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Personaje Militar Político
Su primer contacto con el ejército se produce en 1877. Ya elevado al rango de coronel, destacó por su participación en la Primera Guerra Mundial. En el desarrollo de la contienda ascendió a Jefe del Estado Mayor del VIII ejército, destacamento con el que venció en Tannenberg y en los lagos Masurianos. Gracias a estos dos triunfos obtuvo el grado de general de división. Durante las acciones que se emprendieron para combatir a Rusia ayudó a Hindenburg, sin embargo ante la derrota de 1918 fue expulsado. Desde este momento inicia su carrera política. Desde las filas nazis actuó como diputado en 1924. Aunque con el paso del tiempo su ideología se fue separando de las propuestas de Hitler, siempre empleó argumentos a favor del pueblo alemán como raza superior.
termino
acepcion
Juegos, competiciones deportivas y espectáculos públicos, que los romanos heredaron de los griegos. Aunque asimilaron muchas de estas prácticas, luego introdujeron variaciones. En función de sus características podían ser Apollinares, si era en honor a Apolo, Quinquennales o Decennales, si se celebraban cada cinco años o diez años o hasta seculares, si era cada cien años. Dentro de esta clasificación también cabe citar a los juegos fúnebres, si se celebraban en honor a un muerto o florales, si conmemoraban una victoria.
obra
Los retratos de sus amigos son muy habituales en la producción de Degas; Diego Martelli o James Tissot son otros dos buenos ejemplos. En este delicioso pastel recoge a dos de sus amistades infantiles que se dedicaron a la carrera administrativa en diversos ministerios. Hálevy compaginó su trabajo como funcionario con la faceta de escritor, siendo el autor del libreto de la ópera "Carmen" de Bizet entre otros. También se dedicó a la novela corta, sirviendo alguna de ellas de inspiración a Degas. Cave era un alto cargo del Ministerio del Interior cuando fue realizada esta imagen. Ambos personajes aparecen sobre las tablas de un teatro, con un colorido decorado de margaritas tras ellos. Los dos visten sus trajes distinguidos, con sus respectivas chisteras y los lazos rojos de la Legión de Honor en la solapa. Las tonalidades oscuras se adueñan de la composición contrastando claramente con los tonos brillantes del fondo. Empleando una perspectiva alzada, el suelo del teatro se levanta más de lo debido, en referencia a los grabados japoneses. Algunos especialistas consideran que la escena aludiría a una burla hacia sus amigos por ostentar la Legión de Honor, condecoración que despreciaba rotundamente Degas aunque fuera nombrado para ello.
obra
La larga inscripción que aparece en el documento que el prelado tiene entre las manos ha permitido su identificación. Se trata de Ludovico Beccadelli (1501-1572), humanista natural de Bolonia vinculado en su juventud al círculo de Pietro Bembo, amigo de Giovanni della Casa y preceptor de Ranuccio Farnese entre 1544 y 1549. Ese año sería nombrado obispo de Ravello para ser destinado posteriormente a la nunciatura apostólica en Venecia, cargo que desempeñó entre marzo de 1550 y junio de 1554. A partir de 1555 será designado arzobispo de Raguse, participando en las reuniones del Concilio de Trento. Al desaprobar las directrices marcadas por Roma, se convirtió en preceptor de Fernando de Medicis en 1563 para ser nombrado al año siguiente obispo de Prato, cargo que conservará hasta su muerte.Tiziano realizó este espléndido retrato en julio de 1552, durante la estancia de Beccadelli en Venecia. La obra será halagada ampliamente por Pietro Aretino, elogiando la capacidad expresiva y la fuerza del personaje. En efecto, el maestro de Cadore ha recogido con sus pinceles la psicología del arzobispo, siguiendo el modelo que Rafael había establecido con el retrato de Julio II. El modelo aparece sentado, vistiendo sus ropas episcopales, dirigiendo su intensa mirada hacia el espectador. Toda la fuerza del retrato se centra en los ojos, donde se recoge la inteligencia y la elevada cultura del nuncio. La luz impacta en el rostro para resaltarlo y resbala por las telas para conseguir un admirable contraste cromático. El resultado es un retrato de gran calidad, comparable a los que Tiziano realizó a Carlos V o el papa Paulo III.
