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Personaje
Pintor
Pintora y miniaturista. Hija de Apolinar Larraga, pintor valenciano especializado en temas religiosos, de quien fue discípula. A pesar de que sufría una deformidad en las dos manos, "ser contrahecha de las dos manos de nacimiento", Josefa practicó la pintura al óleo y la miniatura, actividades en las que puso de manifiesto su dominio del dibujo, realizado "con mucha perfección y era una excelente colorista". De temática religiosa, aunque también realizó algunos lienzos de asunto histórico. Entre las obras que se han conservado, destaca el Relicario de Jesús y María del convento de Santo Domingo (Valencia). Por otro lado, regentó una de las primeras academias de pintura para mujeres, iniciativa que la sitúa entre las pioneras en España y que tiene especial importancia por lo que representa de promoción de la enseñanza artística de las mujeres.
lugar
Población navarra situada en la cabeza del valle de Esteribar, en los Pirineos orientales; actualmente cuenta con 170 habitantes aproximadamente y forma parte de los pueblos por los que pasa el Camino de Santiago. Se trata del típico enclave jacobeo, llegando a contar en el pasado con tres hospitales para peregrinos. El tipo de casa típico en Larrasoaña es la de caserío, situados a ambos lados de la calzada, algunas de las cuales denotan en sus estructuras su pasado medieval mientras otras muestran aleros y sillares del siglo XVIII. Larrasoaña está situada a unos 15 km. de Pamplona. En el siglo XI contaba con un hospital de peregrinos y, un siglo después, recibió el Fuero de los francos, lo que propició la puesta en marcha de la configuración urbana con casa a los dos lados del Camino. Su acontecimiento histórico más importante fue la celebración de las Cortes en 1329, para recibir el juramento de Felipe II de Evreux y Juana II. Durante el siglo XVIII se abrieron otros dos hospitales de peregrinos, mantenidos por las cofradías de Santiago y San Blas, respectivamente. En Larrasoaña también existió un monasterio consagrado a Santa María y San Agustín que, en el año 1087, pasó a depender de Leire. Los monumentos más importantes son la iglesia de San Nicolás de Bari y las ermitas de San Blas y de Santiago.
Personaje
Escultor
Activo en el siglo XVI en la región castellana, Larrea colaboró con Juan de Anchieta en varias ocasiones, siendo sus obras más importantes el sepulcro de don Rodrigo Vicuña y el retablo de San Miguel de Vitoria.
Personaje
Literato
Estudió filosofía, cánones, leyes y realizó el doctorado en Teología. Inició su trayectoria profesional como sustituto en la cátedra de cánones en la universidad de Zaragoza y luego se encargó de poner orden en la biblioteca que el marqués de la Compuerta había donado al convento de San Ildefonso. Al cumplir los treinta años colgó los hábitos y se trasladó a Madrid. Allí, se ocupó del archivo de la Real Junta de Comercio, Moneda y Minas. Para esta misma institución redactó un informe con la historia de todas las actividades organizadas desde su creación. A lo largo de su carrera, cosechó grandes éxitos y ocupó varios puestos. Fue oficial de la secretaria de la Dirección de Fomento General, creó el "Correo mercantil de España e Indias" y fue miembro de la Junta que presidía Bernardo Iriarte para llevar a cabo una nueva división del territorio. En este tiempo su prestigio fue en aumento y fue admitido por algunas academias como la de Aragón. Entre sus trabajos y publicaciones se pueden mencionar un censo que publicó en 1801 y otras obras como "Manual histórico, cronológico y geográfico de los imperios, reinos, pontífices, reyes y emperadores que ha habido en Europa desde el nacimiento de Cristo hasta el fin del año 1787, con la serie de los principales concilios y varias tablas cronológicas para su mejor uso", "Relación o descripción de los montes Pirineos con todos sus puertos y condados de Ribagorza del reino de Aragón", etc.
