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Mundo fin XX

Desarrollo


Una nueva sociedad estaba surgiendo, y los nuevos problemas, al igual que los nuevos conflictos, tienden a encontrar vías igualmente nuevas y suficientes de respuesta o de solución.Los nuevos conflictos sociales no son ahora la consecuencia de la vieja lucha entre empresa y sindicato en torno al poder social. La vieja lucha en torno a la producción y la distribución de los bienes se abre ahora a los nuevos terrenos de la vida social, precisamente porque la información, la educación y el consumo influyen mucho más en la producción, junto con las plurales decisiones políticas que condicionan, con sus fallos e interferencias, cualquier perspectiva de futuro.Las nuevas luchas sociales no pueden ya separarse tanto del poder económico como del poder político; precisamente porque en la sociedad postindustrial, que es consiguientemente una sociedad dominada, o dirigida, por tecnócratas, que han programado, conforme a supuestos económicos y políticos, los modos de producción y de organización económica.En un intento de síntesis capaz de definir someramente los contenidos que estos calificativos -postindustrial, tecnocrática o programada- encierran, A. Touraine aludía en 1969, en el mismo momento en que estas transformaciones comenzaban a experimentarse, a las nuevas realidades que estaban condicionando un crecimiento económico hasta entonces considerado definitivo.

Porque, a partir de la crisis que se hará plenamente manifiesta en torno a 1970, el crecimiento, antes dependiente de la acumulación del capital casi de forma exclusiva, depende mucho más del conocimiento, de la investigación científica y técnica, de la formación profesional, y de la capacidad de programar el cambio y de controlar las relaciones entre sus elementos, de dirigir organizaciones y, por tanto, sistemas de relaciones sociales, o de difundir actitudes favorables a la puesta en movimiento y a la transformación continua de todos los factores de la producción, todos los terrenos de la vida social, la educación, el consumo, la información...: "El carácter más general de la sociedad programada consiste en que las decisiones y los combates económicos no poseen ya en ella la autonomía y el carácter fundamental que tenían en su tipo de sociedad anterior (...). El crecimiento económico está determinado por un proceso político más que por unos mecanismos económicos (...). La autonomía del Estado respecto de los centros de decisión económica se hace más débil en todas partes y con frecuencia desaparece (..). Las formas de dominación social resultan por ello profundamente transformadas (..). Nuestra sociedad es una sociedad de alienación; no porque reduzca a la gente a la miseria o imponga coerciones policiacas, sino porque seduce, manipula e integra." (D. Bell, La sociedad postindustrial, páginas 6-11).

La sociedad postindustrial, o mejor dicho, las sociedades postindustriales, puesto que los modelos se manifiestan plurales, son aquellas en las que las áreas de ocupación dominantes son las de los servicios y donde la clase mayoritaria también se emplea en ellos. Estos cambios producidos en el empleo han venido acompañados, seguidos o motivados -según los casos- por un cambio de valores; de modo que, conforme las sociedades y las empresas abandonaban o disminuían la producción de bienes, experimentaban nuevos incentivos, nuevos interrogantes y nuevos fines que caminaban ligados a las nuevas fuerzas conductoras del progreso.El término de progreso, en estas circunstancias, comienza a ser sinónimo de conocimiento y de información. Científicos, técnicos y, más recientemente, informáticos se han convertido en grupo social constituido e indispensable; y marcan, como Bell ha definido, el "advenimiento de un nuevo principio de estratificación".La sociedad postindustrial se distingue en líneas generales por el inicial esbozo y posterior desarrollo de las siguientes características fundamentales:Primera: Son, sobre todo y como consecuencia del imparable aumento de conocimientos científicos y de la alta tecnología, sociedades de servicios, de la abundancia y de la información.Segunda: Optan por la expansión urbana, por la mayor dotación y urbanización de sus áreas rurales que evite una emigración poco rentable, y por el aumento de una prosperidad material.