obra
En la pared derecha de la Cámara de los Esposos del Palacio Ducal de Mantua podíamos contemplar a la familia Gonzaga al completo. En la pared izquierda tenemos un detalle, en el que se recoge al duque Ludovico hablando a su hijo, el cardenal Francesco Gonzaga. Este Francesco es el mismo que podemos ver arrodillado y con barba ante la Virgen de los Caballeros. Ludovico, esta vez con un traje corto y llevando sus armas, vuelve a tener un perro bajo sus pies, como en el fresco de la Corte de los Gonzaga, en alusión a la fidelidad de sus familiares y siervos. Tras los dos principales personajes, desfila toda una galería de retratos de los funcionarios y caballeros que rodeaban a los Gonzaga, casi todos ellos de riguroso perfil como en las recién descubiertas medallas romanas. Otra alusión a la cultura y la civilización de la antigua Roma existe en las ruinas y excavaciones del fondo, con la fachada de un templo, los restos de un acueducto, una estatua de mármol y otros restos, que los científicos e historiadores de la Corte habían descubierto frente a las murallas de Mantua, que también aparece plasmada en el cuadro.
Personaje Militar Político
Al igual que había hecho su padre, Pipino el Breve, Carlomagno hubiera repartido su imperio entre sus hijos legítimos, pero el fallecimiento de Carlos y Pipino entre los años 810 y 811 motivó que Ludovico Pío se quedara como único heredero de la corona carolingia. En septiembre del año 813 Carlos cedía su trono a Ludovico en una asamblea reunida en el palacio de Aquisgrán. A la muerte de su padre, Ludovico recibirá un imperio que corresponde con los límites de la Cristiandad occidental -excepción hecha de Inglaterra, Irlanda y los pequeños territorios hispánicos-. El apelativo de Pío vendría de su atracción hacia las cuestiones religiosas, interesándose de tal manera por la vida monástica que hubiera ingresado en un convento de no haber sido llamado por Dios para gobernar el Imperio. Quizá sea ésta la razón por la que puso gran empeño en la reforma de las órdenes monásticas y de la moral provincial. La vida licenciosa de la corte fue sustituida por un ambiente de religiosidad y piedad. Invitó a sus hermanas -de vida bastante libertina, especialmente Berta- a ingresar en monasterios al tiempo que prohibía a las mujeres de vida fácil vivir en palacio o en sus cercanías. Los hombres de confianza del emperador suelen pertenecer al clero, dirigidos por el sacerdote Helisachar. La Iglesia predominaría sobre la razón de Estado por lo que sus primeras medidas irán encaminadas hacia la restauración moral y religiosa. Los canónigos de las catedrales deberán estar sometidos a una regla similar a la benedictina al igual que las monjas. La vida monástica sería reformada para evitar la relajación de costumbres y su dedicación a la meditación y la plegaria. El episcopado y el clero secular también serán objeto de reforma, convirtiendo a la Iglesia y la religión en las piedras angulares del edificio imperial. Ludovico se convirtió en el guardián del Papado aunque los pontífices obtenían la independencia política; al igual que había hecho su abuelo Pipino, se entrevistó con Esteban IV, siendo consagrado por el papa junto a su esposa Irmengarda. En el año 817 Ludovico asociaba a su primogénito Lotario a la corona imperial mientras que Pipino se mantenía como rey de Aquitania y Luis era nombrado rey de Baviera. Lotario dirigiría los gobiernos de sus hermanos quienes estarían subordinados a la autoridad imperial. Bernardo, rey de Italia desde 813 por designación de su abuelo, también se subordinaría. Con estas medidas se pretende conseguir la unidad del Imperio, unidad política que tiene su reflejo en la unidad jurídica. Pero no todos aceptaron el principio de unidad y el primero en rebelarse sería Bernardo, rey de Italia y sobrino del emperador, animado por un amplio grupo de cortesanos. Ludovico se hizo cargo personalmente de las tropas -lo que nos hace pensar que la revuelta pudiera extenderse desde Italia a la Galia- y se encaminó hacia Italia para acabar con la rebelión. Bernardo se rindió y fue castigado a sacarle los ojos, muriendo durante el suplicio. Lotario se hacía con el gobierno directo de Italia. Al año siguiente se producía un nuevo levantamiento, esta vez en Bretaña, y Ludovico volvió a encabezar sus tropas para sofocar la revuelta. Sin embargo, para asegurar la unidad del Imperio, los participantes en ambas sublevaciones fueron amnistiados y sus bienes devueltos. Estas medidas tuvieron su culminación en la Penitencia