Alegrías

Datos principales


Autor

Julio Romero de Torres

Fecha

1917

Material

Oleo sobre lienzo

Dimensiones

161 x 157 cm

Museo

Museo Julio Romero de Torres

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Desde 1916 Romero de Torres vive en Madrid, incorporándose al ambiente cultural de la capital: se hace socio del Ateneo, asiste al Círculo de Bellas Artes y frecuenta las tertulias, donde vive intensamente la discrepancia entre sus amigos los escritores -modernistas, con Valle Inclán a la cabeza, frente a los representantes de la Generación del 98-. Romero se siente más cercano a los modernistas y se relaciona con Valle Incán, Jacinto Benavente, los hermanos Antonio y Manuel Machado, Francisco Villaespesa y Sebastián Miranda. Su afición y devoción por el cante flamenco lleva a Romero a convertir este tema en uno de los ejes de su producción, como podemos observar en esta obra titulada Alegrías. Romero afirmaba que de no haber sido pintor se habría cambiado sin dudarlo por el cantaor Juan Breva. El maestro conocía intensamente el mundo del flamenco y ésa es la razón por la que lleva este tema a los lienzos con genial maestría. La modelo empleada por Romero es la gitana "bailaora" catalana Julia Borrul. El hombre que toca la guitarra es un gitano, pero las manos son de Rafael, el hijo del artista. De las tres mujeres del fondo, la adornada con una flor en el pelo es la gitana Amalia. La composición es atravesada por la enigmática figura hierática de una joven tumbada, al modo clásico. No participa en la escena y permanece ajena a lo que se desarrolla a su alrededor. La joven no es otra que la hija del pintor, Amalia Romero.

La otra zona de la composición es claramente vertical, como si de un tablao flamenco se tratase, aunque al fondo observamos el río y la lejanía, iluminados por la última luz del día. Resulta curioso los recargados ropajes y el hermetismo de la composición en un cuadro sobre el baile flamenco, acostumbrados a escenas más tipistas. La razón debemos buscarla en que el cante flamenco por "Alegrías" tiene en Córdoba un tinte majestuoso y serio; por eso, Romero de Torres trata la escena con un hondo sentimiento místico, mostrando el clasicismo que existe en el cante. Así, la figura femenina de primer plano transmite un profundo sentimiento en su sereno rostro, acentuado por el dibujo que con sus manos y su cuerpo hace del baile que interpreta. De esta manera, Romero eleva el cante hondo a temática pictórica.

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