a puerto en salvo. Aviso a vuestra majestad que lo que a esta corte me trajo, y en ella me hace asistir, que es sólo la esperanza que tengo, nacida de los grandes favores y socorros que Dios nuestro señor siempre hizo a esta su causa; creo que para con ella he de hallar ahora, como hallé la vez primera muy dispuesta la voluntad de vuestra majestad y de sus ministros, y para la mía, la espaciosa y grata audiencia que a vuestra majestad mismo pido y suplico, pues esta tan alta demanda la merece, así por los bienes que cifra, como por ser hija de vuestra majestad, y por los muchos enemigos que ganado tengo defendiendo causa y hacienda de vuestra majestad, y porque haya quien se esfuerce a emprender cosas tan altas y tan arduas viendo la estimación que se hace de esta segunda de un género y primera en parte della. Aviso a vuestra majestad que para hacer aquel descubrimiento pedí un solo y pequeño navío con cuarenta hombres y que vuestra majestad fue servido mandar al virrey del Perú diese a mi satisfacción dos navíos y, a proporción, todo el despacho de gente de guerra y mar, bastimentos y pertrechos, y que el virrey del Perú, conde de Monterrey, en esta conformidad me dió larga mano y pude en el Callao escoger dos grandes naos, y las elegí pequeñas: la una de 150 toneladas y la otra de 120, y juntamente una lancha, y que con 6 religiosos y 130 personas de todo menester, pagadas éstas lo servido, y un año adelantado el precio que allí se paga a los que sirven las armadas de vuestra majestad, salí a navegar fin de verano y principio del estío de aquella otra parte del sur, y de vuelta del viaje pude llevar la nao a Filipinas, y gastando mucha hacienda a vuestra majestad venir de allí muy rico, y que también la pude llevar al Perú y (sin embargo) la entregué en el puerto de Acapulco para que fuese, como fue, a Manila por cuenta de vuestra majestad; por todo lo cual y por otras muchas vías que mostraré, escusé a vuestra majestad dos tantos más gastos de plata de la que se gastó, y más la gente de guerra, inclinándome siempre al más servicio y provecho de vuestra majestad, poniendo aparte los míos. Don Luis de Velasco me dijo en México que Chavarría, contador de la razón le escribió de Lima que sin dejar nada por contar se gastaron en mi despacho 184.000 ducados. De la hacienda de vuestra majestad recibí aquí en España 1.500 ducados, y estuve en ella catorce meses sin (contar) lo de Roma. El conde de Monterrey me dió en Lima 1.000 pesos corrientes, y estuve allí nueve meses. De lo gastado en mi despacho no ha entrado en mi poder un solo peso, ni menos he recibido sueldo alguno, ni más socorro de lo dicho, conque hice el estandarte real y suplí muchas cosas necesarias y forzosas a mi avío (como lo puedo mostrar): mesa de juego en tierra yo no la puse, ni consentí en el mar que se jugase, y así no saqué baratos ni he tenido desde que desta corte salí, correspondencia a propósito más de sólo la que digo del conde de Monterrey; y tengo testimonio de como el marqués de Montes Claros, venido yo de la jornada en México, no me quiso dar socorro alguno. En esta corte estoy sin solo un cuarto, ni cosa de qué valerme, muy de atrás, y debo dos mil y quinientos pesos. Suplico a vuestra majestad sea servido hacerme merced que yo sea socorrido de manera que pague mis deudas, hechas en servicio de vuestra majestad, y me quede para poder sustentarme, y vuestra majestad me perdone, porque yo nunca entendí tener necesidad de hablar tan claro. Las relaciones de todos los tres viajes y descubrímientos que se han hecho en aquellas partes incógnitas, tengo en mi poder, y por no tener con qué imprimirlas o copiarlas, no la doy a vuestra majestad con este memorial; también tengo los autos de la posesión de aquellas tierras y el estandarte que en nombre de vuestra majestad levanté en ellas. De todo esto y de mi persona haga vuestra majestad lo que fuere servido, como de un tan leal vasallo que soy, aunque en muchas partes se ha dicho, y se dice en esta corte, que tengo de ir con esta misma demanda a otro rey. Vuestra majestad me haga justicia en esto pues tengo tanta, y se debe a mi lealtad, advirtiendo que no me obligué a que todos los hombres tuviesen a esta causa tanto amor cuanto yo le tengo, ni que todas las cosas forzosas para su conclusión se midiesen con sus necesidades, y con las mías para con ella; ni menos me obligué a perder mi alma ni a imposibles, y lo demás todo está hecho a honra y gloria de Dios.
contexto
