Geometría y fantasía en la arquitectura de Guarini

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Con todo, la ambición de los duques de Saboya de hacer de Turín una gran capital italiana de la Europa moderna, digna de competir con París y con Roma, a un tiempo, se manifestará de modo aún más evidente durante la segunda mitad del Seicento, cuando con un no piamontés, Guarino Guarini (Módena, 1624-Milán, 1633), sobrevenga la verdadera italianización barroca del gusto piamontés, que hasta ese momento no había sobrepasado el límite de un decoroso eclecticismo que incorpora elementos del clasicismo francés y otros quinientistas italianos.El mismo año de su ingreso en la Orden de los teatinos (1639), se trasladó a Roma para cumplir su noviciado, residiendo allí hasta 1647. En Roma, sin duda, debió sentirse impresionado por las obras de los grandes arquitectos del Barroco romano, sobre todo por las de Borromini, de las que se empaparía de rigor constructivo, de juegos estructurales y de gusto por el color en la selección de los materiales. Vuelto a Módena, partió para Mesian (1660), donde se dedicó a la enseñanza de la filosofía y las matemáticas en el colegio de su Orden, proyectando entonces sus primeras obras: la iglesia de los Somaschi (1660-62); no realizada) y la de la Santissima Annunziata (derruida por el seísmo de 1908). Entre 1662-65, realizó en París la iglesia de Sainte-Anne-la-Royale (destruida en el siglo XIX), de planta tradicional pero con su típica cúpula con arcos entrecruzados.

En 1666, fue llamado a Turín por Carlos Manuel II de Saboya y nombrado arquitecto de la capilla de la Santissima Sindone, ubicada en la cabecera de la Catedral y comunicada directamente con el Palacio Real. Al mismo tiempo daba inicio a su obra magistral, la iglesia teatina de San Lorenzo, antes capilla ducal, situada junto al Palacio. Por tanto, las dos obras, de planta central, que se reconocen en el tejido urbano por las puntiagudas y aéreas proyecciones de sus cúpulas, ocupaban unos lugares muy cualificados en la zona de representación y gobierno de la capital. La capilla de la Santa Sindone estaba destinada a conservar el sudario de Cristo trasladado, junto con la capitalidad, por Manuel Filiberto desde Chambéry a Turín, además de como reliquia venerada como símbolo parlante de la nobleza y religiosidad de su linaje. La construcción de la capilla había sido encargada en 1655 a Amedeo di Castellamonte, pero sus medianas capacidades y sus no ricos recursos expresivos debieron juzgarse inadecuados para afrontar e interpretar todo el complejo mundo ideológico que gravitaba sobre la empresa: exhibir la sagrada reliquia, y a través suyo manifestar la potencia de la Casa de Saboya, su poseedora, así como su firme vocación de Estado italiano y todo ello en un marco que, decididamente, respondiera no tanto a los gustos de la dinastía gobernante, sino a los ideales estéticos del pueblo y la sociedad entera de Italia. Esos extremos los aseguraba el lenguaje arquitectónico de Guarini, capaz de hablar en barroco.

Las partes por él construidas a partir de 1668, y sobre todo la cúpula, alteraron la planta circular y el aspecto material de la fábrica de A. di Castellamonte, trastornando literalmente el esquema y orientándolo hacia el universo poético borrominiano. No hay duda de que su linealismo exasperado y esa fantasía vertiginosa es una cita de los procedimientos de Borromini, pero es también evidente que Guarini ha renunciado por completo a la coherencia geométrica en la que Borromini contenía sus aparentes quimeras, prefiriendo en cambio un sistema expresivo en abierta polémica con las reglas consagradas de la razón estática, inspirándose en el concepto de infinito.En sus otras obras turinesas, Guarini parece querer demostrar su voluntad de cualificar el ambiente urbano, como sucedió antaño con la puerta del Po (1676; destruida) y, sobre todo, con el palacio Carignano (1679-85), construido para una rama colateral de los Saboya, que recuerda la fachada ondulada del prospecto borrominiano de San Carlino, o el primer diseño de Bernini para el palacio del Louvre. Proyectado para una plaza en origen más pequeña, la tensión de las curvas cóncavo-convexas de la fachada deberían resultar entonces más dinámicas y el edificio mucho más dominante respecto al medio urbano en el que se inserta.Activo e incansable, Guarini proyectará la iglesia de Santa Maria Altoetting, de Praga (1679), a base de espacios centrales fusionados por compenetración y Santa María de la Providencia, de Lisboa (hacia 1680; destruida), para cuya realización debió pasar por España (las fechas no están muy claras). A lo largo de su vida, además, escribiría obras de astronomía y tratados de geometría y matemáticas ("Euclides adauctus et methodicus", 1671 y 1676), y el más importante de todos: la "Architectura civile" que sería publicado póstumamente por Bemardo Vittone en 1737. Esta actividad teórica de Guarini testimonia su voluntad de reducir a un sistema lógico los problemas de la arquitectura.

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