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Salisbury es uno de los edificios más entroncados con lo francés. Su fachada occidental, aunque inglesa, está inspirada directamente por modelos de la Ile-de-France. Las galerías de esculturas superpuestas o incluso el desarrollo del gablete sobre la puerta principal y las laterales..., todo hace pensar en la acomodación de un tipo de fachada foráneo. Sin embargo, el conjunto se enmarca por derecho propio en lo que se ha venido conociendo como Early English. Se denomina así a la primera etapa del gótico inglés, caracterizado por el uso de capiteles simples, molduras muy marcadas y el contraste cromático en los interiores, consecuencia del uso del mármol negro de Purbeck en determinadas zonas. También otros elementos definen, en planta, la arquitectura gótica insular: la cabecera plana, el doble transepto, etcétera.
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La relación de Constable con el obispo de Salisbury, John Fisher, se inició gracias al sobrino de éste -que por cierto se llamaba igual- quien era uno de los mejores amigos del pintor. Ya en 1821 Constable había realizado una primera vista de la catedral desde los campos del obispo que no había sido del agrado del cliente. Volverá a realizar diferentes vistas del templo que culminarán en este lienzo que contemplamos, presentado a la exposición de la Royal Academy de 1831 pero retocado años después. Y es que para una ideología conservadora como la que hacía gala Constable, la Iglesia era uno de los pilares del Estado, eligiendo como símbolo de este planteamiento uno de los edificios más importantes de Inglaterra: la catedral gótica de Salisbury cuya elevada aguja se construyó posteriormente. En la década de 1820 los gobiernos liberales intentaron sacar adelante una serie de leyes liberalizadoras que contaron con la absoluta oposición de los conservadores, entre ellos Constable y Fisher. El arco iris que contemplamos tras el templo podría ser una alusión a los gobiernos de tendencia más conservadora que se imponían en esos años de la década de 1830, aunque posiblemente no se trate más que de un efecto atmosférico tan del gusto del artista, incluyendo así efectos de luz y sombra. El excelente cielo tormentoso ve como un brillante arco iris -tomado de las obras de Rubens y Ruysdael- lo rompe para crear un acertado contraste que acentúa el aspecto tenebroso de la escena. La impresionante mole de la catedral recibe una iluminación malva -claro antecedente de los impresionistas-. En primer plano y vadeando el río observamos una carreta tirada por tres caballos, recordando las escenas del Stour, mientras que un pescador aparece en la zona de entre las cañas. En la zona de la izquierda, entre los árboles, observamos un cementerio, motivo romántico por excelencia. La descompensación hacia la izquierda es muy habitual en estos años, dejando en la derecha una amplia perspectiva bañada por los primeros rayos del sol, tras la tormenta de verano, resaltando las tonalidades de la hierba. Como bien podemos observar, las pinceladas son rápidas y empastadas en algunas zonas del lienzo, especialmente el cielo, ofreciéndonos Constable en esta obra la culminación de su estilo al presentar elementos pintorescos, naturalistas y expresionistas.
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Tras el fallecimiento de su esposa María en 1828, Constable se traslada durante una temporada a Salisbury invitado por el tío de su buen amigo John Fisher, el obispo de la diócesis. Constable intentará superar el duro golpe de la muerte de María refugiándose en la pintura, mostrando un cambio significativo respecto a sus trabajos anteriores, más alegres y coloristas. Como bien podemos aquí observar, la paleta del maestro se ha hecho más oscura y los cielos más dramáticos, reflejando el sentimiento de melancolía hacia los tiempos pasados.Fue el propio Fisher quien encargó a su amigo una imagen de la catedral, para lo que Constable realizó varios bocetos, uno de ellos éste que contemplamos, en el que apenas existen variaciones con la obra definitiva que guarda la National Gallery de Londres. Resulta curioso que el maestro emplee elementos característicos del valle del Stour y sus obras anteriores: la carreta está tomada de El carro de heno mientras que el sauce reproduce el árbol que aparece en el Salto del caballo, así como el perro o la embarcación.El cielo es oscuro y tormentoso, trabajado de manera empastada al aplicar la espátula, resaltando entre las nubes la catedral de Salisbury, una de las joyas del Gótico inglés, con su elevada aguja. La masa de árboles de la zona izquierda descompensa la composición, al abrir el paisaje por la derecha, siendo este esquema uno de los favoritos de sus últimos años. El naturalismo y el pintoresquismo que caracteriza sus obras iniciales va dejando paso a una pintura más sentimental, incluso podíamos decir que expresionista -"pintar es para mí sólo otra palabra para sentir" escribió en 1821 a un amigo-.El empleo de tonalidades oscuras y cielos nublados ha sido interpretado por algunos especialistas como una referencia a las "tormentas" políticas que se vivían en Inglaterra en aquellos momentos, cuando las medidas reformistas estaban intentado salir adelante con el absoluto rechazo de los conservadores, en cuyas filas se incluían tanto Constable como el obispo Fisher, considerando que negras expectativas se ciñen sobre la Iglesia y el Estado.