MEMORIAL 17 El capitán Pedro Fernández de Quirós, digo: Que para descubrir la parte incógnita del sur, por mandado de vuestra majestad salí del Callao, puerto de la ciudad de los Reyes, día de Santo Tomé Apóstol, 21 de diciembre 1605, con dos navíos; sus portes: 150 y 120 toneladas, y una lancha, y 130 personas de todo menester, y otras 21 sin ganar sueldo, y seis religiosos de la orden de San Francisco, y que a nueve de octubre de 607 llegué a esta corte y a catorce de diciembre presenté a V. Majestad un memorial en razón del mismo caso, pidiendo a priesa segundo despacho para poder proseguir, y que V. Majestad fue servido de remitirlo al conde de Lemos y de Andrada, Presidente del Consejo Real de las Indias, que el Consejo nombró por juez comisario a don Francisco de Tejade, oidor de dicho Consejo, el cual después de haberme oído muy despacio me mandó que hiciese el resumen que se sigue. La sustancia de todo el descubrimiento que hice consiste en tres partes de tierra con grandes sierras, que se entendió ser toda una, y si es así es muy gran cosa. En esta tierra se halló una bahía de veinte leguas de orilla, de punta a punta, con un buen puerto y dos ríos; el uno se juzgó ser tan grande como Guadalquivir, en Sevilla, y se tuvo noticia de haber allí cerca otro mayor río. A la bahía se dió por nombre de San Felipe y Santiago, porque fue descubierta en su día. El puerto se llamó de la Veracruz, porque este día surgieron las naos en él. A toda la tierra se puso nombre la Austrialia del Espíritu Santo, porque se tomó la posesión en su mismo día, debajo del estandarte real, cuyos autos tengo en mi poder. Aquí estuvimos surtos por dos veces, 36 días. Los bastimentos que hallamos son muchas y muy buenas raíces de tres castas, y este es el pan y muy buen sustento. Muchos puercos, gallinas, palomas torcazas, patos reales y otras aves. Muchos cocos, plátanos, cañas dulces y almendras de dos castas, muchas nueces de la tierra, naranjas, obos (sic) y una grande y muy buena fruta y otras. El pescado son lenguados, salmonetes, peces reyes, lizas, cazones, pargos y otros géneros, y muy buenas aguas. La gente de esta bahía es de color lora, y antes de entrar en ella se vido en la misma tierra, y cerca, otros indios más blancos, y los unos y los otros son gentiles y en común son corpulentos, y todos traen cubiertas partes, y no comen carne humana, y por los muchos fuegos y humos que por toda la tierra se veían, se entendió ser mucha la gente, y que era parcial y poco amiga entre sí. Las armas son arcos y flechas, macanas y dardos, todas de maderas recias y pesadas; no se entendió haber yerba. Las casas son de dos vertientes, armadas sobre maderos y cubiertas de hojas de palma, con su modo de sobrado a donde recogen las comidas. No se vieron grandes pueblos, pero muchas caserías. Las haciendas son muchas y cercadas todas. La tierra negra y de gran migajón. Usan de ollas de barro. Tienen telares pequeños y muchas redes de pescar. Castran los puercos y pollos. Arman con lazos a pájaros, de que hay muy grande suma, y muchos dellos son muy músicos. Labran piedra mármol y ébano, indicios todos de ser aquel arrabal de grande tierra y vecindad de gente de más pulicia (sic). No usan grandes embarcaciones y por esto se entendió que no tienen necesidad de valerse de otras tierras. No hay mosquitos ni caimanes ni se vieron sabandijas ponzoñosas. Viéronse perros pequeños como los nuestros y túvose noticia de perros grandes y de un animal mayor que gato y de que hay vacas y búfalos. Hay muchas nueces moscadas, que es especie de estima y su masa de valor; puédese luego hacer azúcar, y criar seda con las hojas de los árboles que llaman obos, y se ha visto plata, aunque poca, y hay noticia de haber muchos metales. Es tierra ésta a donde la industria puede hacer muy grande oficio, por tener tan grande comodidad, y mucha gente, y se puede contratar con Chile, Perú, Panamá, Nueva España y Filipinas. A mi entender puedo decir con razón que tierra más apacible, sana y fértil de sus frutos, ni sitio de mayor aparejo de cáteras y maderas para fundar una muy grande ciudad junto al mar y junto a puerto, y junto a un buen río y en un llano, y cerca de sierras, lomas y quebradas, y de mejor aparejo para criar, plantar y sembrar de todo cuanto produce Europa y las Indias, juzgado por la disposición de lo dicho, ni de puerto más alegre ni más airoso, con todos los requisitos menesterosos para hacerlo, sin de presente conocérsele contrario, ni de tan gran comodidad de astilleros, fondo