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Rango

XX8

Desarrollo


Nunca han estado las artes tan próximas unas de otras... ya vemos apuntar la tendencia a lo no realista... a lo abstracto, a la esencia interior".La primera acuarela abstracta de Kandinsky, en la que se libera completamente del objeto, es de 1910, al mismo tiempo que Mondrian, Malevitch o Delaunay transitaban por un camino semejante; pero todavía durante un par de años se pueden ver las referencias a la realidad exterior en muchas de sus pinturas.Vasili Kandinsky (1866-1944) tardó en hacerse pintor. Después de estudiar derecho, economía y política en Moscú, en 1895, a los treinta años, fascinado por una exposición de impresionistas franceses, abandonó su puesto de profesor en la universidad y se fue a Munich para hacerse pintor. Allí estudió con Antón Azbé y se inició en el Jugendstil, que era el estilo dominante; en la academia coincidió con David y Vladimir Bourliouk, amigos de Maiakovski y con M. von Werefkind y Jawlensky. En 1901 fundó el grupo Phalanx, con el fin de reunir a artistas jóvenes y exponer sus obras. Su situación en Munich se fue haciendo cada vez más firme: entró en la Sezessión, abrió su propia escuela y recibió buenas críticas, gracias a la armonía de colores de sus cuadros, mientras los críticos devoraban El Puente.En Murnau, en la alta Baviera, durante los veranos de 1908 y 1909, en compañía de un grupo de amigos, Kandinsky pinta paisajes en los cuales el tema va perdiendo importancia ante el protagonismo del color fuerte, libre, violento e irreal, que le sirve para transmitir su ser más íntimo.

Todavía es un expresionista. Por entonces le sucede algo que le hará pensar mucho: un día, al entrar en su estudio casi de noche, ve un cuadro apoyado en la pared; la tela está en una posición que no es la correcta y no distingue lo que representa, pero lo que ve le satisface plenamente: "Ese cuadro misterioso sobre el que no veía más que formas y colores y cuyo tema era incomprensible... Eso me atraía, el objeto perjudicaba a mis cuadros".Convencido de que el cuadro debe ser precisamente eso, una relación de formas coloreadas y dibujadas, que, como tales, tienen una existencia independiente que procede de la necesidad interior, va independizando la forma y el color de sus contenidos descriptivos, como habían hecho los fauves y El Puente, haciendo desaparecer los objetos. Al mismo tiempo, la línea, heredera del arabesco del Jugendstil, se independiza también de las servidumbres de la forma y el color y empieza a moverse libremente por la superficie del cuadro. Y si en esos años todavía hay contornos negros que delimitan zonas de color, éstos irán perdiendo importancia y aquél la irá ganando. Lo que el espectador experimenta bajo el efecto de los colores y las formas, es el verdadero contenido de la obra. Ya claramente hacia 1912, y en el futuro, crea planos pictóricos por confrontación de colores y evita hacer un núcleo central, distribuyendo por la tela los puntos de tensión y huyendo del decorativismo, pecado que un místico como él no podía permitirse, y creando paisajes de colores.

Su evolución en la Bauhaus, a la que se incorpora en 1922, en contacto con arquitectos y con pintores abstractos, irá en la línea de una geometrización creciente -Un círculo, una línea y nada más -: líneas, círculos, cuadrados y triángulos, cada uno de los cuales tiene una significación particular para él, igual que los colores, como expone en un nuevo libro, fruto de su experiencia pedagógica en la escuela de Weimar, "Punto y línea sobre el plano".El artista, para Kandinsky, trabaja siguiendo el principio de la necesidad interior. Su misión no es ya reproducir el mundo, como en el pasado; su misión es de carácter espiritual. Igual que la historia del hombre es un ascenso -una ascesis- desde lo material hacia lo espiritual, el arte debe acceder de la realidad material y pesada a la visión pura, abstracta y libre. Ese principio de la necesidad interior lo justifica todo: "Todos los medios son sagrados, si son interiormente necesarios. Todos son malos, si no proceden de la necesidad interior". Para llegar al interior, al meollo que hay bajo la realidad, el camino es el color: "El color es la tecla; el ojo es el martíllete. El alma es el piano de muchas cuerdas. El artista es la mano que, al tocar ésta o aquella tecla, hace que, ordenadamente, el alma vibre". Y de ahí arranca su estudio psicológico del color.En "La cuestión de la forma", un artículo aparecido en El Almanaque, Kandinsky justifica tanto el realismo como la abstracción, porque a sus ojos todo reside no en la forma en cuanto tal, sino en la sonoridad interior, que la hace vibrar al encontrarse con otras formas que también vibran.

La música, a la que era un gran aficionado, está detrás de todo. Amigo de Schönberg, que colabora en El Jinete y pinta, sus obras se llaman composición, improvisación, impresión, y su búsqueda va encaminada al logro de una síntesis de las artes, como la Sonoridad amarilla, una composición escénica que publica en El Almanaque. En un artículo de 1913, "La Pintura como arte puro", plantea ya la independencia total de la obra de arte: La obra de arte verdadera nace del artista mediante una creación misteriosa, enigmática y mística. Luego se aparta de él, adquiere una vida autónoma, se convierte en una personalidad, en un sujeto independiente, animado de un soplo espiritual; es el sujeto viviente de una existencia real, un ser". Un ser que vive en un mundo independiente regido por sus propias leyes y que "actúa en nosotros a través de la vista, suscitando en nuestro interior vastas y profundas resonancias espirituales".La labor literaria de Kandinsky es inseparable de su labor plástica. Ella fue responsable en gran medida de su condición de líder del grupo, ya desde Phalanx, hasta Der Blaue Reiter, pasando por la NKV. De todos los artistas del Jinete Azul es el que tiene un pensamiento más estructurado y más complejo, al que no debió ser ajena su formación académica -Todos esos estudios me cautivaron y me ayudaron en el pensamiento abstracto - y el hecho de que lo formuló en su madurez (con más de cuarenta años, mientras las proclamas de El Puente estaban escritas por muchachos de veinte). Las ideas de Kandinsky, además, tanto como su plástica, se inscriben dentro de una reflexión general que se produce en muchos lugares de Europa, de los que Mondrian, Malevitch o Larionov son buenos exponentes. El cubismo y el futurismo ya han empezado a romper la cáscara de la realidad y la abstracción está a punto de hacer su aparición pública.

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