Tercera: Reducen sus porcentajes de población activa en ocupaciones de los sectores primario, secundario y, aun, terciario, y apuestan de forma creciente por ocupaciones cuaternarias (las relacionadas con la llamada ingeniería social; empleos a tiempo parcial, valoración del ocio, trabajo desde el hogar, nuevas categorías ocupacionales...).Cuarta: Condicionadas por el fuerte aumento de las provisiones y de oportunidades vitales, atienden a unos modos de vida sensorial, hedonista, pragmático; con fuerte énfasis en la educación general y profesional, y con gran vuelco en la planificación y programación de opciones alternativas para el futuro.Como señalara el tratadista P. Berger, "cuando la modernización tecnológica y el crecimiento económico perduran en el tiempo, las desigualdades de ingresos y de riqueza se incrementan de forma aguda, pero luego disminuyen también de forma aguda, para permanecer en una meseta relativamente estable".Para él, las causas de este proceso son más tecnológicas y demográficas que sociales o políticas. El aumento demográfico ha exigido una mayor producción ante las expectativas de un aumento casi infinito del consumo; y los avances y resultados de las nuevas tecnologías han sido la mejor respuesta a este reto.Las predicciones sustituyen tanto a creencias provindencialistas como a las múltiples manifestaciones del azar; y los avances tecnológicos -ese juego contra la naturaleza en que el esfuerzo del hombre por arrancar los secretos de la naturaleza surge en gran medida contra el carácter de las leyes físicas- han logrado convertir a esta sociedad postindustrial en una sociedad del conocimiento: porque las fuentes de la innovación derivan cada vez más de la investigación y del desarrollo y porque, como ha señalado Bell, la carga de la sociedad -que se mide por una mayor proporción del Producto Nacional Bruto y una mayor tasa de empleo- reside cada vez más en este campo del conocimiento.

"El trabajo -seguirá insistiendo el ya citado Berger cuando trata de explicar la nivelación social- se hace más especializado y más escaso en la medida en que avanzan las sociedades".En la actualidad, comentaba Bell en 1976 en su obra Las contradicciones culturales del capitalismo, se experimenta un contraste entre una estructura social caracterizada por el orden tecno-económico y la cultura occidental que parece marchar por un camino bien distinto, una vez sustituida la "ética del sacrificio y el ahorro" por otra nueva y muy diferente, más ligada a la distribución, a la prodigalidad y al disfrute.Las sociedades comienzan a experimentar en los años setenta una preocupación mayor y más profunda por el futuro; y están básicamente interesadas en lograr la armonía entre las diversas áreas que debe hacer posible, como Berger señala, las grandes exigencias del capitalismo de cara al futuro: "prosperidad, igualdad y libertad". Porque en este nuevo lema, que trae los recuerdos del planteado por la Revolución Francesa, se tratan de concatenar el mito del crecimiento, la convergencia de bienestar y nivelación materiales y el logro de una libertad política democrática en la que se superen los inconvenientes de una alineación mediante la liberación al mismo tiempo individual y comunitaria.Las áreas que deben armonizarse con vistas a la conquista de unos comportamientos sociales seguros en el presente y esperanzados y abiertos de forma optimista al futuro son las siguientes:Primera: La constitución de un orden político regido por la legitimidad, interesado en crear unas estructuras de participación y orientado a la búsqueda de la igualdad.

Segunda: Afirmación de un orden económico dominado por la búsqueda y consecución de la prosperidad y la eficacia, y con unas estructuras jerárquico-burocráticas que incentiven productividad, control, mejores mercados y un bienestar crecientemente ampliable y de mejor calidad.Tercera: Un nuevo orden cultural más volcado en la autoafirmación y realización personales que en los precedentes crecimiento económico y progreso social.Cuarta: Un sistema de relaciones sociales dirigido por el principio de la autorrealización y la comunicación humanas.El problema nunca resuelto, como el sociólogo González-Anleo ha señalado, es el de la dificultad para realizar de forma conjunta y satisfactoria las exigencias de estas áreas, la consecución de la armonía más arriba señalada. La realización de cada una de ellas parece exigir el sacrificio o la minoración de otras, y ello produce insatisfacciones y frustraciones tanto individuales como colectivas, que pueden además confluir en conflictos personales o sociales.El propio González-Anleo ha sintetizado con gran claridad y no menos sencillez los diversos modelos con que sociólogos y futurólogos científicos han tratado de conformar, justificar y proyectar el futuro de las sociedades postindustriales, y ha querido diferenciar al menos tres modelos, el último de los cuales termina subdividiéndolo en cuatro formas progresivas que cambian en función de su localización y a partir de las dificultades que también progresivamente se encuentran.

