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Rango

XX4

Desarrollo


Por donde pasaban los futuristas iban dejando huella, seguidores, futurismos locales, vorticismo, vibracionismo, rayonismo, una impronta, en definitiva, sobre los más diversos grupos. El intrépido futurismo se vio impulsado con fuerza por sus propios resortes. Antes de la exposición que celebraron en 1912 habían hecho manifiestos y variadas declaraciones de intenciones cuya pertinencia habían de confirmar los éxitos. Marinetti publicó los dos primeros manifiestos en 1909. Un grupo de pintores -entre los que estaban Carlo Carrà, Umberto Boccioni (1882-1916), Luigi Russolo (1885-1947), Giacomo Balla (1871-1958) y muy pronto Gino Severini (1883-1966)- quiso sumarse al proyecto futurista, y en 1910 redactaron sucesivamente dos manifiestos significativos: el de los pintores futuristas y el "Manifiesto técnico de la pintura futurista"·. Ya en 1911 Francesco Balilla Pratella escribió el "Manifiesto técnico de los músicos futuristas", y al año siguiente se dieron a conocer, entre otros, el manifiesto correspondiente a la escultura y el "Manifiesto de la mujer futurista". Los artistas que paulatinamente iban componiendo este movimiento eran de muy diversa procedencia. Participaban todos ellos, eso sí, de ideales revolucionarios de algún signo, anarquistas, comunistas, o simplemente nacionalistas radicales, y coincidían en el menosprecio hacia la tradición y los convencionalismos académicos.

El futurismo es uno de los movimientos originarios de la vanguardia histórica que tomaron cuerpo en países que, en el plano artístico, podemos calificar sin menoscabo de periféricos en la Europa de entonces, sólo que este movimiento quiso hacerse con el dominio internacional.Italia, cuna de la cultura europea, permanecía sumida en el letargo casi desde dos siglos atrás, y su arte estaba absolutamente dominado por académicos. De ese dominio perdido eran muy conscientes los nuevos artistas. Desde un principio el compromiso nacionalista, que les perderá, estuvo muy presente en los futuristas, al tiempo que una fijación ciega en la épica de la modernidad. En Rusia la situación de los artistas en torno a 1910 era comparable. El país de la Revolución de Octubre nunca había tenido, ni en los tiempos de Andrei Rubliov, significación en la cultura artística europea. Con la vanguardia rusa se despertaba, entre otras cosas, la voluntad de atesorar una cultura artística que se midiera ventajosamente con la modernidad de otros lugares.El futurismo tomó su impulso de la cultura del risorgimento y de los esteticismos del cambio de siglo. La actividad artística de Marinetti partió además del afán de asimilar e italianizar la poética del simbolismo francés, aunque luego realizara una crítica sistemática de la estética del parnasianismo. Pero, un obstinado compromiso nacionalista en la renovación es lo que primaba. De hecho, la primera avanzada de modernos en Italia estuvo compuesta por nacionalistas radicales, belicistas y seguidores de d'Annunzio.

Revistas como "Gioventù" o "Leonardo", con las firmas de Papini y de d'Annunzio, habían sido las primeras en recoger el esteticismo finisecular, el ateísmo aristocrático de Nietzsche y el legado simbolista en Italia.De vital importancia fue la actividad desarrollada por la revista "La Voce". En ella colaboraron Giovanni Papini y Ardengo Soffici, quienes, a su vez, crearon en 1913 "Lacerba", la revista más relevante del futurismo. A. Soffici (1879-1964) fue el primero en arremeter contra las tendencias decadentistas y miméticas en la pintura de su país. Soffici entró en defensa del impresionismo, tendencia en la que veía el paradigma de la renovación, y que llegó a asimilar, curiosamente, con una especie de escritura mítica abreviada, por lo que no acababa de desligarlo del simbolismo. También sería el primero en dar a conocer el cubismo en Italia, que conocía de primera mano, y que cultivó. Pero el futurismo, antes de convertirse en el más bullicioso retoño que le nació al cubismo, fue un discípulo del decorativismo finisecular.Podemos remitirnos a una pintura de U. Boccioni -el más dotado de los militantes marinettianos- de 1908 como El sueño o Paolo e Francesca, de tema dantesco, tratado al modo espiritual o sinuoso del simbolismo y factura neoimpresionista.Esta obra nos remite a planteamientos originarios de la modernidad italiana en el círculo de Giovanni Segantini (1858-1899); de hecho podría recordarse una pintura de este mismo tema de Gaetano Previati (1852-1920) de 1901.