contexto
Otros casos de transición afectaron a las democracias pactadas, y restrictivas, como las de Colombia y Venezuela o la de México, caracterizada por "su revolución institucionalizada". En todos los casos, la diversidad y complejidad de los problemas a resolver era de tal magnitud que dificulta el establecimiento de modelos. En México, la tímida apertura propiciada por la reforma constitucional del presidente Adolfo López Mateos (1958-1964) asignó un número de escaños en la Cámara de Diputados a la oposición. Durante el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) la apertura política se ralentizó debido a las resistencias surgidas del interior del PRI (Partido Revolucionario Institucional) y de la burocracia estatal y el presidente debió abandonar rápidamente sus proyectos de democratizar el partido gubernamental. Pese a las reformas, las posibilidades de la oposición eran muy limitadas y las elecciones municipales ganadas por el derechista Partido de Acción Nacional (PAN) en el norte del país fueron rápidamente anuladas. La frustración política de la oposición estalló en las movilizaciones estudiantiles de 1968. Ante la cercanía de los Juegos Olímpicos, el movimiento fue brutalmente reprimido con la matanza de la plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. Luis Echeverría (1970-1976) incluyó en su plataforma electoral algunas de las reivindicaciones del movimiento estudiantil, pero la mayoría de sus promesas, especialmente las referidas a la apertura del sistema, serían incumplidas. Sólo el auge petrolero comenzado en 1973 le permitió sobrellevar la creciente oposición interna. José López Portillo (1976-1982) realizó el primer intento de una mínima reforma política y amplió la representación parlamentaria de los partidos de la oposición. El PAN se convirtió en el principal partido de oposición, y en las presidenciales de 1982 obtuvo el 14 por ciento de los votos. El Partido Socialista Unificado, que reunía a la mayor parte de las fuerzas de izquierda, sólo obtuvo el 6 por ciento. Una vez más, el ganador fue el candidato del PRI, Miguel de la Madrid (1982-1988), que asumió en medio de la crisis de la deuda externa y que se preocupó por intensificar el ritmo de la reforma política, aunque las derrotas electorales sufridas en los estados del Norte aminoraron el proceso. Nuevas dificultades surgieron al final del sexenio, cuando el PRI se escindió y la llamada tendencia democrática propuso la elección por las bases del candidato presidencial. El aparato del PRI se negó y eligió a Salinas de Gortari, que debió enfrentarse a la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas, que contó con el apoyo de buena parte de la izquierda. Las elecciones fueron ganadas por el PRI, pero Cárdenas obtuvo oficialmente el 31 por ciento de los votos, un porcentaje jamás alcanzado por candidato opositor alguno en todas las elecciones mexicanas. Convencido de la debilidad del sistema, Salinas comenzó una serie de reformas que teóricamente deberían conducir a la apertura del régimen y al total abandono de los planteamientos revolucionarios. Su actitud ante la Iglesia así pareció confirmarlo. El impacto de la Revolución Cubana sobre la política venezolana fue menor que en otras países latinoamericanos. Venezuela estaba gobernada por Rómulo Betancourt, gracias a la alianza entre su partido de Acción Democrática y el Partido Social Cristiano (Comité de Organización Política Electoral Independiente-COPEI), conocida con el nombre de Pacto del Punto Fijo. Acción Democrática comenzó a perder militantes por su izquierda, deseosos de cambios más rápidos y profundos. En 1961 se formó el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), partidario de la insurrección popular y de la vía cubana al socialismo y el Partido Comunista Venezolano apostó por la lucha armada, abandonando su larga trayectoria de participación en el sistema democrático. A partir de 1963 la violencia recrudeció en Caracas y las elecciones se plantearon como una verdadera prueba de fuerza entre el gobierno y la guerrilla, que había amenazado con sabotearlas, pero el 90 por ciento de los ciudadanos registrados acudió a votar, lo que supuso un serio descrédito para los grupos guerrilleros. Las elecciones de 1963 fueron ganadas por Luis Leoni, seguidor de Betancourt, que contó con casi el 33 por ciento de los votos. COPEI abandonó la coalición con Acción Democrática, lo que reforzó el sistema bipartidista y aumentó la soledad del gobierno, cada vez más ocupado en la represión contra una guerrilla que había desplazado su actuación de la ciudad al campo. A partir de 1968 se produjo la alternancia en el poder de los candidatos de los dos grandes partidos. El copeyano Rafael Caldera (1969-1974) fue sucedido por el adeco Carlos Andrés Pérez (1974-1979). Posteriormente ocuparon