General de Attigny (822), acto en el que el emperador manifestaba su deseo de reconciliación general a favor de la necesaria paz para la unidad imperial. El clero se ha adueñado de la situación. Al enviudar de su primera esposa Ermengarda, volvió a casarse; el matrimonio con la bella Judith de Baviera (febrero de 819) provocó un cambio de orientación en Ludovico ya que la nueva esposa influirá decisivamente en el emperador. El 13 de junio del año 823 nace un hijo del matrimonio que será llamado Carlos -de sobrenombre el Calvo- lo que motivará un problema en la sucesión planteada en 817. Alrededor de Lotario empezó a surgir una poderosa camarilla de nobles y clérigos mientras que en la Marca Hispánica se producían intentos de rebelión contra la autoridad imperial apoyados por el emir Abd al-Rahman II. Las tropas cordobesas ponían sitio a Barcelona y llegaban hasta Gerona. Un ejército dirigido por los condes Hugo y Matfrido se encaminó hacia Cataluña con lentitud, lo que ponía al gobernador de Barcelona en una grave tesitura. Los dos condes serían destituidos de sus cargos y retirados sus beneficios, saliendo favorecido el gobernador Bernardo de este episodio. La camarilla de Lotario veía como se la iba descabezando paulatinamente hasta que Ludovico decidió aplicar un golpe enérgico a ese grupo de futuros conspiradores. Lotario fue enviado definitivamente a Italia y el conde Bernardo asumió el cargo de camarlengo. El pequeño Carlos recibía Recia, Alsacia, el país de los alamanes y parte de Borgoña. Estas medidas motivaron que los antiguos personajes influyentes de la corte que se habían visto relegados con los nuevos nombramientos acusaron a Bernardo y Judith de convertirse en amantes. Una rebelión estalló en el mes de abril del año 830 debido a la convocatoria del ejército en plena cuaresma para sofocar una revuelta en Bretaña. Un importante contingente armado se reunió en París a donde se dirigió Pipino de Aquitania, Lotario y Luis de Baviera. Como resultado de esta rebelión se produce el regreso de los antiguos consejeros a sus puestos, la caída de Bernardo y Judith -este será encerrada en un convento y obligada a profesar como monja en la abadía de Santa Radegunda de Poitiers- y el restablecimiento de todos los honores de Lotario. Un año más tarde Judith era restituida en su dignidad, Lotario debía regresar a Italia y los rebeldes fueron castigados a penas de prisión o encierro en monasterios. Carlos, Luis y Pipino se repartirían el Imperio a partes iguales cuando el emperador falleciera. Parecía que Ludovico había recuperado las riendas de la situación pero la rebelión se consuma dos años más tarde cuando los hijos se enfrentarán por extender sus zonas de influencia. Ludovico reacciona favorablemente y consigue mantener la unidad pero no pudo evitar que Lotario, Pipino y Luis -apoyados por el papa Gregorio IV- unieran sus fuerzas contra él. El 24 de junio la batalla iba a producirse cuando el papa decidió intervenir, entrevistándose con Ludovico. Tras las reuniones, las tropas imperiales abandonaron a su emperador y Ludovico tuvo que suplicar clemencia a sus hijos rebeldes. Lotario será nombrado emperador de Francia gracias al golpe de Estado del año 833. Ludovico fue encerrado en el convento de San Medardo de Soissons desde donde fue conducido a la basílica para confesar sus pecados ante clérigos y laicos, renunciando a la dignidad imperial y a la vida mundana al retirarse a este convento. Los vencedores de este golpe de Estado pronto empezaron a manifestar claras desavenencias, produciéndose un nuevo reparto del Imperio, reparto que fue muy protestado por el clero. Lotario -quien se hacía acompañar por su padre para controlarle en todo momento- vio como sus hermanos se rebelaban contra su autoridad. Lotario huía a Italia tras su rendición y Ludovico era restaurado en sus potestades imperiales (834). Los últimos años de reinado de Ludovico están marcados por las ceremonias expiatorias, las medidas de represalia que motivaron que la posición del emperador no fuera sólida y el asegurar la herencia al pequeño Carlos, quien recibía un buen lote de territorios propiedad de Lotario, ahora caído en desgracia. Luis de Baviera no aceptó estas disposiciones y se produjo el enfrentamiento con su padre. La muerte de Pipino en el año 838 motivaría que el Imperio fuera repartido entre Carlos y Lotario, reparto que entraría en vigor tras la muerte de Ludovico. El Imperio se hundía en la anarquía y la guerra civil cuando Ludovico fallecía el 20 de junio del año 840.
