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La orfebrería profana también fue muy importante. El prestigio de las casas reales, de las grandes familias nobiliarias o de los eclesiásticos principales, se medía por el lujo que los rodeaba. Las joyas eran apreciadas como objetos de adorno personal e incluso eran coleccionadas. Destacan, por la complejidad que adopta a veces el diseño, los broches que sujetaban los mantos, las correas de las que pendían las dagas para la defensa personal y las vainas de las espadas. En la indumentaria femenina, los collares, las diademas, etc.En el terreno menos íntimo de la producción profana, el trabajo de los orfebres se diversificó bastante. Confeccionaron desde vajillas a copas muy lujosas, desde objetos para divertimento de los comensales y adorno de las grandes mesas como navetas-fuentes, etc., a cajas-joyero, recipientes varios, tableros de ajedrez...Han quedado pocos testimonios de este amplio repertorio de formas. Es de lamentar en especial la pérdida de esas creaciones extrañas que embellecían las mesas de gran aparato. Se trataba de piezas articuladas (fuentes, por ejemplo) de las que se hacían brotar líquidos que con su presión accionaban distintos artilugios que, a su vez, hacían sonar cascabeles, mover ciertos elementos, etc. Tenemos la magnífica descripción de una de estas joyas que perteneció al rey Pedro el Ceremonioso. Su aprecio por ella era tal que en el testamento prohibió expresamente que se segregara del tesoro real. Por las noticias que tenemos de esta pieza, era muy similar a la originaria de un taller parisino (se fecha en el segundo tercio del siglo XIV), ahora propiedad del Museo de Cleveland.

Antes me refería a los inventarios como vía para calibrar la importancia de estas obras en la época. También la pintura puede servir como documento. Son muy significativas las imágenes de dos banquetes representados en sendas miniaturas, aunque utilizarlos sea en nosotros una pequeña licencia dada su cronología avanzada dentro del siglo XIV. El primero es una ilustración de las "Grandes Chroniques de France" (1378-1379) (París, Biblioteca Nacional) el segundo, el que ilustra el mes de enero en las "Tres Riches Heures" del Duque de Berry. En ambos casos la mesa está adornada con soberbias navetas.En otro orden de cosas, la colaboración de los orfebres fue también imprescindible para preparar las insignias reales. Coronas, pomos, cetros y espadas son los elementos emblemáticos del poder que el rey recibía como símbolo de soberanía en el momento de la coronación. Destacan en este sentido los Regalia de la monarquía francesa, custodiados hoy en su mayor parte en el Museo del Louvre.En lo que se refiere a las tipologías, los objetos más relevantes del período estudiado y su formato ya se han visto. Detrás de estas realizaciones se hallan, no obstante, los artífices que pueden hacerlas más bellas merced a su oficio y técnicas conocidas. Es importante que nos detengamos en esto último porque el tratamiento del esmalte que se da a principios del siglo XIV nada tiene que ver con el precedente. Aunque en ocasiones se separa al orfebre del esmaltador lo usual fue que un mismo artista dominara ambos campos.

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