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Datos principales


Rango

Barroco Español

Desarrollo


Fuera de las escuelas y focos de Valladolid, Madrid, Sevilla y Granada, la plástica en el resto de España carece de relevancia o su dependencia de los principales centros creadores es prácticamente absoluta. Estas líneas se justifican por la necesidad de incluir en estas páginas al único escultor que, ajeno a los núcleos ya citados, realiza una obra importante, por sí misma y por su condición de factor determinante en el origen y desarrollo de la escultura murciana del siglo XVIII.Se trata de Nicolás de Bussy (h. 1650-1706), nacido en Estrasburgo, quien, formado en el estilo de Bernini, introdujo este lenguaje en la zona levantina. Según Palomino, le trajo a la corte don Juan José de Austria, alcanzando el título de escultor de Carlos II. Sin embargo, su primera actividad conocida la llevó a cabo en Alicante, donde realizó las esculturas y relieves de las fachadas de la iglesia de Santa María de Elche (1680-1682), con un estilo movido y ampuloso, un tanto teatral (Asunción en la fachada principal y San Agatángelo y Cristo resucitado en las laterales).En 1688 se trasladó a Murcia, donde a lo largo de quince años desarrolló lo mejor de su arte. En esta etapa realizó numerosas imágenes de madera policromada y pasos procesionales, en los que incorporó a su estilo paulatinamente cualidades de la estética hispana, como el realismo intenso y la expresión dramática.

Su obra maestra es el Cristo de la Sangre (iglesia del Carmen, Murcia), paso de rara iconografía, en el que un ángel aparece recogiendo en un vaso la sangre procedente de la herida del costado de Cristo. También se le atribuye la Diablesa (Biblioteca Municipal, Orihuela), curiosa y alegórica composición que formó parte de un paso.Su obra, plenamente barroca, impulsó el desarrollo de la plástica murciana, que alcanzó su máxima expresión en el siglo XVIII con la personalidad de Salzillo.Junto a esta región cabe señalar en este escueto panorama la zona gallega, en la que sobresale Francisco de Moure (h. 1576-1636), quien evolucionó desde su aprendizaje manierista hasta una expresión ascética de gran realismo, en la línea de Gregorio Fernández (retablos del monasterio de Samos, Lugo, 1615; sillería de coro de la catedral de Lugo, 1621-1625; retablo mayor de la iglesia del Colegio del Cardenal de Monforte de Lemos, 1625). La influencia de Gregorio Fernández fue decisiva en estas tierras, en las que también destaca Mateo de Prado (muerto en 1677), discípulo del maestro vallisoletano y principal figura de la escultura barroca compostelana del XVII, (sillería del monasterio de San Martín Pinario, Santiago de Compostela, 1639).

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