Apodado el Joven, era hijo de Luis VI, a quien sucedió en 1137. Ayudó al papa Alejandro III en sus disputas con Federico Barbarroja. Mantuvo una lucha constante con Enrique II de Inglaterra, quien se casó con su ex-mujer Leonor de Aquitania, obteniendo así el dominio sobre ese territorio. Luchó de manera notable en la Segunda Cruzada.
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Apodado el León, era hijo y sucesor de Felipe Augusto en 1223. Intentó expulsar a la dinastía inglesa de los Plantagenet de Francia. Casó con Blanca de Castilla. Comandó una cruzada contra la herejía albigense en 1215, ocupando Avignon y una gran extensión del Languedoc y realizando una matanza entre los seguidores de la herejía. Fue proclamado rey de Inglaterra por los nobles ingleses, enfrentados a Juan Sin Tierra.
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Nacido en París, es hijo de Felipe IV el Hermoso y Juana I de Navarra. Alcanzó el trono francés en 1314. El corto período de tiempo en que ocupó el trono francés le impidió dejar algún legado de importancia. Protector y beneficiario de la nobleza, ha pasado a la historia como una persona amiga de los conflictos. Fue también rey de Navarra entre 1305 y 1316.
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Político
Monarca brillante, tortuoso y "más moderno que medieval", Luis XI (1461-1483) heredó el prestigio y los aparatos institucionales de la monarquía de Carlos VII. Este legado y unos colaboradores eficaces le permitieron acentuar el autoritarismo de su padre y abordar una consolidación interior de las estructuras monárquicas que se tradujo en una poderosa expansión exterior. Como en tiempos anteriores, esta política chocó con los grandes príncipes territoriales, los duques Carlos de Berry (hermano del rey), Francisco II de Bretaña y el conde Carlos de Charolais, hijo de Felipe el Bueno y heredero de Borgoña. Estos formaron una nueva alianza nobiliaria que se enfrentó militarmente al monarca en la batalla de Montlery, cerca de París (julio-1465). El choque tuvo un final confuso, pero la capital se mantuvo fiel al monarca y este disolvió la Liga cediendo Normandía a Carlos de Berry y las ciudades del Somme a Borgoña. Esta victoria fue relativa, pues las concesiones de Luis XI crearon un conjunto de territorios atlánticos (Bretaña-Normandía-Somme-Borgoña) peligrosos para los futuros intereses monárquicos. Esta amenaza se acentuó cuando el conde Carlos se convirtió en duque de Borgoña (1467). La coincidencia de objetivos políticos entre Luis XI y su más poderoso vasallo hizo inevitable el choque. Mucho más cuando en 1468 se reprodujo la extinguida alianza entre Borgoña e Inglaterra con el matrimonio de Carlos y la hermana de Eduardo IV, lo que resucitó el fantasma de la Guerra de los Cien Años. El enfrentamiento militar se saldó en la batalla de Péronne (1468) con la derrota y prisión de Luis XI. Entre 1470 y 1473 el maquiavélico Luis XI aprovechó las luchas internas en Inglaterra pare deshacer la coalición nobiliaria. A la muerte de Carlos de Berry, Luis XI derrotó al conde de Armagnac, apresó al conde de Alençon y alejó a los duques de Bretaña y Anjou. Tras imponerse en las islas, Eduardo IV desembarcó en Francia en 1475 pare combatir a Luis XI junto a Carlos el Temerario. Pero el rey francés supo explotar la resistencia de Lorena a la reciente ocupación borgoñona y aislar al rey inglés. Finalmente, Eduardo IV y Luis XI firmaron los acuerdos de Picquigny (25-agosto-1475), por los que la alianza anglo-borgoñona quedó disuelta y el monarca inglés renunció definitivamente al trono de Francia a cambio de una compensación económica. Con este tratado se puso oficialmente punto final a la Guerra de los Cien Años. Libre de las intrigas nobiliarias y de la amenaza inglesa, Luis XI acometió la destrucción de Borgoña. Para ello, explotó las dificultades que Carlos el Temerario se había creado al enfrentarse a la coalición formada por las ciudades de Lorena, Suabia y la Confederación Helvética. Fue precisamente la moderna infantería suiza la que destrozó a la brillante caballería pesada borgoñona en las batallas de Grandson y Morat (marzo/julio-1476), fracasos que precedieron a la derrota y muerte de Carlos el Temerario durante el asedio de Nancy (1477). Muerto su enemigo, Luis XI procedió a la desmembración e incorporación de Borgoña a la Corona francesa. En dos años ocupó las dos Borgoñas (condal y ducal), Hainaut, Boulogne, Picardía y Artois. La solución final al destino de Borgoña se tomó en la paz de Arras (1482). Francia retuvo casi todos los territorios ocupados y María, hija de Carlos el Temerario y esposa de Maximiliano I de Austria, conservó los Países Bajos, mientras que parte de Borgoña, Luxemburgo y el Franco-Condado pasaron al Imperio. La proyección exterior de la monarquía francesa se produjo también en otras direcciones -Orleans, Borbón, Rosellón y Cerdaña (1462); Anjou, Maine y Provenza (1475-1481); Navarra y Saboya-. Con la vinculación del ducado de Bretaña a la Corona (1491), Francia se convirtió en la monarquía más extensa y cohesionada de Occidente. El sucesor será Carlos VIII.
