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contexto
Pocas figuras en la historia del Medievo europeo han gozado de tanto atractivo como Federico I Staufen. Pese a que cierta corriente historiográfica de los siglos XIX y XX le ha acusado de sacrificar los intereses alemanes a la persecución de utópicas ensoñaciones italianas, nadie ha dudado de su genio político. De inmediato surge el paralelismo con otro capacitado príncipe del momento: Enrique II Plantagenet de Inglaterra. Pariente de los Welfen por parte de su madre (Judith de Baviera) y cabeza de los intereses weiblingen por parte paterna (hijo de Federico el Tuerto de Suabia y sobrino de Conrado III) Federico fue elevado al trono alemán con la esperanza de que pusiera fin a las discordias en Alemania e Italia. Muy pronto demostró que deseaba tomar la iniciativa y alcanzar la plenitud de poder que, a su juicio, Dios le había otorgado a través de la elección de los príncipes. En el programa político de Barbarroja convergieron dos componentes: las ensoñaciones místicas y la ideología imperial. Dentro de las ensoñaciones místicas advertimos que la Europa de Federico I Barbarroja conoció una floración de especulaciones histórico-proféticas alguna de las cuales jugó a favor de los intereses ideológicos del Imperio. Así, Hildegardo de Bingen, expresó en su "Liber scivias" lo que había sido una fantástica evolución de la humanidad desde sus orígenes a los convulsos tiempos presentes. A partir de ese momento, la visionaria alemana pintaba un mundo que había de atravesar distintas etapas hasta culminar en los tiempos del Anticristo. El Imperio es condición sine qua non para el mantenimiento del orden. Le está asignada una tarea histórica que otros dos autores explicitaron mejor. Uno fue Otón de Freising, obispo de esta ciudad austriaca y tío de Federico Barbarroja. Aparte de una elogiosa "Gesta Friderici imperatoris" en la que nos habla de los primeros tiempos de gobierno de su pariente, Otón redactó la que pasa por segunda gran filosofía de la Historia medieval después de la de su inspirador san Agustín: "Historia sive Chronica de duabus civitatibus". La evolución del mundo es la de un drama que, como en el hiponense, enfrenta a la "civitas Dei" y a la "civitas terrena". El momento que se está viviendo es el de la "civitas permixta": El Imperio se ha integrado como una de las dimensiones de la Iglesia aunque no por ello hayan desaparacido las tensiones (por ejemplo, la pugna entre Gregorio VII y Enrique IV). El autor de "Ludus de Anticristo" fue quizá un monje bávaro de mediados del siglo XII. Desarrolló y adaptó a las necesidades del imperio una vieja tradición: la del emperador de los últimos tiempos cuyos orígenes pueden remontarse al siglo VII. El mensaje que el "Ludus" pretende lanzar es que mientras prevalezca la unidad del Imperio no triunfará el Anticristo. Cumplida su misión en la tierra y, secundado por los otros príncipes, el emperador restituirá en Jerusalén las insignias a su auténtico y originario poseedor. A partir de ese momento el Imperio perderá su razón de ser y se abrirá paso la lucha final entre Cristo y el Anticristo. En cualquier caso, quedaba fuera de duda el papel que el emperador debía desempeñar en el discurrir de la historia, por encima de cualquier otra autoridad. Así paracieron entenderlo los consejeros que rodearon a Federico Barbarroja que abogaron sin tapujos por el ejercicio de un poder soberano. Respecto a la ideología imperial, la influencia de Otón de Freising, del canciller Wibaldo o del obispo Eberhard de Bamberg indujo a la prudencia política en los primeros años de gobierno de Federico. En 1156 las cosas cambiaron al hacerse cargo de la cancillería Reinaldo de Dassel, hombre infatigable y enérgico y reconocido adversario de la curia romana. La figura del monarca alemán fue alineada con las de los grandes emperadores de la antigüedad. Las constituciones imperiales se situaron, en categoría, a la altura de los capitulares carolingios o las novellae justinianeas. La voluntad del emperador aparacía como fuente de derecho. A los