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Entre los mejores amigos de Constable debemos destacar al reverendo John Fisher, cuyo tío llamado del mismo modo era obispo de Salisbury. Este John Fisher será uno de sus mejores clientes y anfitriones, pasando numerosas estancias en su compañía. Esta es la razón por la que la catedral de Salisbury se convertirá en uno de sus temas favoritos, realizando numerosas imágenes que tienen a este maravilloso templo gótico como protagonista. En esta ocasión nos hallamos ante un sensacional dibujo realizado por Constable el 20 de agosto de 1823, contemplando la enorme masa de la iglesia desde la orilla del río. Podemos apreciar los firmes y seguros trazos del maestro, consiguiendo crear un admirable claroscuro gracias a la modulación de las tonalidades grisáceas, sin renunciar a efectos lumínicos ni atmosféricos que tanto le interesan en estos momentos. Pero también se plantean las escenas protagonizadas por la catedral como una oportunidad del autor para mostrar un simbolismo moral, al considerar a la Iglesia anglicana como uno de los pilares de la sociedad británica.
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La primera vez que Constable estuvo en Salisbury junto al obispo John Fisher, tío de su buen amigo el reverendo John Fisher. Desde ese momento visitó el lugar en numerosas ocasiones hasta 1829, realizando excursiones a Gillingham donde Fisher había sido nombrado vicario en 1819. El obispo será uno de los principales clientes del pintor, encargándole una vista de la catedral de Salisbury, uno de los edificios góticos más importantes de las Islas Británicas, que hoy se conserva en el Victoria and Albert Museum de Londres. Bien es cierto que en todas las ocasiones el edificio no se encuentra aislado sino dentro de un paisaje, e incluso en ocasiones -como en este lienzo que contemplamos- no deja de ser mera comparsa a dotar al entorno de un papel más destacado. La aguja del templo se levanta majestuosa y enmarcada entre dos grandes árboles, ocupando el centro de la composición mientras en primer plano contemplamos un lago y un amplio parque en el que pasea la gente de la ciudad, restos del pintoresquismo al que tan aficionado era el público inglés del Romanticismo. Como fondo nos presenta un cielo tormentoso aunque los efectos de luz dorada son los que se adueñan de la escena, interesándose el maestro por efectos lumínicos -especialmente el claroscuro- y atmosféricos que más tarde también serán el principal objetivo de impresionistas como Monet o Pissarro. Las pinceladas son rápidas y abocetadas al tratarse de un estudio, renunciando a la minuciosidad de otras escenas como el Campo de trigo. Esta sería la razón por la que algunos especialistas consideran superiores los estudios que los trabajos definitivos, si bien todos ellos están realizados con un elemento identificativo común: la atracción hacia el naturalismo, recogiendo con sus pinceles la naturaleza tal y como Constable la sentía.
museo
La catedral de San Bavón (Sint Baafs) encuentra ubicada en el centro de la urbe siendo un importante lugar de referencia. La catedral fue construida a partir de 1228 en estilo gótico. La fachada es sencilla, coronada por una torre-pórtico de 90 m. de altura. En ella se bautizó al emperador Carlos V. En el interior hay un púlpito precioso hecho en 1745 en mármol blanco y madera así como el espectacular políptico del Cordero Místico de los hermanos Van Eyck. En el deambulatorio podemos admirar un gran lienzo de Rubens. La cripta data del año 941.