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Desarrollo


Con el término arte germánico englobamos el desarrollo artístico que se produce en el occidente europeo entre los siglos V y XI. Podemos distinguir diferentes episodios bajo las siguientes etapas: 1) arte de los pueblos bárbaros; 2) arte celta; 3) renacimiento carolingio; y 4) prerrománico español. El arte de los pueblos que invadieron el Imperio Romano Occidental resulta muy primitivo si se compara con el arte bizantino o el paleocristiano. Podemos hablar de un arte rústico, característico de tribus que apenas sabían representar la figura humana. Esta es la razón por la que encontramos un mayor desarrollo de las llamadas "artes menores" con armas, fíbulas, o diversas piezas de adorno, realizadas en oro o plata y decoradas con piedras preciosas o vidrios policromos. Se siguen edificando iglesias, de las que apenas quedan restos, dentro de las características basilicales -como los restos merovingios de Saint Pierre en Vienne o Saint Laurent de Grenoble- mientras que los baptisterios mantienen la planta centralizada como el de Saint Jean de Poitiers. En Italia el arte ostrogodo nos ha dejado como muestra la tumba de Teodorico, edificio con falsa cúpula monolítica, y los restos del Palacio del mismo monarca, con una profusa mezcla de estilos romano, oriental y bárbaro. El arte celta tuvo un especial desarrollo en Irlanda. Los monasterios fueron un refugio cultural ya que el país no fue invadido y los monjes pudieron poner en marcha una restauración cultural en la que destaca la miniatura y la orfebrería.

Los códices miniados como el Evangeliario de Lindisfarne o el Libro de Durrow son sus obras maestras. El renacimiento carolingio se empieza a manifestar desde la coronación de Carlomagno como emperador en el año 800. El monarca franco pone en marcha un importante programa cultural donde se recupera la tradición romana. La corte carolingia será el principal centro de difusión artística como podemos observar en la Capilla Palatina de Aquisgran con planta octogonal y tres pisos de arquerías que sujetan la cúpula de aspecto bizantino. También destacan los palacios como el desaparecido de Aquisgran -del que formaba parte la capilla- o los de Nimega e Ingelheim, así como destacadas obras de ingeniería entre las que destaca el puente sobre el Rin cercano a Maguncia. La construcción de las grandes abadías de Saint-Gall o Fulda bajo las influencias celtas establecen los primeros peldaños del futuro arte románico. En la iglesia de Saint Germigny-des-Près se manifiestan influencias visigóticas por lo que podemos considerar que la arquitectura carolingia es un crisol de brillantes resultados. La escultura carolingia apenas nos ha dejado muestras mientras que en la pintura sobresale la escuela miniaturista dedicada a la iluminación de Evangeliarios, responsable de auténticas joyas como el de El Escorial o el de Otón II. La mayoría de los especialistas coinciden en considerar a España como el lugar donde "las manifestaciones prerrománicas adquieren una singular importancia".

Los primeros momentos estarán dominados por el arte visigodo cuya arquitectura es sobria, caracterizada por la utilización de la planta rectangular, la bóveda de cañón y el arco de herradura diferente del musulmán. Las iglesias de Santa Comba de Bande (Ourense), San Juan de Baños (Palencia), San Pedro de la Nave (Zamora) o Quintanilla de las Viñas (Burgos) son buenos ejemplos de la arquitectura visigoda. En la escultura destacan las decoraciones de los capiteles historiados de San Pedro de la Nave o los motivos geométricos que aparecen en el resto de los ejemplos citados. La pintura visigoda apenas nos ha dejado muestras, siendo destacables las miniaturas del códice llamado "Pentateuco Ashburnham" que guarda la Biblioteca Nacional de París. Un apartado interesante del arte visigodo es la orfebrería, siendo las cruces votivas del tesoro de Guarrazar las joyas más importantes, entre ellas la corona de Recesvinto. El arte asturiano sucede al visigodo en calidad e importancia a lo largo de los siglos VIII y IX, momentos en los que la mayoría de la península está ocupada por los diferentes gobiernos de al-Andalus. La arquitectura asturiana presenta especial atracción hacia la planta basilical, tratándose de pequeños edificios de considerable altura. Emplean mampostería y sillares como elementos constructivos, bóvedas de medio cañón que apoyan sobre arcos fajones que descargan su peso en contrafuertes exteriores, arcos peraltados y columnas con fustes estriados.

Entre las joyas asturianas destacan las iglesias de San Tirso y San Julián de los Prados en Oviedo, San Miguel de Lillo y el palacio de Santa María en el monte Naranco. La Cámara Santa, San Salvador de Valdedios y Santa Cristina de Pola de Lena se suman a esta terna de maravillas arquitectónicas que avanzan el románico. Si la escultura asturiana no es muy destacable, el papel de la pintura será determinante como se aprecia en el interior de San Julían de los Prados, cuyas paredes están decoradas con exquisitos frescos que recuerdan a la plenitud romana de Pompeya. A lo largo del siglo X en España se desarrolla el arte mozárabe, palabra con la que se designa a los cristianos que vivían en territorio musulmán. Este arte es una excelente muestra del crisol de culturas que convivió en la península durante la Edad Media, uniendo elementos visigodos con musulmanes. El arco de herradura define a esta arquitectura que tendrá un amplio desarrollo geográfico. Sus construcciones más representativas se encuentran en la zona de León con San Miguel de la Escalada -basílica de tres naves con un bello pórtico exterior de arcos de herradura- y Santiago de Peñalba -una sola nave y un ábside en cada extremo -. En Castilla destacan San Cebrián de Mazote -con tres capillas en la cabecera- y San Baudelio de Casillas de Berlanga -con planta cuadrangular en cuyo centro arranca una gruesa columna de donde parten los arcos de herradura que sujetan la bóveda-. San Millán de la Cogolla en La Rioja y San Pedro de Roda en Cataluña completan el grupo de iglesias mozárabes. La escultura es muy escasa, mostrando los pocos ejemplos influencia bizantina. Será la miniatura mozárabe una de las artes consagradas en este siglo X, sirviendo como ejemplo al resto de Europa. Influencias musulmanas, carolingias y orientales confluyen en este estilo que tiene en la Biblia Hispalense y el Beato Morgan sus mejores exponentes, sobresaliendo por su colorido, su arabismo y su dramatismo.

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