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Personaje
Pintor
Con veinte años llega a París con la intención de convertirse en pintor. Entra en contacto con Delaunay y luego a Max Jacob. Este último le presenta a Apollinaire y a sus amigos Braque y Picasso. Su arte es expuesto en muestras colectivas y los periódicos publican los artículos que escribe sobre las tendencias más vanguardistas del arte. Con Gleizes y Legér participa en el Salón de Otoño de 1911. Es entonces cuando se perfila su estilo, adscrito al Cubismo. Un año después establece con Gleizes las bases teóricas de este movimiento en un documento conocido como "Du Cubisme". Una de las obras más importantes que realiza, según la crítica, es El Ciclista. Tras un paréntesis marcado por el estallido de la Primera Guerra Mundial se establece de nuevo en París. Su arte sería apreciado en diversas exposiciones colectivas e individuales.
Personaje
Escultor
Pintor
Es uno de los principales representantes artísticos de su tiempo, debido al realismo de su obra. Los asuntos relacionados con la vida de los obreros ocupa la temática central de su obra. El grisú, en el Museo Real de Bruselas o Estibador, son algunas de las creaciones que muestran esta realidad. Como pintor también aborda la misma problemática como sucede en Los mineros o Carboneros bajo la nieve.
Personaje
Formó parte de la elite de los encomenderos del Perú y, en concreto, del grupo de cuatro mujeres que sumaban casi 60.000 indios encomendados. En este grupo tambien estaban Lucía Montenegro, Florencia Mora y Sandoval y Mayor de Berdugo. La Mejía llegó a tener 15.240 naturales encomendados, de los cuales 2.678 eran tributarios, es decir, pagaban el tributo directo a su encomendera en lugar de trabajar para ella.
acepcion
Pueblo de habla náhuatl, instalado en el Valle de México desde el siglo XIV, y procedente de un lugar legendario llamado Aztlán. En 1325 fundaron la ciudad de Tenochtilan. Este término es utilizado como sinónimo de azteca o tenochca, sin embargo la Academia Mexicana de la Lengua señala esto como una imprecisión, ya que mexica sólo debería referirse a los pobladores de Tenochtitlan y Tlateloco.
contexto
Mexicanos En este intermedio llegaron a esta tierra los mexicanos, nación también extranjera, y en aquellos reinos nueva, aunque algunos opinan que son de los mismos de Aculúa, por cuanto la lengua de los unos y de los otros es toda una; y dicen que no trajeron señores, sino capitanes. Entraron también ellos por Tullan; y caminaron hacia la laguna; poblaron Azcapuzalco, y luego Tlacopan y Chapultepec; y de allí edificaron México, cabecera de su señorío, por oráculo del diablo. Crecieron tanto en hacienda y reputación, que en muy breve fueron mayores señores en la tierra que los de Aculúa y que los chichimecas. Hicieron guerra a sus vecinos, y vencieron muchas batallas; tuvieron esto, que a los que se les entregaban les ponían ciertos tributos o parias, y a los que les hacían resistencia los robaban y se servían de ellos y de sus hijos y mujeres por esclavos. Comenzaron por vía de religión. Añadieron luego las armas y fuerza, y después la codicia; y así quedaron señores de todo, y pusieron la silla de su imperio en México. Llevaban cuenta y razón del tiempo por escrito de figuras, si es que no la tomaron de aquellos otros de Aculúa después que trabaron con ellos amistad y parentesco. Según los libros de esta gente, y común opinión de sus hombres sabios y leídos, salieron estos mexicanos de un pueblo llamado Chicomuztolh, y todos nacieron de un padre, llamado por nombre Iztacmixcoatlh, el cual tuvo dos mujeres. De Ilancueitl, que fue una de ellas, tuvo seis hijos. El primero se llamó Xelhúa, el segundo Tenuch, el tercero Ulmecatlh, el cuarto Xicalancatlh, el quinto Mixtecatlh, el sexto Otomitlh. De Chimalmath, que fue