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Personaje Militar Político
Nacido en Mans, era miembro de la dinastía Valois. Hubo de sufrir la reanudación de la guerra de los Cien Años, cayendo prisionero del Príncipe Negro en Poitiers. Retenido en Londres, murió definitivamente al no poder sufragar su rescate. Consiguió el ducado de Borgoña para su hijo Felipe.
contexto
Cuando en 1436 el Magnánimo se enzarzó plenamente en la lucha por la conquista del reino de Nápoles, y desistió definitivamente de volver a la Península, nombró a su hermano Juan de Navarra lugarteniente de Aragón y Valencia, y le encomendó la dirección de los asuntos familiares en Castilla. La ocasión de volver a intervenir en la política interior castellana la propició la política autoritaria del condestable Alvaro de Luna, que alarmó a los grandes, quienes formaron una Liga (1439) y amenazaron con llevar el país a la guerra civil. Llamados a jugar un papel arbitral en el conflicto, los infantes de Aragón acabaron adhiriéndose a la Liga y pactaron una alianza con su hermana, María de Aragón, mujer de Juan II, contra el condestable (1440). Aunque el monarca apoyó a Alvaro de Luna, incluso con las armas, los coaligados asediaron al rey en Medina del Campo y le obligaron a desterrar al condestable (1441). Durante casi tres años Juan de Navarra gobernó Castilla mientras se abría un nuevo frente de lucha en Navarra, donde la muerte y sucesión de la reina Blanca (1441) dividía el país entre los partidarios de su hijo y heredero, el príncipe Carlos de Viana, a quien correspondía la sucesión (beaumonteses), y los partidarios de su padre, Juan de Navarra, que deseaba retener el poder en sus manos (agramonteses). En 1443 Alvaro de Luna volvió a la escena con intrigas palaciegas que buscaban enfrentar al príncipe Enrique, heredero de Castilla, con Juan de Navarra, el cual, sintiendo crecer la conspiración a su alrededor, detuvo a funcionarios y al propio rey (golpe de Estado de Rámaga, 1443). Fue una decisión fatal que el condestable no dejó de aprovechar para presentar a Juan de Navarra como enemigo del reino y ganar para su causa a una destacada parte de los grandes. Juntos derrotaron a los infantes de Aragón en Olmedo (1445), donde Enrique de Aragón fue herido de muerte, y obligaron a Juan de Navarra a abandonar Castilla. Comenzó entonces una nueva guerra entre Castilla y Navarra-Aragón (1445-54), que se alargó a causa de las rivalidades que pronto surgieron en el campo vencedor, dividido entre los partidarios del condestable y los seguidores de Enrique, príncipe heredero de Castilla. Se trató de una guerra fronteriza durante la cual Juan II de Castilla y Alvaro de Luna aprovecharon la división de Navarra para aliarse con Carlos de Viana y encender la guerra civil en este reino (1451). En los años siguientes, obligado a dividir sus fuerzas en Navarra y en la frontera aragonesa con Castilla, Juan de Navarra luchó a la defensiva hasta que, por las paces de Ágreda y Almazán (1454), hubo de aceptar su alejamiento de la política castellana y la pérdida de sus bienes patrimoniales en Castilla. La obstinación de Juan de Navarra, casado en segundas nupcias con la castellana Juana Enríquez (1447), en no permitir el ascenso de su hijo Carlos de Viana al trono navarro, que legítimamente le correspondía, y la alianza de este príncipe con los enemigos de su padre en Castilla, dividió profundamente a los navarros y les llevó a la guerra civil (1451). Durante el conflicto, Juan de Navarra actuó con gran energía: encomendó el gobierno de Navarra a su esposa Juana Enríquez y capturó y encarceló a su hijo (1451), a quien no daría la libertad hasta 1453, después de muchas presiones de los estamentos de la Corona y bajo la promesa de obediencia y sumisión. Pero, vuelto a Navarra, Carlos de Viana rompió el acuerdo, por lo que su padre le declaró desposeído de la herencia navarra que se comprometió a entregar a su hija Leonor y al esposo de ésta, Gastón de Foix (1455). En 1456 el triunfo de los agramonteses obligó al príncipe Carlos a huir a Francia y después a Nápoles donde intentaría conseguir la ayuda de su tío, el rey Alfonso el Magnánimo. Entre tanto, Juan de Navarra, nombrado lugarteniente general de Cataluña, presidía en Barcelona las sesiones de las Cortes de 1454-58, que, como se ha explicado, habrían de resultar dramáticas, auténtico preludio de la guerra civil, a causa de los enfrentamientos que en ellas se produjeron entre la monarquía (representada por el lugarteniente), apoyada por los síndicos barceloneses de la Busca, y la oligarquía pactista ferozmente opuesta a la reforma del gobierno municipal de Barcelona, la política de recuperación patrimonial y las disposiciones del rey favorables a las reivindicaciones remensas. Mientras estas Cortes languidecían en Barcelona a causa de la