Personaje
Político
La participación política de Luis XII se produce durante la minoría de edad de Carlos VIII ya que conspira contra la regente del pequeño monarca, Ana de Beaujeu, lo que le valió la cárcel durante tres años. Una vez alcanzada la mayoría de edad, Carlos VIII contó con la ayuda de Luis para la empresa de Italia, por lo que se ganó la gracia real, convirtiéndose en el heredero del trono francés. Alcanzó la corona en 1498 y se casó con la reina viuda, Ana de Bretaña. Un año después decidió invadir el Milanesado, expulsando al duque Ludovico el Moro. Su política expansionista italiana continuó gracias a un acuerdo con Fernando el Católico por el que se reanudaba la campaña en Nápoles. Pero esta política expansionista provocó la intervención hispana, suiza, inglesa e imperial, intervención que acabó con las posesiones italianas de la corona franca. Luis XII murió sin sucesión y fue su primo y yerno Francisco I quien le sucedió en el trono.
obra
Las posibles ambigüedades formales que se manifiestan en la escultura francesa de las primeras décadas del siglo XVI son superadas en el sepulcro de Luis XII en la abadía de St. Denis, obra, con colaboradores locales, de los hermanos genoveses Antonio y Giovanni Giusti. Dentro de la importancia que la escultura funeraria adquiere para las distintas cortes europeas de fines del siglo XV e inicios del XVI -recordemos, por ejemplo, la patrocinada en España por los Reyes Católicos- y la renovación del lenguaje artístico que suele conllevar, el sepulcro de Luis XII, que adapta y desarrolla tipologías lombardas de monumentos funerarios a modo de tabernáculos, marca la pauta a seguir en los enterramientos de los monarcas sucesivos en la misma abadía real. Las figuras orantes de Luis XII y su esposa Ana de Bretaña se presentan arrodilladas sobre un templete con columnas clásicas, en cuyas escaleras encontramos figuras simbolizando las virtudes. A pesar de manifestar cierto aire italiano, el sepulcro presenta ya cierto gusto francés, perdiendo el carácter decorativo para ganar en expresiva gravedad.
Personaje
Político
Hijo de Enrique IV y María de Médicis, Luis XIII tenía nueve años cuando recibió la corona francesa por lo que la regencia quedó en manos de su madre asesorada por el italiano Concini. El asesinato del consejero en 1617 por nobles franceses enemistados con él provocó un nuevo recrudecimiento de las guerras de religión al emprender el nuevo consejero, Charles d´Albert, duque de Luynes, una contundente ofensiva contra los calvinistas del Bearn. Las fuerzas calvinistas fueron movilizadas provocando la caída del favorito y la firma del Tratado de Montpellier en 1622 por el que los hugonotes mantenían las condiciones otorgadas por Enrique IV. Dos años más tarde fue designado el cardenal Richelieu presidente del Consejo con el objetivo en mente de reforzar el papel de la monarquía suprimiendo el papel preponderante de la aristocracia y de los hugonotes mientras en el exterior deseaba reforzar la hegemonía francesa en Europa. Sus éxitos se manifestaron en los triunfos contra los hugonotes con la rendición de la plaza fuerte de La Rochelle aunque en el aislamiento del poder nobiliario no tuvo tanta suerte. La política exterior de este monarca esta marcada por la Guerra de los Treinta Años y su enfrentamiento con España, a pesar de estar casado con la española Ana de Austria.