la otra mujer, tuvo a Quezalcoatlh. Xelhúa, que era el primogénito y mayorazgo, fundó y pobló Cuahuquechulan, Izcuzan, Epatlan, Teupantlan, Teouacan, Cuzcatlan, Teutitlan y otros muchos lugares. Tenuch pobló Tenuchtitlán, y de él se llamaron al principio Tenuchca, según algunos cuentan, y después se llamaron Méxica. De este Tenuch salieron muchas personas muy excelentes, y sus descendientes llegaron a mandar en toda la tierra y a ser señores de todo su linaje y de otras muchas gentes. Ulmecatlh pobló también muchos lugares en aquella parte a donde ahora está la ciudad de los ángeles, y los nombró Totomiuacan, Vicilapan, Cuetlaxcoapan, y otros así. Xicalancatlh anduvo más tierra, llegó al mar del Norte, y en la costa hizo muchos pueblos; pero a los dos más principales los llamó con su mismo nombre. Uno de los Xicalanco se halla en la provincia de Maxcalcinco, que está cerca de Veracruz, y el otro Xicalanco está cerca de Tabasco. Éste es gran pueblo y de mucho trato, donde se hacen grandes ferias, a las cuales van muchos mercaderes de lejanas tierras; y los de allí andan por toda la tierra contratando. Hay gran distancia de uno de estos pueblos al otro. Mixtecatlh echó por la otra parte y corrió hasta el mar del Sur, donde pobló Tututepec; edificó a Acatlan, que hay del uno al otro cerca de ochenta leguas; y todo aquel trecho de tierra se llama Mixtecapan. Es un gran reino, rico, abundante, de mucha gente y buenos pueblos. Otomitlh subió a las montañas que están a la redonda de México. Pobló muchos lugares. Los mejores y el riñón de todos ellos es Xilotepec, Tullan y Otompan. Esta es la mayor generación de toda la tierra de Anauac, en la cual, además de ser muy diferente en el habla, andan los hombres trasquilados. También hay quien dice que los chichimecas vienen de este Otomitlh, por ser entrambas naciones de baja suerte y la más soez y servil gente que hay en toda esta tierra. Quezalcoatlh, edificó, o como dicen algunos, reedificó, Tlaxcallan, Huexocinco, Chololla y otras muchas ciudades. Fue este Quezalcoatlh hombre honesto, templado, religioso, santo, y, como ellos dicen, dios. No fue casado ni conoció mujer. Vivió castísimamente, haciendo muy áspera penitencia con ayunos y disciplinas. Predicó, según se dice, la ley natural, y la enseñó con obras, dando ejemplo de buenas costumbres. Instituyó el ayuno, que antes no lo usaban, y fue el primero que en esta tierra hizo sacrificio de sangre; mas no como ahora lo hacen estos indios con muerte de infinitos hombres, sino sacando sangre de las orejas y lenguas, por penitencia, por castigo y por remedio contra el vicio de mentir y del escuchar la mentira, que no son pequeños vicios entre esta gente. Creen que no murió, sino que desapareció en la provincia de Coazacoalco, junto al mar. Tal lo pintan cual yo cuento, a Quezalcoatlh; y porque no saben, o porque encubren su muerte, lo tienen por el dios del aire, y lo adoran en toda esta tierra, y principalmente en Tlaxcallan y Chololla, y en los demás pueblos que fundó; y así, le hacen en ellos extraños ritos y sacrificios. Tanto como dicho es poblaron y anduvieron estos siete hermanos, o conquistaron; que también se cuenta de ellos haber sido hombres muy guerreros. Va de todo ello lo más importante, así porque basta para declaración del linaje y tierra de estos mexicanos, como por acortar muchos cuentos que sobre esto tienen los indios, que presumen de sangre, y de leídos en sus antigüedades. Los españoles, aunque han procurado saber muy de raíz el origen de los reyes mexicanos, no se determinan a certificar las opiniones; solamente afirman que así como todos los de México y Tezcuco se precian de llamarse aculuaques, así los que son de este linaje y lenguaje son hombres más estimados y temidos, y su lengua, costumbres y religión es lo mejor y lo que más se usa.