contexto
Sin duda, la contribución más importante en la etapa fundacional de la Academia procedió de Ludovico Carracci (Bolonia, 1555-1619), que a excepción de los juveniles viajes de estudio y una breve estancia en Roma (1602), más su presencia en Piacenza para decorar el Duomo (1607-08), trabajó siempre en su Bolonia natal. A más de las bien compuestas y amplias decoraciones al fresco, con asuntos mitológicos, históricos o literarios, pintadas en los palacios boloñeses Fava (1583-84), Magnani (1588-92) y Sampieri (1593-94), mano a mano con sus primos, Ludovico, fundiendo elementos venecianos y correggiescos, realizará principalmente cuadros de altar que oscilan entre un enfático rigor contrarreformista: Madonna deli Scalzi (1588) (Bolonia, Pinacoteca) o Virgen con San Jacinto (1594) (París, Louvre), y una patética y teatral religiosidad, ya plenamente barroca: Martirio de Santa Margarita (1616) (Mantua, S. Maurizio).Significativa de la línea de la Academia en sus inicios, es su Anunciación (hacia 1585) (Bolonia, Pinacoteca), sincera interpretación de la devoción postridentina y de las normas sobre contenido fijadas por Paleotti. Todo en esa pintura va dirigido a acentuar el carácter de familia con el que se concibe el suceso divino, dirigiéndolo hacia un público poco sofisticado doctrinal e intelectualmente con el fin de inspirar en su ánimo sentimientos de honda interioridad mística. Toda su producción sigue esa íntima y humana religiosidad, que no cae en el rancio devocionalismo. Valga recordar por su limpia luz de profundas sombras, que anuncian casi los claroscuros caravaggiescos, su Visión de San Antonio (Amsterdam, Rijksmuseum). O su Madonna dei Bergellini (1588), más solemne en la composición y cuya iluminación se rompe en fosforescencias, que anuncian la amplitud y patetismo de su madurez. Como sea, en cualquier obra (Sagrada Familia con San Francisco, 1591) (Cento, Museo Civico), se evidencia la misma constante devocional, las mismas dotes para comunicar sentimientos religiosos de raíz popular, lejos de ejercicios cerebralistas.Y ello, sin duda, porque Ludovico concibió el arte como un medio de comunicación de masas, manejándolo todo para atraer al fiel hacia sus pinturas y hacerle comprender su mensaje religioso, humanizando lo divino con habilidad mediante la representación simple de las cosas y de los efectos del hombre. En su obra se evidencian las palabras del cardenal Paleotti: que los pintores den a sus obras un "efecto guiado, a guisa de oradores, para persuadir al pueblo, para atraerlo a abrazar algunas cosas pertinentes a la religión". Por eso, su limitado talento, prendido en las redes de su austera y sentida religiosidad personal, no quiso (quizá, no hubiera sido capaz) diversificarse o experimentar lo novedoso. Tal vez por eso (aunque, desde que sus primos abandonaron Bolonia, se consagró del todo a la enseñanza en la Academia), su poso entre los lncamminati fue, ciertamente, el de un probo maestro. Con su muerte también murió la Academia, que al poco cerraría sus puertas.Su primo Agostino (Bolonia, 1557-Parma, 1602), hombre sensible y cultivado más que artista creador, fue, en cambio, por el carácter doctrinal de su temperamento, el teórico y animador dialéctico de la Academia. Su temprano viaje a Venecia (1582) se convirtió, gracias a sus grabados según las obras de los pintores vénetos, en un estímulo determinante para los Incamminati. Inclinado a las letras, sus amplios conocimientos de la mitología le permitieron ayudar a su hermano en la decoración de la Galería Farnesio (Céfalo, Galatea) de Roma (1597-99) y decorar una sala del Palazzo del Giardino, de Parma (1600-02).Su posición como pintor no difiere mucho de la de Ludovico, pero sin ser capaz de plasmar ni el sentimiento religioso del primo, ni de alcanzar la fantasía poética de su hermano Annibale. Muy diestro en la reelaboración de elementos ajenos, sus orgánicas composiciones, hechas en estilo acabado y frío, acusan un carácter narrativo y monumental. Su Comunión de San Jerónimo (hacia 1592), la obra perfecta para Malvasia, que la calificó de un "concertato misto", une la claridad correggiesca con el tonalismo véneto, pero su Cristo y la mujer adúltera (Milán, Brera), posterior en fecha, declara su deuda con la monumentalidad clásica y los prototipos rafaelescos.Pero es su actividad de hábil y fecundo grabador (con más de 350 planchas) la que mejor refleja su personalidad y talento, ya que en el grabado sobre cobre encontró la técnica más adecuada a sus capacidades analíticas. Mediante la reproducción de composiciones de Buonarroti, Zuccaro, Correggio, Barocci, Tiziano, Tintoretto, Veronese, Campi .... verificó la herencia del Renacimiento. El grabado le facilitó estudiar el diseño y la estructura de la obra copiada, racionalizar el color y la luz que debía reducirlos a una relación lineal, mediante el dibujo, de una serie de puntos, líneas y tramas. Pero, además, la función difusora del grabado le brindó un medio de propaganda eficaz y de profunda resonancia a la hora de divulgar entre los artistas sus experiencias y conocimientos, acercar obras ejemplares, temas y notas figurativas a las clases de la Academia y enriquecer la formación de sus miembros, así como difundir los ideales académicos más allá de Bolonia, manteniendo su influjo a través del tiempo.Sin embargo, aun reconociendo el alto nivel, técnico y formal, alcanzado por Agostino en su importante conjunto de estampas grabadas, su producción, como su obra pictórica, es más un ejercicio discursivo que una vivencia poética. No es extraño que Annibale le reprochara sus sutiles disquisiciones y que, contra su intelectualismo, le espetara: "Nosotros, otros Pintores, debemos hablar con las manos" (Malvasia).
obra
Rubens apreció especialmente la amistad de humanistas entre los que encontramos a Justo Lipsio o Ludovicus Nonnius, personas de alto nivel intelectual y eruditos especializados en filología y la Antigüedad clásica.Ludovicus Nonnius es el nombre latinizado de Luis Núñez, nacido en Amberes en 1553. Hijo de un médico portugués converso, estudió en Lovaina y estableció un gabinete médico en Amberes. Se interesó particularmente por las monedas antiguas y publicó un tratado esencial para el régimen alimentario, el "Diaeteticon". Posiblemente con motivo de esta publicación, Rubens realizó este retrato en el que los libros ocupan un lugar destacado.El retrato sigue el esquema establecido por el pintor en el retrato de Gaspart Gevaerts, en el que el estudioso parece acompañado del busto de uno de los sabios de la Antigüedad. En esta ocasión se trata de Hipócrates, el padre de la medicina. Núñez se ubica ante un nicho de piedra, levantando los inteligentes ojos del libro que está leyendo para dirigirse hacia el espectador. La figura recuerda a Los cuatro filósofos, interesándose el pintor por captar la viveza del gesto y de las manos. El potente foco de luz y la pincelada rápida son herencia de la pintura de Tiziano.En 1634 tanto Nonnius como Gevaerts colaboraron con Rubens en la preparación de la Pompa Introitus Ferdinandi con motivo de la entrada triunfal del cardenal-infante don Fernando en Amberes.
termino