a pique, o de menos, para fábricas de grande suma de naos de todos portes, ni de monte más abundante de muy trabadas maderas buenas para ligazones, currúas, busardas, forcaces; altos, gruesos y derechos árboles para tablas y todos mastiles y bergas; ni tierra que por sí sola pueda luego sustentar a tantas gentes, y tan regaladamente, si bien se considera lo escrito, ni que tenga todo lo que ésta tiene tan junto y tan a la mano; y enfrente de su puerto, y tan cerca, tiene islas pobladas que bojean doscientas leguas al parecer de las mismas calidades, ni que tenga tan grandes y tan buenas señales para ser buscada y hallada, sin bajos ni otros tropiezos, y casi a medio camino, islas conocidas, con gente, y puerto a donde se puede hacer escalas. No la he visto en todo cuanto tengo andado, con ser tanto, ni he tenido tal noticia. Su distancia de la ciudad de los Reyes son 1700 leguas, de Acapulco, mil y trescientas, y mil cien de Manila en las islas Filipinas. Su altura es de 15 para 17 grados y se deben de esperar doblados bienes en 20, 30 y 40 (grados). Se sube como promete y digo que aunque no sea mejor que lo ya visto, que basta por parte muy principal para que sea poblada, sin lo cual no se puede acabar de descubrir lo que falta, ni tomar el tino a tantas y tan varias cosas. Sin las referidas tierras, se descubrieron otras 16 islas en alturas de 10, 12, 13, 14 grados y diferentes distacias; las cinco dellas están pobladas y se presume que otras cuatro a que no se pudo ir, y también lo están por cerca de isla con gente. Las otras siete restantes son desiertas y la primera de todas se descubrió desde el Callao en treinta y seis días de navegación. Los indios de la isla de Taumaco dieron noticia de más de 60 islas mayores y menores pobladas de gentes negras, y de blancos con cabellos largos y muy rubios, y de mulatos y de indios; gentes todas como las que ahora vimos. Y a buena cuenta en aquellas partes hay quince islas que tienen pesca de perlas, cuyas conchas de nácar fueron vistas éste y el otro viaje, y también algunas perlas, y es de creer que no se criaron solas, ni solos aquellos hombres, ni sola aquella tierra, ni sola aquella plata, ni las demás cosas que vi. También dijeron que había tierra firme y se entiende ser la misma que allí vimos. El indio Pedro que traje de aquellas partes, después que supo darse a entender en nuestra lengua, conformó con todo lo dicho y dió noticias de muy grandes perlas y de grandes conchas capaces dellas, y de mujeres blancas y muy hermosas y que se cubren con cosa como mantos delgados. Y también dió noticia de aquella grande tierra y de un buen puerto en ella, y de grandes ríos y muy altas tierras, y mucha gente y muchas comidas, y gran suma de nueces moscadas. Y digo que aunque Pedro y los otros indios no hubieran dado la tal noticia, que de necesidad ha de haber muchas y muy grandes tierras pobladas al oriente y poniente de las que vide, y que hay allí de parte incógnita cinco mil leguas de longitud y en parte ochenta y más grados de latitud; y en suma que es la cuarta de todo el globo que está por descubrir. Todo me remito a papeles y a una junta de matemáticos y personas práticas, porque sin lo dicho hay mucho más que decir y notar y allí se puede averiguar. Adviértase que la experiencia ha mostrado que en las tierras de poca altura, así al norte como al sur, están cifradas las riquezas de todos géneros, y que estas mismas se puede y deben esperar de las tierras de que trato, así por las noticias y claros indicios, como por ser aquel paraje paralelos del Pirú, con tan buena disposición de aquellas sus altas y dobladas serranías. Supuesto que Dios, por sus muy secretos juicios, tiene mostradas tantas y tan buenas tierras sobre qué poder decir y hacer y pretender, y que en el Pirú hay muchos hombres sobrados y que esta ocasión es para ellos muy buena, y que en muchas de sus partes hay muchos y muy grandes soldados, y que es gente que sabe sustentarse con poco y puede aprovechar mucho, y que también hay muchos navíos con todo lo que han menester para navegarse. Y que hay muchos y muy buenos bastimentos de toda suerte y que tengo experimentada su duración. Y que los tiempos y vientos y el camino desde el Callao a aquellas tierras son conocidos y que por estas razones digo (salvo siempre el mejor parecer en todo) que de presente conviene que esta jornada se arme en la ciudad de los Reyes y no en otra parte, y también más porque tiene a dos leguas el puerto suyo, que es