Busqueda de contenidos
obra
En el año 1600 se aprueban las constituciones en las que la Cofradía de Jesús decidía sacar una procesión penitencial en la madrugada de cada Viernes Santo, tradición que todavía hoy se mantiene. Salzillo será el encargado de realizar los pasos que salen en esta procesión entre los que sobresalen La Oración en el Huerto, El Prendimiento o La Caída. Será don Joaquín Riquelme el promotor de estos encargos, siendo el paso de La Oración el más famoso, compuesto por cinco figuras: tres apóstoles en la parte delantera (Pedro, Santiago y Juan), que duermen, y tras ellos, Cristo y el Ángel. La novedad en la composición y en la elección de un ángel mancebo que sostiene y consuela al sufriente Cristo es, sin duda, el mayor acierto, así como la resolución del ya mítico Ángel de la Oración, prodigio de ambigüedad y morbidez nunca antes vista.
obra
Giaquinto, formado con Solimena llevaría el barroco de su maestro hasta los límites del rococó, con una pincelada suelta que recuerda la pintura de François Boucher. Este lienzo que contemplamos pertenece a una serie de telas dedicadas a la vida de Jesucristo que aparecen documentadas en el inventario del Palacio del Buen Retiro en 1772, ubicándose en el Oratorio del Rey. En la composición, observamos a Cristo y el ángel en primer plano y en la zona baja los apóstoles dormidos, mientras que en la zona trasera contemplamos el grupo de soldados con las antorchas.
obra
Las relaciones comerciales entre Italia y la Península Ibérica eran muy estables a través de los diversos puertos: Valencia, Barcelona, Sevilla o Lisboa. Gracias a estos contactos llegaron los ecos del Renacimiento a España. Esta obra que contemplamos fue propiedad de Isabel I de Castilla, siendo el único cuadro que se exportó en vida de Botticelli. Esta noticia indica la exitosa fama del pintor que llegaba a países extranjeros. La composición se divide en dos zonas, ocupada la inferior por los apóstoles durmiendo y la superior por el ángel y Cristo. Para unificarlas ha dispuesto el artista una empalizada que rodea el promontorio, al que se accede por un camino en cuesta. Numerosas plantas y árboles completan una escena en la que Botticelli parece regresar a la época gótica, interesado por los mensajes evangélicos más que por los aspectos técnicos. Así, las figuras pierden su elegancia inicial, las telas no tienen esos plegados elegantes y la perspectiva no adquiere la importancia que caracteriza al Quattrocento. Es un trabajo en el que se aprecian ecos de la pintura flamenca, tanto en el paisaje, el colorido y la expresividad de las figuras como en la minuciosidad de las plantas. La figura de Jesús ocupa el centro de atención, siendo más grande que las demás para acentuar su importancia, siguiendo la ley de la jerarquía típica del mundo gótico. Los sermones de Savonarola afectaron mucho a Botticelli, que hizo una pintura más mística y espiritual.
obra
La Pasión de Cristo es uno de los temas más atractivos para El Greco. La espiritualidad de los diferentes momentos ha sido perfectamente captada por el pincel del cretense, especialmente la Oración en el huerto. Jesús aparece sumido en un profundo éxtasis, arrodillado delante de una puntiaguda roca que sirve para enmarcarle. Eleva su mirada hacia el ángel de alas semidesplegadas que porta un cáliz en su mano izquierda y se lleva la derecha al pecho. En la nube sobre la que se posa parecen refugiarse los tres discípulos dormidos, en posturas tremendamente escorzadas. Al fondo se vislumbra a Judas guiando a las tropas romanas que prenderán a Jesús. La luna entre nubes ilumina una parte de la escena, que se desarrolla en un paraje especialmente árido, sin apenas elementos vegetales. El principal foco lumínico procede de la izquierda, siendo una luz sobrenatural que llega con el ángel. Ese foco convierte los colores carmines y azules de la túnica y el manto de Cristo en blanco, allí donde incide con mayor fuerza. Sería una muestra más de su fuerte vinculación con la Escuela veneciana, en la que se inspiraría a la hora de representar el tema. Tiziano, Tintoretto o Bassano también habían realizado obras con esta temática que sirvieron de punto de partida a Doménikos. La dependencia del Manierismo se aprecia en algunas notas cromáticas y en el escorzo de los discípulos, encontrándose restos de su bizantinismo juvenil. A pesar de estas influencias, El Greco resuelve la escena con un lenguaje totalmente personal, saliendo muy airoso del envite.