ojos de Dassel, los monarcas europeos comparados con el emperador no pasaban de la categoría de "reguli". Actitud despectiva que despertó los recelos de algún autor como Juan de Salisbury que, cuestionando el "dominium mundi" al que aspiraba Federico, se preguntaba ¿quién había concedido a los alemanes el derecho a juzgar a las otras naciones? Ensoñaciones místicas y propaganda política condujeron a Reinaldo de Dassel, según Friedrich Heer, a transformar en reyes a los magos que veneraron al Jesús niño. La realeza quedaba así convertida, históricamente, en el poder que primero rindió pleitesía al Salvador. Los magos eran elevados a prototipo de reyes cristianos; sus continuadores eran los monarcas del Sacro Imperio. Desairado papel el que se otorgaba así al otro poder (el sacerdotium) cuyo máximo representante era el obispo de Roma. En cuanto a las bases territoriales, el matrimonio de Federico con Beatriz de Borgoña (1157) tras su repudio de Adela de Vohburg contribuyó a reforzar el flanco sudoccidental del edificio imperial. Las otras dos Coronas (Alemania e Italia) plantearon una serie de problemas muchos de ellos resueltos de forma airosa por el emperador. Nadie podía dudar a esas alturas que Alemania era mas una yuxtaposición de grandes principados que un Estado unitario. El monarca no podía aspirar a tener un poder mas allá de lo arbitral o federador... Federico había sido elegido como el mas idóneo para devolver la paz al territorio germánico. Para ello hubo de atender a intereses contrapuestos. En primer lugar, los del núcleo mas fuerte del welfismo: los ducados de Sajonia y Baviera ostentados por Enrique el Soberbio hasta su muerte en 1139. La minoría de edad de su heredero -Enrique el León- convirtió estos feudos en pasto de las ambiciones de sus rivales políticos. Federico Barbarroja (primo del bávaro) protegió su patrimonio y, para compensar a uno de los príncipes alemanes -Enrique Jasomirgott-, elevó su feudo, Austria, a la categoría de ducado. En Enrique el León y en otro gran señor -Alberto el Oso margrave de Brandeburgo- tendría el germanismo dos importantes agentes de expansión mas allá del Elba. Fue esta una operación a la que Federico Barbarroja prestó escaso interés. La península itálica constituyó su principal preocupación y en ella cosecharía las mayores glorias y los mayores sinsabores.
Personaje
Político
En 1496 se convirtió en el sucesor de su sobrino Fernando II de Nápoles. Luis XII y su hermano Fernando V de Aragón le despojaron de todos sus bienes y se repartieron sus tierras. En esta situación no tuvo otra opción que aceptar el ducado de Anjou y 3.000 ducados que le había ofrecido Luis XII. Con su muerte en 1504 quedó extinguida la sucesión en el reinado de Nápoles.
Personaje
Político
Conocido también como Federico de Sajonia o el Magnánimo, se unió a la Liga de Smalkalde que acogía a los príncipes protestantes. Junto con el resto de los confederados ofreció su resistencia a Carlos V, pero fue hecho prisionero. En un principio fue sentenciado a muerte, pero este fallo no llegó a cumplirse. A cambio de que renunciara al electorado se le perdonó la condena. Finalmente, gracias a la intervención de su primo Mauricio de Sajonia, Juan recobró su libertad y también sus propiedades.
obra
Al llegar de Italia, Van Dyck se convierte en el retratista de Corte en Amberes. Su fama va a llegar hasta Holanda donde retrata al príncipe de Orange, Federico Enrique de Nassau, hijo de Guillermo de Orange y un importante luchador por la independencia de los Países Bajos. Al ser elegido Stathouder en 1625, posiblemente solicitara a Van Dyck que le hiciese este retrato de medio cuerpo en el que viste armadura con sobre-cuello de encaje blanco, portando la bengala de general con el casco sobre la mesa. La fuerte personalidad del príncipe ha sido perfectamente captada por el pintor, incidiendo también en los detalles del cuello de encaje y en los reflejos metálicos de la luz en la armadura. La figura se recorta sobre un fondo neutro, como ya había hecho Tiziano en la Escuela veneciana y que tanto admiraba Van Dyck.