grande comodidad para lo que se pretende y lo que más se puede ofrecer al tiempo que se despache. Esto entendido, señor, lo primero que hay que hacer es levantar mil hombres, porque hay mucho en que repartirlos. Que sean muchos casados, y todos han de ir sin ganar sueldo, salvo la gente de mar, que ha de ser pagada por ocho o más meses; y cien marineros que se han de quedar en la tierra han de ser pagados por un año; y también han de ir carpinteros de ribera y calafatea. Son menester navíos para llevar estos mil hombres con bastantes bastimentos para un año, creciendo lo que es bizcocho y harina para más tiempo. Dos lanchas para ir delante las noches que lo pidieren, y para que luego (que) se tome puerto, enviarlas a descubrir. Alguna artillería, pocos mosquetes y muchos arcabuces reforzados, con pólvora para dos o tres años, y la cuerda que bastare para un año, porque hay allá de que se puede hacer mucha. También más algunas partesanas y chuzos, y pocas rodelas, porque allá se pueden hacer otras. Muchas hachas de una mano, cuchillos carniceros y machetes para las montañas, y sombreros, angeo (?) y alpargatas para los soldados. Mucho hierro en plancha y todo género de herramientas para fábricas, plantas, sembrados y minas, clavazón, estopa, brea y velamen para poderse luego hacer dos grandes naos y cargadas con lo que la tierra tuviere, embiar la una a Lima y la otra a México, y juntamente para poder hacer algunos barcos y bergantines para dar principio al trajín y a tan gran cosa. Algún ganado y bestiamen para casta. Dos ingenios o alquitaras para que si en la mar hubiere necesidad, sacar con ellos agua dulce de la salada, como yo ya la saqué, y en la tierra servirán luego de sacar vino de las palmas, y también se puede hacer sal, habiendo falta. Dos hornos de cobre y otras cosas deste metal, y más de hierro para el servicio ordinario. Camisetas, calzones y sayas de tafetanes de colores de la China; cascabeles, chaquiras y otras cosas para vestir y contentar a los indios y rescatar con ellos las suyas. Doce o más religiosos descalzos de la orden de San Francisco, los cuatro dellos muy doctos, con el vestuario forzoso, y todos los ornamentos menesterosos para una iglesia, y cuatro campanas pequeñas. Un médico y dos cirujanos, para poder ir el uno a lo que se ha de ofrecer, y juntamente botica, y hermanos de Juan de Dios para curar los enfermos y dar principio a hospitales. Las cédulas de V. Majestad para se poder ejecutar todo lo dicho, han de ser muy claras, muy fuertes y sin límite, para lo poco más que se puede ofrecer para buen despacho. Ha de haber otras cédulas que han de hablar generalmente con todos los ministros de V. Majestad de gobierno, justicia y guerra, en tierra y mar, así a levante como al poniente, así a la ida como a la vuelta, y en todas las otras ocasiones que puedan proceder deste caso. Han de llevar penas puestas que pagarán en irremisible todos los danos que por dilaciones o otras causas se hicieren, así en el servicio de Dios como en el de V. Majestad y real hacienda, y en las de particulares, y más a todo lo que es mi parte y derecho. Han de llevar forma y modo como allá se ha de ejecutar esta pena. Han de ser libres y mediatas a este Consejo Real, y han de llevar otros puntos para me asegurar de los peligros que tantas veces corrí por bien servir a V. Majestad, porque ningunos han sido para mí mayores y más ordinarios. Supuesto que ya Dios fue servido, que las naos y gente han llegado a aquella bahía de San Felipe y Santiago luego, y siempre con maduro consejo en todos casos y cosas, se ha de hacer junto a uno de sus dos ríos una casa cuadrada grande y fuerte con cerca de palizada, para que la gente se recoja en ella, y se ha de proveer de los bastimentos necesarios para el sustento. Y también más, se ha de hacer una grande sementera de maíz y arroz y de otras muchas de nuestras legumbres y semillas, y lo mismo de las raíces de la tierra, que son muchas y muy buenas; y es sementera que no se puede quemar ni talar con la facilidad que otras, y para esto hay allí muy cerca las haciendas de los indios y mucha y muy buena tierra desmontada. También se rescatarán los más puercos que ser pudiere y se criarán por nuestra cuenta. Luego se procurará con medios, todos muy suaves y muy diligentes, una vez y muchas veces, la amistad de los indios; primer de los señores, y teniéndolos seguros y contentos, y habiendo de nuestra parte trato amoroso, fiel, reportado y duradero, y memoria de cuán grave