obra
Poseemos cuatro lienzos pertenecientes a una serie dedicada a la Pasión de Jesús realizada por Francisco Bayeu en su juventud, alrededor de 1760, posiblemente para una iglesia o convento de Zaragoza. Observamos aquí la Oración en el huerto, mostrándose en primer plano tres apóstoles dormidos en posturas totalmente escorzadas. Tras ellos, en la zona de la derecha, encontramos un grupo de hombres con antorchas que se acercan, pidiendo el que encabeza la marcha silencio al llevarse el dedo a la boca. La zona más elevada está presidida por Cristo durmiendo sobre la espectacular figura del ángel que señala la cruz, instrumento de la pasión que al día siguiente portará Jesús. La iluminación es destacable en esta escena ya que encontramos el soberbio foco de luz en la cabeza del Salvador, quedando el resto de la composición en penumbra, resaltando la atractiva luz de la antorcha de los perseguidores. Las figuras están inspiradas en el mundo clásico, siendo la concepción general de la imagen heredera aun de la época barroca, encontrándonos en un momento de transición.
obra
Esta escena de la iglesia de Santa María en el pueblo de Andújar es la más destacable entre las de idéntica temática realizadas por El Greco en los primeros años del siglo XVII. Al recurrir a un formato vertical, tuvo que introducir novedades respecto a anteriores Oraciones. De esta manera divide en dos partes el lienzo, apareciendo en la zona baja los apóstoles que duermen profundamente, protegidos por la roca y los olivos. Cristo y el ángel se sitúan en la parte superior, mientras que al fondo contemplamos las luces de las antorchas que portan los soldados, dirigidos por el traidor Judas. La escena se desarrolla en la oscuridad de la noche, iluminando la aparición celestial buena parte de la composición. El ángel se postra ante Jesús, en una postura reverente que Cristo admite con el gesto de sus manos. El colorido carmesí de su túnica anuncia su próximo martirio, resbalando la fuerte luz multifocal por los pliegues y adquiriendo una tonalidad blanquecina. Los apóstoles están fuertemente escorzados, en actitudes totalmente naturalistas que recuerdan al Manierismo, igual que el ángel. Sin embargo, Cristo es más hierático, siguiendo la tradición bizantina. Las referencias al paisaje han aumentado, convirtiéndose la escena en algo más real, a pesar de representar un episodio totalmente espiritual y cargado de simbolismo.
obra
Durante su infancia en Zaragoza Goya recibe su formación escolar primaria en las Escuelas Pías a las órdenes del padre Joaquín. Allí conocerá a su gran amigo Martín Zapater, iniciándose una fructífera relación con esta institución. Ya en Madrid, en 1819 Goya recibe el encargo de las Escuelas Pías de San Antón para realizar un gran lienzo con la Ultima comunión de San José de Calasanz, fundador de las Escuelas. Una vez concluido esa obra el pintor regaló esta escena que aquí contemplamos al rector del Colegio, Padre Pío Peña. Cristo arrodillado y extendiendo sus brazos, eleva su mirada hacia el ángel que sujeta en sus manos un cáliz, simbolizando el próximo sacrificio del Hijo de Dios. La luz cae sobre la figura de Jesús, acentuando así el blanco de su túnica, símbolo de pureza. La ejecución no puede ser más suelta, aplicando el color con rápidos toques de pincel que sitúan a Goya en la antesala del Expresionismo. La oscuridad del conjunto indica su proximidad a las Pinturas Negras, reflejo de la angustiosa situación que vive el artista en Madrid ante el absolutismo de Fernando VII.