Las capitales provinciales

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Arte Antiguo de España

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La reforma augustea supuso la división en tres provincias: Bética, con capital en Corduba, Tarraconense con capital en Tarraco, y Lusitania, recién creada, con Augusta Emerita (Mérida) como capital. La investigación arqueológica de los últimos años ha revelado que entre Augusto y los Flavios estas tres ciudades alcanzaron un alto nivel de monumentalización. Del urbanismo de Corduba quedan pocos restos, pues la mayor parte de la ciudad romana se ha visto sepultada bajo el peso de su propia trayectoria históricourbanística. Se fundó, según Stylow, como colonia latina, y tras los avatares sufridos por su destrucción en las guerras entre César y Pompeyo, recibirá del propio César, o de Augusto, el status de colonia romana. La refundación augustea de la ciudad trajo aparejada la remodelación de su urbanismo. Con una extensión aproximada de 60 Ha., Corduba estaba rodeada, desde su fundación, con una muralla que sufrió sucesivas ampliaciones. Presentaba una planta alargada con tendencia cuadrangular en la parte norte sin que se pueda precisar su forma exacta en el flanco Sur. El trazado del decumanus maximus coincidía con la Vía Augusta, pero poco más se puede decir de sus calles. Parece que eran de diseño ortogonal, paralelas a la línea de la muralla creando insulae rectangulares. La ciudad contaba con dos foros, el colonial y el provincial. El primero, al que se accedía a través de un arco cuyos restos se han detectado en la calle del Osario, debió existir desde su fundación pero sólo se conoce su fase augustea de acuerdo con los restos decorativos hallados.

El foro provincial se ubicaba en la actual calle de Jesús y María a juzgar por las losas de pavimentación y los hallazgos epigráficos allí localizados. Nada se puede decir, por ahora, del aspecto físico de estos espacios. Mucho mejor informados estamos sobre Tarraco gracias a los recientes estudios del TED'A. El asentamiento romano, de carácter militar, surge en la parte alta de una colina que desciende de norte a sur hacia la vaguada del puerto formada por el río Francolí. En esta zona baja se han detectado restos de ocupación ibérica, lo que hace suponer que, al igual que en Emporiae, se daría en Tarraco la fórmula de la dípolis hasta la fusión en una comunidad única. La fase menos conocida de la historia urbana de Tarraco es la republicana. Las reformas de César y, sobre todo de Augusto hasta época flavia, dieron a esta ciudad el aspecto de gran urbe, organizada en terrazas, de claras resonancias helenísticas. La capital tarraconense abarcaba unas 60 Ha. Se hallaba rodeada de una potente muralla construida bien tras la ocupación romana primitiva o bien en el 197 a. C. La fortificación sufrió reformas y ampliaciones en diversos momentos, manteniéndose vigente hasta el fin de la romanidad. El urbanismo de Tarraco se vio condicionado por la topografía del lugar, de manera que se crearon una serie de terrazas en las que se fueron articulando tanto los espacios públicos como los privados. El caserío se ordenó siguiendo trazas ortogonales, pero no se han podido determinar las dimensiones completas de las insulae aunque se han documentado restos de domus o grandes mansiones unifamiliares.

Disponía la ciudad de un foro local o colonial situado en la parte baja del que quedan restos de una plaza y de una basílica de tres naves construida en época augustea. El conjunto público mejor documentado es el formado por el circo y el foro provincial ubicados en las terrazas superiores de la colina. El foro, cuya construcción se fecha en época de Vespasiano, constaba de dos grandes plazas situadas a diferentes cotas según un eje de simetría. En la superior se encontraba el recinto de culto rodeado por un pórtico con ventanas presidido por el templo de culto imperial del que sólo se conocen elementos arquitectónicos sueltos. La segunda terraza era una compleja estructura rodeada de pórticos, al menos en tres de sus lados, con una plaza central destinada quizá a estatuas de la elite provincial. Adosado al muro de aterrazamiento de la plaza forense se ubicaba la gradería del circo que ocupaba la parte inferior de todo el conjunto. El circo era de dimensiones reducidas (325 x 110 m) quizá por su ubicación dentro del recinto urbano. Su fecha de construcción se sitúa en época de Domiciano. Fuera del recinto amurallado se encontraban el teatro y el anfiteatro construido en el siglo I d. C. La tercera capital augustea, Emerita, fue creada hacia los años 16-15 a. C. por deductio de veteranos de las guerras cántabras, pero su urbanización se completó en época flavia y durante el siglo II d.

C. El emplazamiento de Emerita se realizó en una zona donde era más fácil vadear el río Guadiana que contaba, además, con una isleta en el centro de su cauce. Fueron, por tanto, razones topográficas las que motivaron la elección concreta del lugar además de los motivos estratégicos y administrativos. A partir del primer recinto fundacional, de proporciones reducidas y forma rectangular, se pasó a la configuración de una ciudad de 25 Ha., rodeada por una muralla de la que sólo se ha podido documentar, hasta ahora, una puerta. El tejido urbano, de carácter más o menos ortogonal, se ha determinado a partir de las líneas de desagües y alcantarillas. Las insulae medían de 110 x 60 m a 80 x 75 m. Estudios arqueológicos recientes han permitido documentar la existencia de dos foros, uno colonial y otro provincial. El primero contaba con un gran templo de culto imperial (el llamado Templo de Diana), una basílica, unas termas y un pórtico. El foro de la provincia, todavía poco conocido, se ubicaba en el área noroeste de la ciudad según el hallazgo de restos de grandes edificios e inscripciones. Augusta Emerita contaba también con teatro y anfiteatro, y fuera del recinto, con un edificio circense.

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