Una buena parte de estudios y bocetos así como obras definitivas están protagonizadas por Ignacio, el hijo y modelo favorito de Pinazo. El Monaguillo solfeando o la Lección de memoria son dos ejemplos de imágenes donde el pequeño Ignacio posa para su padre. Pinazo exhibe en estos bocetos una pincelada rápida, aplicando el color con largos trazos, interesándose por la luz y la alegría infantil, resultando obras muy intimistas donde el Impresionismo parece hacer mella en el artista.
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Fortuny es más conocido por los asuntos orientales o escenas de "casacón" pero su producción retratística, aunque limitada, no es escasa y exhibe una elevada calidad como observamos en este interesante ejemplo. El buen amigo del pintor aparece en primer plano, acodado en el respaldo de una silla, dirigiendo su mirada hacia el espectador. La figura se recorta ante un fondo neutro de tonalidad oscura que provoca una mayor volumetría, como hacían Tiziano y los pintores del Barroco, interesándose por la personalidad del modelo, captando el gesto, el carácter del retratado. El acertado dibujo se combina con una fluida pincelada, interesándose el maestro por la luz con la que consigue modelar - gracias a los contrastes lumínicos - los volúmenes. El aspecto fotográfico del retrato le otorga una importante dosis de modernidad aunque siga en parte los dictados románticos de su suegro, Federico de Madrazo.
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Don Ignacio Garcini y Queralt era brigadier del Cuerpo de Ingenieros; casado con doña Josefa Castilla Portugal y Wanasbrok, en 1804 ambos posaron para Goya en uno de esos retratos dobles que se popularizaron entre la nobleza por aquellas fechas - véase a los Condes de Fernán Nuñez -. El militar se muestra en una postura castrense, sujetando firmemente su sable con la mano izquierda y llevando al pecho la derecha. Su rostro es iluminado por un foco lumínico para acentuar su carácter, interesándose el pintor por los detalles del uniforme, obtenidos con una pincelada rápida muy del gusto del aragonés. Don Ignacio ostenta la cruz de la Orden de Santiago bordada en su pecho y en una pequeña insignia. Al recortar la figura sobre un fondo neutro se obtiene mayor volumetría, resultando un conjunto digno de destacar.
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La función de los Ignudi en la bóveda de la Sixtina es sostener festones vegetales y los medallones de bronce fingido. Están sentados sobre cubos y se sitúan junto a los Profetas y las Sibilas. Este que contemplamos forma parte del espacio dedicado a la Embriaguez de Noé y está ubicado junto al Profeta Joel. Su compañero repite la postura para reforzar la simetría del conjunto, considerándose que Miguel Ángel empleó el mismo cartón por las dos caras. La potencia anatómica del desnudo resulta magistral, interesándose el maestro por el escorzo y el efecto escultórico, demostrando su capacidad como dibujante y anticipándose al Manierismo.
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Los expertos sitúan este Ignudi en la órbita de Luca Signorelli, una de las fuentes que inspiró a Miguel Ángel en la ejecución de sus trabajos. La figura hace pareja con otro Ignudi en el espacio de la Sixtina dedicado a la Embriaguez de Noé, ubicándose ambos sobre el Profeta Joel. El escorzo al que se somete la figura contrasta con la serenidad del rostro, manifestándose las cualidades de Buonarroti al estar más interesado por la exaltación de la potencia física que por las expresiones, enlazando con su faceta de escultor.
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En el siglo XIX la postura de este Ignudi estuvo relacionada con una antigua joya que había sido copiada por la escuela de Donatello en un tondo del palacio Medici de Florencia. En este desnudo Miguel Ángel vuelve a transmitir su profundo interés por la anatomía inspirada en el mundo clásico, retorciendo las figuras para anticiparse al Manierismo. El dibujo es preciso y en el rostro se intenta transmitir la "terribilità" del propio maestro, abriendo sus ojos para dotar al hombre de vida. El claroscuro que se manifiesta en la figura se relaciona con Leonardo, siendo los compartimentos de las escenas de Noé donde más se aprecia esta influencia para ofrecer Buonarroti más adelante un estilo propio.
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Este Ignudi que contemplamos se sitúa sobre Ezequiel, formando parte del compartimento de la Creación de Eva. Su postura escorzada está en sintonía con toda la serie, siendo el ejemplo más significativo de la admiración de Miguel Ángel por la potencia anatómica y la fuerza de la escultura, aplicada a la pintura de manera excepcional en los frescos de la Sixtina. El soberbio dibujo utilizado por Buonarroti se pone de manifiesto en la maestría de los contornos, rellenando el espacio con el color de la carnación donde se crean contrastes de claroscuro que recuerdan a Leonardo. La tensión de la musculatura y el dinamismo de la figura anticipan el Manierismo y el Barroco.
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Los especialistas consideran que esta figura desnuda que se ubica sobre la Sibila Pérsica, dentro del compartimento dedicado a la Creación del mundo, es el más dinámico del conjunto al reforzar el escorzo con las posturas disparadas de sus miembros. Se piensa que las fuentes utilizadas por Miguel Ángel debemos encontrarlas en el grupo helenístico procedente de la escuela de Rodas del Laoconte y en el Torso Belvedere.
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Esta figura desnuda forma pareja con otro Ignudi sobre el Profeta Daniel, dentro del compartimento de la Creación del mundo. Su postura escorzada servirá de ejemplo a los pintores manieristas y barrocos que tendrán en Miguel Ángel al primer artífice de estos movimientos por lo que será profundamente admirado por los artistas de generaciones futuras. La estructura anatómica del joven recuerda los relieves romanos, tomando Buonarroti la inspiración para estas figuras de la escultura, el arte que más profundamente amaba y con el que se sentía identificado.
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Los Ignudis pintados por Buonarroti en la Capilla Sixtina se consideran descendientes de los estudios de desnudos ejecutados por el maestro para la Batalla de Cascina. También se ha querido ver alguna relación con los jóvenes que aparecen en el Tondo Doni, catalogándose a menudo como figuras eróticas inspiradas en la filosofía neoplatónica que Miguel Ángel conoció durante su juvenil estancia en el jardín de los Medici junto a Ficino o Mirandola.Este Ignudi que contemplamos está ubicado - al igual que su compañero - sobre el Profeta Daniel, dentro del compartimento dedicado al Creación del Mundo en la Sixtina. Se relaciona con las figuras danzantes de sátiros de las bacanales clásicas, destacando la fuerza y la potencia de su cuerpo en tensión, magnífico ejemplo de la admiración de Miguel Ángel hacia la escultura al tratarse de una figura donde el relieve y el volumen son elementos fundamentales.