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termino
obra
Atendiendo al comentario del Juicio Final, la tabla central del tríptico al que pertenece este Infierno, continuamos con la visión dantesca que El Bosco ha hecho extensiva desde el mismo momento del Juicio Final hasta este cuadro que contemplamos fascinados. La variedad de los personajes, de las escenas y de los hermosos colores elegidos nos deslumbra y lo único que puede hacerse es dejar la vista perdida en medio de la exuberancia imaginativa del autor.
obra
El tríptico del Carro de Heno culmina en esta tabla final, situada a la derecha. Presenta el Infierno, hacia el cual conducen las locuras y los vicios de los hombres, descritos magistralmente en la tabla central. La estructura narrativa conduce desde la pérdida del Edén hasta el castigo eterno, en un trayecto muy propio de El Bosco.
obra
Con el Infierno terminamos el análisis al conjunto del Palacio Ducal de Venecia, integrado además por el Paraíso Terrenal, la Subida al Empíreo y la Caída de los Condenados. Esta tabla finaliza el ciclo de la Humanidad, que apoyaría supuestamente a un panel central con el Juicio Final. La visión de El Bosco es la de un infierno fantasmagórica, en la que monstruos alados atormentan eternamente a los condenados. En el horizonte, una impresionante roca está coronada por un castillo en llamas, una imagen recurrente en El Bosco y que también podemos encontrar en el Infierno que acompaña al Jardín de las Delicias.
acepcion
Según la doctrina cristiana es el lugar a donde van a parar las almas de los condenados y donde se encuentra Satanás y los ángeles caídos.
obra
Esta obra es conocida como el Infierno Musical porque muchos de los objetos utilizados para torturar las almas de los condenados son instrumentos musicales, así como cuchillos, pinchos, etc. El Infierno musical es el panel derecho del tríptico más conocido de El Bosco, el Jardín de las Delicias, y se opone al otro panel, que presenta la felicidad arquetípica del ser humano en el paraíso, en el momento de la Creación de Eva. Podríamos preguntarnos por el motivo que ha conducido a El Bosco para representar el infierno bajo el aspecto musical. La respuesta nos la proporciona el conjunto: el hombre fue creado en estado de gracia para habitar el Edén (panel izquierdo), pero la debilidad del hombre le llevó a desviarse del mandamiento de Dios y cayó en uno de los pecados más terribles: la lujuria, en todas sus posibles facetas (orgías, sodomía, adulterio, mezcla con otras razas...), visto en el panel central. Esta situación conduce directamente al Infierno (panel derecho) y los instrumentos del placer son ahora los instrumentos de la tortura: la música era el medio que tenía la lujuria para instalarse en los corazones. Los amantes son siempre representados tañendo instrumentos musicales o escuchando un concierto. Para ilustrar esta idea no tenemos más que echar una ojeada a la mesa de los Siete Pecados Capitales, en la que aparece ilustrada la Lujuria de esta guisa. La miríada de personajes que podemos observar ofrece un auténtico catálogo del sadismo, con enormes cuchillos que atraviesan las orejas que antes se deleitaban con la música, mujeres lascivas cuyo sexo se ha convertido en un sapo, monjas transformadas en cerdos tratando de seducir a los hombres... La variedad es infinita y ha provocado las más controvertidas interpretaciones, al albor de las diferentes teorías del hombre a lo largo de su historia.
obra
A lo largo de su vida, Botticelli ilustró en varias ocasiones la Divina Comedia de Dante, relacionándose personalmente con el escritor, a quien hizo un retrato. Se ha planteado la posibilidad de que la ilustración que contemplamos corresponda a una serie destinada a Lorenzo di Pierfrancesco de Médici, uno de los más importantes mecenas del pintor. La escena recoge diversas imágenes del poeta acompañado de Virgilio contemplando el octavo círculo del infierno, organizado en diez fosas donde los pecadores expían sus penas eternamente. Las blanquecinas figuras son maltratadas por los oscuros demonios, en sintonía con la visión del infierno que transmite El Bosco en sus retablos. La situación ideológica en aquellos momentos finales del siglo XV hacía continuas referencias al fin del mundo, momento aprovechado por Savonarola para "purificar" la ciudad de Florencia, realizando diversas hogueras donde los florentinos quemaban sus objetos de lujo y ocupando el poder de un estado teológico-policial que fue suprimido al ahorcar a Savonarola en la Piazza della Signoria, acusado de herejía, quemando más tarde su cuerpo. Corría el 23 de mayo de 1498.
obra
Una de las ilustraciones que realizó Botticelli de la Divina Comedia de Dante no se llegó a concluir. Se especula que el cliente fuera Lorenzo di Pierfrancesco de Médici, desconociéndose las razones por las que no se acabó el encargo. Algunas secuencias sólo están abocetadas como ésta, mientras otras se llegaron a colorear - véase el Infierno, canto XVII - demostrando Botticelli en ambas una faceta de ilustrador casi desconocida. El pintor ha recogido el momento en el que los Gigantes de la mitología clásica se levantaron contra los dioses, siendo encadenados por esta revuelta. Es una forma alegórica de mostrar la inutilidad de la fuerza bruta si no se es acompañada de la razón. Las figuras de los Gigantes están perfectamente dibujadas, con un trazo firme y seguro, mostrándolos en diferentes posturas para destacar el perfecto estudio anatómico de cada uno de ellos, una de las obsesiones del Renacimiento.