contexto
En México, el proceso emancipador siguió por derroteros totalmente distintos a los de América del Sur. Allí los primeros acontecimientos fueron impulsados por la protesta india y mestiza. Después de los acontecimientos de 1808, Miguel Hidalgo, cura de Dolores, proclamó su célebre grito en septiembre de 1810: por la independencia, por el rey, por la religión, por la virgen india de Guadalupe y contra los peninsulares. Peones de las haciendas y de las minas se unieron a los revolucionarios, que tomaron la ciudad de Guanajuato. Allí se produjo una terrible matanza en la alhóndiga, donde se habían refugiado no sólo los soldados sino también los notables de la ciudad. Este hecho restaría contenido al movimiento emancipador, y durante una década le quitaría todo respaldo oligárquico. El avance de los rebeldes (una masa mal armada de indios y mestizos) se llevó por delante a Querétaro, San Luis Potosí y Guadalajara. A las puertas de México, los 80.000 hombres de Hidalgo fueron derrotados por los 7.000 que componían el ejército del general Trujillo, que sin embargo sufrió serias pérdidas. Trujillo y los sobrevivientes se retiraron a la capital, que estuvo a un paso de ser conquistada, pero Hidalgo prefirió retroceder para reorganizarse, lo que fue fatal para sus planes. La retirada terminaría convirtiéndose en fuga. Hidalgo fue capturado en Chihuahua y posteriormente ejecutado.Otro cura, José María Morelos, seguiría los pasos de Hidalgo, pero esta vez en el sur de la Nueva España. En 1812 había logrado controlar todo el sur del país, al contar con un contingente más disciplinado que Hidalgo. Su programa incluía la abolición de las diferencias de castas y la subdivisión de los grandes latifundios cañeros en manos de los contrarrevolucionarios. A fin de institucionalizar la revolución convocó un congreso en Chilpancingo, donde se manifestaron las mismas tendencias antagónicas que Morelos había logrado superar en el plano militar. En un exceso de legalismo, Morelos aceptó las resoluciones contradictorias emanadas del congreso, que terminarían acabando con la revolución y con el propio Morelos que sería ejecutado en 1815. El radicalismo de Morelos fortificó los lazos de unidad entre criollos y peninsulares, partidarios ambos de la defensa de la legalidad vigente. La jerarquía eclesiástica, que había visto amenazadas sus propiedades y sus posiciones por los alzados se unió también a la coalición oligárquica. Como se ha visto, fueron las propias elites mexicanas las que devolvieron a México a su lugar en el imperio. El triunfo liberal en España y la vuelta al orden constitucional en 1820 trastocaron la situación existente en México. Ante el temor de los cambios que los liberales podían impulsar desde la metrópoli, los antiguos partidarios de la monarquía apostaron por la emancipación. Agustín Iturbide, un militar de origen criollo, se pronunció por la independencia. En unión con Vicente Guerrero, un viejo resistente de la época de Morelos, trazó el Plan de Iguala, que proclamaba la independencia de México, que sería gobernado por un infante español designado por Fernando VII. El plan garantizaba la independencia, la unidad en el catolicismo y la igualdad entre peninsulares y criollos. Pero Fernando VII no se avino a este arreglo e Iturbide, que recibió adhesiones de todo el país, entró triunfador en la capital, desde donde sentaría las bases de un nuevo Imperio mexicano. Una de las primeras medidas de Iturbide fue proponer a las autoridades centroamericanas que se adhirieran al Plan de Iguala. El 15 de septiembre de 1821 en la ciudad de Guatemala se votó por la independencia y la anexión al Imperio mexicano. Se trató de una verdadera "revolución desde arriba", que prácticamente ni siquiera cambió a la mayor parte de las viejas autoridades coloniales. En América Central, que se movía en un delicado equilibrio entre regiones y ciudades, el dominio de Guatemala era claro y dentro de ella se distinguía el peso de la familia Aycinena. Sin embargo, la anexión a México duró muy poco. En 1823, tras el fracaso del imperio de Iturbide, de nuevo congreso se reunió en Guatemala que proclamó la independencia absoluta de América Central. Surgía así una República Federal, que bajo el lema de "Dios, unión y libertad" nucleaba a todos los territorios centroamericanos.
