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Datos principales


Rango

Renacimiento5

Desarrollo


Alfonso de Aragón conquistó Nápoles en 1442. Llamado el Magnánimo por los humanistas de su corte, encarna la imagen arquetípica del príncipe apasionado tanto por la ciencia y el progreso como por el mundo clásico. Para conmemorar la entrada triunfal que realizó en la ciudad el 23 de febrero de 1443 -para ésta se erigió un arco triunfal de madera- decidió en 1452 convertir en un gran arco triunfal la entrada del castillo de Castel Nuovo. Este castillo había sido reconstruido y transformado, actualizando sus defensas y convirtiéndolo en una especie de ciudadela capaz de dominar la ciudad y defenderse de posibles rebeliones provenientes de ella. Como decía un informe de 1444, el rey podía acceder directamente al mar desde el interior del castillo. Estas consideraciones previas explican el que la corte de Nápoles haya sido considerada una corte cerrada en sí misma y sobre todo vuelta hacia el mar (mirando a los otros reinos españoles e italianos de Alfonso), por lo cual la influencia del arte de esta corte no fue muy grande en Nápoles. El arco de entrada al castillo fue encargado al taller del catalán Guillem Sagrera, pero la nómina de escultores que intervinieron en él es muy amplia pues las obras, que se interrumpieron a la muerte de Alfonso en 1458, fueron acabadas en 1465-66, en tiempo de su hijo Ferrante. Francesco Laurana, Domenico Gagini y, sobre todo, Pietro di Martino da Milano son algunos de los nombres de los artífices que realizaron la obra.

Teniendo en cuenta las diversas manos, el resultado es una mezcla de escultura renacentista con otra de reminiscencias góticas, en las que además se mezclan los estilos florentinos, romanos o lombardos. Lo que lo convierte en una pieza excepcional del Quattrocento es la idea de arco de triunfo a la antigua. Fue concebido como acceso al castillo, entre dos fuertes torres que proclaman una voluntad de poder pero, a la vez, todo el programa humanista de la escultura y sobre todo la arquitectura que da unidad al conjunto, lo convierten en la exaltación de un rey cuyas virtudes lo hacen comparable a los antiguos emperadores. Existe un precioso dibujo previo para este arco, atribuido frecuentemente a Pisanello, artista que estuvo en Nápoles en 1448-49 y realizó entre otras obras una significativa medalla de Alfonso de Aragón, pero que últimamente se considera obra de Dello Delli, un artista que trabajó para Juan II de Castilla y que estuvo en Nápoles en 1446. Es un proyecto que no se llegó a hacer, pues el goticismo de algunos de los elementos de ese diseño no era el adecuado para un príncipe humanista, así que se recurrió a modelos de la Antigüedad: el arco como los antiguos, el relieve con el triunfo, el gran nicho en el que probablemente se hubiera debido colocar una estatua ecuestre, los dioses fluviales que aparecen en el frontón curvo..., pero todo ello encontraba su verdadero sentido al conjugarse con la idea del príncipe cristiano y, por ello, son las estatuas de las virtudes las que aparecen en los nichos y es San Miguel quien corona este arco.

Esa recuperación de lo antiguo que se dio en todas las cortes se pone de manifiesto, por ejemplo, en la carta enviada por Lorenzo de Médicis a Federico de Aragón en 1476 y que fue redactada por Poliziano, pues en ella se hablaba de los actos con que los antiguos celebraban el triunfo de los soberanos, como eran los carros, los trofeos, los arcos de triunfo, etc. El arco de Alfonso de Aragón en Castel Nuovo fue en ese sentido ejemplar, tanto por la concepción como por la fecha en que fue realizado. No ha dejado de llamar siempre la atención, en contraste con ese culto por la Antigüedad, el gusto que hubo en esa corte napolitana por la pintura flamenca. Incluso antes de Alfonso de Aragón, se decía del último Anjou que había sido pintor y que era él quien había enseñado la técnica de la pintura flamenca a Colantonio, que fue el maestro de Antonello de Messina. En realidad, no se puede hablar de conservadurismo en el ambiente artístico napolitano por este hecho, pues el gusto por la pintura flamenca fue algo que -quizá por ese gusto generalizado por lo nuevo- se dio en las distintas cortes.

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