la presidencia Luis Herrera Campins (COPEI), de 1979 a 1984, y Jaime Lusinchi (ADECO), de 1984 a 1989. Carlos Andrés Pérez, que fue reelecto en 1988, rompió el ciclo y comenzó su presidencia en 1989 en medio de una terrible crisis económica. Colombia seguía siendo gobernada de acuerdo con la alternancia acordada en el Pacto Nacional. Durante el gobierno del conservador Guillermo León Valencia (1962-1966), el segundo presidente electo de acuerdo con el nuevo sistema, la valoración pública del acuerdo entre conservadores y liberales siguió bajando. En 1966 se eligió al liberal Carlos Lleras Restrepo. A la elección acudió algo menos de la mitad de los votantes y el resto se abstuvo y el nuevo presidente intentó movilizar a amplios sectores populares que vivían al margen de la política. Pero el profundo malestar existente se reflejó en el resultado de las elecciones de 1970, ganadas por escaso margen por el conservador Misael Pastrana Borrero frente al general Gustavo Rojas Pinilla. Las posiciones antirreformistas de Pastrana eran de sobra conocidas y Rojas Pinilla, que se hizo eco del descontento popular, ganó por amplio margen en las ciudades más grandes. En 1974, el sistema de alternancia se quebró por las disputas surgidas entre los partidos, aunque de acuerdo con la Constitución el presidente debía integrar en su gobierno, de acuerdo a su caudal electoral, a representantes del segundo partido más votado. El primero que gobernó en estas circunstancias fue el liberal Alfonso López Michelsen (1974-1978), que tuvo que hacer frente a una profunda división de su partido. Sin embargo, en 1978 volvió a ganar el candidato liberal, Julio C. Turbay Ayala, pero en las siguientes elecciones, 1982, la división del Partido Liberal permitió el triunfo del candidato conservador, Belisario Betancur. Su gobierno debió enfrentar a una guerrilla endémica, reforzada con la aparición del M-19, y a la actividad disolvente y corruptora del narcotráfico. Para agravar aún más la situación, ambas actividades terminaron convergiendo en sus manifestaciones criminales. El asesinato del ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, en 1984, fue una clara señal del enorme poderío que habían alcanzado los carteles de la droga. Los liberales recuperaron el gobierno de la mano de Virgilio Barco, que ganó ampliamente las elecciones de 1986. Su política de reconciliación con la guerrilla cosechó algunos éxitos, siendo el acuerdo con el M-19, en 1989, el más importante. Su sucesor, el también liberal César Gaviria, elegido en 1990, continuó por ese camino, aunque sin obtener el desarme de los dos mayores grupos, las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y el ELN (Ejército de Liberación Nacional). Sus esfuerzos por desactivar el narcotráfico han permitido algunos avances parciales y se observa una paulatina disminución del clima de violencia que vivía el país.
contexto
Según Aulo Gelio (Noches áticas II, 10), el jurista Ser. Sulpicio consultó a Varrón sobre el significado del término favissae (palabra desusada) capitolinae, a lo que el sabio respondió diciendo que eran unas celdas o bodegas subterráneas, inaccesibles desde hacía siglos, en que se acostumbraba a depositar las estatuas antiguas caídas del templo de Júpiter Capitolino y cualquier otro objeto sagrado entregado al templo como ofrenda votiva, pero ya desechado como antigualla. Las excavaciones de 1925-1927, si no dieron satisfacción a quienes esperaban por lo menos estatuas como las de Veyes, encontraron delante del podium del templo muchos restos de construcciones antiguas, con abundante material votivo, de fines del siglo VI, en una fosa revestida de bloques de capellaccio -la toba pobre que ofrece el suelo Roma, sólo utilizada en época muy arcaica-. Los exvotos eran en su mayoría vasos de impasto y del más fino bucchero rojo y negro, bandejas de ofrendas de impasto, figuritas desnudas fálicas (en señal de masculinidad, como en la Grecia geométrica) y vestidas (¿femeninas?), recortadas en chapa de bronce, y vasos de imitación del corintio de tamaño pequeño, un conjunto análogo al de depósitos votivos de otros puntos de la ciudad como S. Maria della Vittoria, S. Omobono y el Comitium Forense. En el extremo noroeste del Foro Romano, el Comitium conserva como restos de sus más antiguos monumentos un segmento curvo de los Rostra republicanos (la tribuna de los oradores) que permite recomponer en el papel una plaza circular, enmarcada por el anillo de un graderío. Los comitia que se conservan en Paestum y en Cosa, hechos en 273 a. C. a imitación del de Roma, facilitan la labor de reconstrucción imaginaria. Además de su primitivo destino de lugar de reunión de la asamblea del pueblo, el Comitium pudo ser escenario de los primeros combates gladiatorios e inspirar la forma de los anfiteatros clásicos.