imposibilidad de obtener acuerdos, fallecía en Nápoles Alfonso el Magnánimo (1458), el rey que queriendo desgastar el poder de la oligarquía se había arriesgado a llevar en Cataluña una política de alianza con las clases modestas de la sociedad. Su sucesor, Juan de Navarra, ahora Juan II de Aragón (1458-79), heredó esta política y con ella el ambiente crispado que sus errores contribuirían a convertir en guerra civil cuatro años después. Inicialmente Juan II tuvo problemas con Castilla donde el nuevo rey, Enrique IV, se resistía a satisfacerle unas cantidades acordadas en las paces de Agreda y Almazán. Pero el frente mediterráneo presentaba dificultades más graves: inesperadamente, los barones napolitanos se sublevaron contra Ferrante I de Nápoles, hijo y sucesor del Magnánimo, y ofrecieron la corona a Renato I de Provenza, que envió un ejército a la Italia meridional. Alarmado, Juan II reunió en Cortes a aragoneses, catalanes y valencianos (1460-61), a los que pensaba pedir ayuda para parar la ofensiva angevina, pero en sus proyectos nuevamente interfirió Carlos de Viana. El príncipe fugitivo, que residía en la corte de Nápoles cuando falleció el Magnánimo, había pasado a Sicilia donde los estamentos, que aspiraban a una mayor independencia, reclamaron para él la lugartenencia y la designación de heredero de la Corona. Juan II comprendió entonces que su estancia en la isla podía dar aliento a los independentistas, y por ello dispuso su retorno. Padre e hijo firmaron entonces la concordia de Barcelona (1460) por la que Carlos recuperaba rentas y posesiones pero se le negaba la residencia en Navarra y Sicilia, y no se le reconocía la primogenitura que reclamaba.
Personaje Político
El largo reinado del hijo de Manuel I y María de Aragón, hija de los Reyes Católicos, está caracterizado por la prosperidad económica merced a la llegada de inmensas riquezas procedentes de las colonias americanas y asiáticas. La profunda religiosidad de Juan III le llevó a introducir en Portugal el Santo Oficio al tiempo que delegaba la dirección educativa a los jesuitas.
Personaje Militar Político
Sucesor de Teodoro I Láscaris, pretendió reconstruir un Imperio Bizantino destrozado por el paso de los cruzados en 1204. Hubo de enfrentarse a latinos y venecianos, e intentó sin éxito tomar Constantinopla en 1235, en coalición con los búlgaros.
Personaje Político
Hijo del diplomático polaco Jacob Sobieski, se inició en la carrera militar y consiguió importantes victorias contra Gustavo Adolfo de Suecia y contra tártaros y cosacos. Sus éxitos militares le llevaron a ser nombrado comandante supremo del ejército polaco en 1665. En 1673 consigue la victoria ante los turcos en Hotin y al año siguiente -a la muerte de Wisniowieski- es elegido rey de Polonia por la Dieta, continuando sus victoriosas campañas contra los turcos. Estos triunfos le llevaron a alcanzar el título de "héroe de la religión cristiana", especialmente por su papel en la defensa de Viena ante el ataque del poderoso ejército turco a la capital de Leopoldo I. Favoreció a los suecos, aunque no tuvo continuidad en esta política. Su talante militar no le impidió proteger la cultura y las bellas artes.
Personaje Político
Duque de Braganza, recibió la corona portuguesa de manos de la nobleza que se conjuró contra el monarca castellano Felipe IV arrebatándole el poder real que había ostentado hasta el momento. Afianzó su reino como independiente firmando alianzas europeas y restableciendo el Imperio colonial portugués.
Personaje Militar Político
Elegido emperador en 1258, fue derrocado al año siguiente por Miguel VIII Paleólogo, quien lo mantuvo en prisión hasta su muerte.
obra
La serie original a la cual pertenece este dibujo está perdida en la mitad por un incendio. Tan sólo se conservan este retrato y el de Luis, duque de Saboya. Ambos poseen idénticas características y nos muestra a dos personajes de porte aristocrático y muy elegantemente vestidos.
obra
El círculo de ilustrados con el que se relacionaba Goya será el protagonista de buena parte de los retratos de la década de 1790. Ceán Bermúdez, Saavedra, Urquijo, Jovellanos o Juan José Arias aparecen representados por el pintor, configurando una excelente representación de la Ilustración española que el rey Carlos III apoyó y siguió su consejo. Don Juan José posa para el pintor aragonés en una actitud muy repetida en estos años: de medio cuerpo, esconde su mano derecha entre la casaca y en la izquierda porta un papel. La luz impacta en el rostro para destacar la personalidad del modelo, resaltando la mirada y el gesto. Las oscuras tonalidades de los trajes resaltan aun más la cabeza del personaje, verdadero centro de referencia del lienzo. La pincelada empleada por Goya no se interesa por detalles concretos, insinuándonos a la perfección un conjunto lleno de atractivo.