Busqueda de contenidos

lugar
Personaje Pintor
El alcoyano Antonio Gisbert (1834) se formó en la Academia de Bellas Artes de Madrid, obteniendo una pensión para continuar sus estudios en Roma, donde permaneció por espacio de cinco años (1855-60) El éxito por su cuadro de Los Comuneros (Madrid, Palacio de las Cortes) motivó su dedicación a la Pintura de Historia, compitiendo con Casado del Alisal. Gisbert se especializa en las escenas de carácter liberal, destacando los Fusilamientos de Torrijos y sus compañeros del Museo del Prado. También destacó en la pintura de género. Gisbert falleció en París en 1902.
Personaje Político
Descendiente de una familia adinerada, su educación discurre en los mejores centros de Francia. Durante su juventud se alista en el ejército y participa en las campañas que tienen lugar durante la Segunda Guerra Mundial. Al final de la contienda da comienzo su incursión en el ámbito de la política. Estando De Gaulle en el poder accede a la Secretaria de Estado para Finanzas. Su carrera política sigue en ascenso hasta que en 1969 es nombrado Presidente de la Comisión de Economía. En este mismo año es titular de la cartera de Economía y Hacienda, coincidiendo con el mandato de Pompidou. En 1974 es vencedor en las elecciones y llega a al Presidencia de la República, donde permaneció hasta 1981. En este cargo le sucedería François Mitterrand. Giscard fue protagonista de varios escándalos, uno de ellos relacionado con una serie de diamantes que le regaló Bokassa, aunque el pueblo francés valoró más su actuación financiera. A finales de los años ochenta fue nombrado eurodiputado. Es la cabeza de la Unión por la Democracia Francesa.
Personaje Escultor
Su trayectoria profesional se desarrolla en la primera mitad del siglo XII. En los años treinta realizaría una de sus obras más sobresalientes; el tímpano de la catedral de Saint Lazare en Autum, donde el Juicio Final y la Resurrección de los muertos constituyen el principal motivo. Los rasgos y características artísticas de las figuras, llenas de movilidad, revelan cierta influencia del Maestro del Tímpano de Vézelay. La aparición de su firma en esta obra no sólo resulta un hecho inédito, sino que revela la elevada posición social del escultor.
obra
Los gitanos que habitaban el antiguo barrio árabe del Albaicín serán los modelos favoritos de Fortuny durante su estancia granadina, como observamos en este lienzo protagonizado por una bella gitana de rasgos orientalizantes. La figura aparece de busto, cubriendo sus senos y brazos con una tela sobrepuesta, dejando caer su larga cabellera negra por los hombros y la espalda; un collar rojo y unos grandes pendientes son los adornos que porta la joven, cuyo rostro queda en semipenumbra, bañado por un potente foco de luz que realza su piel oscura. El dibujo que moldea la figura deja paso a una pincelada rápida que no atiende a detalles, especialmente en la tela o el cabello, recortándose la joven ante un fondo neutro de tonalidad clara que contrasta con el cabello y la piel. El resultado es un bello retrato que refuerza la idea del cambio de actitud de Fortuny en Granada, interesándose más por una pintura luminista cercana al Impresionismo en la mayor parte de las ocasiones.
obra
En Berlín el número de los miembros activos del grupo Die Brücke se amplió. Allí se les unió Otto Müller. En él encontraron una de sus máximas aspiraciones, unir el arte con la vida, hacer de ellas algo inseparable. Müller era ya un artista formado en 1910 cuando los descubrió en la Galería Arnold y tenía además conocimientos de litógrafo. Entusiasmado por otra forma de arte primitiva, el arte egipcio, expresaba su experiencia del paisaje y de los seres humanos con la mayor sencillez. Junto a ellos, evolucionó hacia formas angulosas. Pintor de bañistas y figuras desnudas en paisajes -desde 1920 también gitanos-, es uno de los que manifiestan de forma más clara la influencia de Cézanne, de Picasso y la escultura primitiva. Las tonalidades rojas y amarillas dominan la composición, remarcando las siluetas de las figuras con una gruesa línea oscura, en sintonía con los trabajos de Gauguin.
obra
Preocupado casi obsesivamente por los modelos, Fortuny buscó en el Albaicín, antiguo barrio árabe de Granada poblado en su mayoría por gitanos, diversos personajes que posaran para él, haciendo incluso un rápido dibujo en su álbum de notas cuando alguien llamaba su atención. Es el caso de este retrato que nos ocupa, como esta figura en un riguroso perfil, destacando su poblada barba y el pañuelo cubriendo su cabello. La atención del maestro se centra en la cabeza, quedando el resto de la figura apenas esbozada, interesándose por el gesto del anónimo personaje que se recorta ante un fondo de claras tonalidades. Podría tratarse de Mariano Fernández, el "príncipe de los gitanos", quien posó en numerosas ocasiones para Fortuny, ganándose una merecida fama que explotaría con los pintores llegados a Granada, preferentemente ingleses, para quien posaba con sus característicos ropajes según nos cuenta Rusiñol.
obra
Fortuny sentirá una especial admiración hacia el barrio granadino del Albaicín, antiguo barrio árabe poblado por gitanos, algunos de ellos habitando en cuevas. Allí buscará numerosos modelos para sus trabajos como en esta pequeña tabla donde la principal protagonista es la iluminación empleada, anticipando los trabajos de Sorolla dentro del más puro luminismo. El burro se ubica en el centro de la composición, recibiendo un potente foco de luz solar que diluye los contornos y crea una sensación atmosférica cercana al Impresionismo. Una potente base de dibujo no impide que los colores sean aplicados de manera fluida, sin atender a detalles superfluos, contrastando las dos figuras algo más trabajadas con el abocetamiento del espacio que las rodea, sin tratar algunas zonas de la madera. Con estos trabajos Fortuny demuestra su admiración hacia los conceptos lumínicos y atmosféricos que podían haber transformado radicalmente la concepción pictórica del panorama artístico español.
obra
Desde los primeros años de la década de los años 20 y hasta mediados, Salvador Dalí muestra ciertos préstamos estéticos del artista uruguayo Rafael Barradas. Éste había llegado a Madrid en 1918 introduciendo notas del futurismo y el cubismo en la vanguardia española. Esta obra nos remite a la llamada "tertulia de los alfareros", donde Rafael Barradas y Alberto Sánchez inician una íntima relación artística que se desarrolla sobre todo en las páginas de la revista madrileña "Alfar", a la que tiene acceso Salvador Dalí. Este Retrato de gitano recuerda algunas imágenes realizadas por esos dos artistas, donde existe todavía ciertas notas de la vanguardia pero, en paralelo, donde se hace patente la vuelta al orden, a la figuración, de Barradas. Para algunos historiadores, este interior donde está representado el gitano podría ser una de las habitaciones de la Residencia por la aparición de cuadros detrás de la figura y por el desorden, casi caótico, de la habitación, tal y como describen muchos de los que por allí pasaron durante aquellos años. Entre ellos, uno de los testimonios más conocidos es el del poeta Rafael Alberti.