Perfume de Luigi Russolo (1885-1947), ya de 1909-10, aún manifiesta a las claras ese gusto. En otra pintura de Boccioni algo posterior, de 1910, La ciudad que surge, volvemos a encontrar las sinuosidades simbolistas de la composición anterior, con una factura aún propia de eso que, grosso modo, denominamos divisionismo o puntillismo. Además, y esto es lo notorio, el tema ha cambiado radicalmente: el mito no es ahora dantesco, sino el torbellino de la vida urbana y el trabajo industrial. Es una trasposición significativa.El proceso de renovación artística en Italia fue extraordinariamente rápido, a la vez que radical. En muy poco tiempo Ardengo Soffici dio a conocer a través de las revistas "La Voce" y "Lacerba", y de exposiciones, el conjunto del arte francés del último período: impresionismo, Cézanne, divisionismo, Nabis, Fauves, Rousseau el Aduanero, Bonnard, cubistas, etc. La rápida recepción de tan diversos estadios del arte moderno implicaba naturalmente cierta confusión, una asimilación caótica. Y, de hecho, esto se plasmó en un arte bastante veleidoso en la primera década del siglo. Soffici reflexionó sobre la virtual fuerza mágica del estilo como elemento que marca las renovaciones puntuales en la modernidad. Y, así, el primer credo articulado que se dio en el arte italiano de nuestro siglo, que es el futurista, se atuvo a los rasgos de un estilo que había de ser colectivo, y no personal ni contingente.

Ahora bien, la configuración de ese estilo tardó en verificarse, si es que alguna vez terminó de cristalizar. Hay que esperar a que el conocimiento del cubismo deje su impronta en la pintura de estos autores. Esto empieza a ocurrir en 1911, cuando asimilan algo de él y se ven instados a diferenciar de éste sus premisas. Serán sobre todo los temas los que caractericen sus preferencias.Por ejemplo, un cuadro de Boccioni como La calle ante la casa, pintado en 1911, se halla ya dentro del lenguaje futurista propiamente dicho. Asimila desde un punto de vista formal bastantes cosas del cubismo analítico, pero, con una propuesta que tiene componentes sensiblemente distintos. Perfila sus rasgos estilísticos sobre la base de experiencias dadas, pero, se está preguntando sobre todo por los rasgos de la modernidad, más que por los de la investigación formal.En otras palabras, impelidos a preguntarse sobre aquello que ha de distinguir al arte contemporáneo, los futuristas apenas cuestionan la renovación formal que les había precedido, y encuentran, sin embargo, la necesidad de que el nuevo arte se ocupe de los motivos típicos de la vida moderna: las turbulencias de la vida urbana, el dinamismo de la era industrial, la agresión, el movimiento, el estrés. Hasta 1909 Boccioni había tenido, cuando los abordó, un interés eminentemente verista en el tratamiento de temas de la cotidianidad urbana. Ahora se fija en sus rendimientos épicos.El inquietante paisaje callejero al que se asoma Boccioni en su cuadro reflejaba la osadía de la realidad moderna, como no la exaltaban los cacharros, las guitarras, las copas de absenta u otros motivos cualesquiera. Nos preguntamos: "¿Es más moderna la velocidad que, por ejemplo, la lenta vida de las profundidades submarinas?". El futurismo no sólo responde sí, sino que también asegura que hay que plasmar necesariamente el dinamismo en la pintura, para que ésta sea moderna.

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