contexto
Estas asociaciones -Defensas de la Patria- no estuvieron originariamente dirigidas contra los judíos ni contra los comunistas. Surgieron, más bien, como una lucha nacional en favor de las fronteras amenazadas. Pero como en Austria existía una antigua tradición antisemita, y por otra parte el Partido Socialista actuaba con mucha intensidad, terminaron por politizarse, olvidando su primitivo origen de tropa auxiliar de los socialcristianos en el Gobierno. Luego se fueron situando cada vez más en una postura antimarxista; y en ello pudo influir el papel ejercido en la heimwehr del Tirol por el capitán Wlademar Pabst, uno de los autores del asesinato de Rosa Luxemburg. A partir de los luctuosos sucesos de julio de 1927 en Viena, obtuvieron mayor autonomía y mayor poder de decisión y lograron, mediante el apoyo estatal, quebrantar el monopolio de poder, el "monopolio de la calle", que los socialistas poseían en las zonas industriales con sus ligas de defensa, compuestas por militantes entregados. Así, y pese a los sucesos del Tirol italiano ya descritos, el fascismo italiano se presentaba cada vez más como el modelo a seguir. El programa enunciado en 1930, el Korneuburger Programm, era netamente fascista; y la imitación de las formas fascistas mussolinianas pretendió plasmarse en la Marcha sobre Viena. Pero el putsch del jefe regional de Estiria en septiembre de 1931, fue pronto dominado y el Gobierno pudo anunciar severas medidas de represión que luego no aplicaría. Muy pronto el canciller federal Dollfuss, casi al mismo tiempo que Hitler tomaba el poder, trocó el régimen parlamentario austriaco por un régimen autoritario. Como consecuencia de esta impunidad, la heimwehr, que conocía el miedo del Gobierno, desafió a las autoridades que no se atrevieron a desarmarla. Los socialistas clamaron por el fortalecimiento del Cuerpo de Defensa de la República llamando para ello a los "buenos republicanos". Con eso se creó el cauce para una continuación de la lucha, aún callejera, entre socialistas y fascistas. De acuerdo con la Constitución, se celebraron elecciones presidenciales en octubre de 1931 y fue reelegido Miklas por 190 votos frente a los 93 que obtuvo el candidato socialista Renner. Esto podía suponer una normalidad política formal que en la práctica, y en el Gobierno, no lograba mantenerse. Precisamente en 1932 irrumpió en la política austriaca el hitlerismo, que manifestaba por encima de todo y como aspectos esenciales su anticlericalismo y su germanofilia. Los nazis austriacos estuvieron dispuestos a obrar con la misma energía que sus correligionarios alemanes, y se enfrentaron al unísono a socialistas y a miembros de las heimwehren, jurándoles luchar por su desaparición. De entrada el hitlerismo no satisfacía plenamente las aspiraciones políticas de los austriacos, que veían en él un instrumento para acabar con la soberanía nacional, además de la carencia de un verdadero líder capaz de granjearse la atracción popular. De no haber sido por la preocupación política de Francia, recelosa desde el intento aduanero de 1931, el movimiento nazi no hubiera arraigado tan rápidamente. Pero esta actitud desconfiada y vigilante pesó sobremanera en los grupos más proclives a la indiferencia alemana que a la francesa en la política de Viena. Esta actitud francesa y la crisis económico-financiera fueron responsables de la dimisión de dos Gabinetes ministeriales en enero y mayo de 1932. El día 20 de este mismo mes, el doctor Dollfuss, ministro de Agricultura del último Gabinete, católico practicante, autoritario y patriótico, formó un nuevo Gobierno en el que dio tres carteras ministeriales a la heimwehr. Este Gobierno comenzó a actuar precariamente a consecuencia de la bancarrota. Su afirmación dependía tanto del convencimiento de la opinión pública sobre el estado económico de la nación, como de un empréstito y endeudamiento exterior que fue internacionalmente discutido en Lausana. La negativa de Francia a salir fiadora de Austria, junto con Inglaterra, de no firmarse un documento que comprometiera a Austria a mantener su independencia económica durante veinte años, podía dificultar la propia marcha de la vida del país; pero finalmente el Gobierno de Dollfuss aceptó la condición al convenirse que la Liga de Naciones realizara la inspección de las finanzas. Los socialistas y los nacionalsocialistas protestaron por esta debilidad del Gabinete indicando que ello suponía la sumisión a Francia. Finalmente el Parlamento ratificó el tratado; pero los socialistas siguieron atacando esta actuación y esta sumisión. De igual forma la presencia de Austria en la conferencia de Estados danubianos, propuesta por Tardieu, con vistas a la formación de un bloque económico entre los mismos concretado en tarifas de ayuda y de preferencia fue interpretada como signo de debilidad, de sumisión, de decisión francesa sobre intereses internos y, por encima de todo, de disposición a impedir cualquier relación con Alemania. Por todas estas razones la lucha interior continuó a lo largo de 1932, y los nazis comenzaron a actuar con claros y acertados intentos desestabilizadores: presencia conflictiva en la Dieta de Viena; persecución de estudiantes judíos en la Universidad; asalto al club internacional, donde destrozaron el mobiliario e hirieron a unas veinte personas, entre las que se contaba cuatro diplomáticos de otros países; irrupción en un barrio obrero y ataque a la secretaría del Partido Socialista. Por todo ello, en el mes de octubre el canciller nombró al mayor Fey, jefe de la heimwehr, como secretario de Seguridad Pública. Este prohibió todas las manifestaciones militares de los partidos, excepto las de su grupo, que al acabar el año parecía dominar la situación.