La sociedad victoriana

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Vida cotidiana Fin-d

Desarrollo


Consecuencia inmediata de la prosperidad económica fue que el crecimiento de la población no resultó un obstáculo para una mejora generalizada de las condiciones de vida. El paro se redujo a niveles no considerables mientras que la emigración descongestionaba el mercado de trabajo, lo que permitió que los salarios evolucionaran por encima del coste de la vida. En su conjunto, por lo tanto, la clase trabajadora vivía mejor, como se demostraba en el hecho de que disminuyera continuamente la proporción de los que recibían la ayuda de pobres. Esto hizo que se alejaran las amenazas revolucionarias y que los nuevos sindicatos que se constituyeron (Amalgamated Society of Engineers, 1851) tuvieron una mayor preocupación por la cualificación técnica de sus adheridos y se mostraron siempre dispuestos a caminar por la vía de la negociación. A través de ella consiguieron mejoras laborales como la jornada semanal de sesenta horas y la interrupción de la jornada laboral a mediodía del sábado. También es representativa de esta mejora de las condiciones de vida de los trabajadores la generalización de las cooperativas de consumo (Cooperativa Wholesale Societies, 1863) así como las Friendly Societies, organizaciones mutuales reguladas a partir de la Ley de 1855 y que hacia 1870 habían rebasado el millón de adheridos, y las cajas de ahorro (Savings Banks). La sociedad británica demostró síntomas de movilidad y fueron normales los casos de quienes se convirtieron en ricos desde muy humildes orígenes (Henry M.

Stanley
o Thomas Cook) o, por lo menos, de quienes consiguieron que sus hijos pudieran acceder a puestos de trabajo más considerados (white-collar workers). De todas maneras, las posibilidades de prosperar no eran iguales para todos. El patronazgo continuó existiendo y hasta se puede decir que la desigualdad social se había acentuado desde comienzos del siglo. Pero la nueva sociedad era, sobre todo, una sociedad de clases medias, entendiendo por tales el amplio sector situado entre la aristocracia y los trabajadores especializados. El concepto, pese a toda su evanescencia, es muy común en la sociedad inglesa de aquellos años. Algunas estimaciones fijan su extensión entre un quinto y un sexto del total de la población y parece que su crecimiento fue mayor en las actividades relacionadas con el comercio y los empleados. A la consolidación de estos sectores sociales corresponde también la institucionalización de grupos profesionales, para fijar las condiciones de cualificación y ejercicio de las diferentes profesiones. Es un fenómeno que ya venía produciéndose desde comienzos de siglo, pero que se acentuó con la regularización de profesiones ligadas a las innovaciones tecnológicas que se estaban produciendo. En 1837 se había organizado el cuerpo de arquitectos y en 1847 lo haría el de ingenieros mecánicos. La British Medical Association se fundó en 1856 y, por ley de dos años después, se establecía un Consejo General de la Medicina, para determinar las condiciones de su ejercicio.

Pocos años antes, en 1852, se había fijado la regulación de la actividad farmacéutica. Estas clases medias impusieron una ética en la que los valores fundamentales eran el trabajo duro, la competitividad, la seriedad y la observancia religiosa. De ahí derivó un concepto básico, el de respetabilidad, con el que querían aludir a la consecución de la independencia económica por el propio esfuerzo, la autodisciplina, la vida austera y el respeto a los valores de la familia. Frente a ese concepto estaba la realidad de sectores de la sociedad (clases peligrosas) que trataban de vivir a costa del Estado y en pésimas condiciones morales y materiales. El movimiento por la templanza (temperance mouvement) trataba de evitar comportamientos desordenados, casi siempre ligados a los excesos en la bebida. El consumo anual de cerveza en el Reino Unido, a mediados del siglo pasado, era de 158 litros por persona (en la España de 1994 es de 67) y se había concedido una licencia de venta pública por cada 186 habitantes. La vivienda familiar se convirtió en el ámbito normal de esa vida sobria, en la que el cabeza de familia ejercía un papel determinante. La mujer quedaba en la casa para cuidar de los hijos y gobernar el servicio. Su papel en la sociedad civil (en 1861 sólo representaban un 1 por 100 de la población empleada en oficinas) tenía muchas limitaciones y la introducción del divorcio, en 1857, se hizo en condiciones desiguales para la mujer.