delito es matar uno, y muchos cuerpos y almas, tengo por cierto que se acabará con todos ellos lo que se pretende y desea, para atraerlos al conocimiento de Dios y obediencia de la santa sede apostólica y de V. Majestad. Lo otro: hase de tomar el pulso a los tiempos, calar la tierra, desentrañar sus secretos y grandezas, entender todo el modo de vivir de sus moradores, correr las costas al levante y al poniente y las islas de la comarca. Y luego que se haya tomado la razón cuanto más fuere posible, se hará la descripción y relación, y con ellas y con las noticias que los indios dieren, y el estado presente y forma que se va dando en el gobierno y las muestras de todo cuanto se hallare, buscado con diligencia, y algunos de aquellos naturales se despacharán avisos en tiempos diferentes a Lima y México, para que V.M. sea de todo informado y se sirva mandar quitar o añadir lo que pareciere convenir, para que se prosiga y remate esta obra de un tal modo que lo presente sea bonísimo y se espere de lo venidero gran mejora. Acuerdo a V.M. que aún las cosas mínimas se hallarán poco a poco y que esta fábrica es muy grande y no se puede toda levantar de una vez, ni decirle aquí lo que allá se hará, teniendo la cosa presente y manijada. Supuesto que ya Dios fue servido de que este caso hubiese llegado al estado referido y juntamente que hay justo modo, aunque de presente no se pueda decir el cuanto puedan o deban dar de feudo aquellas gentes a las nuestras, con declaración de todas las obligaciones debidas de nuestra parte para con ellas, pues sin este medio parece que les turbará mucho más tanto bien cuanto se les va buscando. Puédese en cada una de las ciudades que se fundaren hacer la partición de rentas y tierras, de tal manera que, lo primero, quede mucho para Dios nuestro señor y señor de todo: quiero decir que de presente y venidero, de haber iglesias, conventos, hospitales, viudas, huérfanos y doncellas que casar y pobres que sustentar, y otras muchas necesidades que suplir, y cosas que encaminar, ayudar, conservar y acrecentar, y en suma todas las 14 obras de misericordia que cumplir. Puédese dejar mucho para los naturales tan debido a ellos, y a nosotros el buscar modo eficaz (de) cómo saldrán brevísimamente de la ceguedad en que viven sin la divina luz del santo evangelio, y el cómo a la entrada de este mar de misericordia no se ahogaron, sino que vayan el viento a popa, y prósperamente, hasta surgir en una tal vida y muerte que rece dellos la iglesia y V.M. le honre y gloríe de lo hecho, y el cómo les han de asegurar su parte temporal de tal manera que siempre jamás sea suya, y el cómo a buen paso los han, de enseñar a trabajar, y que no holguemos nosotros ni se pueda después decir que andamos buscando a quien cansar por descansar, y el cómo no se morirán ni de pena por mal trato, ni de la priesa que les pueda dar nuestra cudicia; y en suma como a priesa vendrán a ser otros segundos españoles, en lo que es la pulicia (sic) y gocen más otros mil bienes. Puédese dejar parte para todas las personas que han de ir y merecer en aquella población el ser honrados y aprovechados con mucha seguridad de sus conciencias y de la mía, que soy el que persuado, y por que éste ha de ser el fundamento de toda esta obra, me remito a lo que puedo decir a boca o por escrito. Puédese dejar parte para que V.M. sea allá mayor señor y muy aprovechada su real hacienda, y esto de tal manera que jamás V.M. dé salario a ninguno de sus ministros, ni a los demás que ha de haber en la república para mayor concierto de ella; y finalmente digo que deseo ver allí muy bien plantadas y perpetuadas tres cosas (es a saber) como del todo serán cerradas las puertas a la ociosidad y habrá para con ella muy riguroso juicio (como siempre jamás estarán abiertas y francas a la virtud), con grandes premios, y como la caridad será mucha y muy fervorosamente ejercitada. Mírese con atención a la ciudad de los Reyes y a la de México, de las cuales se dice tener en sí más de 150 mil criaturas, entrando los naturales, y se advierta que estos naturales ya se pudieran llamar forasteros; y nótese que los diez o veinte mil españoles, los unos son ricos y que los otros pueden bien, o razonablemente, pasar sus vidas; y considérese luego el cómo quedan los 130 mil, o los que fueren, sin tener de qué asirse, ni quien los guíe. Por manera que bien se puede preguntar por cuya cuenta corren los peligros que tienen tantas gentes, sin haciendas y sin riendas, a cuyas faltas van las