Personaje
Político
Nacido en Berlín el 24 de enero de 1712, es el tercer rey de Prusia. Conocido como el "Rey Filósofo", tras suceder en el gobierno a su padre Federico Guillermo I (1740) convirtió al tradicional estado ducal de los Hohenzollern en una de las más fuertes potencias europeas. Tras tomar el trono, la sucesión en Austria le hace cambiar la tradicional política de alianza con los Habsburgo por una política de enfrentamiento. Así, se alía con Francia en contra de la emperatriz María Teresa y obliga a ésta a reconocer la anexión de Silesia por parte de Prusia. Esta conquista procura a Prusia el control sobre una región económicamente poderosa, con 25000 km2 y 125000 habitantes. La paz de Dresde, en 1745, por la que Prusia anexiona Silesia, procura además al país y a Federico II un período de 10 años de paz, en los que puede reorganizar la administración y el gobierno. Sus reformas políticas se encaminan a crear nuevos ministerios e impulsar la economía, cuestión prioritaria tras una larga etapa de guerras. En agricultura, dedica sus esfuerzos a modernizar las técnicas y organizar la producción, para lo que contacta con fisiócratas, selecciona las razas animales y discute con Voltaire sobre la calidad de los abonos. La desecación del curso inferior del Oder hace ganar a Prusia nuevos y fértiles territorios de cultivo. En otro ámbito de actuación, prepara a su ejército para los posibles conflictos que se puedan plantear en el futuro. Consciente de que la paz de Aquisgrán, en 1748, es tan sólo un paréntesis de tranquilidad en las relaciones europeas, reorganiza el ejército y le dota de estructuras modernas, formando una tropa de 150000 hombres que convierte a Prusia en el país militarmente más preparado de su época. Austria no se resigna a la pérdida de Silesia, mientras que otros países temen la aparición de una nueva potencia rival en el corazón de Europa. Así, tras invadir Francia la región prusiana de Sajonia, se desencadenan las hostilidades. Participan en la coalición antriprusiana Austria, Francia, Suecia y Rusia, mientras que Federico II recibe la ayuda -débil, por otro lado- de Inglaterra. La guerra de los Siete Años, entre 1756 y 1763 costará a Prusia cuantiosas pérdidas y estará a punto de provocar el desastre. La posterior alianza con Rusia y su monarca, Catalina II, dará a Prusia un respiro y pondrá las bases de la primera repartición de Polonia, sucedida en 1772. Ejemplo del absolutismo monárquico imperante en la época, su figura ha representado tradicionalmente la política ilustrada. Sin embargo su gobierno no realizó reformas estructurales en el ámbito social ni está imbuida por las ideas políticas y reformistas de otros monarcas coetáneos. Más parece que su política estuvo dictada por el pragmatismo y la necesidad que por un proyecto de cambio y modernización de las estructuras prusianas. Como dijimos, intentó modernizar la producción agrícola aplicando las ideas fisiocráticas, si bien en la cuestión fiscal las dejó de lado. En materia industrial, siguió una radical política colbertista encaminada a proteger los productos prusianos: aranceles a los productos del exterior, exenciones de impuestos a la industria nacional, implantación de monopolios, etc. El resultado es un gran desarrollo de la industria prusiana y un fuerte incremento poblacional, que hace pasar al país de 2,5 millones de habitantes al comienzo de su gobierno a 6 millones al final. Personaje contradictorio, expone sus teorías, totalmente contrarias a su práctica- en "Anti-Maquiavelo", publicado en 1739. Su creación de una Federación de príncipes independientes demostrará su utilidad en 1785 cuando finalice la amistad con Rusia y Austria aspire a beneficiarse del debilitamiento prusiano, y preconizará el posterior papel central de Prusia en Europa a finales del siglo XIX. Federico II falleció en Sans-Souci el 17 de agosto de 1786.
obra
En abril de 1496, el príncipe elector de Sajonia, Federico el Prudente, visitó Nüremberg. Los electores eran los que decidían quién debía ser el emperador de Alemania, un territorio confuso en sus límites y jurisdicciones hasta el punto que el poder del emperador fluctuaba según la región, e incluso era inferior al de los electores. Federico era uno de los más poderosos e independientes. Apoyó a Lutero cuando comenzaron sus problemas con la autoridad eclesiástica e imperial. También fue el protector de Durero, a quien conoció en este viaje de 1496.La fama de Durero se había extendido merced a sus grabados que se iban difundiendo por todo el territorio alemán. Federico le encargó como primer trabajo este retrato, que sería el primero de una larga serie de encargos. El príncipe se convirtió en su más importante mecenas a lo largo de la carrera del artista.Además del retrato, Federico le pidió en el mismo contrato la Adoración del Niño.