La ley sobre propiedades de las mujeres casadas, de 1870, concedió sólo una parcial independencia a las mujeres. Las mujeres, por otra parte, estaban excluidas del Parlamento y hasta 1848 no fueron admitidas en la Universidad de Londres. Aunque algunas estudiaron carreras como medicina, lo normalfue que hicieran los estudios de enfermeras o maestras. Las condiciones de vivienda fueron malas, aunque no hay una inmediata relación entre este hecho y el proceso de industrialización que transformó algunas ciudades. De los grupos reformistas y de las clases privilegiadas surgió la preocupación por proporcionar casas modelo que respondieran a las nuevas necesidades. Se debe recordar, a este respecto, la intervención del príncipe Alberto en la creación de este tipo de viviendas con ocasión de la Exposición Internacional de 1851. Estas medidas respondían a una creciente preocupación por la sanidad pública, como demostraban los proyectos para construir desagües y bombear corrientes de agua. A la seguridad en el abastecimiento del agua se añadiría, más adelante, el abastecimiento de gas y el de electricidad. La lucha contra las enfermedades se generalizó desde la aprobación de la Ley de Sanidad Pública de 1848, a la vez que proliferaban los hospitales especializados, pero los resultados distaron de ser concluyentes. La muerte del príncipe Alberto, en 1861, como consecuencia de fiebres tifoideas, es buena muestra de la persistencia de estas enfermedades y la persistencia de un elevado índice de mortalidad (en torno al 22 por 1.

000) que no comenzó a decaer sensiblemente hasta comienzos de la década de los ochenta. En el campo educativo, la tendencia a la intervención estatal culminó en la Ley de Educación Elemental de 1870, que tenía un carácter subsidiario al fijar ayudas para las 20.000 escuelas privadas existentes. Se preveía también la constitución de consejos escolares (School Boards) en aquellos lugares en los que faltaba la suficiente dotación de escuelas, con lo que aumentó la intervención pública en materia educativa a la vez que se incrementaba sensiblemente el gasto estatal en estas actividades. El resultado fue un sensible retroceso del analfabetismo y una lucha sostenida contra el absentismo escolar, especialmente el ocasionado por el trabajo de los niños. Por otra parte, surgieron nuevas universidades como consecuencia de las nuevas realidades económicas. Esefue el caso de la Universidad de Manchester, iniciada en 1851, a partir del testamento de un rico industrial y que desembocó, en 1880-1881, en la Victoria University, formada a partir de la aglutinación de otros centros académicos de Leeds y Liverpool. Otras muchas universidades iniciaron sus tareas en aquellos años y, por otra parte, se reformaron las viejas universidades existentes. Oxford tuvo que aceptar estudiantes no anglicanos mientras que Cambridge recibió nuevos estatutos en 1858. El Reino Unido se convertía paulatinamente en una sociedad más culta y distendida, que encontraba más tiempo para la lectura y la diversión.

La prensa diaria superó en varios casos los 100.000 ejemplares, a lo que había que sumar una creciente prensa especializada. El tiempo libre, fijado por las nuevas condiciones de trabajo, facilitó la práctica de deportes y la fijación de sus reglas. En 1846 se fijaron las del cricket, mientras que en 1863 lo eran las del fútbol (soccer), y la Rugby Union quedaba establecida en 1871. En algunos de estos casos (boxeo, carreras de caballos) confluía el interés de la nobleza por los asuntos deportivos, pero en otros casos se debía más al apoyo popular. La creación de la Football Association en 1863 se debió mucho a sectores acomodados pero pasó pronto a tener un gran apoyo popular.

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