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Mitos impulsores Es necesario, por tanto, profundizar algo más para desvelar los fundamentos que subyacen como impulso de las iniciativas descubridoras desde Quito. Si se examinan los testimonios escritos que han llegado hasta nuestros días, pueden descubrirse numerosas referencias de carácter legendario. Estas alusiones a elementos míticos están presentes en cualquier empresa de descubrimiento, pero precisamente Quito era una región de encrucijada donde las noticias acerca de tierras ricas en oro, o de lugares paradisiacos, eran tema de conversación frecuente; además, el contacto con indígenas selváticos en esta región había posibilitado la comparación de las referencias legendarias hispánicas con aquellas proporcionadas por los indios. Entre estas leyendas, la relativa al País de la Canela contaba ya con cierta tradición prehispánica. Además, no conviene olvidar que es en Quito donde en esta época comienzan a aglutinarse los elementos que constituirán la leyenda de El Dorado. Por si esto fuera poco, habría que añadir que en esos momentos el eco de la conquista de los imperios Azteca e Inca aún debía de resonar con fuerza en los oídos de los españoles que se trasladaban a América y el esplendor de esas civilizaciones, y las noticias acerca de sus copiosas riquezas venían a confirmar, de alguna manera, la veracidad de ciertas leyendas forjadas desde antiguo en la tradición europea y avivadas por las ansias expansionistas que caracterizaron el Renacimiento. Estas creencias iban a encontrar su correspondencia, en la mente de aquellos hombres, con algunas leyendas indígenas que se referían a la existencia de fantásticos reinos remotos a los que atribuían toda clase de bienes. Cada una de estas síntesis de elementos legendarios constituye lo que puede denominarse un mito impulsor. En todo relato de viajes aparecen referencias a algún mito impulsor, que necesariamente emplea como referente el marco de una geografía apenas prefigurada. La geografía amazónica, como había sucedido y habría de suceder en cualquier otra región del mundo, será, desde el momento de los primeros contactos, el lugar de encuentro de muy variadas referencias míticas interpretadas por los descubridores. Numerosas expresiones contenidas en las crónicas remiten, pues, a estos mitos impulsores, de modo que el afán por los descubrimientos cobra su sentido más específico como el intento de realizar algunos mitos que se sitúan como guías potenciales de la acción. Esta prefiguración de lo ignoto permite darle forma, incluirlo en ciertas coordenadas y, por tanto, hacerlo comprensible. Si las crónicas y los libros de viajes, que se caracterizan por descubrir un marco de referencias, muchas veces exótico, nos ofrecen bastante información sobre su autor y su sociedad de origen, es en virtud de la adecuación de la estructura narrativa a las pautas que regulan la aproximación a la realidad en su propia tradición cultural. Fuentes históricas Si se considera en su dimensión más amplia el proceso descubridor del ámbito amazónico, las fuentes para su conocimiento se diversifican, constituyendo varios grupos bien diferenciados: fuentes arqueológicas, fuentes históricas y fuentes de carácter etnográfico. Las obras que aquí se editan, de acuerdo con el carácter de esta colección, pertenecen al grupo de fuentes históricas, aunque en sus páginas hay informaciones de otros tipos, y se refieren a una parte del período de descubrimiento europeo del Amazonas; concretamente al lapso de tiempo que va de 1541 a 1638; prácticamente un siglo, en el cual la aventura amazónica corre a cargo de españoles. Veamos qué obras se escribieron sobre los acontecimientos de este período para después centrarnos en algunas consideraciones sobre las que se editan conjuntamente en este volumen.
termino
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acepcion
Sala o lugar donde los judíos almacenan objetos fuera de uso pero de gran trascendencia sagrada. Esta sala existía en todas las sinagogas durante el medievo. Una de las más importantes es la de El Cairo.
acepcion
Toca alta y apuntada con que en las grandes solemnidades se cubren la cabeza los arzobispos, obispos y algunas otras personas eclesiásticas que tienen este privilegio.
obra
El Mitraísmo, de origen persa, fue uno de los rituales iniciáticos que se dio en el Bajo Imperio Romano y que tuvo sus propias manifestaciones artísticas. En esta, aparece personificada la divinidad solar en un joven tocado con un gorro frigio que aparece degollando a un toro. Un perro recoge el alma del animal muerto para entregársela al dios, mientras que la representación animalística de los espíritus maléficos, la serpiente y el escorpión, tratan de impedir el sacrificio.
obra
Procedente de la llamada casa del Mitra, en Cabra (Córdoba) esta escultura de Mitra tauróctono debe considerarse como objeto sacro, encargado ex profeso para el lugar que iba a ocupar, y tiene una finalidad esencialmente religiosa. Tanto las estatuas de Almedinilla como las de Dioniso y Mitra tauróctono de Cabra fueron probablemente destruidas de manera intencional.
Personaje Militar Político
La actitud expansionista de Mitrídates motivó el conflicto con Roma. El rey del Ponto extendió sus dominios a Armenia, Bitinia, Paflagonia, la Cólquide y el Bósforo, ocupando el Asia Menor. Su siguiente paso sería intentar tomar Grecia a donde llegó como libertador. En poco tiempo Mitrídates había conseguido reunir un gran imperio lo que provocó encendió las alarmas en Roma. Sila se dirigió con su escaso ejército a Oriente y en el año 86 a.C. venció en Queronea y Orcómenos al rey del Ponto. Mitrídates tuvo que firmar la paz de Dárdano al año siguiente. Debía abandonar los dominios conquistados antes de la guerra y se comprometió a pagar un fuerte tributo. La segunda guerra (81 a.C.) tuvo menor peso ya que se limitó a ligeros enfrentamientos que apenas tuvieron consecuencias territoriales ni militares. El tercer enfrentamiento tuvo lugar cuando Lúculo conquistó el Ponto y Bitinia en el año 71. Sus éxitos le llevaron a empezar la ocupación de Armenia, donde Mitrídates se había refugiado en la corte de Tigranes. Pompeyo tomó cartas en el asunto desde el año 66, derrotando en repetidas ocasiones a Mitrídates, por lo que el monarca se suicidó para evitar caer en manos de sus enemigos.