unas y las otras corriendo, y es fuerza que han de parar o estrellarse en alguna dura pared, y que si no fuere hoy será mañana, y esto o en la vida viciosa o en la vida falta o en la vida enferma, a donde todos han de aventurar a perder o las almas o el tino de vivir, y a ganar el padecer o morir a puras faltas, o por éstas damnificar la salud, y justamente en otros daños que afean una república, nacidos de una desorden, pudiendo ser muchos menos y muchos los bienes que aquí vamos buscando por medio de una buena orden. Esta empresa es la mayor que tiene el tiempo presente y venidero. Aviso a V.M. que temo mucho que se acabe antes que tenga principio. Quiero decir que de su principio pende poderse después contar que la grandeza de V.M. será allá tanto mayor cuanto fuere señor de muchas más gentes, bien adqueridas, gobernadas y sustentadas en paz y justicia. Advierto que todos los que saben dicen que la baja de las Indias Occidentales procedió la mayor parte de no se perpetuar las encomiendas de los indios, y que a esta causa sus encomenderos se dieron muy gran priesa al desfrutar y apurarlos. También acuerdo que si V.M. tuviera hoy aquellos 30 millones de naturales que en su principio se hallaron, que las riquezas presentes serian muy redobladas y que estarían seguras las venideras tan necesarias; y sea aviso que hoy se dice que si quieren indios, que no hay plata, y que si quieren plata, que no hay indios para diez años, y que plata y oro no son las mayores pérdidas, pues ha habido otras que no tuvieron número, y ahora las hay que no tienen precio, y lo por venir remédielo Dios. Acuerdo a V.M. que un muy bueno y muy cumplido y muy a tiempo despachado es muy forzoso para dar principio a este tan gran caso y que el socorro cierto asegurará lo hecho, y que con leyes justas y santas instrucciones se puede abrir un muy breve y muy seguro camino para haber en aquellas tierras una república (que se puede decir concertada) y que esta tal se ha de armar sobre hombres que lo sean de veras y muy substanciales, y para que a los tales se levanten los pensamientos y quieran dejar acá lo seguro poseído, por ir poblar, pacificar, defender y sustentar tierras agenas, son muy necesarias grandes mercedes de honras, franquezas y libertades, y sobre un justo modo perpetuar las encomiendas que en aquellas tierras han de haber, sin que los dueños dellas puedan decir que son señores de indios, pues de una casa se puede dar a todos y a cada uno la parte que les tocare; y juntamente que sea luego desterrado el servicio personal forzado, dejando libre el voluntario, y con las unas y otras mercedes V.M. ganará los ánimos de todos, así es como indios, de tal manera que se pueda desde luego decir que por este tan pequeño precio se compró tan grande parte del mundo, y se aseguraron tantos bienes espirituales y temporales cuantos hay y puede haber en este caso en que hay tanto que decir y considerar y bien mandar con pena de lo contrario. Sea aviso, y en que mucho se repare, que digo que sólo se hallará menos levantada esta obra que todo aquello que en tantos años no he sido creído ni ayudado, y que lo hecho de un casi imposible, y de las uñas de Satanás lo sacó Dios Nuestro Señor, a quien se le deben dar gracias. Por todo junto y con toda humildad y confianza suplico a V.M. sea servido mandar que yo sea luego despachado para ir en estos primeros galeones y que a gran priesa sean pobladas aquellas tan grandes y tan buenas tierras, que a tan gran priesa V.M. me mandó que las fuese a descubrir. Acuerdo a V.M. la brevedad de las vidas y que vuela el tiempo, y cuánto se pierde de bienes, y que un hombre leal, fiel, verdadero diligente y entendido en lo que pido, vale mucho y no se halla cada día, y más vale si es desnudo y tiene amor al caso y sabe padecer y sufrir, porfiar y tanto esperar justicia.
contexto
