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Gracias a su aislamiento, Polonia, como resultado de la unificación llevada a cabo por la familia Piast, surge en el siglo X con entidad propia en la frontera con el imperio germánico. Su potencial militar, basado en la comitiva del príncipe, facilitó el control de las encrucijadas comerciales que conectaban el Báltico y la cuenca central del Danubio, así como el este de Germania con la cuenca del Dnieper. Esta posición privilegiada, unida a la cristianización y directa vinculación a Roma, tendrá para el futuro consecuencias incalculables, pues en adelante actuará como avanzada de Occidente frente a la Europa oriental. Sin limites fijos, sus fronteras serán continuamente alteradas a tenor de su propia expansión y de la presión de sus vecinos, evolucionando hacia un futuro incierto. Hasta el primer tercio del siglo XII, los Piast, mediante una política de conquistas, ejercen un fuerte control de la situación, pero a partir de esa fecha se produce una anarquía generalizada. Las circunstancias que determinan el cambio son de índole interna y de tipo externo. Entre las primeras, hay que mencionar las luchas dinásticas, que se prolongarían durante los siglos XII y XIII. Al calor de estas contiendas, la nobleza se fortalecerá con amplios privilegios, así como el alto clero, y ambos sectores sociales minarán las bases del poder real. Por otro lado, la debilidad interna sería aprovechada desde el exterior por el Imperio alemán para consolidar su avance hacia el este.

Frente a esta precaria situación política, en el siglo XIII se observa cierto crecimiento económico y progreso en el ámbito cultural, favorecidos ambos por el afianzamiento general de la Iglesia y por la presencia germana. En el ano 966, Polonia afirma su constitución, como nuevo Estado occidental frente a los otones, con la conversión al cristianismo de Mieszko I (960-992) y el establecimiento de la primera sede en Poznan (Posen), vinculada directamente a Roma. Al someterse a la jurisdicción romana, Polonia creía haber eliminado el pretexto para una futura intervención alemana, pero la lucha contra el Imperio sería una de las constantes que marcarían su naciente historia. De ahí que sus proyectos fueran, por un lado, mantener su independencia y, por otro, ensanchar sus límites. En este sentido, Mieszko extendió su influencia por el norte hacia Pomerania y por el sur controló parte de la Rutenia Roja y Silesia. Conquistas que serían ampliadas por su sucesor, Boleslav I (992-1025), el verdadero organizador de Polonia, que se impuso como metas: la unión bajo su mandato de todos los eslavos occidentales y la creación de un Estado, según el modelo europeo, que ofreciera ante el Papa y el emperador la garantía de la realeza. Realizó en dos fases su política expansionista. En la primera, iniciada entre los años 992-994, ocupará la Pomerania Oriental, con la que lograría el ansiado acceso al Báltico por Gdansk (Dantzing). En esta zona, fundó el obispado de Kolobrzeg, pero los intentos de cristianización se verían frustrados por el asesinato de san Adalberto de Praga.

Los restos de éste fueron enterrados en Gniezno (Gnesen), primera capital polaca que, poco después, en el año 1000, con ayuda imperial, seria elevada a metropolitana, integrándose bajo su jurisdicción las nuevas sedes de Kolobrzeg, Cracovia, Wroclaw (Breslau) y Poznan. En la segunda, se extenderá por el sur, ocupando Moravia, parte de Eslovaquia, e interviniendo militarmente en Kíev. A la muerte de Otón III, incorporará Lusacia, Misnia y ejercerá el control de Bohemia durante algunos años. El nuevo emperador Enrique II se vería obligado a frenarle, consiguiendo su retirada de Bohemia y que firmara la paz de Bautzen en 1018, a cambio de cederle Lusacia en calidad de feudo imperial. La reunificación de los eslavos centroeuropeos, en virtud de las campañas militares realizadas por Boleslav, parecía un éxito y, en los últimos meses de su vida, pudo cumplir el segundo objetivo de obtener el titulo de rey, al ser coronado como tal por el arzobispo de Gniezno. Sin embargo, a su muerte, las luchas internas por el poder hicieron acto de presencia y allanaron la contraofensiva de los Estados vecinos. El nuevo rey Mieszko II (1025-1034) tuvo que reconocer la superioridad del Imperio y perder, en favor de los Estados colindantes, la mayor parte de las conquistas de su padre: san Esteban recuperó Eslovaquia en 1027; Bratislav de Bohemia, Moravia; Yaroslav de Rusia, Rutenia; y Canuto el Grande de Dinamarca incorporó a su Imperio la Pomerania, en 1031.

