Palazzo Carignano (Turín)

Si en lo sustancial Urbano VIII no transformó Roma, la marca del mecenazgo Barberini fue determinante en su conformación como ciudad barroca. El clima cultural que hizo posible la Roma de los Barberini, está unido al ficticio mantenimiento del papel político de la Iglesia e implicado, con cierta intolerancia, en la defensa de la ortodoxia católica. Fue el inicio del papado de Inocencio X que impuso la austeridad a la corte pontificia. Artísticamente, la crisis empezó a vislumbrarse en la paulatina cesión por Roma a favor de París de su función de capital rectora de la cultura europea.

La ambición de los duques de Saboya de hacer de Turín una gran capital italiana de la Europa moderna, digna de competir con París y con Roma, a un tiempo, se manifestará de modo aún más evidente durante la segunda mitad del Seicento.

Escultor (Nápoles, 1598-1680), creador del estilo Barroco. Es autor de excelentes obras, como el Extasis de Santa Teresa o las tumbas de los papas Urbano VIII y Alejandro VII. También trabajó para Luis XIV, de quien realizó un excelente busto.

Pintor y arquitecto barroco, cuyo verdadero nombre era Pietro Berrettini. Nació en Cortona en 1596 y falleció en Roma en 1669. Se trasladó a Roma en 1612, en donde realizó diversos encargos de tema mitológico y religioso para la nobleza y la Iglesia. Su obra más importante es la decoración de la bóveda del salón del Palacio Barberini en los años treinta. De 1640 a 1647 trabajó para los Médicis en Florencia. Su mayor virtud fue la renovación de la pintura decorativa barroca, con sus arriesgadas perspectivas y sus elaborados juegos de luces. Retornó a Roma y trabajó en el Palacio Pamphili, y se encargó de la construcción de diversas iglesias a partir de 1665.

Arquitecto italiano (Bissone, 25/8/1599-Roma, 2/7/1667), se formó con Bernini. Es uno de los máximos exponentes del barroco italiano, autor de Sant´Ivo alla Sapienza.