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La fecha de 1750 es habitualmente utilizada para marcar simbólicamente la confluencia de una serie de experiencias y propuestas artísticas a partir de las que comienza a plantearse todo un nuevo concepto del arte y de la estética. Y, ciertamente, esos años centrales del siglo XVIII constituyen uno de los períodos más apasionantes de la historia del arte, en el que coinciden declaraciones racionalistas con formas rococó, rigorismos clasicistas con lenguajes barrocos, la arqueología clásica con el gótico, el orden dórico griego con el romano, formulaciones idealistas sobre la belleza con el empirismo estético inglés, entre otros aspectos. Recordemos que, en 1750, gana el Concurso Clementino de la Academia de San Lucas de Roma un arquitecto como Francesco Sabatini, que posteriormente trabajaría en España hasta finales del siglo, con un proyecto para un Magnífico Colegio de las Ciencias y de las Bellas Artes, heredero de la tradición barroca y del lenguaje de la Arcadia. El tema propuesto por la Academia romana motivó que Giovan Battista Piranesi (1720-1778), ya célebre por entonces, realizara un proyecto paralelo, que no presentó al concurso, con el título de Planta de amplio magnífico Colegio formado sobre la idea de las antiguas palestras de los Griegos y de las Termas de los Romanos...Las diferencias en la enunciación de los proyectos no pueden ser más elocuentes; pero es que, además, Piranesi tampoco se atenía a una tipología antigua, sino que ideó un complejo de sumas tipológicas que crecían concéntricamente, haciendo del Colegio no un lugar donde se estudiasen las Bellas Artes, sino al propio edificio como objeto del estudio.

Pero su edificio tampoco era estrictamente antiguo ni planteaba la restitución de alguna tipología clásica. Por el contrario, experimentalismos tipológicos semejantes habían sido realizados por Juvarra y, sobre todo, en la arquitectura más utópica del siglo XVI, de Peruzzi y Du Cerceau a Montano. Se trata de un neocinquecentismo que no tiene nada que ver con el de los arquitectos de la Arcadia, pendientes de la arquitectura de Maderno o Giacomo della Porta. El Colegio de Piranesi, a pesar de referirse a tipologías griegas y romanas, era en realidad una mirada histórica al pasado, rastreando no modelos de orden, sino las experiencias más heréticas del siglo XVI a Juvarra. De nuevo la Historia aparece como un elemento ineludible en la formulación de las nuevas ideas, aunque sea para negar su pertinencia.Es en Roma, en la ciudad en la que hacia 1750 coinciden toda una serie de iniciativas caracterizadas por el internacionalismo de las diferentes propuestas. Pero también es la fecha en la que aparece el "Prospectus" con el programa de la "Encyclopédie" francesa. Al año siguiente, dos cualificados representantes del clasicismo rigorista de la Arcadia, como Fuga y Vanvitelli son llamados a Nápoles por Carlos III. El coloquio mudo que hemos presenciado entre Sabatini y Piranesi, a propósito del Concurso Clementino de 1750, va a escindirse definitivamente con la obra de estos arquitectos en Nápoles. Es más, Sabatini trabajaría posteriormente, a las órdenes de Vanvitelli, en la construcción del Palacio Real de Caserta.

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