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Con la llegada de Schmidt al poder, la RFA cumplía sus veinticinco primeros años. El nuevo canciller era una persona que tenía fama de ser "macher", es decir, una persona capaz de hacer avanzar las cosas. Su Gobierno, con la colaboración del liberal Genscher, significó estabilidad y previsibilidad y constituyó la coalición más larga de la Historia de la RFA. Sin embargo, le tocó una etapa difícil no sólo por la crisis energética sino también por la resurrección, en 1974-7, del movimiento terrorista. En estas dos cuestiones fue donde mejor nota obtuvo y ésta fue peor, en cambio, en política exterior e interalemana. Es muy posible que la forma de llevar los asuntos de Schmidt fuera mucho mejor que la de Brandt, pero las dificultades eran mayores y por eso los resultados fueron menos espectaculares. En 1974, Alemania pagaba tres veces más por su factura petrolífera y en 1979 seis veces más. El más importante fenómeno nuevo en lo que respecta a la política interior fue la aparición de los verdes, que en 1972 habían votado a Brandt pero que ya no podían ser atraídos por Schmidt. Aunque hubo muchos grupos y tendencias dentro de ellos, sólo en 1978-9 se configuraron como una unidad. En gran medida representaban los valores de la generación más joven que creía en los valores posmaterialistas. En las elecciones de 1980, sólo lograron el 1.5% de los votos, pero representaban un futuro con el que los socialdemócratas debían contar.

Por otro lado, la política antiterrorista se tuvo que enfrentar con retos muy importantes durante estos años en Alemania, derivación del pasado inmediato. En 1975, fue secuestrado el dirigente de la CDU de Berlín, Lorenz, que fue liberado a cambio de unos terroristas. La legislación se endureció para poder enfrentarse con estos problemas. En junio de 1976, el Bundestag adoptó enmiendas al código penal que suponían que, por ejemplo, los acusados podían ser excluidos de determinados debates en los juicios a los que fueran sometidos. En 1977, se produjo el secuestro y posterior asesinato de Schleyer, presidente de la patronal alemana; además, fue secuestrado un avión que fue recuperado por los servicios de seguridad. Llegado el año 1980, el terrorismo había sido aniquilado. En la oposición, las posibilidades de relevo fueron modestas. En mayo del año 1976, se presentó Kohl por primera vez. La mayoría del SPD y del FDP pasó, entonces, de 46 a 10 diputados; la CDU obtuvo el 48% del voto, mientras que el SPD quedaba en el 42%. En las elecciones de 1980, es posible que las preferencias de la mayor parte del electorado se dirigieran a una CDU presidida por Schmidt. Pero los democristianos, conscientes de la popularidad de éste, propusieron a Strauss, lo que suponía la práctica imposibilidad de ganar y, en todo caso, la de aliarse con el FDP. Ésta obtuvo más del 10%, mientras que la CDU se quedó tan sólo en el 44%, el peor resultado desde 1949.

Kohl, en adelante, tomó la firme decisión de que el acceso de su partido al poder se haría con el FDP y no contra él. Schmidt no era tan proclive como Brandt a ceder a las tentaciones de un gigantesco "orden de paz europeo" pero creía que la distensión era una obligación moral. Al mismo tiempo, se encontró con la realidad de que los soviéticos con la nueva instalación de misiles practicaban el "decoupling" de la defensa occidental entre Europa y América, lo que suponía un evidente peligro para Alemania. Se consiguió imponer a su partido, mientras estuvo en el poder, pero todavía cuando cayó el Muro de Berlín el SPD estaba a la búsqueda de un consenso interno en esta materia. Por su parte, la RDA, que parece haber ayudado a movimientos terroristas, no perdió la dureza a la hora de evitar que sus súbditos abandonaran sus fronteras. Entre 1966 y 1988 murieron 175 personas intentándolo y en 1975 tenía 6.500 prisioneros políticos. Siempre se negó a una liberalización y, además, insistió en encontrar unas raíces históricas propias. A pesar de ello, hubo varios acuerdos anexos a los suscritos por las dos Alemanias con anterioridad. En gran parte eran de carácter económico y suponían, por ejemplo, la construcción de las autopistas de acceso a Berlín. En diciembre de 1981, Schmidt visitó a Honecker y poco tiempo después de firmar Alemania un contrato por el que proporcionaba nueva tecnología punta a la URSS tuvo lugar la proclamación del estado de sitio en Polonia.

Estas actitudes, que Schmidt justificaba en su interés por conseguir la distensión, hicieron que sus choques con los Estados Unidos fueran frecuentes. Tuvo una pésima opinión de Brzezinski al que denomina "señor sabelotodo" en sus memorias. Temía que los Estados Unidos tuvieran una actitud en exceso defensiva frente a la URSS y que olvidaran los intereses europeos. En temas importantes difirió de los norteamericanos como, por ejemplo, respecto a la cuestión de Portugal en donde se empeñó en seguir prestando ayuda a Soares como esperanza democrática. En cambio, como ya sabemos, mantuvo una relación muy estrecha con Giscard. Lo que Schmidt no consiguió fue cambiar el rumbo de su partido, sino que arreció la confrontación con él a medida que pasaba el tiempo. Consiguió apoyo para la "doble decisión" en materia de defensa europea pero el Congreso del SPD de abril de 1982 se caracterizó por su radicalismo. Aprobó, en efecto, un programa que suponía un fuerte incremento del papel del Estado y de los sindicatos en la economía, un impuesto muy considerable sobre las fortunas y el incremento de la deuda pública. Además, en él se acusó a los Estados Unidos de fomentar la carrera de armamentos. En estas condiciones, todo hacía pensar que cualquier candidato democristiano viable acabaría por llegar al poder en un corto plazo.

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