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obra
Formado en la tradición realista con Carlos de Haes, Martín Rico tenderá hacia un Impresionismo muy personal en los años finales de su vida como en esta Vista de Venecia que contemplamos. El canal domina toda la superficie del lienzo para crear una soberbia profundidad con las casas en perspectiva que nos permiten apreciar al fondo la silueta de la iglesia de Santa Maria della Salute, obra de Baltasar Longhena. La iluminación del atardecer ocupa un papel relevante en el conjunto, resaltando las tonalidades de las casas y los reflejos del agua, pincelada minuciosa y pequeña que recuerda a Fortuny. El depurado dibujo y los detalles anecdóticos le alejan del Impresionismo para acercarle al Realismo aprendido con su maestro. El resultado es una imagen llena de belleza con las que Rico obtendrá bastante éxito.
obra
Esta hoja, una de las más elaboradas de Poussin, representa la localidad de Villeneuve-lès-Avignon, a la derecha, y una puerta de muralla a la izquierda, en primer término. En contra de lo habitual en Poussin, que trabajaba a pluma y luego sombreaba a la aguada, esta obra está enteramente realizada a pincel. Es en este autor una técnica extraña, en especial con este grado de precisión. De hecho, los estudios de paisaje llevados a cabo por Claudio de Lorena en los años 30 poseen una mayor espontaneidad, una mayor rapidez de ejecución que los realizados por el pintor normando. Son un claro exponente de la meticulosidad con que trabajaba Poussin, un espejo en el que ver reflejada su personalidad y concepción del arte. Este esfuerzo artístico hace aún más comprensible el afecto puesto por el autor en estos dibujos, que conservó durante toda su vida, aun después de utilizarlos como referencias concretas para sus lienzos. La mayoría de los artistas se desentendían de estos dibujos cuando los habían empleado. Algunos llegaban a extremos curiosos, como Carracci, que los empleaba para limpiar las cacerolas y alimentar el fuego; otros los vendían al peso.
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Representa el monte Aventino de Roma al sol de mediodía. Al fondo, se aprecian la iglesia de San Alesio y el priorato de la Orden de Malta. Se trata de un caso único en la obra del pintor francés, y una gran demostración de virtuosismo. Poussin emplea un pincel muy cargado de pigmento, de forma que cada aplicación de aguada sea fácilmente modulable. Además, emplea una aguada de dos tonos, que no son empleados uno a costa del otro, sino hábilmente superpuestos. En este caso, Poussin se sitúa frente al sol, de manera que las sombras descienden hacia el espectador. Los rayos del sol atravesando las hojas, en los perfiles, como borrados por la punta de un pincel, es una técnica poco habitual en el normando. A diferencia de su compatriota Claudio de Lorena, que realiza unos estudios de paisaje más acabados, Poussin realiza una pintura siempre más cercana a los estados originales, preliminares de la creación. Dado lo excepcional del dibujo, durante mucho tiempo fue atribuido a Claudio de Lorena, pero hoy está ampliamente descartado.