MEMORIAL 18 El Cap" P° F' de Quirós. Señor, las razones que doy para que esta jornada se arme en la Ciudad de los Reyes del Pirú, son por tener a dos leguas el puerto del Callao, a donde hay muchos navíos de todos portes y mucho de todo lo menesteroso para navegarse, y porque hay de todos los bastimentos y tengo experimentada su duración; y porque desde allí a la bahía de San Felipe y Santiago tengo conocidos los tiempos y los vientos y el camino, y porque soy muy conocido en aquella ciudad y prático della; y por la mucha gente sobrada que hay en todo aquel Reino. Y menos de esto será aventurarla por nada. Num. 1.° Supuesto que ya Dios fue servido que las naos y gente han llegado a aquella bahía de San Felipe y Santiago, luego, y siempre con maduro consejo en todos casos y cosas, se ha de hacer junto a uno de sus dos ríos una casa cuadrada y grande y fuerte, con cerca de palizada, para que la gente se recoja en ella, y se ha de proveer de los bastimentos necesarios para el sustento; y también más, se ha de hacer una gran sementera de maíz y arroz, y de otras muchas de nuestras legumbres y semillas, y lo mismo de las raíces de la tierra que son muchas y muy buenas, y es sementera que no se puede quemar ni talar con la facilidad que otras, y para esto hay allí muy cerca las haciendas de los indios y mucha y muy buena tierra desmontada. Luego se procurará con medios de todos muy suaves y muy diligentes, una vez y muchas veces, la amistad de los indios; primero de los señores, y teniéndolos seguros y contentos, y habiendo de nuestra parte trato amoroso, fiel, reportado y duradero, y memoria de cuán grave delito es matar a uno y muchos cuerpos y almas, tengo por cierto según lo que de ellos conocí, que se acabará con todo lo que se pretende y desea para atraerlos el conocimiento de Dios y obediencia de la Santa Sede Apostólica y de V.M. Num. 2.° Lo otro: hase de tomar el pulso a los tiempos, calar la tierra, desentrañar sus secretos y grandezas, entender todo el modo de vivir de sus moradores, correr las costas al levante y al poniente y las islas de la comarca, y luego que se haya tomado la razón, cuanto más fuere posible se hará la descripción y relación, y con ellas y con las noticias que los indios dieren, y el estado presente y forma que se va dando en el gobierno, y las muestras de todo cuanto se hallare, buscado con inteligencia; y algunos de aquellos naturales se despacharán avisos en tiempos diferentes a Lima y a México, para que V.M. sea de todo informado y se sirva mandar quitar o añadir lo que pareciere convenir para que se prosiga y remate esta obra de un tal modo que lo presente sea bonísimo y se espere de lo venidero gran mejora. Acuerdo a V.M. que aún las cosas mínimas se hallaron poco a poco y que esta fábrica es muy grande y no se puede levantar toda de una vez, ni decirse aquí lo que allá se hará teniendo la cosa presente y manejada. Supuesto que ya Dios fue servido de que este caso hubiese llegado al estado referido, y juntamente que hay justo modo aunque de presente no se pueda decir el cuánto puedan o deban dar de feudo aquellas gentes a las nuestras, con declaración de todas las obligaciones debidas de nuestra parte para con ellas, pues sin este medio parece que les turbara mucho más tanto bien cuanto se les va buscando. Puédese en cada una de las ciudades que se fundaren hacer la partición de rentas y tierras de tal manera que lo primero quede mucho para Dios, nuestro señor y señor de todo; quiero decir que de presente y venidero ha de haber iglesias, conventos, hospitales, viudas, huérfanos y doncellas que casar y pobres que sustentar y otras muchas necesidades que suplir y cosas que encaminar, que ayudar, conservar y acrecentar, y en suma todas las 14 obras de misericordia que cumplir. Puédese dejar mucho para los naturales tan debido a ellos, y a nosotros el buscar modo eficaz como saldrán brevísimamente de la ceguedad en que viven sin la divina luz del santo evangelio, y el cómo a la entrada de este mar de misericordia no se ahogaron, sino que vayan navegando el viento a popa, y prósperamente hasta surgir en una tal vida y muerte que rece de ellos la iglesia, y V.M. le honre y gloríe de lo hecho, y el cómo le han de asegurar su parte temporal de tal manera que siempre jamás sea suya, y el cómo a buen paso les han de enseñar a trabajar, y que no holguemos nosotros ni se pueda después decir que andamos buscando a quien cansar por descansar, y el como no se morirán ni de pena por mal trato, ni de la priesa que les pueda dar nuestra cudicia, y en suma como a priesa vendrán a ser otros segundos españoles en lo que es la pulicia y goce más otros mil bienes. Puédese dejar parte para todas las personas que han de ir y merecer en aquella población el ser honrados y aprovechados con mucha seguridad de sus conciencias y de la mía que soy el que persuado, y porque éste ha de ser el fundamento de toda esta obra, me remito a lo que puedo decir a boca o por escrito. Puédese dejar parte para que V.M. sea allá mayor señor y muy aprovechada su real hacienda, y esto de tal manera que jamás V.M. dé salario a ninguo de sus ministros, ni a los demás