El retroceso territorial y los conflictos dinásticos conducirían a una insurrección general. Esta se manifestó en levantamientos campesinos, enfrentamientos entre cristianos latinos y ortodoxos, quema de monasterios y matanzas de clérigos por parte de los sectores paganos... Un proceso anárquico que culminó con la pérdida de Silesia a manos de Bratislav de Bohemia, en 1038. Polonia se hallaba al borde de la desintegración. Si ésta no se produjo, fue gracias a la intervención del Imperio, que si bien no había permitido su engrandecimiento, tampoco iba a consentir el de Bohemia, por lo que colaboró activamente en la subida al trono de Casimiro I (1040-1058). Este, con apoyo del emperador Enrique III y de las jerarquías eclesiásticas y aristocráticas del país, rescata Silesia, traslada la capital a Cracovia y restablece el orden. Pero el precio a pagar por dicha ayuda iba a tener graves consecuencias: por un lado, hubo de renunciar al titulo de rey y aceptar la situación de vasallaje con respecto al Imperio; por otro, la influencia de los grandes se dejaría sentir en adelante a través de la imposición de un consejo permanente en torno al rey para compartir y limitar sus funciones. Boleslav II (1058-1079) prosigue la obra de restauración iniciada por su antecesor. Aprovechando el gran conflicto Imperio-Pontificado, apoyó a Gregorio VII para contrarrestar la influencia alemana y sacudirse la tutela del consejo.

En 1076, coincidiendo con la humillación de Enrique IV en Canosa y habiendo obtenido resonantes éxitos frente a la Rusia de Kíev, Hungría y Bohemia, recupera la Corona. Sin embargo, frente a los grandes, fracasaría, pues su política prorromana le granjeó la enemistad de la nobleza y parte del clero, quienes le expulsaron del trono situando en el a su hermano menor, Ladislao I (1079-1102), fiel instrumento al servicio de sus intereses. El siglo XII se abre de nuevo con la guerra civil, saliendo vencedor Boleslav III Boca Torcida (1102-1138), que se impone la tarea, como sus homónimos, de engrandecer Polonia. Para ello, conquista Pomerania, restableciendo el acceso al mar, y derrota a Enrique V cerca de Breslau, deteniendo el avance germano. De ahora en adelante, los alemanes tendrán que utilizar como vehículos de penetración a monjes, colonos y mercaderes. De cara al interior, completaría la organización del Estado y de la Iglesia. Esta obra se vio oscurecida por la creación en su testamento del "Seniorado", institución que pretendía evitar conflictos de herencia entre sus hijos y que dividió a Polonia en cinco ducados independientes: Gran Polonia, Silesia, Mazovia, Sandomierz y Pequeña Polonia con capital en Cracovia. Este último correspondería al miembro más antiguo del linaje Piast, junto con el titulo de Gran Duque que, como "primus inter pares", mantendría la unidad polaca.

Sin embargo, este sistema no evitó las disputas dinásticas; al contrario, sus consecuencias fueron gravísimas. Polonia se vio lanzada a la división en principados independientes, algunos de los cuales acabarían desapareciendo en medio de la fuerte progresión alemana hacia el este y, asimismo, se desencadenaron sangrientas contiendas civiles, que serían aprovechadas por el alto clero y los magnates para su fortalecimiento, en menoscabo del poder real o ducal. Polonia se derrumbaba, y si pudo salvarse se debió fundamentalmente a la debilidad de los Estados limítrofes. De la etapa siguiente cabría destacar: - La asamblea de Lenczyca de 1180 (primer precedente del senado polaco), donde se derogará oficialmente el testamento de Boca Torcida y los grandes obtendrán importantes exenciones y privilegios. -El avance de los caballeros teutónicos que desde 1228 conquistaran Prusia y levantaran una formidable barrera que cortara a Polonia el acceso al mar. -El ataque mongol de 1241 que asolara el país y cuya consecuencia más importante será la solicitud de ayuda a colonos alemanes para roturar y colonizar nuevos territorios y para activar la economía de ámbito urbano. Después de dos siglos de anarquía feudal y de continuas agresiones de los países vecinos, Polonia tendría que encaminar sus esfuerzos a reunificar los diferentes principados y asegurar el poder real.

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