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Fotografía cedida por la Sociedade Anónima de Xestión do Plan Xacobeo
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La existencia de este castillo esta documentada desde 1143, aunque su construcción posiblemente se remonte a un par de centurias antes. El origen debemos buscarlo en la conquista de la zona por Sancho Garcés I y el establecimiento de una fortaleza para controlar el territorio que sirve de acceso a Estella y Pamplona desde Castilla. Propiedad de la corona navarra, existen referencias documentales sobre algunos de sus alcaides hasta que, con la conquista del reino por parte del rey Fernando el Católico en el siglo XVI, el castillo pasó a ser propiedad del conde de Lerín. Durante las Guerras Carlistas fue ampliado, lo que nos habla de su utilidad en estas luchas decimonónicas. En la actualidad presenta un estado bastante ruinoso, por lo que en el año 2004 el Gobierno Foral de Navarra ha habilitado una partida presupuestaria de 360.000 euros para realizar una serie de trabajos de identificación y consolidación. En el interior del recinto se conserva en buen estado la ermita de la Santa Cruz, antes dedicada a san Esteban.
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Los orígenes del castillo de Gormaz debemos buscarlos en el siglo IX cuando el territorio fronterizo de la actual provincia de Soria estaba siendo ocupado por los musulmanes. La presión de los reinos cristianos del norte motivaría el reforzamiento de las fronteras y la construcción del castillo que hoy podemos contemplar. La fortificación fue construida por orden de Al-Hakam II a finales de la centuria siguiente para controlar las rutas de acceso a al-Andalus desde el norte, apoyando a la fortaleza de Medinaceli, la capital de la Marca Media. En 1059 Fernando I toma el castillo que mantiene su función hasta que en el siglo XV los Reyes Católicos lo convierten en cárcel. Las murallas del castillo están construidas adaptándose a la forma de la meseta en la que se asienta, prolongándose a lo largo de casi un kilómetro. La muralla se refuerza con 28 torres. La decoración brilla por su ausencia, excepto en las cercanías del arco califal que sirve como puerta. En el interior se encontraban varios aljibes y una alberca que proporcionaban agua a los residentes. En la zona sur, cercana a una de las puertas, encontramos tres nichos que corresponderían al mihrab de la mezquita.
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El origen de esta construcción debemos buscarlo en una primitiva mezquita levantada en el siglo X. Tras la toma de la villa por las tropas cristianas de Alfonso X en el siglo XIII, la mezquita se transformó en iglesia. En el año 1272 se cedió el lugar a la Orden de Santa María, promotores de las reformas que dieron lugar al castillo de San Marcos, originalmente una iglesia-fortaleza. El castillo tiene forma rectangular rodeada de 8 torres, rematadas por almenas en forma de pico. Destaca la torre del Homenaje, de planta octogonal. El conjunto está cercado de una muralla no muy alta. Hasta el siglo XVII el castillo fue la sede del Ayuntamiento de la villa.
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Las primeras noticias que tenemos sobre la fortaleza que preside la villa granadina de Almuñécar se remontan a épocas púnicas. Si bien no se han hallado estructuras de este momento histórico, sí que se han encontrado fragmentos de cerámica. Posteriormente fue empleado como baluarte defensivo por los romanos. Pero su momento de mayor apogeo se produce durante el periodo andalusí. Aquí desembarcó Abd al-Rahman I, inaugurando el gobierno de los omeyas en tierras peninsulares. También tendrá el castillo un papel protagonista en la revuelta de Omar ben Hafsun, así como durante el reino nazarí de Granada. Fue entregada la fortaleza a los Reyes Católicos en 1489, pasando a llevar el nombre del patrón de la ciudad. Desde ese momento se realizaron importantes remodelaciones. Durante la Guerra de la Independencia fue empleado por las tropas francesas como cuartel, lo que provocó el bombardeo exhaustivo de la armada inglesa, quedando en un ruinoso estado. Actualmente está viviendo una intensa restauración. El castillo presenta una planta irregular que tiende hacia la forma triangular. La fachada norte sirve de acceso. Aquí podemos observar cuatro torres circulares que se levantaron en época de Carlos I. Por un puente de dos ojos se llega a la puerta de entrada, rodeada de una barbacana. A continuación, dentro del recinto defensivo, estaría la torre del homenaje, construida en época nazarí para alojar al cadí. El interior del castillo presenta en su zona central una prominencia del cerro originario, donde se ha levantó en época nazarí una casa palacio. Diversas construcciones rodean esta casa, destacando el pabellón de estilo neoclásico que hoy acoge las dependencias del Museo de la Ciudad y la famosa cárcel de 7 metros de profundidad, excavada en la roca.
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Construido por orden de Felipe II en 1595, esta edificación tenía como misión establecer una defensa ante una posible invasión proveniente de Francia, que en aquel momento vivía cruentas guerras de religión. Los planos fueron ejecutados por el italiano Tiburcio Spanochi, ingeniero militar que trabajaba para la corona española. Pasaron cerca de 75 años hasta que la obra concluyó. Esta fortaleza presenta grandes similitudes con la fortaleza de Lieja y constituye uno de los ejemplos de arquitectura militar más importantes del siglo XVII. De planta pentagonal, presenta un bello patio de armas formado por cinco crujías con arcos y aparece delimitada por cinco baluartes. Dentro del conjunto arquitectónica se distingue una zona exterior, donde se encuentran los glacis y el foso, que tiene como objetivo frenar la entrada del enemigo, a pie, o a caballo. Después nos encontramos ante una muralla protegida por artillería, que hace a este castillo prácticamente impenetrable. Desde aquí se accede al centro geométrico del castillo, llamado "área de vida", que es donde descansan las tropas encargadas de la defensa. Esta área cuenta con un anillo central de edificaciones y una zona de servicios, donde se guardaban las armas, municiones y todo tipo de aprovisionamientos. En el centro destaca una iglesia de la segunda mitad del siglo XVII, cuya portada se sustenta sobre columnas salomónicas. Aunque al principio el castillo estaba alejado de la muralla de Jaca, ya desde muy pronto existieron leyendas que hablaban de túneles secretos entre éste y la ciudad. El acceso al castillo se realizó aprovechando la entrada de la capilla románica de Nuestra Señora del Burnao. Se destruyó el ábside y en su lugar se colocó el sistema de izamiento del puente y portón. La zona exterior del castillo está realizada con grandes sillares. En la parte superior de la muralla está el camino de ronda, que enlaza los cinco baluartes. Declarado en 1951 Monumento Histórico Artístico, en la actualidad es sede de la Comandancia Militar de Jaca.