contexto
Era un inmenso territorio con fronteras indeterminadas al norte, donde a fines del siglo XVII seguían realizándose colonizaciones (California, Nuevo México, Texas) ante la posible amenaza de penetraciones inglesas o francesas. Su primer desarrollo colonial, tras la conquista, se vio ensombrecido por tensiones entre el poder señorial de los encomenderos y el del realengo, defendido por los funcionarios reales v particularmente por la Audiencia, creada en 1528. La segunda Audiencia gobernadora, presidida por Ramírez de Fuenleal (1530-35), asentó la autoridad real, que se consolidó definitivamente con la creación del Virreinato en 1535. La Corona cuidó mucho la elección de los virreyes del siglo XVI. Pertenecieron frecuentemente a las principales familias nobiliarias, lo que facilitaba su labor de someter a los encomenderos-conquistadores. Las Leyes Nuevas de 1542 pretendieron ayudar al mismo fin, prohibiendo la sucesión de las encomiendas, y estuvieron a punto de provocar un levantamiento general de los encomenderos. Lo evitaron la habilidad del Virrey Mendoza, la Audiencia, el arzobispo Zumárraga y, sobre todo, la revocación de dichas disposiciones (Ley de Malinas de 1545). El virrey Mendoza, además, hizo frente a un levantamiento de los indios de Nueva Galicia en 1542 y promovió la expedición de Vázquez de Coronado a las Siete Ciudades de Cibola. El segundo virrey, don Luis de Velasco, inició la etapa propiamente colonial. Aseguró con presidios y villas el camino hacia Zacatecas, donde habían aparecido las minas de plata, estableció el repartimiento indígena para suministrar trabajadores a las zonas mineras, sostuvo las leyes que prohibían esclavizar y cargar a los indios y continuó luchando contra el poder de los encomenderos, lo que motivó la conspiración encabezada por Martín Cortés (hijo de Hernán Cortés) y los hermanos Alonso y Gil González Dávila (hijos del conquistador Gil González Dávila), contando con la anuencia del visitador Valderrama. En el momento definitivo los comprometidos se echaron atrás, perdiendo su gran oportunidad y con ella toda posibilidad de restablecer su influencia. La Audiencia mandó decapitar a los hermanos Dávila. Tras la Junta Magna de 1568 se nombró virrey a Martín Enríquez de Almansa, que impuso una mayor tributación (aumentó el almojarifazgo, introdujo la alcabala y la Bula de la Cruzada), incluso a los libres y mulatos, y robusteció el Regio Patronato, sustituyendo regulares por seculares e instalando la Inquisición (1572). Inició también una política de anexión territorial del norte minero, que siguieron sus sucesores, mediante la guerra contra los chichimecas, la creación de presidios, el traslado de pobladores indígenas de México Central (tlaxcaltecas) y la fundación de nuevas ciudades, como San Luis de Potosí (1592), que alargó la ruta de extracción de la plata. Durante el siglo XVII, gobernaron 24 virreyes de menor grandeza y actividad, que hicieron frente a varios movimientos de rebelión de los distintos grupos poblacionales y a numerosos conflictos. A principios de siglo, se produjeron asaltos de negros y mulatos en el camino de Veracruz a México (Aguirre Beltrán estima que la población de color era ya de 140.000 personas); en 1607 se temió un levantamiento general de los africanos y en 1612 se sublevaron los negros capitalinos. Los criollos protagonizaron, por su parte, la lucha para apoderarse de los cargos administrativos, aprovechando la corrupción y participando activamente en los conflictos entre religiosos regulares y seculares. Las tensiones entre la jerarquía eclesiástica (sobre todo de Puebla) y el virrey fueron constantes. El aumento y miseria de los indios que vivían en la capital novohispana originó, finalmente, el motín de 1692 contra el Virrey Conde de Galve. Apedrearon el palacio virreinal, incendiaron la Casa de Moneda y se señorearon de la ciudad, provocando numerosas pérdidas. Durante el siglo XVII, México vivió la catástrofe demográfica indígena, la contracción de la producción argentífera, la formación de la hacienda y el enorme crecimiento de los gastos de defensa como consecuencia de la irrupción de la piratería en el Caribe, especialmente a partir de la terminación de la guerra de los Doce Años. Los últimos virreyes (Condes de la Monclova y Galve) tuvieron que hacer frente, además, al problema de la presencia francesa en Luisiana, enviando expediciones hacia Texas para explorarla y hacer asentamientos que detuvieran la irrupción extranjera.