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Economía Sociedad

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Las ferias, portus, goroda, etc. proveían en más de una ocasión de productos que no eran de primera necesidad. Se encontraban, aunque fuera muy tenuemente, relacionadas con un comercio exterior que nunca se paralizó totalmente. Hablar de intercambios internacionales supone hablar de varias áreas: el Mediterráneo, los mares nórdicos o el espacio de los varegos. Pese al debilitamiento del tráfico, el Mediterráneo, como dice R. Doehaerd, "nunca fue un mar desierto". Los contactos de Carlomagno con la corte de los abbassidas de Bagdad hacen problemático pensar que los factores religiosos fueran determinantes para obstaculizar las relaciones comerciales. Las incursiones sarracenas fueron, evidentemente, un factor desestabilizador pero, a la larga, despertaron la agresividad militar y comercial de las ciudades italianas. En último término, la propia península itálica mantuvo bajo los carolingios y sus epígonos algunas de sus antiguas tradiciones. En efecto, Pavía era a fines del siglo VI una próspera ciudad fecundada por el tráfico mercantil que fluía a lo largo del Po. El trigo de Lombardía era consumido en Bizancio a mediados del siglo X. De ese momento son las "Honoranciae civitatis Papiae" que hablan de la amplitud del comercio canalizado a través de esta ciudad. El tráfico entre Italia y Bizancio permitió la fortuna de algunas localidades de ambiguo estatuto político: Nápoles, Amalfi y, sobre todo, Venecia.

En el acuerdo franco-veneciano del 840 está el despegue de la ciudad de los canales cuya preponderancia al doblar el año Mil va a ser incuestionada. Para esa fecha ya se había puesto en marcha lo que R. S. López llama la contraofensiva comercial y militar de la Europa occidental. En los mares nórdicos, el reinado de Carlomagno conoció una apreciable actividad comercial con la Inglaterra anglosajona. El procurator del Canal de la Mancha era en el Imperio un importante cargo fiscal. Poco antes de la coronación, Carlomagno suscribió con el rey Offa de Mercia un tratado por el que los comerciantes de ambos Estados eran objeto de especial protección. Los puertos de Durstel y Quentovic, a su vez, mantuvieron notables relaciones comerciales con las dos penínsulas bálticas. Las incursiones normandas perjudicaron en un primer momento este tráfico. Durstel, incluso, fue arrasado por una de sus razzias. Su definitiva estabilización habría de ser altamente beneficiosa. El papel de eslavos y varegos en la articulación del comercio altomedieval será importante. El capitular del 805, que cita los puestos fronterizos en las marcas del Este y prohibe exportar armas hacia los países eslavos, habla claramente de una actividad mercantil carolingia en las zonas del interior de Europa. Las incursiones magiares o normandas no fueron más que un epifenómeno negativo que no impidió el que la Europa eslava se insertara en los grandes circuitos del comercio internacional.

En efecto, los normandos lograron que el comercio, cuyo centro había estado en el Mediterráneo, se desplazara en los siglos IX y X hacia el Norte y el Este de Europa. La dialéctica pirenniana de Mahoma versus Carlomagno se resuelve en la figura -según el historiador sueco S. Bolin- de Rurik. La ruta de los varegos hacia los bizantinos a través del espacio ruso no está sólo jalonada de principados eslavo-normandos, sino también de factorías mercantiles sobre las que se apoya un activo comercio en el que los normandos suecos aportan pieles, madera, cera o esclavos. En ocasiones este comercio deriva hacia el Caspio a través del cual los mercaderes nórdicos alcanzarán el califato de Bagdad. La cristianización de la Europa oriental suponía su inserción en las pautas políticas y culturales del mundo carolingio y postcarolingio. Desde el punto de vista comercial las áreas eslavas se homologaban también con sus vecinas del Oeste. A mediados del siglo X, el viajero Ibn Yaqub nos habla de la ciudad de Cracovia como un núcleo de población con una nutrida milicia que requiere un activo comercio para su avituallamiento. Praga es descrita como una ciudad frecuentada por mercaderes de muy distinta procedencia (eslavos, húngaros, varegos) y con un activo comercio de esclavos.

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