1. El primero es el "modelo sociologizador", al que se refiere Bell cuando trata de explicar en 1973 sus teorías del desarrollo social una vez superadas, con el paso a una situación nueva, "la eficacia funcional, la gestión y la producción de bienes", típicas de la "sociedad industrial: La división esencial en la sociedad moderna no se encuentra actualmente entre quienes poseen los medios de producción y un "proletariado" indiferenciado, sino en las relaciones burocráticas y autoritarias entre quienes tienen el poder de decisión y quienes no lo tienen, en todos los tipos de organización, política, económico y social. La tarea del sistema político se convierte en el control de esas relaciones, respondiendo a las diversas presiones en favor de una distribución equitativa y una justicia social" (El advenimiento de la sociedad postindustrial, página 146).Hay, pues, que vincular la ciencia a la política pública, y es obligado determinar el camino que el cambio social escoge en cada sociedad. El concepto de sociedad postindustrial va, por tanto, dirigido a la búsqueda de patrones ordenadores que hagan más inteligibles los cambios complejos en las estructuras de las sociedades de Occidente.Los conocimientos científicos y los saberes técnicos, imprescindibles en el desarrollo de las nuevas tecnologías, permitirán en las sociedades postindustriales el predominio de la investigación, el desarrollo científico, la información y la comunicación; la progresiva producción de servicios para una demanda creciente de bienes inmateriales (cultura, educación, salud plena y medios de autorrealización personal); la subordinación de las empresas a las mejoras sociales más que a puros logros de beneficio económico; el refuerzo del papel tecnocrático del Estado para hacer posibles, acertadas o eficaces nuevas técnicas de planificación, nuevos modos en la toma de decisiones y evaluaciones positivas de las innovaciones tecnológicas, y, sobre todo, la prioridad de la educación, de la que depende la matriz de vida de las personas: fuerte desarrollo de los niveles de vida en naciones atrasadas, sociedades mundialmente intercomunicadas, un nuevo sistema monetario mundial que haga posible y beneficiosa la internacionalización del capital.

De todo ello surgirán nuevos modelos de consumo, una concepción y valoración del trabajo más positiva, la humanización de la tecnología, la reorientación de la tecnocracia y de los sistemas de planificación, nuevas formas de liderazgo, cambios en la naturaleza y en las organizaciones, y un nuevo sentido de la vida y de la sociedad.2. El segundo modelo parte de la crítica al diagnóstico y al proyecto de Bell, y queda perfectamente recogido en el análisis realizado por Dahrendorf en 1982, publicado bajo el título de Oportunidades vitales, y referido básicamente a su intento de responder a la crisis actual de civilización (se refiere a los mediados setenta) y a los problemas que están impidiendo o dificultando el logro de la igualdad y la libertad en las sociedades modernas: "Resulta muy pronto -comenta Dahrendorf- para poder saber hasta qué punto la crisis de los años setenta constituye un giro decisivo (...). Los valores se vieron sometidos a prueba y a cambio cuando tanto el desarrollo económico como el progreso social atravesaban momentos de agobio (...)".Dahrendorf construye entonces su teoría social y política volcada en la búsqueda de "la sociedad de la mejora social", y ofrece como objetivos sociales básicos en la misma el paso de la simple mejora económica a unas más profundas y válidas mejoras sociales, la supresión de los conflictos derivados de la llamada "sociedad dual" (un tercio de ricos, un tercio de marginados y una clase media amplia y desideologizada), la potenciación de la calidad de vida gracias a una humanización del trabajo desde una mejor educación, garantía salarial frente a la inseguridad económica, realización de un trabajo vocacional, con tiempo libre para el ocio y con posibilidades de participación en la organización empresarial.