obra
Beuys aspira siempre a presentarse como un chamán, planteando la creación artística como un acto iniciático, como una recuperación de los mitos ancestrales y la naturaleza. En 1943 su avión se estrella en Crimea, donde es rescatado por una tribu de tártaros y curado con fieltros y grasas animales, elementos que aparecerán en sus creaciones constantemente. Sus experiencias le llevan a crear una concepción chamánica de su labor como artista. Beuys desarrolla una obra enormemente compleja de marcado carácter conceptual cuyos numerosos "performances" y happenings, realizados entre 1963 y 1974, ejercerán una influencia decisiva sobre el arte occidental producido en los últimos veinticinco años.
contexto
Al filo del año mil, "pocos hombres, muy pocos, diez veces, quizá veinte veces menos que hoy -como apunta G. Duby-; densidades de población que son actualmente las del centro de África; dominio tenaz del salvajismo, que se espesa a medida que nos alejamos de las villas mediterráneas, cuando se franquean los Alpes, el Rin, el mar del Norte". Acaso sea esta una visión excesivamente crítica, pero real para muchas zonas europeas. Sin embargo, J. C. Russell calcula en torno al año en cuestión una población aproximada de cuarenta millones de habitantes para el viejo continente, la misma que mil años antes o incluso inferior; pero en los tres siglos siguientes la población se duplicó, con un mayor crecimiento en la Europa occidental; contribuyendo a ello -según el citado autor- la mayor disponibilidad de tierras por parte del campesinado y el incentivo privado de los señores laicos y eclesiásticos para atraer pobladores a sus tierras incultas, abandonadas o ganadas al bosque y a los pantanos. Ahora bien, el aumento de la población entre los siglos XI y XIII no se debió exclusivamente al deseo de los señores feudales de aumentar su poder y riqueza mediante la incorporación de tierras y aldeas sobre las que los campesinos se reprodujeron biológicamente. Otros factores contribuyeron, sin duda, al aumento demográfico, traducido en el crecimiento de la población y la mayor dispersión del poblamiento que favoreció la aparición de nuevas villas y aldeas y animó el despertar urbano en las ciudades arruinadas anteriormente o en las de nueva configuración. Sin olvidar la transformación originada en el propio seno de la familia altomedieval, que cambió también sus comportamientos biológicos y comunales a lo largo de la plena Edad Media. En todo caso, puede consignarse que la población de Europa aumentó en estos siglos centrales de la Edad Media de manera continuada, sin grandes inflexiones en uno u otro sentido después del despegue del siglo X. Otra cuestión es que dicho crecimiento fuera irregular, pausado y disperso. Cálculos generales realizados por M. K. Bennet y J. C. Russell-y citados por Reyna Pastor- nos hablan de 46.000.000 hacia 1050, 48 hacia 1100, 50 en torno a 1150 y 61 para 1200; llegando en 1300 a los 73.000.000 aproximadamente. Pero indicando que, por ejemplo, Francia era en el siglo XIII el país más poblado, Alemania más limitado que Francia, e Inglaterra el caso mejor conocido gracias a la fuente excepcional del "Domesday Book", encuesta catastral ordenada por Guillermo el Conquistador en 1090 para establecer la tributación real de manera precisa y adecuada a la realidad del país. Así, en este texto excepcional se refleja una población total, sólo en Inglaterra, de 1.100.000 habitantes, con una densidad de unas 11,4 personas por kilómetro cuadrado y considerándose que, a modo de ejemplo, dicho país dobló su población desde finales del siglo XI y a lo largo del siglo XII, para duplicarse de nuevo en el siglo y medio siguiente. Pero estos ejemplos, conocidos por contar con fuentes que no se encuentran generalizadas, no deben hacer olvidar que la densidad de población varió ostensiblemente según las áreas, el medio -rural o urbano- o la propia dinámica expansiva, diferente en algunos casos; como sucede en España con el proceso repoblador y reconquistador que se proyectó sobre zonas rurales y ciudades muy pobladas, en muchos casos, desde la dominación musulmana. Tras este análisis superficial, limitado extremadamente por la carencia de datos seriados y registrados al respecto, hay que aludir a la interpretación del crecimiento demográfico a través del sostenimiento continuado de las posibilidades de nutrición, según las teorías de R. T. Malthus; pero dicha continuidad no esta garantizada. R. Fossier ha establecido que a lo largo de los tres siglos en cuestión hubo crisis de subsistencia muy significativas, aunque en muchos casos dichas crisis no fueron extendidas sino localizadas. El hambre no llegó a desaparecer, más bien se focalizó en unos casos y se atemperó en otros; pero no se puede sostener la relación entre aumento de alimentos y crecimiento de la población, o viceversa, porque otros factores no externos (no malthusianos), sino internos, actuaron con destacada incidencia e hicieron de microrreguladores, especialmente el marco familiar, pero también el marco socio-feudal que influyó, además de en la población, en la producción.