que ha de haber en la república para mayor concierto de ella; y finalmente digo que deseo ver allí plantadas y perpetuadas tres cosas, es a saber, como del todo serán cerradas las puertas a la ociosidad y habrá para con ella muy riguroso juicio, como siempre jamás estarán abiertas y francas a la virtud, con grandes premios, y como la caridad será mucha y muy fervorosamente ejercitada. Mírese con atención a la ciudad de los Reyes y a la de México, de las cuales se dice tener en sí más de 150 mil criaturas, entrando los naturales, y adviértase que estos naturales ya se pudieran llamar forasteros, y nótese que los diez o veinte mil españoles, los unos son ricos y que los otros pueden bien o razonablemente pasar sus vidas; y considérese luego el cómo quedan los 130 mil, o los que fueren, sin tener de qué asirse ni quien los guíe. Por manera que bien se puede preguntar por cuya cuenta corren los peligros que tienen tantas gentes, sin haciendas y sin riendas, a cuyas faltas van las unas y las otras corriendo, y es fuerza que han de parar o estrellarse en alguna dura pared, y que si no fuere hoy será mañana, y esto, o en la vida viciosa o en la vida falta o en la vida enferma, 0 donde todos han de aventurar a perder o las almas o el tino de vivir, y a ganar el padecer o morir a puras faltas, o por éstas damnificar la salud y justamente en otros daños que afean una república, nacidos de una desorden, pudiendo ser muchos menos y muchos los bienes que aquí vamos buscando por medio de una buena orden. Esta empresa es la mayor que tiene el tiempo presente y venidero. Aviso a V.M. que temo mucho que se acabe antes que tenga principio. Quiero decir que de su principio pende poderse después contar que la grandeza de V.M. será allá tanto mayor cuanto fuere señor de muchas más gentes bien adquiridas, gobernadas y sustentadas en paz y justicia. Advierto que todos los que saben dicen que la baja de las Indias Occidentales procedió la mayor parte de no se perpetuar las encomiendas de los indios, y que a esta causa sus encomenderos se dieron muy gran priesa al desfrutar y apurarlos. También acuerdo que si V.M. tuviera hoy aquellos treinta millones de naturales que en su principio se hallaron, que las riquezas presentes serían muy redobladas y que estarían seguras las venideras necesarias; y sea avi- so que hoy se dice que si quieren indios, que no hay plata, y que si quieren plata, que no hay indios para diez años, y que plata y oro no son las mayores pérdidas, pues ha habido otras que no tuvieron número y ahora las hay que no tienen precio y lo por venir Dios lo remedie. Acuerdo a V.M. que un muy bueno y muy cumplido y muy a tiempo despachado es muy forzoso para dar principio a este tan gran caso, y que el socorro cierto asegurará lo hecho, y con leyes justas y santas instrucciones se puede abrir un muy breve y muy seguro camino, para haber en aquellas tierras una república que se pueda decir concertada, y que esta tal se ha de armar sobre hombres que lo sean de veras y muy sustanciales, y para que a los tales se levanten pensamientos y quieran dejar acá lo seguro poseído por ir a poblar, pacificar, defender y sustentar tierras agenas, son muy necesarias grandes mercedes de honras, franquezas y libertades, y sobre un justo modo perpetuar las encomiendas que en aquellas tierras han de haber, sin que los dueños dellas puedan decir que son señores de indios, pues de una casa se puede dar a todos y a cada uno la parte que le tocare; y juntamente que sea luego desterrado el servicio personal forzado, dejando libre el voluntario, y con las unas y otras mercedes V.M. ganará los ánimos de todos, de tal manera que se pueda desde luego decir que por este tan pequeño precio se compró tan grande parte del mundo y se aseguraron tantos bienes espirituales y temporales cuantos hay y puede haber en este caso en que hay tanto que decir y considerar, y bien mandar con pena de lo contrario. Sea aviso, y en que mucho se repare, que digo que sólo se hallará menos levantada esta obra que todo aquello que en tantos años no he sido creído ni ayudado, y que lo hecho de un casi imposible, y de las uñas de Satanás lo sacó Dios Nuestro Señor, a quien se le deben dar las gracias. Por todo junto y con toda humildad y confianza suplico a V.M. sea servido mandar que yo sea luego despachado para ir con estos primeros galeones, y que a gran priesa sean pobladas aquellas tan grandes y tan buenas tierras que a tan gran priesa V.M. me mandó que las fuese a descubrir.