El mayor obstáculo, sin embargo, a la posible realización de estas sociedades que supondrían, de realizarse esta mejora social completa, la transformación más radical de las experiencias adquiridas, reside en la amenaza permanente de una hipertrofia burocrática. Esta terminaría coartando, cuando menos, la libertad concreta de los individuos, y sólo una participación ciudadana, una descentralización administrativa, la movilidad funcionarial y la reducción de estructuras y jerarquías de poder podría reducir estos inconvenientes y coordinar la mayor libertad con la necesaria programación, previsión y reafirmación ordenada y progresiva de las prospectivas.3. En el tercer modelo, cabría integrar los proyectos con que, desde los primeros sesenta, las sociedades avanzadas han tratado de dar respuesta a los grandes problemas y retos que ocuparon y preocuparon a científicos y sociólogos, convencidos ya de la necesidad de afrontar los interrogantes planteados por el crecimiento de la población, el desarrollo de las industrias y el deterioro imparable del medio ambiente de forma conjunta e interdisciplinar.a) En 1961 se publicaba el modelo Global 2000, que trataba de predecir, a instancias de la Administración norteamericana, el futuro de las sociedades postindustriales.Insistía en la creciente y preocupante deforestación y contaminación; auguraba un mundo más superpoblado, y aventuraba, de no surgir nuevos adelantos, una vida más precaria para los habitantes del año 2000.

La única salida al pesimismo estaba en el cambio, en la modificación de las pautas actuales de comportamiento humano colectivo, que tanto científicos como sociólogos creían dependiente de los propios hombres.b) En 1972 se cruzan y complementan el informe realizado por el Club de Roma a partir de los trabajos de J. Forrester y Denis L. Miadows que habían elaborado un modelo matemático con el que analizaban cinco variables básicas -población, capital, contaminación ambiental, recursos y alimentos- teniendo a la población y al crecimiento como "exponenciales" del proceso, y el modelo de la Organización de las Naciones Unidas, también de 1972, encargado a V. Leontief, que trataba de analizar los costes del crecimiento económico para los países más deprimidos.En este último pudieron predecirse las tasas de crecimiento del Producto Nacional Bruto de las distintas regiones, lo mismo que sus necesidades de inversión para hacerlo posible, pero no supo o no pudo responder a los grandes problemas de los ochenta, como la contaminación o el deterioro progresivo del medio ambiente.c) Otros dos ensayos, de 1975 y 1976, el Modelo Integrado Mundial y el modelo latinoamericano, este último más insistente en las preferencias de un mundo más justo sobre un mundo más desarrollado, señalaba como cuestiones de complicada solución el difícil equilibrio del crecimiento demográfico, las razones sociopolíticas que dificultan el desarrollo mundial y la escasa consistencia de la ayuda internacional para la solución del subdesarrollo.

Como síntesis de esta búsqueda y del cruce de modelos habría que tener en cuenta: que los recursos y la tecnología hoy existentes son válidos para satisfacer todas las necesidades de la humanidad; que ni la población ni el capital pueden crecer ilimitadamente en un planeta limitado; que no hay información exacta sobre la capacidad del medio ambiente para absorber los desperdicios que acumula la satisfacción de las necesidades humanas; que con las políticas en escena se acentuarán las diferencias entre áreas ricas y pobres de la humanidad; que el esfuerzo político de hoy para modificar estilos de vida, niveles de consumo y de despilfarro será mucho más difícil conforme se tarde en tomar las oportunas decisiones, y que la tecnología, que puede ayudar, no es la respuesta a todos los problemas planteados por el desarrollo."El camino que tenemos por delante -concluye R. Dahrendorf- requiere una nueva definición, al mismo tiempo que una afirmación, de la ciudadanía, de las oportunidades vitales y la libertad."

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