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Francia

Desarrollo


La arquitectura oficial, solemne respaldo del poder absoluto del Rey Sol, cede el paso a una arquitectura privada. Aparece una nueva clientela, especialmente los financieros, es decir, los fermiers, perceptores de los impuestos indirectos, siempre dispuestos a gastar sus fortunas, imitando a la nobleza, en la construcción de sus viviendas. Pero esto no debe llamarnos a engaño pues muchas de las construcciones privadas de esta época pertenecen a los bastardos y a las distintas ramas de la familia real. La Corte paralela del château de Sceaux y verdadero primer salón del XVIII surge en torno a una Borbón Condé, la duquesa del Maine, nieta del Gran Condé y mujer del bastardo favorito de Luis XIV.También es conveniente advertir que una buena parte de los arquitectos del momento como Robert de Cotte, Germain Boffrand, Lassurance, Jacques V. Gabriel, incluso Gilles Marie Oppenord y otros muchos, habían sido alumnos y colaboradores del flamante superintendente de los Edificios del Rey, Jules Hardouin-Mansart y se mantuvieron fieles hasta el final a su concepción clásica de la arquitectura. Esto quiere decir que si en la decoración se puede advertir una mayor ruptura con la época anterior, en la estructura arquitectónica los cambios no son tan destacados y las novedades a veces no son tales, sino más bien procesos de adaptación.Las caballerizas del château de Chantilly, una de las obras más importantes de la Regencia, reflejan a la perfección las anteriores consideraciones.

Fueron encargadas por Louis-Henri, de los Borbon-Condé, nieto de Luis XIV, presidente del Consejo de Regencia en 1715 y primer ministro de Estado en 1723, que aprovechando su posición se había enriquecido escandalosamente con el Sistema Law. El arquitecto elegido fue Jean Aubert, protegido de Hardouin Mansart que elevó un edificio no como dependencia del palacio sino totalmente autónomo. Siguiendo la moda, es una construcción baja, con pabellones en los extremos y en el centro un antecuerpo con alta arquivolta al estilo de la de los Inválidos. A pesar de sus novedades y de su lujo, en último término recuerdan las caballerizas de Versalles.París, sobre todo el Faubourg Saint-Germain y el Faubourg Saint-Honoré, se entrega a una febril campaña de obras, no ajena a pingües especulaciones, se llena de nuevos hôtels, es decir, palacetes urbanos. Para el financiero Antoine Crozat, el hombre más rico de Francia, construye P. Bullet dos hôtels junto a la Plaza Vendóme, uno para él (1702) y otra para su hija (1707), casada con el conde de Evreux. Algunos aspectos no son ciertamente nuevos, por ejemplo, la composición regular adaptada a un terreno irregular, ya solucionado con éxito, por ejemplo, en el hôtel de Beauvais, del año 1654, célebre obra de A. Le Pautre. Pero en la casa de Crozat ya es notable la variedad de formas de las habitaciones. Las alas comprenden dos pequeños apartamentos terminado cada uno en un grand cabinet, el de la izquierda con decoración a la Chinoise, como puede leerse en la planta, y ambos con puertas-ventanas abiertas al jardín.

En el piso alto, el dormitorio principal con las esquinas redondeadas a la moda contaba con un gran gabinete y los petits lieux, es decir, los servicios con los últimos adelantos higiénicos. Al lado un vestíbulo oval y una terraza enlazaba con el contiguo hôtel de su yerno el conde de Evreux. La Grande Antichambre donde se celebrarían las comidas importantes se sitúa justo encima de la cocina.El hótel de Matignon comenzado en 1720 por Jean de Courtonne para Charles-Louis de Montmorency-Luxembourg y vendido aún sin terminar a J. de Matignon, organiza la distribución de las habitaciones a la moderna, evitando la disposición en hilera. El refinamiento de fachadas, tanto al jardín como al patio, con sus antecuerpos, muestran el tratamiento nuevo de las formas clásicas francesas. La lista de residencias parisinas sería interminable, el palacio Real, el palacio Borbón, el hótel Biron (hoy Museo Rodin), los hôtels de Soubise y de Rohan y tantos otros, a alguno de los cuales volveremos al estudiar su decoración interior.Aparte de estas residencias ciudadanas, se ponen de moda por los financieros y banqueros, que no habían heredado mansiones señoriales en el campo (châteaux), las maisons de plaisance, casas de recreo en los alrededores de París, maliciosamente llamadas vidé-bouteilles (vacía botellas) en alusión a las que allí generosamente se consumían. Igualmente proliferan las folies, pequeños edificios inmersos en la naturaleza.

El término en origen derivaba de feuillée, lugar frondoso, pero en el siglo XVIII se une a connotaciones licenciosas añadiéndole un nuevo sentido (folie =locura). Cuando el duque de Richelieu inaugura con una gran cena en 1740 su folie comenta Argenson: "Todo son galanterías y obscenidades" y califica como muy inmodestas las figuras en bajorrelieve que decoraban las paredes del interior.Ejemplo representativo de maison de plaisance es el château de Champs de los primeros años del XVIII, obra de Pierre Bullet y su hijo J.B. Bullet de Chamblain. Hereda también algunas características del siglo anterior como su gran salón central saliente al jardín formando un antecuerpo, pero ya no circular sino poligonal. Sus dos pisos son de igual altura, los órdenes apenas destacan de forma discreta y en su distribución interior desaparecen los muros de carga alineados longitudinal o transversalmente.Hôtels o folies siguen edificándose hasta la Revolución pero, como ya se ha comentado antes, a partir de mediados de siglo se va generalizando en los mismos círculos de la Corte un deseo de volver a la grande manière de la época de Luis XIV. Ange-Jacques Gabriel sucede en 1742 a su padre como Primer arquitecto del Rey, convirtiéndose en el más destacado intérprete de esta reacción, anuncio del posterior neoclasicismo. Tal afán restaurador no sólo aparece reflejado en sus grandes proyectos oficiales como la plaza de Luis XV (plaza de la Concordia) o la Escuela militar, sino también en el Petit Trianon, construido de 1762 a 1764 para Madame de Pompadour en estilo Luis XVI, verdadero neo-estilo Luis XIV realizado durante el reinado de Luis XV, como ocurrentemente apunta Pérouse de Montclos.

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