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Falto de inspiración, Van Gogh recurre a copiar casi literalmente sus propias obras, tomando como modelo el Jardín del Hospital de Saint-Paul cambiando algunos colores pero manteniendo el mismo esquema de la composición anterior.
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Los impresionistas debían representar la vida en todas las facetas, siendo las vistas urbanas uno de los temas más repetidos. Monet también realizá en estos años el Boulevard des Capucines y aquí nos muestra una espectacular imagen del Jardín del Infante tomada también directamente del natural. El ajetreo de la ciudad lo observamos tras la pradera de primer plano, dificultándonos los árboles la visión de los edificios. Las pequeñas figuras pueblan el espacio, conseguidas con rápidos trazos. La luz del atardecer ha sido nuevamente la elegida, provocando una sombra grisácea en las cúpulas del fondo. Las tonalidades verdes se adueñan de la composición, aplicadas con pinceladas cortas y rápidas que no detallan pero otorgan vivacidad y energía al conjunto. Esa pincelada suelta se aprecia especialmente en las nubes donde se ha obtenido una excepcional sensación de movimiento.
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En 1833 Charles Rohault de Fleury construía en el Jardín des Plantes un invernadero de hierro con armoniosas proporciones, a pesar de su amplio tamaño, eliminando cualquier referencia decorativa. De esta manera se anticipa a Paxton y su famoso Crystal Palace, aunque las dimensiones de este Jardin des Plantes sean más limitadas.
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La sinfonía cromática del verano mediterráneo supondrá para Vincent un importante motivo de inspiración, llenando sus cuadros de los colores vivos y brillantes que contempla en los prados, trigales, huertos y jardines de los alrededores de Arles. A diferencia de París donde se relacionó con el mayor número de personas posible, en el sur apenas tendrá contactos con la gente, dedicándose a los paisajes. En esta ocasión nos encontramos con una de sus obras más características en la que las tonalidades de la naturaleza son resaltadas por efecto de la potente luz estival, formando sombras malvas que recuerdan al Impresionismo. El estilo de Monet y Pissarro también será una importante influencia al encontrarnos ante la paulatina desaparición de la forma, primando la luz y el color en la mayor parte de sus trabajos. Para no caer en la abstracción, coloca en la parte posterior del jardín las casas que sirven de referencia espacial. Las pinceladas son rápidas y vibrantes, organizando con diversos toques de color la composición; así en algunas zonas son puntitos mientras que en otras los brochazos son más que evidentes, dependiendo siempre de qué se está pintando. Este estilo es atribuible exclusivamente a Van Gogh.
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En el verano de 1880 Émile Ambre alquila una casa en Bellevue para Manet, donde se repondrá de su enfermedad. Durante ese tiempo realiza algunas imágenes del jardín de la casa tomadas directamente del natural, en las que la luz y el color ocupan un papel destacado. La pincelada fragmentada empleada, típica del Impresionismo, acerca esta obra a Monet y Renoir.
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Mientras que el dibujo titulado Jardín con flores es una magnífica muestra de la maestría de Van Gogh con la línea, en este lienzo pone de manifiesto su atracción hacia el color, verdadero baremo de sus sentimientos y del estado de ánimo que manifiesta el artista. Las tonalidades son aplicadas con ligeros toques de pincel, recordando al Puntillismo con el que flirteó gracias al contacto con Seurat y Signac. Las visiones tomadas directamente del natural recogen la naturaleza en todo su esplendor, manifestando una amplia gama cromática tomada de la naturaleza, donde Vincent recoge su inspiración. Las edificaciones y los árboles del fondo son las únicas referencias espaciales existentes, recordando a los trabajos que realizaban Monet y Pissarro donde la forma era paulatinamente perdida, acercándose a la abstracción.
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Una de las principales preocupaciones entre los jóvenes impresionistas era la inserción de la figura en el paisaje, tomando el conjunto directamente del natural. Por eso en los primeros años de la década de 1870 todos los cuadros incorporan alguna figura en el paisaje; más adelante se decantarán por el paisaje puro, especialmente Monet y Pissarro. Renoir muestra en esta escena a la esposa de Charles Le Coeur en el jardín de su casa, escogiendo un momento en el que el sol incide con toda su fuerza en la naturaleza. Los colores de plantas y flores son exaltados por la luz, creando sombras coloreadas en sintonía con la filosofía del grupo. Las figuritas quedan en un segundo plano, destacando por sus trajes oscuros. La pincelada empleada es muy suelta, con rápidos toques de color que configuran una especie de puzzle. Los colores utilizados se inspiran en la teoría de los complementarios, tomada de Delacroix, según la cual el pintor no mezcla en la paleta sino que yuxtapone colores en el lienzo que se mezclan en nuestra retina. Los avances ópticos y científicos serán definitivos para la evolución del arte a partir de ese movimiento.
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En esta bella imagen, Gauguin trata de mostrar la felicidad de la familia en estas fechas, representando en el jardín de la casa a su esposa Mette junto a sus tres hijos en una soleada tarde de verano. Igual que su maestro Pissarro, Gauguin también tiene dificultades para realizar las figuras al aire libre, pintándolas igual que el paisaje de alrededor, obteniendo un excelente efecto en la vegetación mientras en las figuras se crea una sorprendente sensación de cuadro inacabado. Dejando esta circunstancia al margen, Paul demuestra su asimilación de la técnica impresionista al interesarse por la luz de cada momento, empleando una pincelada menuda a base de pequeñas comitas, demostrando que la sombra no es la ausencia de luz sino una iluminación diferente como observamos en la que proyecta el árbol con toques de color gris y malva, toques que también se producen en el cielo. De esta manera, Gauguin se sitúa en la órbita impresionista asimilando las características más importantes.
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Renoir alquiló un estudio en el número 12 de la rue Cortot, en el barrio de Montmartre, entre 1875 y 1876. El taller tenía un pequeño jardín que será muy utilizado por el joven artista para realizar escenas al aire libre; el famoso Desnudo al sol y esta escena que contemplamos fueron pintadas en este jardín de espesa vegetación, en el que las figuras de Monet y Sisley que aparecen al fondo parecen fundirse con las plantas y la hierba. Nos encontramos ante una típica escena impresionista en la que la luz se convierte en la protagonista indiscutible, provocando el dominio de determinadas tonalidades, las verdes en este caso, salpicadas de los rojos, amarillos, naranjas y blancos de las flores. Las pinceladas son rápidas y empastadas para captar el momento lumínico y el efecto atmosférico que rodea la escena, tomando un aspecto abocetado que se identifica con el apelativo impresionista, ya que se trata de la impresión que ha causado esta visión en el pintor.